lunes, 7 de febrero de 2022

Perder una batalla no es más que la obligación de ganar otra

 

Orlando Guevara Núñez

En septiembre de 1879, José Martí había sido deportado nuevamente hacia España. Desde allí se dirige hacia Francia y recala en Nueva York. En su peregrinar, viaja a Venezuela, donde pretende establecerse. El 22 de marzo de 1881, dirige una carta a su gran amigo venezolano Fausto Teodoro de Aldrey, en la cual le expresa el pensamiento al inicio aquí plasmado.

Este amigo fue uno de los más fieles colaboradores de Martí durante su estancia en Venezuela, lo cual fomentó entre ellos una profunda amistad, en mucho agradecida y alabada.

En ese momento, sueña con contribuir al engrandecimiento del país bolivariano, donde se respira un cierto aire de libertad.  Habla de sus dolores por Cuba, y  dice que: “De caer vengo, del lado de la honra” y es cuando afirma lo de perder una batalla y la obligación de ganar otra.

Le confiesa a su amigo su intención de servir modestamente a los hombres, que para eso se prepara, y andar, con el libro al hombro, por los caminos de la vida nueva. Llega allí para “auxiliar, como soldado humilde, todo brioso y honrado propósito, y a morir de la mano de la libertad, pobre y fieramente”.

Como ciudad gallarda, califica a Caracas y como tierra sagrada a ese país, al cual había llegado en enero de ese mismo año. Su estancia allí fue breve, pues tuvo que salir en el mes de julio, por indicación del gobierno, que no compartió criterios políticos  expresados por nuestro Apóstol en las páginas de la Revista Venezolana, por él fundada y dirigida. De allí, regresa a Nueva York.

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