martes, 26 de noviembre de 2013

Hacia el aniversario 55 de la Revolución (2)




La guerra económica contra Cuba
  
La Revolución cubana, desde el mismo día del triunfo, se trazó la tarea de iniciar el proceso transformador que, además de la libertad,  le diera al pueblo la posibilidad de erradicar los males políticos, económicos y sociales que lo agobiaban.
Pero las adversidades no se limitaban a los escasos recursos  financieros existentes, a lo que se sumaban la carencia de personal calificado, la inadecuada estructura económica y la dependencia de los monopolios extranjeros.
Muy pronto se levantó frente a la Revolución un obstáculo mayor. El gobierno de los Estados Unidos se propuso destruirla por cualquier vía. Y no fueron intenciones ocultas. El maridaje entre ese gobierno y los explotadores y asesinos expulsados de Cuba el  1ro. de enero de 1959, no se hizo esperar.
Una de las armas que creyeron  infalible para ese propósito fue el bloqueo económico, financiero y comercial. En fecha tan  tempana como el  17 de marzo de 1960 se propuso por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y se aprobó por el presidente Eisenhower, el titulado Programa de acción encubierta contra el régimen de Castro.
Ellos mismos definieron el propósito: “ Provocar la sustitución del régimen de Castro por uno que responda mejor a los verdaderos intereses del pueblo cubano y sea más aceptable para los Estados Unidos (…)  En esencia, el método para lograr este fin consistirá en incitar y apoyar, y en lo posible, dirigir la acción, dentro y fuera de Cuba (…)  Antes de que el programa de acción encubierta haya cumplido su objetivo, se hará todo lo posible por ejecutarlo de tal forma que la capacidad de actuación de los Estados Unidos aumente progresivamente en caso de una crisis”.
Al mes siguiente de esa aprobación, el  Subsecretario de Estado Adjunto para los Asuntos Interamericanos, Lester Dewitrt Mallory, expresaría en una reunión encabezada por el Presidente:  El único medio previsible que tenemos hoy para enajenar el apoyo interno a la Revolución, es a través del desencanto y el desaliento, basados en la insatisfacción y las dificultades económicas (…) Debe utilizarse prontamente cualquier medio concebible para debilitar la vida económica de Cuba. Negarle dinero y suministros a Cuba (…)  Una línea de acción que tuviera el mayor impacto es negarle dinero y suministros a Cuba, para disminuir los salarios reales y monetarios, a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.
Con esas sucias cartas jugaron. El problema en matar al pueblo cubano de hambre o enfermedades, o rendirlo por temor. Esa aspiración criminal está cumpliendo también cinco décadas y media. Y  todos los gobiernos estadounidenses, desde Eisenhower hasta Obama, junto a la mafia contrarrevolucionaria allí concentrada y apoyada, siguen albergando el mismo sueño, aunque sigan siendo eternos canes  ladrándole a la Luna.
El 3 de enero de 1961 el gobierno de los Estados Unidos rompió sus relaciones con Cuba. Y el 3 de febrero de 1962, el entonces presidente Kennedy oficializó, con su firma, el bloqueo a Cuba.
Poco a poco, pero de forma ininterrumpida, se fueron implantando las medidas de ese bloqueo ilegal, criminal y violatorio de todas las normas morales y jurídicas relacionadas con este tema. Eliminación de la cuota azucarera –principal  renglón cubano de exportación entonces-; suspensión del petróleo; prohibición del comercio. No pocos analistas norteamericanos calcularon que bastarían esas medidas para que el Gobierno Revolucionario cubano durara apenas unas semanas.
Pero el pueblo cubano resistió. Y no solo resistió, sino que continuó avanzando en su empeño de desarrollar la economía y resolver los graves problemas en que lo habían sumido los gobiernos anteriores.
Esta guerra, el enemigo la llevó no solo al terreno económico. En marzo de 1960, por ejemplo, se produjo la explosión en La Habana, del vapor francés La Coubre, que traía armas para que el pueblo pudiera defenderse. Ese sabotaje imperialista costó a Cuba más de un centenar de vidas. En 1961, se produjo la invasión mercenaria por Playa Girón, organizada, financiada, entrenada y dirigida por el gobierno norteamericano y derrotada en menos de 72 horas. Y durante la Crisis de Octubre de 1962, frente a una amenaza de exterminio nuclear, nuestro pueblo fue capaz de preservar su vida precisamente fue capaz de arriesgarla.
Entre 1961 y 1965, mediante idéntico apoyo,  295  bandas contrarrevolucionarias armadas, con unos 3 000 mercenarios, derrotados también por el pueblo cubano.
El bloqueo sigue hoy vigente y, además, recrudecido. La Asamblea General de las Naciones Unidas, hace pocos días, volvió a condenar esa arbitraria medida unilateral del gobierno de los Estados Unidos, acompañado solo de otro gobierno agresor, el de Israel.
Los daños a nuestro pueblo han sido cuantiosos y sobrepasan ya  el millón de millones de pesos de pérdidas. El sufrimiento del pueblo ha sido grande y lo sigue siendo. En lo que se equivocaron y se siguen equivocando los imperialistas y sus cómplices, es en creer que ese sufrimiento y esas carencias provocarían  el debilitamiento del apoyo del pueblo a la Revolución y la derrota de su gobierno revolucionario.
Hoy, a casi 55 años de la victoria del 1ro. de enero de 1959, Cuba se yergue victoriosa y navega hacia un futuro mejor, construido y defendido por su pueblo. Y quienes pretendieron eliminarnos, nos siguen  mirando con odio, pero seguros de que una agresión a nuestro país,  tendría para ellos un costo, sencillamente, impagable.

sábado, 23 de noviembre de 2013

Hacia el aniversario 55 de la Revolución ( 1 ) Junto al triunfo, el inicio de otra guerra



. Orlando Guevara Núñez
La conmemoración de un acontecimiento importante convoca siempre al recuento. Así sucede con el aniversario 55 del triunfo de la Revolución cubana, el hecho  histórico más  extraordinario  del siglo XX  en nuestro país, cuya repercusión trasciende las fronteras de nuestra patria para insertarse en la historia de América Latina y más allá.
La última etapa del combate para alcanzar ese triunfo comenzó en Santiago de Cuba y Bayamo, el 26 de julio de 1953; se reinició el 30 de noviembre de 1956 y el desembarco del Granma; continuó con la lucha guerrillera en las montañas y clandestina en los llanos y ciudades; la guerra se extendió a todo el país, hasta la derrota total de la tiranía hasta el triunfo definitivo de la Revolución, el 1ro. de enero de 1959.
Ese día glorioso terminó para los cubanos una cruenta guerra; pero, al contrario de lo que muchos pensábamos entonces, comenzó para el pueblo otra batalla no menos heroica: construir la obra por la cual se había combatido.
El 8 de enero de 1959, en la capital del país, el Comandante en Jefe Fidel Castro lo definiría con pocas palabras  “Creo que es este un momento decisivo de nuestra historia: la tiranía ha sido derrocada. La alegría es inmensa. Y sin embargo, queda mucho por hacer todavía. No nos engañamos creyendo que en lo adelante todo será fácil; quizás en lo adelante todo sea más difícil”.
La tarea inmediata fue romper las estructuras militares represivas, los aparatos políticos  y administrativos de la tiranía que sostenían el injusto sistema social capitalista. Y sobre las ruinas de éstos, cimentar las bases para construir una nueva sociedad. Lo segundo sería mucho más complejo.
Habíamos heredado un país pobre y saqueado. Enfrentar los graves problemas económicos y sociales necesitaba  grandes recursos financieros inexistentes. ¿Cómo dar ocupación a los 371 mil cubanos sin empleo absoluto y a los 661 mil sin empleo o subempleados? ¿Cómo eliminar el oprobio de casi un millón de analfabetos, de 10 mil  maestros sin escuelas, de 400 mil niños sin escuelas y sin maestros? ¿Cómo enfrentar la tragedia de la carencia de atención a la salud de la población?
No repetiremos, en esta ocasión, las tenebrosas cifras que ilustran los males heredados por la Revolución, denunciados por Fidel en su alegato histórico La historia me absolverá, sintetizados en los problemas de la tierra, de la industrialización, del desempleo, de la educación, de la salud y de la vivienda. Pero vale citar otras, poco conocidas, sobre todo por las nuevas generaciones.
En las arcas del Estado, en 1959, existían sólo 70 millones de pesos. Los principales jerarcas de la tiranía se habían robado unos 424 millones que, en oro y en dólares, respaldaban el valor del peso cubano. El país quedaba  no solo empobrecido, sino también endeudado.
La deuda externa de Cuba alcanzaba los 788 millones de dólares, es decir, más de diez veces superior a sus reservas, mientras que la balanza comercial con Estados Unidos le era desfavorable al país en más de 600 millones.
A estas dificultades, se unieron desde el primer día las impuestas por el gobierno de los Estados Unidos, dispuesto a destruir la Revolución. La imposición del bloqueo económico, financiero y comercial; la suspensión de la cuota azucarera, del suministro del petróleo; la pretensión de aislar a Cuba hasta el punto de que en América Latina sólo México mantuvo relaciones con este país. La suspensión de todos los créditos.
Y todos esos obstáculos, agravados por  los sabotajes, las agresiones,  las amenazas perennes y la creación de las bandas contrarrevolucionarias organizadas, armadas, entrenadas y financiadas por los gobiernos de los Estados Unidos y su Agencia Central de Inteligencia.
A todo eso – y es solo una parte-  ha tenido que enfrentarse el pueblo cubano en estos casi 55 años de Revolución. Con sobradas razones, ha planteado el General de Ejército Raúl Castro que mantener esta Revolución ha sido la mayor proeza de nuestro pueblo.
Para los cubanos, el triunfo de la Revolución fue, en realidad, el inicio de otra guerra, esta vez contra el más poderoso y agresivo imperialismo que ha conocido – y aún padece-  la historia de la  humanidad: el de los Estados Unidos.
De ahí venimos. Nuestra obra está fraguada con trabajo, con sudor, con sangre y con sacrificio. Son los mismos ingredientes necesarios para seguirla manteniendo y engrandeciendo, sin olvidar nunca que el enemigo es el mismo, sus intenciones son las mismas e idéntico su propósito estratégico, regresarnos a un pasado que los cubanos no podemos admitir otra vez como presente.

domingo, 3 de noviembre de 2013

El pago no excluye el desprecio





.Orlando Guevara Núñez

Estados Unidos, como reza un antiguo refrán sobre Roma, paga a los traidores, pero los desprecia. Utiliza y paga a mercenarios para tratar de desacreditar a la Revolución y destruirla, pero ha estado dispuesto, en pos de  sus mezquinos intereses, a sacrificar hasta la vida de esas personas para justificar una agresión directa a Cuba.
El 7 de marzo de 1962, la Junta de Jefes de Estado Mayor de los Estados Unidos, se planteó  en un documento secreto: “La determinación de que una sublevación interna con posibilidades de éxitos es imposible dentro de los próximos 9 a 10 meses, exige una decisión por parte de los Estados Unidos en el sentido de fabricar una provocación que justifique una acción militar norteamericana positiva”.
Así, dos días después, la Oficina del Secretario de Defensa de ese país, sometió a la consideración de esa Junta el documento Pretextos para justificar la Intervención Militar de los Estados Unidos en Cuba. Como ha sido costumbre, el crimen y la mentira han marchado siempre juntos en la política de agresiones del imperio norteamericano contra nuestro país.
Un simple vistazo a las medidas contenidas en el referido documento, pone al descubierto la realidad de que los vende patrias cubanos son sólo una pieza desechable en la enfermiza guerra del imperio yanqui contra la Revolución cubana.
“Pudiéramos hundir una embarcación llena de cubanos en ruta hacia la Florida (real o simulada)”  “Pudiéramos promover intentos contra las vidas de los refugiados cubanos en los Estados Unidos, incluso hasta el punto de herir a algunos de ellos en casos que serían ampliamente divulgados”.
La demencia iba mucho más allá, con total desprecio a la vida humana. “Es posible crear un incidente que demuestre de manera convincente que un avión cubano atacó y derribó a un avión civil arrendado que volaba de los Estados Unidos a Jamaica, Guatemala, Panamá o Venezuela”. “Los pasajeros pudieran ser un grupo de estudiantes universitarios o cualquier otro grupo de personas con intereses comunes como para arrendar un vuelo”.
La infamia y la criminalidad sobrepasaban los límites y retrataban al imperio norteamericano en toda su dimensión terrorista. Por acabar con la Revolución cubana, los más atroces procedimientos tomaban categoría de política de Estado en el gobierno de los Estados Unidos.
“Pudiéramos desarrollar una campaña terrorista cubano-comunista en el área de Miami, en otras ciudades de la Florida y en Washington. La campaña de terror podría estar encaminada contra los refugiados cubanos que buscan asilo en los Estados Unidos”.
En el documento Demanda del pueblo de Cuba al gobierno de los Estados Unidos por daños humanos, fechado en La Habana, el 31 de mayo de 1999, aparecen de forma detalladas  éstas y otras medidas, con pruebas irrefutables que muy bien conoce el gobierno de ese país.
Del desprecio hacia los cubanos, no escapan ni siquiera quienes abandonan su país para ir a vivir a los Estados Unidos. Puede decirse que más que acogerlos con cariño, los soportan y han estado dispuestos a sacrificarlos en múltiples ocasiones.
Otra prueba  es  el contenido del cable firmado por el jefe de la Sección de Intereses de los Estados Unidos en Cuba, Jonathan Farrar, con fecha 15 de abril de 2009, documento revelado por Wikileaks. Selecciono algunos fragmentos que ilustran lo que piensan los amos sobre sus siervos.
 “Muchos grupos de oposición son dominados por individuos con encumbrados egos que no trabajan bien en equipo”.
 “Tengan o no las organizaciones de oposición agendas capaces de atraer la atención de una amplia gama de intereses en la isla, es preciso que empiecen por lograr cierto grado de unidad de objetivos como oposición o al menos que dejen de gastar tanta energía en serrucharse el piso los unos a los otros”.
 “Pese a sus afirmaciones de que representan a “miles de cubanos”, nosotros vemos muy pocas evidencias de ese apoyo, al menos desde nuestra óptica, limitada, en la Habana”.
 “Cuando cuestionamos a los líderes disidentes sobre sus programas, no vemos plataformas diseñadas para llegar a amplios sectores de la sociedad cubana, sino que más bien dirigen sus mayores esfuerzos a obtener recursos suficientes para solventar las necesidades del día a día de los principales organizadores y sus seguidores claves”.
 “Si bien la búsqueda de recursos es su principal preocupación, la segunda más importante parece ser limitar o marginar las actividades de sus antiguos aliados de manera de reservarse el poder y el acceso a los escasos recursos”
En Estados Unidos reciben y tratan a los cubanos de forma muy diferente a los millones de latinos y otras nacionalidades que viven allí como indocumentados, sin derecho a la ciudadanía de ese país, obligados a trabajar en condiciones desventajosas, sin derecho muchos a la salud, a la educación. Las actuales leyes contra los inmigrantes en algunos estados norteamericanos es prueba de ello, como lo es también los cientos de asesinatos contra los mexicanos que tratan de cruzar la frontera hacia ese país.
La emigración cubana es para los Estados Unidos una sucia maniobra política. No en vano, obstaculizan e incumplen reiteradamente los acuerdos migratorios establecidos con Cuba. Cierran las vías legales para promover las salidas ilegales, sin importarles la muerte de centenares de personas en ese intento. Mientras más muertes se produzcan, más pretenden lanzar sobre Cuba la responsabilidad que solo a ellos compete.


Cierto es que muchos cubanos que emigran hacia los Estados Unidos no lo hacen por un problema político. Muchos escogen ese camino por conveniencias económicas, por reunificación familiar u otras causas diversas. Pero cada salida es allá presentada por las autoridades norteamericanas como “prueba” de huida de Cuba por una supuesta represión que forma parte de las mentiras fabricadas contra nuestro país.
Pero los traidores, los que son pagados por el gobierno y organizaciones contrarrevolucionarias, protagonizan un capítulo bochornoso que revive el viejo refrán, adaptado al presente: Estados Unidos paga a los traidores, pero los desprecia.