jueves, 28 de febrero de 2019

Cartas Infantiles





                                       
 .Orlando Guevara Núñez
Cuando uno está lejos de su Patria y de su familia, una carta equivale a un gran abrazo, a muchos besos, a un ansiado encuentro. Y cuando las cartas son de los hijos, la emoción se multiplica, alcanzando dimensiones infinitas cuando quienes las escriben comienzan a dar sus primeros pasos en la escritura y entonces la inocencia, la franqueza, las fantasías y el más puro cariño no caben en una hoja de papel.
Aún en las condiciones más difíciles, uno se transporta junto a ellos, cabalgando por un mundo imaginario. A veces se ríe, otras se sorprende y hay también ocasiones en que la nostalgia nos obliga a besar y guardar con mucho celo el papel garabateado que uno sabe fue escrito y doblado por las manitos de sus pequeños hijos.
¡Y qué emocionantes esas cartas donde la ortografía, la concordancia, los signos de puntuación, la coherencia y el prurito literario no tienen otra alternativa que ceder ante los más pueriles sentimientos, indoblegables ante las reglas aprisionadoras del lenguaje escrito!
Las cartas de los hijos pequeños eran mucho más comentadas por los combatientes que cualquier otra correspondencia. No es que las demás no importaran, pero la originalidad infantil tenía siempre un sello distintivo.
Si a alguien se le ocurriera hacer una  compilación de ese tipo de correspondencia, seguro descubriría un mundo de maravillas, capaz de competir con la imaginación y creación de los más experimentados literatos.
Juzgue el lector.
1 de abril de 1976
A mi papá
papi yo quiero que tú estés con nosotros, siempre en la escuela te quiero hacer una carta porque me acuerdo de ti. Ven pronto, papá, mándame a decir en una carta en qué lugar tú estás de “Angola” dime qué haces, dónde duermes, dónde desayunas, todas esas cosas que yo te escribo dímelas, porque cuando yo sea grande y me manden donde tú estás yo te voy a decir para que tú te pongas contento. Papi, mándame cartas, no he recibido ni una de ti, mándame a decir cosas que a mi me gusten. ¡Ven pronto, papi, chico!  no quiero que te maten, una vez pensé que tú habías venido y me habías traído muchas cartas de las que te había escrito como recuerdo para mí, y cuando yo abrí los ojos porque los tenía cerrados no te vi pipo.
                                                        1000000 besitos
                                                                                Tanita
                                                                                (7 años)
(…) Papi he soñado: “que un día yo fui al parque contigo y con mami, después que yo me senté en un banco que había, tú y mami se pararon y tú le estabas abrochándole el vestido a mami porque estaba desabrochado, yo estaba corriendo y vi a Martí de losa, y yo dije “! Martí!” y me dijo ¡que! y me dio un libro y una pelota y yo cogí el libro y la pelota para jugar” 
Como Ernesto no te ha escrito te digo que se está portando mejor en la escuela y en la casa, el no entiende por que tú tardas en Angola, pero mami le da una explicación más amplia. ¡El quiere que tú vengas, y yo también!                                                                                       
                                                                                  Tanita
27 de julio de 1976
Papi yo jugué con Llorqui que es un perrito y me conoce a mí Agostino Neto llegó el martes. Pero yo no lo vi. Papi yo te quiero mucho. Pipo y también quiero que vengas pronto, porque si no vienes voy a coger el fusil y te voy a tirar tiro.
                                                                       10000000000 beso
                                                                te quiero mucho mucho mucho                      
                                                                mucho mucho tu chiquitín
                                                                                 Ernesto
                                                                                 (6  años)
Papi este dibujo que te hice es para ti y se lo enseña a los amigos tuyos que están en Angola. Yo estoy bien ven pronto ¿cuándo tú vienes? En diciembre o en julio y Osmar el de Niquero me regaló una llegua vastante machitos y muchos chivos y un chivito (…)
Papi qué lindo el sobre que me mandaste, y cuando yo llego a la escuela y cuando entro cantan la marcha del ventiséi.
Mi papito yo me recuerdo de cuando tú te fuiste. Yo no sabía que te ibas. Tania se portó mal en el Partido y mami la tuvo que regañar, y Tania es muy fresca. Pipo yo me estoy portando muy bien.
                                                                     2233000000000 besitos
                                                                                   Ernestico
Parece inverosímil, pero lo cierto es que esas cartas, para la inmensa mayoría de los combatientes, eran más difíciles de contestar. Uno vislumbraba a través de ellas cómo sus hijos añoraban el día del regreso, cómo soñaban con el reencuentro y cómo también  ellos eran golpeados por la posibilidad de la muerte.
Entonces uno tenía que pensar mucho para ser capaz de explicarles por qué no se podía regresar tan pronto como ellos querían, hablarles sobre la necesidad de ayudar a los niños de otros pueblos y sobre el significado de la palabra internacionalismo; y decirles que uno también deseaba verlos, y aconsejarles que cuidaran y ayudaran mucho a su mamá, que estudiaran bastante, que se quisieran mucho como hermanos y no pelearan entre sí. Y combinar todas esas cosas reales con la fantasía y hablar sobre la “llegua y los chivitos” regalados por el tío Osmar a Ernestico, sobre el perrito que lo conocía, sobre los sueños de Tania, el “Martí de losa” y sobre los planes para cuando volviéramos a estar juntos.
A veces, cuando caía un compañero, muchos nos ponìamos a meditar sobre las cartas infantiles que ya estaban en camino, pero que ya no tendrían a quien ser entregadas. Y dolía saber que habría ilusionadas carticas preguntando sobre el regreso, hablando sobre los proyectos de bienvenida o enviando besos que quedarían para siempre encerrados en los sobres o se darían sólo sobre la imagen de un retrato.
Si a través del epistolario la historia nos revela hoy cómo fueron y pensaron muchos hombres y mujeres ilustres, pienso que hay un fantástico mundo todavía no explorado y que puede enseñarnos mucho y servirnos para comprender mejor a los niños. Y ese mundo, tan sorprendente como ellos mismos, está formado por eso: por las maravillosas cartas infantiles.

Ni pueblos ni hombres respetan a quien no se hace respetar




.Orlando Guevara Núñez
Publicado en Patria, el 27 de enero de 1894, un artículo de José Martí, con el titulo La protesta de Thomasvill, contiene este aforismo. Se está refiriendo a un desacuerdo de cubanos residentes en esa localidad de los Estados Unidos. 
Los promotores de la protesta eran obreros fabriles, en desacuerdo con la pretendida  mudanza de una fábrica para otro lugar y la decisión yanqui de ocupar a españoles en las mesas de trabajo hasta entonces por ellos ocupadas.
Habla Martí sobre la desdicha de vivir en un pueblo “que nos desdeña y codicia, que en libros y periódicos nos befa y achica, que nos tiene como gente jojota y femenil”. Y ese es Estados Unidos, país ante el cual  “por sus lecturas tradicionales y erróneas, por el robo fácil de una buena parte de México, por su preocupación contra las razas mestizas y por el carácter cesáreo y rapaz de la conquista y el lujo ha ido criando, es de deber continuo y de necesidad urgente erguirse  cada vez que haya justicia u ocasión, a fin de irle mudando el pensamiento” (…)
“Ellos, celosos de su libertad, nos despreciarían si no nos mostrásemos celosos  de la nuestra”, afirma. Apunta  que hombres y pueblos van por este mundo hincando el dedo en la carne ajena a ver si es blanda o si resiste. Y hay que poner la carne dura, de modo que eche afuera los dedos atrevidos.
Ante quienes no se hacen respetar, protestaron los cubanos. Y lo hicieron en un documento escrito en inglés, ya que los  aludidos no hablan nuestro idioma.

miércoles, 27 de febrero de 2019

Un ¡SI! que agiganta la dimensión de su grandeza




.Orlando Guevara Núñez

La Constitución aprobada el pasado 24 de febrero por más del 85 por ciento de los votantes en el referendo, tiene una peculiar característica: beneficia por igual a quienes la rubricaron con el SI y a los que la desconocieron con el NO.  Porque ese documento reafirma el presente y garantiza el futuro de todos los cubanos, sin distinción alguna.
No es nuestra Constitución un documento para defender derechos de grupos, ni de sectores, ni de intereses particulares, como es costumbre y norma en otras muchas latitudes del mundo. Es un documento contentivo de los derechos y deberes de todo un pueblo.
Desde el mismo proceso de discusión, se puso de manifiesto la diversidad de  opiniones sobre el Proyecto. Y esa diversidad fue respetada y tenida en cuenta. Improbable, eso es entendible, habría  sido lograr un texto con el pleno apoyo de todos.
La grandeza del pueblo cubano en la votación, estuvo en  su conciencia política, en su expresión de unidad, en su dignidad como nación, en su decisión de suscribir su historia de lucha, su presente y su futuro.
De nada valieron campañas desde el exterior, ni a través de las redes sociales, de los enemigos de la Revolución y el socialismo. De nada sirvieron los mensajes subversivos a través de los móviles, ni los serviles llamados, desde  púlpitos donde las voces desconocen el verdadero sentido de la palabra pueblo, para hacer fracasar el ¡SI! por nuestra Constitución.
Afortunadamente, el pueblo cubano – la obra más sublime creada por la Revolución- no solo ha construido su obra más hermosa –la Revolución-, sino que ha sabido defenderla y ha escogido el honroso camino de engrandecerla y perpetuarla.
No considero un error afirmar que quienes votamos por el ¡SI!, refrendamos no solo la mejoría y garantía de nuestro presente y nuestro futuro,  aprobamos también esos beneficios para quienes expresaron una opinión contraria. Y sé que muchos están conscientes de esa verdad.
Nuestra Constitución está aprobada. Ahora queda aplicarla, cumplirla. Aquí, en ella, está plasmado el sueño martiano de que la ley primera de la república sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre. Y también su aspiración de una república con todos y para el bien de todos.
La Revolución, desde sus cimientos, ha tenido raíces de pueblo. Y los cubanos hemos aprendido  a distinguir,  tanto en lo interno como en lo externo, entre amigos y enemigos. Hoy adquiere mayor dimensión  e importancia esa capacidad, cuando quienes odian nuestra obra y pretenden destruirla, se empeñan en socavar el indestructible  pilar que la sostiene: la unidad.
En este caso,  reconozco plena vigencia a otro pensamiento martiano:
“Para los fieles, vengan tarde o temprano, guarda Cuba todo su amor. Para los incapaces de amarla y servirla, basta con el olvido”.
De esta forma nuestro ¡SI!  incrementa la dimensión de su grandeza.

Las glorias no se deben enterrar, sino sacar a la luz





Orlando Guevara Núñez
Cuando José Martí escribió esta aseveración, lo hizo en una carta enviada al General Máximo Gómez. Y el único referente de fecha que tiene es el año 1878. 
Le pide al Generalísimo- con el argumento de que está escribiendo un libro- información sobre  los principales  cargos que pueden hacerse a Carlos Manuel de Céspedes, y las razones posibles para su defensa, porque su propósito es ése: defenderlo.
Se interesa por una carta que Ignacio Agramonte envió a Céspedes sobre “renuncia de mando y mantenimiento de pensión”  Y, en correspondencia con su criterio de sacar a la luz las glorias, le expresa a Gómez que algún día ha de escribir su historia.
Martí escribe esta carta desde Guatemala. Y se presenta ante él: “De mí tal vez nadie le dé razón, Rafael Mendive  fue mi padre: de la escuela fui a la cárcel y a un presidio, y a un destierro, y a otro. Aquí vivo, muerto de vergüenza porque no peleo. Enfermo seriamente y fuertemente atado, pienso, veo y escribo”. Le confiesa, en silencio, admirar a los que merecen y envidiar a los que luchan.
 También le dice al viejo guerrero, reiterándole la petición, que tiene prisa de estudiar ese tema y de publicar las hazañas escondidas de nuestros grandes hombres. “Seré cronista, ya que no puedo ser soldado”, le afirma. Y le  solicita no extrañe ese lenguaje, pues “Cuando se sirve bien a la patria, se tienen en todas partes muchos amigos viejos”.