lunes, 30 de julio de 2018

Homenaje de pueblo a Frank País, en el cementerio de Santa Ifigenia



.Orlando Guevara Núñez

De nuevo los santiagueros, en peregrinación desde el Parque Céspedes hasta el cementerio de Santa Ifigenia, rindieron tributo al héroe de la lucha clandestina, Frank País García. Cada 30 de julio es igual. Personas de todas las edades acuden al lugar que guarda los restos de un hombre que, sin haber cumplido los 23 años de edad, dirigía la lucha en el llano contra la tiranía batistiana, y  hace ahora 61 años fue asesinado en esta ciudad.
La imponente marcha estuvo encabezada por una banda de música de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Y llamó la atención de que eran todos jóvenes. Los seguían pioneros quienes, junto a jóvenes, sostenían unas enormes banderas – cubanas y del 26 de Julio- cubiertas de pétalos de rosas que, como cuando el entierro de Frank, fueron lanzadas desde los balcones y azoteas al paso del cortejo.
Un mar de pueblo. Uniformes verde olivo y estudiantiles. Obreros de diversos sectores. Combatientes de la Revolución cubana. Jubilados. En la marcha, un hecho poco usual entre los santiagueros: el silencio.
La muerte de Frank País, el 30 de julio de 1957, fue señalado como Día de los Mártires de la Revolución. Y, por coincidencia histórica, en esa misma fecha del año siguiente cayó en combate en la Sierra Maestra René Ramos Latour (Comandante Daniel- quien había ocupado el cargo de Frank y marchado después, a la guerrilla.
El homenaje es también a Raúl Pujol, revolucionario asesinado junto a Frank País, quien prefirió el martirologio antes que abandonar a su jefe.
Fue un homenaje de pueblo.

domingo, 29 de julio de 2018

Frank País García: el ideal del héroe




.Orlando Guevara Núñez

Asombra el hecho de que hoy, transcurridos  casi 60  años del triunfo de la Revolución cubana, al hablar de uno de los principales dirigentes de la lucha contra la tiranía batistiana, digamos que él  tendría  ahora  83 años de edad. Y es que Frank País García, al caer asesinado en Santiago de Cuba, el 30 de julio de 1957, aún no había cumplido los 23 años.
En esta ciudad nació el 7 de diciembre de 1934. Exactamente 38 años después de la caída en combate de Antonio Maceo. Hermoso simbolismo de continuidad, porque si la muerte del Titán de Bronce  marca el homenaje a todos los caídos en las gestas independentistas cubanas del siglo XIX, la de Frank señala igual tributo a los mártires de la última etapa de la lucha insurreccional.
Tanta historia protagonizada  por este  joven, casi desborda el límite de su corta edad. El mismo 10 de marzo de 1952, ante el artero golpe militar batistiano, Frank se presenta, junto a un grupo de jóvenes, al Regimiento del Moncada. Indaga por la situación y pide armas para oponerse al golpe. Habla de marchar hacia Occidente, como lo había hecho Antonio Maceo. Ante la claudicación de los militares, se refiere al triste destino del país, al cual quienes le han jurado amor, respeto y honra, no eran ahora capaces de defenderlo.
Luchas estudiantiles. Manifestaciones y huelgas. Creación de organizaciones para encausar la resistencia y oposición, como  Decisión  Guiteras, Acción Revolucionaria Oriental y Acción Nacional Revolucionaria. Luego, su incorporación al Movimiento Revolucionario 26 de Julio, en el cual asumiría la jefatura de la lucha clandestina hasta  su muerte.
En numerosos artículos denuncia al tirano y llama al pueblo al combate.” ¡10 de marzo!  Derroche de fanfarronería, mientras cunde el miedo, la incertidumbre, el hambre, entre el pueblo de Cuba, y los ya acostumbrados tiros, golpes, detenciones, cárceles y arbitrariedades para los estudiantes por los muy fieles defensores del gobierno (…) ¡Centenario martiano lleno de dolor, sangre y tristeza!”, escribe.
A partir de  su segunda visita  a México, en octubre de 1956, cuando Fidel lo nombre Jefe Nacional de Acción del Movimiento Revolucionario 26 de Julio y se acuerda el respaldo  de Santiago de Cuba a la futura expedición,  crecería la responsabilidad de Frank en las grandes batallas por venir. Se organizan y actúan con mayor celeridad las células clandestinas. Se prepara y ejecuta, bajo su dirección personal, el alzamiento armado del 30 de noviembre de 1956 en Santiago de Cuba, con acciones en otros puntos del país, con el objetivo de atraer la atención de las fuerzas armadas batistianas y que éstas no pudieran concentrarse  contra  los expedicionarios del Granma, comandados por Fidel.
En los días posteriores, la capacidad organizativa de Frank País ganó nuevas dimensiones. La estructuración y misiones de las milicias clandestinas en todo el país. El respaldo a la lucha guerrillera en la Sierra Maestra, incluyendo la organización y envío del primer refuerzo, integrado por más de 50 combatientes, en marzo de 1957. El combate abierto a la tiranía en plena calle. El ajusticiamiento a los esbirros y delatores al servicio del régimen asesino.
Su madurez política es acelerada. En mayo de 1957, escribe en una de sus circulares a los combatientes, que “Surge en el Movimiento 26 de Julio un nuevo concepto, una nueva idea, que recoge las frustraciones cubanas desde 1902 hasta la fecha y trata de aprovechar las experiencias históricas para unirlas a las necesidades económicas, políticas y sociales de nuestra patria y darles las verdaderas soluciones”.
Y en esa misma circular deja bien claro el contenido de su pensamiento político, al afirmar. “Pero hay más, no sólo aspiramos a derrocar una dictadura que mancha nuestra historia de pueblo amante de la libertad, no sólo aspiramos a poner fin a la bancarrota económica, no sólo aspiramos a administrar y vivir honradamente, no sólo aspiramos a devolver la paz y seguridad al pueblo de Cuba, aspiramos y esto debe estar bien claro en todos los militantes del M-26-7, a encauzar a Cuba dentro de las corrientes políticas, económicas y sociales de nuestro siglo”.
Se refirió Frank a las aspiraciones de conmover a todos los sectores del país y al  fomento de planes para ponerlos a trabajar en beneficio de la Patria Nueva, así como a remover, derribar, destruir el sistema colonialista que aún impera, barrer con la burocracia, eliminar mecanismos superfluos, extraer los verdaderos valores e implantar  de acuerdo con las particularidades de nuestra idiosincrasia las modernas corrientes filosóficas que imperan actualmente en el mundo.
Su visión, lo condujo a la concepción de integrar a todo el pueblo a la lucha. A los obreros les prestó especial atención, identificando en ellos una fuerza decisiva para derrocar al tirano. Así fue Frank  hasta el día de su muerte. Aún siendo tan joven y sumido en la más férrea clandestinidad, el pueblo santiaguero lo conocía, lo admiraba y lo seguía.  El dolor ante su asesinato se convirtió en fuerza del pueblo que se lanzó a las calles, se declaró en una huelga espontánea, lo acompañó hasta el cementerio con flores, banderas cubanas y del 26 de Julio, con gritos de ¡Abajo Batista!, ¡Viva la Revolución!, ¡Viva Fidel!  Y tanta fue la rebeldía, que los esbirros, asustados, se encerraron en sus guaridas, temerosos hasta de su propio crimen.
Interpretando el sentimiento del pueblo ante ese episodio lacerante, el Comandante en Jefe Fidel Castro, en carta a Celia Sánchez Manduley, escribiría poco después unas sentidas líneas que retratan al héroe en toda su dimensión.
“No puedo expresarte la amargura, la indignación, el dolor infinito que nos embarga. ¡Qué bárbaros!, lo cazaron en la calle cobardemente, valiéndose de todas las ventajas de que disfrutan para perseguir a un luchador clandestino. ¡Qué monstruos! No saben la inteligencia, el carácter, la integridad que han asesinado. No sospecha siquiera el pueblo de Cuba quién era Frank País, lo que había en él de grande y prometedor. Duele verlo así, ultimado en plena madurez a pesar de su veintitrés años, cuando estaba dándole a la Revolución lo mejor de sí mismo”.
Ahora recordamos a Frank y lo vemos como él quiso, como  un eterno joven. Y rememorando su afirmación de que  “cuando quede un solo cubano que crea en esta Revolución, ese cubano seré yo”, se nos ocurre, como el homenaje más sentido a su memoria, reiterar nuestra convicción de que mientras quede un solo cubano con vida, esta Revolución no será destruida por nada ni por nadie.

sábado, 28 de julio de 2018

Frank País: Combatiente y organizador




Orlando Guevara Núñez
La acción del 30 de noviembre de 1956 en Santiago de Cuba, reveló las cualidades de Frank País como combatiente y también su capacidad organizativa, aún en medio de las limitaciones impuestas por el rigor de la clandestinidad.
Después de su visita a México en agosto de 1956, donde sostuvo una entrevista con Fidel Castro, quien entonces preparaba la expedición para reiniciar la lucha armada en Cuba, el máximo jefe revolucionario,  en carta dirigida a María Antonia Figueroa, responsable de finanzas del Movimiento Revolucionario 26 de Julio en Oriente, se refirió así al joven santiaguero: “He podido comprobar todo cuanto me habías dicho sobre las magníficas condiciones de organizador, el valor y la capacidad de Frank País”.
De su segunda visita al país azteca, en octubre de ese mismo año, regresa con el cargo de Jefe Nacional de Acción del M-26-7, y a partir de ese  momento multiplica  su labor organizativa en Santiago de Cuba y otros muchos lugares de la Isla. Aglutina y disciplina a hombres y mujeres,  reúne armas y traza meticulosamente el plan para secundar a los futuros expedicionarios del Granma.
El telegrama recibido por Arturo Duque de Estrada, Secretario de Actas y Correspondencia del M-26-7, en el que se indicaba la fecha de arribo de la expedición a la costa sur de Oriente, llegó a Santiago de Cuba el 27 de noviembre de 1956. Se contaba con solo tres días para los preparativos finales y el desarrollo de la acción. El escaso tiempo, sin embargo, no restó organización a un vasto plan que iba más allá de los principales objetivos en la capital oriental, es decir, las Estaciones de la Policía Nacional, de la Policía Marítima y el Cuartel Moncada.
El asalto a una ferretería para obtener armas, la destrucción de la pista e instalaciones del Aeropuerto y la fuga de los presos políticos de la cárcel de Boniato, formaban parte del plan en Santiago, concebido en tres direcciones: el alzamiento de la ciudad, los francotiradores que hostigarían a las fuerzas batistianas, y una cadena de sabotajes a servicios públicos, de comunicaciones, transporte y otros para inmovilizar a las fuerzas de la tiranía.
La noche del 29 de noviembre, Frank convoca a su Estado Mayor, y al frente de él se dirige a una casa radicada en Punta Gorda, cercana a la bahía santiaguera, desde donde al amanecer parte hacia la ciudad y se instala en una casa de la calle Santa Lucía, a poca distancia de la Estación de la Policía Nacional, donde cayeron en combate Pepito Tey, Tony Alomá y Otto Parellada en los primeros momentos del combate del 30 de noviembre.
Junto a Frank País, ese Estado Mayor lo integraban Armando Hart Dávalos, el dirigente obrero Ramón Álvarez y el abogado defensor de los moncadistas, Baudilio Castellanos. También, poniendo en alto el heroísmo de la mujer cubana, lo formaron las santiagueras Vilma Espín Guillois, Gloria Cuadras de la Cruz y María Antonia Figueroa, junto a la heroína del Moncada Haydée Santamaría Cuadrado.
Ya en su Cuartel General, la actividad organizativa de Frank es intensa. Recepciona la información de los distintos jefes e imparte las órdenes para el combate. Así lo describió la ya fallecida combatiente Gloria Cuadras: “En ese momento me fijé en el rostro de Frank. Estaba radiante y su rostro estaba como iluminado. Se había puesto el traje verde olivo, primera vez que lo veía así y se podía palpar que estaba orgulloso de tenerlo puesto”.
Ante  la certeza del fracaso del bloqueo al Cuartel Moncada, Frank ordena la retirada escalonada de los combatientes, no sin antes explorar la posibilidad de escalar las montañas para desde allí continuar la lucha, propósito no logrado por la presencia de las fuerzas de la tiranía ya movilizadas.
Al referirse a las acciones del 30 de noviembre en Santiago de Cuba, Frank las calificó como un éxito. Y fue ese un punto de partida para intensificar las actividades organizativas. Traza indicaciones para los responsables clandestinos, define ideas y misiones para incrementar la lucha, estructura el Movimiento en secciones de organización obrera, sabotajes, tesorería y de propaganda. Cada cargo debería tener su sustituto.
Se consagra a organizar la resistencia cívica, las milicias clandestinas y el sector obrero para apoyar la lucha del Ejército Rebelde en las montañas de la Sierra Maestra. Dedica sus esfuerzos a la creación de un segundo frente de combate en la zona de Miranda, el cual fracasa y constituye para él un fuerte golpe del que se repone; logra recuperar muchas armas y enviarlas al Mando Rebelde guerrillero. Luego organiza el primer refuerzo de medio centenar de combatientes que en marzo de 1957 se suman a la guerrilla dirigida por Fidel, lo cual fue un factor importante para la consolidación de esa fuerza.
El 17 de mayo de 1957, en una circular a los dirigentes del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, expone su idea de crear nuevos frentes de combate, para lo cual orienta el estudio de los posibles territorios. En el propio documento plasma con claridad su pensamiento político, al afirmar la aspiración de “Encausar a Cuba dentro de las nuevas corrientes políticas, económicas y sociales de nuestro siglo (...) a remover, derribar, destruir el sistema colonialista que aún impera, barrer con la burocracia, eliminar los mecanismos superfluos, extraer los verdaderos valores e implantar, de acuerdo con las particularidades de nuestra idiosincrasia, las modernas corrientes filosóficas que imperan actualmente en el mundo (...) Tenemos que lograr una verdadera unidad ideológica, la plena identificación de principios y propósitos para que sea sencillo el aunar las acciones de tantos militantes, coordinar sus esfuerzos y dirigirlos a puntos concretos”.
Así, cuando cae asesinado el 30 de julio de 1957 en Santiago de Cuba, sin haber cumplido aún los 23 años de edad, Frank País García legaba a la Revolución su audacia combativa y su capacidad de organización, convertidas en fuerza imprescindible para la lucha futura y la victoria final.
Al referirse a las cualidades de Frank, el compañero Armando Hart, luchador junto a él, afirmaría en un artículo publicado  de forma clandestina poco después de la caída del héroe:  “Sumergido en la clandestinidad fue centro directriz del poderoso movimiento subversivo que tiene a la tiranía al borde del colapso. Anónimamente, conocido sólo en su provincia y en los círculos revolucionarios,  fue capaz, con una hábil estrategia de combate, de ser factor determinante de la lucha contra la tiranía. Frank País, desde su escondite en Santiago, mandaba en Cuba (...)”
“No sé – afirmó Hart en el mencionado artículo- si era un político con vocación militar o un militar con vocación política. Sí sé que para él las palabras disciplina, organización, civismo, libertad, tenían un valor sagrado, conjugándose en su mente y en su acción, guardando un magnífico equilibrio”.
Así era Frank País García, nuestro héroe glorioso de la lucha clandestina.

Santiago de Cuba, en la poesía de Manuel Navarro Luna




      .Orlando Guevara Núñez   

  Manuel Navarro Luna. Poeta revolucionario. Nacido en Jovellanos, Matanzas. Desde niño residió en Manzanillo. Falleció el 15 de junio de  1966. Esta  poesía fue escrita en agosto de 1957, a raíz del asesinato, en Santiago de Cuba, del héroe de la lucha clandestina, Frank País García.

                             Deja que los muertos entierren a sus muertos
¡Es Santiago de Cuba!
¡No os asombréis de nada!
¡Por allí anda la madre de los héroes!
¡Por allí anda Mariana!
¡Estaréis ciegos
si no veis ni sentís su firme y profunda mirada…!
¡Estaréis sordos si no escucháis sus pasos;
si no oís su tremenda palabra!
“¡Fuera! ¡Fuera de aquí!
¡No aguanto lágrimas!
Así exclamó aquel día, junto al cuerpo de Antonio
—¡de Antonio, nada menos, que sangraba
herido mortalmente!— cuando todas
las mujeres allí gemían y lloraban…!
“¡Fuera! ¡Fuera de aquí!
¡No aguanto lágrimas!”
¡Es Santiago de Cuba!
¡No os asombréis de nada!
Allí las madres brillan
como estrellas heridas y enlutadas.
Recogieron el cuerpo de sus hijos
derribados por balas mercenarias,
y, después, en la llama del entierro,
iban cantando el himno de la Patria.
¡También lo iban cantando, junto a ellas,
el corazón, sin sueño, de Mariana…!
“¡Fuera! ¡Fuera de aquí!
¡No aguanto lágrimas!”
Hay muertos que, aunque muertos, no están en sus entierros;
¡hay muertos que no caben en las tumbas cerradas
y las rompen, y salen, con los cuchillos de sus huesos,
para seguir guerreando en la batalla…!
¡Únicamente entierran los muertos a sus muertos!
¡Pero jamás los entierra la Patria!
¡La Patria viva, eterna,
no entierra nunca a sus propias entrañas…!
¡Es Santiago de Cuba!
¡No os asombréis de nada!
¡Los ojos de las madres están secos
como ríos sin agua!
¡Están secos los ojos de todas las mujeres!
Son fuentes por la cólera agostadas
que están oyendo el grito
heroico de Mariana:
“¡Fuera! ¡Fuera de aquí!
¡No aguanto lágrimas!”
¡Venid! ¡Venid, clarines!
¡Venid! ¡Venid, campanas!
¡Venid, lirios del fuego,
a saludar las rosas de vuestras propias llamas!