domingo, 25 de octubre de 2020

En nuestra América no puede haber Caínes. ¡Nuestra América es una!


Orlando Guevara Núñez

 


El concepto de una sola América fue sostenido por José Martí en toda su prédica revolucionaria. El vislumbró desde muy temprano esa necesaria unidad, y alertó sobre los peligros que amenazaban con la división entre sus pueblos, y sobre el acecho del naciente imperialismo norteamericano, sediento de expansión y dominio sobre ellos.

En más de una ocasión criticó las divisiones internas entre pueblos hermanos, lo que, indudablemente, los conducía a la vulnerabilidad, tanto en lo político como en lo económico.

Fue bajo ese prisma que escribió, el 3 de mayo de 1890, en Nueva York, un artículo titulado Congreso de Washington, publicado el siguiente 15 de junio en el diario argentino La Nación. En ese evento se discutía la aprobación de un proyecto  que autorizaba  el derecho de conquista de un pueblo sobre otro, bajo el amparo de “sentirse ofendido”.

Argentina, Bolivia, México,  Colombia, Perú, Paraguay, Brasil,  a favor de eliminar el derecho de un pueblo sobre otro. Y todos convenían en la firma del acuerdo. Pero Estados Unidos se negó a firmar el proyecto mediante el cual se eliminaba para siempre el derecho de conquista, Y ante la presión de los pueblos, propuso que la censura fuera por un término de 20 años.

En ese momento la unidad se impone. Martí enfatiza la forma en que los pueblos de América dijeron ¡Sí!  al  proyecto. Chile se abstuvo. Y un solo ¡No!, el del gobierno de los Estados Unidos. Sería este gobierno, violador de este acuerdo de los pueblos de América.

Martí evaluaba así aquel evento: “Ya se van aleccionados y silenciosos, los delegados que vinieron de los pueblos de América a tratar, por el convite de Washington, sobre las cosas americanas. Ya  vuelven a Centro América los de los cinco países, más centroamericanos de lo que vinieron, porque al venir se veían de soslayo unos a otros, y ahora se van juntos como si comprendieran que este modo de andar les va mejor”.

Y al final, como insistiendo en el valor de la unidad, expresa nuestro Héroe Nacional: “La conferencia vota. ¿Por qué era un pueblo de nuestra América, de nuestra familia de pueblos, el único que salió de la conferencia con la cabeza baja?

 

sábado, 24 de octubre de 2020

Mover un país, por pequeño que sea, es obra de gigantes


.Orlando Guevara Núñez

 


Esta afirmación  la hizo José Martí al Generalísimo Máximo Gómez. Y a continuación le dice: “Y quien no se sienta gigante de amor, o de valor, o de pensamiento, o de paciencia, no debe comprenderla”

La misiva fue escrita en Nueva York, el 20 de julio de 1882.   Aún no se habían conocido bien, pues el remitente, al inicio, explica: “El aborrecimiento en que tengo las palabras que no van acompañadas de actos, y el miedo de parecer un agitador vulgar, habrán hecho, sin duda, que Vd. ignore el nombre de quien con placer  y afecto le escribe esta carta”.

Le expone al viejo guerrero su labor en el exilio y le habla sobre el propósito de una revolución seria, compacta e imponente, digna de que pongan mano en ella los hombres honrados. Pide a Gómez su consejo y le opina la necesidad, teniendo en cuenta las caídas anteriores, de  andar con  tiento en las nuevas tareas.

Estima necesario estar contra las camarillas de grupos, las rivalidades, rencillas  y jefaturas espontáneas, y lograr la unión de los hombres abnegados y fuertes para cambiar en la hora precisa la palabra por la espada. Está en contra de la precipitación en el inicio de la guerra. Y, en ese caso, le dice que esperar es una manera de vencer.

Sobre otro peligro alerta Martí. Afirma que en Cuba hay un peligro mayor que los demás, pues hay un grupo de hombres cautelosos, bastante soberbios para abominar la dominación española, pero también bastante tímidos para no exponer su bienestar personal en combatirla. Y agrega que esos hombres ayudados por quienes desean gozar de la libertad sin pagarla por su sangriento precio, favorecen la anexión de Cuba a los Estados Unidos.

Le explica  a Gómez el riesgo de que Cuba se vuelva, visto que acabada la guerra no se consigan los cambios esperados de España, hacia quienes le hacen creer en una solución fuera de España. Evidentemente, se está refiriendo a los Estados Unidos.

Le anuncia el objetivo del viaje de Flor Crombet  a Honduras, para exponerle esos criterios, avalados por otros patriotas cubanos. Otra afirmación es que jamás debe cederse a hacer lo pequeño por no parecer tibio o desocupado, pero no debe perderse tiempo en hacer lo grande.
Y en su despedida, exterioriza su estimación: “Ya me parece oir la respuesta de sus labios generosos y sinceros. En tanto, queda respetando al que ha sabido ser grande en la guerra y digno en la paz, su amigo y estimador,  José Martí”.

 

viernes, 23 de octubre de 2020

Nada piden los cubanos al mundo sino el conocimiento y respeto de sus sacrificios, y dan al universo su sangre


.Orlando Guevara Núñez

 


Cuando José Martí escribió esta afirmación, estaba ya en la manigua cubana. Fue el 2 de mayo de 1895, en carta dirigida al director del periódico The New York Herald. La misiva aparece también con la firma del Generalísimo Máximo Gómez Báez.. Este órgano de prensa había ofrecido su espacio a la Revolución  para  la publicidad, lo cual calificó Martí como un gesto noble.

Y aprovecha la ocasión  para “ expresar de modo sumario al pueblo de los Estados Unidos y al mundo las razones, composiciones y fines de la Revolución que Cuba empezó desde principio de siglo, que se mantuvo en armas con reconocido heroísmo de 1868 a 1878, y se reanuda hoy por el esfuerzo ordenado de los hijos del país dentro y fuera de la Isla, para fundar, con el valor experto y carácter maduro del cubano, un pueblo independiente, digno y capaz del gobierno que abre la riqueza estancada de la Isla de Cuba, en la paz que solo puede asegurar el decoro satisfecho del hombre, al trabajo libre de sus habitantes y al paso franco del Universo”.

En el referido documento se  expone  la política cubana sobre la contienda iniciada el 24 de febrero en Baire, y las proyecciones de la República. Se mencionan las contradicciones  entre la España colonial y la Cuba colonizada.

Se dice que  “es lícito desear que Cuba emplee en su desarrollo, con ventaja patente de los pueblos que la rodean, los caudales que paga para mantener sobre sí el gobierno que la corrompe, y acoger en su tierra propia, con exclusión forzosa de sus hijos, al español necesitado que huye a barcadas de su pueblo miserable para desalojar al cubano en Cuba de su mesa de artesano y de la propiedad de su suelo”.

Se explica que la Revolución se había venido preparando de forma ordenada, con el Partido Revolucionario Cubano al frente, con bases republicanas, para llegado el momento de la insurrección. Y se afirma que las armas no serán envainadas hasta el triunfo de la República.

En relación con los cubanos, dice la carta: “Plenamente conocedor de sus obligaciones con América y con el mundo, el pueblo de Cuba sangra hoy a la bala española, por la empresa de abrir a los tres continentes en una tierra de hombres, la república independiente que ha de ofrecer casa amiga y comercio libre al género humano” La política, posición ante el mundo, en la firma de Martí y Gómez, queda plasmada  en una magistral síntesis:

“A los pueblos de la América española no pedimos aquí ayuda, porque firmará su deshonra  aquel que nos la niegue. Al pueblo de los Estados Unidos mostramos en silencio, para que haga lo que deba, estas legiones de hombres que pelean por lo que pelearon ellos ayer, y marchan sin ayuda a la conquista de la libertad que ha de abrir a los Estados Unidos la Isla que hoy le cierra el interés español. Y al mundo peguntamos, seguros de la respuesta, si el sacrificio de un pueblo generoso, que se inmola por abrirse a él, hallará indiferente o impía a la humanidad por quién se hace”. Es curioso que en su última carta a Manuel Mercado, el 18 de mayo de 1895, Martí haga  referencia a un encuentro, en la manigua, con un corresponsal, del Herald, nombrado Eugenio Bryson.

 

miércoles, 21 de octubre de 2020

La verdad sobre la salud pública cubana


 

.Orlando Guevara Núñez

 

En su vano intento por desacreditar el sistema de salud pública cubano, mercenarios comprados por el imperio yanqui no vacilan en mentir sobre la realidad de la Cuba pre revolucionaria en el más importante de los derechos humanos: el derecho a la vida.

Hace poco, uno de esos mal nacidos en Cuba, dijo que este país tenía más de 300 hospitales bien equipados y que el sistema de salud estaba entre los mejores del continente. Si fuese realidad la leyenda de Pinocho, este individuo tendría ya una nariz con dimensiones trasatlánticas.

La cifra real era de 98 hospitales, la cantidad de médicos  solo llegaba a unos

6 000 en el país, y el presupuesto rondaba los 20 millones de pesos, de los cuales una parte no despreciable era robada por funcionarios corruptos.

No aclaró ese  experto en embustes, que para ingresar en uno de esos hospitales, los cubanos estaban obligados a entregar las cédulas electorales de la familia y las personas, en su inmensa mayoría, no tenían dinero para sufragar los gastos de las medicinas.

Eso explica- también lo omitió el “analista”, que en esa época la esperanza de vida de los cubanos no llegara a los 60 años (ahora es de más de 78); que la tasa de mortalidad infantil anduviera por 60 de cada mil nacidos vivos (ahora es de menos de 5 y mejor que la de Estados Unidos;  Y  otro dato omitido: que los servicios de salud son totalmente gratis para todos los cubanos, porque la Revolución socialista hizo posible que los pacientes dejaran de ser simples clientes y la medicina  una mercancía.

No dijo otra verdad irrebatible: al triunfar la Revolución, de los 6 000 médicos existentes, 3 000 abandonaron el país. Pero a partir de entonces, han sido formados más de 100 000.

No es posible, en un solo artículo, ofrecer las cifras de la salud pública cubana, reconocida por la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud como una de las más avanzadas del mundo. Baste apuntar, para  poner al descubierto las calumnias pagadas por el gobierno norteamericano, algunos rasgos de caracterizan a este humano sistema en nuestro país.

Cuba es el país del mundo con mayor número de médicos por habitantes. En Cuba los servicios de  salud son  un derecho para todos, y para todos gratuito. El sistema de salud cubano tiene un basamento científico entre los más avanzados del mundo, pese al criminal bloqueo yanqui que impide la compra de muchos medicamentos y obtención de tecnologías avanzadas. Cuba, además de atender la salud de su pueblo, contribuye a salvar vidas, curar enfermedades, incluso a prevenirlas, y aliviar dolores en decenas de países. Cuba ha formado miles de médicos para países de diversas latitudes del planeta que habitamos. Los médicos cubanos  van a otros países a salvar vidas exponiendo la suya. Esta es la Cuba verdadera, no la diseñada por pinceles yanquis y mercenarios.

 

 

martes, 20 de octubre de 2020

20 de octubre: el nacimiento de Abel

 


 

 


Orlando Guevara Núñez

Abel Santamaría Cuadrado, segundo jefe del asalto al Cuartel Moncada, habría cumplido  hoy 93  años de edad. Pero fue uno de los combatientes  que, hecho prisionero tras quedarse sin municiones,  resultó asesinado, luego de bárbaras torturas que incluyeron  cercenarle  los ojos.

Había nacido en Encrucijada, entonces provincia de Las Villas, el 20 de octubre de 1927, en el seno de una familia humilde, de procedencia española. Su padre, trabajador del central Constancia, de esa localidad, el mismo donde desarrolló muchas de sus actividades en defensa de los trabajadores el líder obrero y comunista Jesús Menéndez Larrondo.

En ese central,  Abel trabajó  como mozo de limpieza y  despachador de mercancía y posteriormente como empleado de oficina.

A los 20 años de edad,  el joven Abel  pasó a residir en La Habana, donde comenzó a abrirse paso, simultaneando el estudio con el trabajo.  Laboró en la Textilera  Ariguanabo y posteriormente en una agencia que representaba en Cuba a la firma de automóviles Pontiac, en función de contabilidad, carrera que cursó hasta el tercer año.

Sus inquietudes revolucionarias  lo llevaron a las filas de la Juventud del Partido Ortodoxo. Y es en mayo de 1952 cuando conoce al también joven revolucionario Fidel Castro. Desde entonces,  los dos establecieron una sólida amistad que dio paso a los quehaceres de  la organización de un movimiento clandestino para luchar contra la tiranía de Fulgencio Batista.

Desde el mismo inicio de los preparativos del asalto a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba,  y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, Abel Santamaría, por sus cualidades, ascendió al cargo de segundo jefe de esa heroica acción, materializada el 26 de Julio de 1953.

Como parte de los preparativos, estuvo en Santiago de Cuba los días previos al combate, desarrollando una febril actividad  organizativa y de aseguramiento junto a Renato Guitart Rosell, único de los futuros asaltantes que para esa fecha residía en esta ciudad.

Llegado el momento de la acción, Abel fue designado por Fidel al frente del grupo que tomaría el Hospital Civil y desde allí combatiría. Antes de la partida, en la Granjita Siboney, las palabras de Abel Santamaría a los combatientes infundían firmeza y convicción.

 “Es necesario que todos vayamos mañana con fe en el triunfo; pero si el destino nos es adverso, estamos obligados a ser valientes en la derrota, porque lo que pase en el Moncada se sabrá algún día, la historia lo recogerá y nuestra disposición a morir por la Patria será imitada por todos los jóvenes de Cuba. Nuestro ejemplo merece el sacrificio y mitigará el dolor que podamos causarles a nuestros padres y seres queridos. ¡Morir por la Patria es vivir! ¡Libertad  o  Muerte!”

Melba Hernández, heroína del Moncada, recuerda a Abel en esos días, en la Granjita Siboney:

“Allí Abel hablaba. Era muy apasionado y hablaba de sus impresiones sobre Santiago de Cuba y sobre los santiagueros. Decía que cumplida la misión de derrocar al tirano, él no se iría nunca de Santiago de Cuba, que se quedaría junto a los santiagueros, que aquél era su lugar. Ese fue el objetivo de Abel, vivir en Santiago de Cuba, con los santiagueros”

En su alegato de autodefensa La historia me absolverá, al referirse al  grupo de combatientes del Hospital Civil, asesinados luego de ser hechos prisioneros,  plantearía el jefe del asalto al Moncada: “Con ellos estaba Abel Santamaría, el más generoso, querido e intrépido de nuestros jóvenes, cuya gloriosa resistencia lo inmortaliza ante el pueblo de Cuba”.

La caída de Abel Santamaría fue un rudo golpe para la Revolución y particularmente para su familia. Su hermana Haydée, también heroína del Moncada, desde su prisión tras el asalto, escribiría a sus padres:

(…) Abel fue, es y será ese hijo que  no envejece, siempre seguirá con su cara tan linda, siempre seguirá para ustedes, para todos nosotros con su fuerza, con su infinita ternura, será quien nos haga ser de verdad buenos, será siempre el guía, y para ustedes, será el hijo más cercano. Piensen bien que ya ustedes han sufrido cambios, cambios tan grandes y bellos, que aunque fuera por eso sólo me conformo, soy casi feliz; Abel los ha hecho cubanos, Abel ha logrado que ustedes amen  esta tierra, amen  la hermosa tierra donde nació, y creo que es lo único que él amaba más que a ustedes.
“Mamá, ahí tienes  a Abel, ¿No te das cuenta,  Mamá? Abel no nos faltará jamás. Mamá, piensa que Cuba existe y Fidel está vivo para hacer la Cuba que Abel quería. Mamá, piensa que Fidel también te quiere, y que para Abel, Cuba y Fidel eran la misma cosa, y Fidel te necesita mucho. No permitas a ninguna madre te hable mal de Fidel, piensa que eso sí Abel no te lo perdonaría”.
Los restos de Abel Santamaría Cuadrado  se guardan con celo en el cementerio  de Santa Ifigenia, en el Santiago de Cuba que él aprendió a querer. En la ciudad y la provincia que lo recuerdan hoy como un eterno joven revolucionario, como paradigma de valentía, de fidelidad y de altruismo.
A los santiagueros y a todos los cubanos, como dijo Haydée, Abel no nos faltará jamás.