lunes, 31 de diciembre de 2018

Hoy a las 12 de la noche: Ceremonia de la Bandera




. Orlando Guevara Núñez
Dentro de breves horas, a las 12 de la noche, Santiago de Cuba será escenario de un acontecimiento patriótico hecho tradición: el izamiento de la Bandera Cubana en el céntrico Parque Céspedes. Hace más de un siglo tuvo lugar la primera ceremonia, auspiciada por Emilio Bacardí Moreau, primer alcalde en la ciudad en la república independiente del colonialismo español. Allí estará una representación del pueblo.
En ese mismo lugar, antiguo Ayuntamiento, el Comandante en Jefe Fidel Castro proclamó el triunfo de la Revolución cubana, el 1ro. de enero de 1959. Así, con la subida de nuestra Enseña Nacional a lo más alto del mástil, los santiagueros estaremos despidiendo un año y dando la bienvenida al año nuevo.
También en este lugar, Fidel entregó a la ciudad de Santiago de Cuba el Título Honorífico de Héroe de la República de Cuba y la Orden Antonio Maceo.
En  estos momentos, el local está siendo acondicionado para ser la sede del museo que recoge la historia del Primer Frente guerrillero, nacido de la Columna Uno José Martí, dirigida personalmente por Fidel durante la guerra revolucionaria.
Una ceremonia esperada  y festejada por el pueblo.

Con los sufridos del mundo, algún día nos abrazaremos en la victoria




.Orlando Guevara Núñez
El  2018  llega a su fin. Como todos, para los cubanos un año de mucho trabajo, de muchos retos. De sueños vencidos y forja de sueños nuevos. Pero aquí estamos. De cada cien cubanos, 75 no habían nacido cuando hace 60 años triunfó la Revolución. Y esas personas no han vivido nunca sin bloqueo. Toda su vida han sido víctimas de esa criminal medida impuesta por el imperio norteamericano. Pero aquí estamos. Y aquí seguiremos. Alegres por mantener,  engrandecer y defender cada día nuestra obra.
Hoy, sin embargo, no pensamos solo en nosotros. Pensamos en los millones de seres humanos que en el mundo siguen bajo el yugo del sistema capitalista. En los niños con hambre y sin escuelas; en los 250 millones de ellos obligados a trabajar para su sustento.
Pensamos en los millones de analfabetos, en los desempleados, en los obreros explotados. En las falsas democracias que propician llevar al poder, mediante el voto, a gobiernos neoliberales, cuyo fin es, sobre las calamidades de los pueblos, labrar y fomentar riquezas, hacer a los ricos más ricos y a los pobres más pobres.
Pero algún día los pueblos, como lo hizo el nuestro hace 60 años, sacudirán los yugos opresores. Ya millones de personas salen a las calles, protestan contra las injusticias y atropellos, levantan sus puños y enarbolan himnos de combate. Apoyando esas luchas y reclamos, estamos y estaremos siempre.
Este fin de año, nos solidarizamos con todos los que en el mundo sufre, Y para el año venidero, les deseamos un mejor destino.
Estaremos siempre abrazados en la lucha y la esperanza. Añoramos el día en que podamos abrazarnos en la victoria.

Un canto con raíz de pueblo



                   
.Orlando Guevara  Núñez
Hay cantos que se convierten en  himnos. Que se funden con la historia de  los  pueblos, porque cantaron  epopeyas gloriosas que formaron parte de la lucha, del sacrificio y de la victoria. Es el caso de la Marcha triunfal del ejército rebelde, poema de Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí, cuando narró la victoria del Primero de enero de 1959.
Hoy la reproducimos, en homenaje al aniversario 60 del triunfo de la Revolución cubana. Juzgue el lector.

                                           Marcha Triunfal del Ejército Rebelde
¡Primero de Enero!

Luminosamente surge la mañana.
¡Las sombras se han ido! Fulgura el lucero
de la redimida bandera cubana.
El aire se llena de alegres clamores.
Se cruzan las almas saludos y besos,
y en todas las tumbas de nobles caídos
revientan las flores y cantan los huesos.
Pasa un jubiloso ciclón de banderas
y de brazaletes de azabache y grana.
Mueve el entusiasmo balcones y aceras,
grita desde el marco de cada ventana.
A la luz del día se abren las prisiones
y se abren los brazos: se abre la alegría
como rosa roja en los corazones
de madres enfermas de melancolía:
Jóvenes barbudos, rebeldes diamantes
con trajes olivo bajan de las lomas,
y por su dulzura los héroes triunfantes
parecen armadas y bravas palomas.
Vienen vencedores del hambre, la bala y el frío
por el ojo alerta del campesinado
y el amparo abierto de cada bohío.
Vienen con un triunfo de fusil y arado.
Vienen con sonrisa de hermano y amigo.
Vienen con fragancia de vida rural.
Vienen con las armas que al ciego enemigo
quitó el ideal.
Vienen con el ansia del pueblo encendido.
Vienen con el aire y el amanecer
y, sencillamente, como el que ha cumplido
un simple deber.
No importa el insecto, no importa la espina,
la sed consolada con parra del monte,
el viento, la lluvia, la mano asesina
siempre amenazando en el horizonte.
¡Sólo importa Cuba! Sólo importa el sueño
de cambiar la suerte.
¡Oh, nuevo soldado que no arruga el ceño
ni viene asombrado de tutear la muerte!
Los niños lo miran pasar aguerrido
y piensan, crecidos por la admiración,
que ven a un rey mago, rejuvenecido,
y con cinco días de anticipación.
Pasa fulgurante Camilo Cienfuegos.
Alumbran su rostro cien fuegos de gloria.
Pasan capitanes, curtidos labriegos
que vienen de arar en la Historia.
Pasan las marianas sin otras coronas
que sus sacrificios: cubanas marciales,
gardenias que un día se hicieron leonas
val beso de doña Mariana Grajales.
Con los invasores, pasa el Che Guevara,
Alma de los Andes que trepó el Turquino,
San Martín quemante sobre Santa Clara,
Maceo del Plata, Gómez argentino.
Ya entre los mambises del bravío Oriente,
Sobre un mar de pueblo, resplandece un astro:
ya vemos… ya vemos la cálida frente,
el brazo pujante, la dulce sonrisa de Castro.
Lo siguen radiantes Almeida y Raúl,
Y aplauden el paso del Héroe ciudades quemadas,
Ciudades heridas, que serán curadas,
y tendrán un cielo sereno y azul.
¡Fidel, fidelísimo retoño martiano,
asombro de América, titán de la hazaña,
que desde las cumbres quemó las espinas del llano, y ahora riega orquídeas, flores de montaña.
Y esto que las hieles se volvieran miel, se llama…
¡Fidel!
Y esto que la ortiga se hiciera clavel, se llama…
¡Fidel!
Y esto que mi Patria no sea un sombrío cuartel, se llama…
¡Fidel!
y esto que la bestia fuera derrotada por el bien del hombre,
y esto, esto que la sombra se volviera luz,
esto tiene un nombre, sólo tiene un nombre…
¡Fidel Castro Ruz!

Han pasado ya seis décadas. Unos conocimos este poema en su nacimiento: otros, después. Pero todavía se canta y mueve las mismas emociones, el mismo sentir patriótico, el mismo amor a los héroes gloriosos de la patria. Hacia nuestro eterno Comandante en Jefe.

La ciudad tomada, el pueblo en la calle



                                 

.Orlando Guevara Núñez
El  31 de diciembre de 1958, fue el último día de la esclavitud en Cuba. El último día de los siete cruentos años de tiranía. ¿Qué estaba pasando en esa fecha en Santiago de Cuba?  Hay muchas anécdotas y testimonios que permanecen vivos en la memoria del pueblo.
Pero he querido recordar una vivencia, la de Reynaldo Irzula Brea. Un joven de solo 19  años de edad que tuvo un papel protagónico en el desenlace del día siguiente, del primer día de la libertad de Cuba, en ésta, la capital del indómito Oriente cubano.
Rey- como se le conocía- ya no está físicamente entre nosotros. Pero tuve la oportunidad de entrevistarlo y obtener su testimonio.
Combatiente de la lucha clandestina y de la Sierra Maestra,
Los últimos días de 1958 fueron más convulsos que de costumbre en Santiago de Cuba. Todo estaba preparado para el combate final que tendría lugar contra una guarnición de cerca de  5 000 soldados batistianos, agrupados en el Cuartel Moncada.
 “Me encontraba en La Plata, junto a Fidel, quien me mandó para Santiago de Cuba, con el fin de organizar una base de apoyo al Ejército Rebelde y poner bajo control a las fuerzas de la tiranía. Eso fue unos cuatro meses antes del triunfo. Muchos compañeros se habían ido para la Sierra, pero organizamos los grupos con sus respectivos jefes, dividimos la ciudad en zonas y cumplimos la  tarea de que no se pararan las acciones. Realizábamos el suministro de comida, armas, municiones y medicinas a las tropas rebeldes.
“Cuando la toma del BANFAIC (fortaleza de Maffo) me entrevisté con Fidel allí y me mandó para Palma Soriano, donde me entregó unas armas, que eran como 100 o 104. Antes de salir para la entrevista, yo había dejado la gente preparada en Santiago. En la ensenada de Nima-Nima, cercana a la Refinería, ubiqué a unos 100 hombres y otro grupo grande quedó en la zona urbana.
“La orden de Fidel era tomar la ciudad. Me dijo que hiciera las veces de policía. Le pregunté qué hacía la policía y me contestó: controlar y evitar desórdenes, robos, asaltos, abusos.
“Me orientó que debían ser tomadas las posiciones enemigas, lo cual fue cumplido, pues ocupamos la Estación de Policía, los cuarteles de los masferreristas, el Vivac, el Gobierno Provincial y el Municipal y la Marina. Se tomó la ciudad completa, menos el Moncada. Eso garantizaba que si era necesario combatir contra esa guarnición, no existieran fuerzas que pudieran atacar a los rebeldes por la espalda. Las tropas de la dictadura estaban desmoralizadas y ya lo que esperaban era que llegara alguien para rendírsele.
“Estando en la calle Martí-recuerda- me topé con parte de la Columna 10, del Tercer Frente, dirigida por el Comandante René de los Santos, quien marchaba hacia el Moncada”.
La memoria del día del triunfo está fresca en la mente del combatiente: “Imagínate, era el fin de una guerra en la cual tú no sabías cuándo iban a sacarte de la casa para matarte. Nosotros con el triunfo, la ciudad totalmente tomada, el pueblo en la calle, los gritos, el júbilo. La población estaba muy alegre, desbordada, la gente conversaba con los rebeldes, se te  tiraban encima para abrazarte.
“No es tanto lo que hicimos nosotros como lo que hizo el pueblo. Hubo pequeños tiroteos frente a masferreristas y otros asesinos que huían, tratando de escapar. Y no eran solo las milicias clandestinas las que los perseguían. Era todo el pueblo en la calle, sin dejarlos correr ni dos cuadras. Pero no hubo desórdenes; los esbirros se cogían, se levantaba un acta y se remitían a los Tribunales, donde se realizaban los juicios”.
Su protagonismo en esos días es resumido por el combatiente con pocas palabras: “Lo único que hice fue cumplir la orden de Fidel”.
Ese era  Santiago de Cuba la víspera del triunfo. Así lo recordó aquel hijo de carbonero, con apenas un segundo grado de escolaridad vencido, que alcanzó luego el grado de Mayor en el Ministerio del Interior.
En su hoja de servicios a la Patria figuran las gestas de Playa Girón, la Limpia del Escambray, misión internacionalista en Angola y otros países.
Santiago de Cuba, celebrará mañana, Primero de enero, el aniversario 60 del triunfo de la Revolución. Válido, por eso, recordar el testimonio de un joven campesino, pobre, que contribuyó a la derrota final de un ejército profesional, bien armado y asesorado por el gobierno de los Estados Unidos. Son las raíces que no han sido ni serán nunca traicionadas,

domingo, 30 de diciembre de 2018

Santiago ¡Sigue siendo Santiago!


 .Orlando Guevara Núñez
Esta expresión del General de Ejército Raúl Castro, retrata a Santiago de Cuba en toda su dimensión patriótica, revolucionaria, solidaria y heroica. En toda su trayectoria histórica, su pueblo no ha dejado nunca de luchar. Ningún sacrificio ha tenido que esperar por los hijos de esta ciudad. Ninguna proeza ha carecido de protagonistas.
Hombres, mujeres, personas de todas las edades, han ocupado en cada etapa su lugar. Y desde el Moncada hasta el 1ro. de enero de 1959, es decir, desde el combate hasta la victoria, el pueblo de Santiago de Cuba supo ganar para su ciudad el honor de ser reconocida como Cuna de la Revolución, Capital Moral de la Revolución, merecedora del Título Honorífico de Héroe de la República de Cuba y la Orden Antonio Maceo.
Cuna y fragua de héroes. Rebelde ayer, hospitalaria hoy, heroica siempre.
Esta es Santiago de Cuba, donde hoy el pueblo sigue engrandeciendo su historia. Esta es la provincia donde  no se ha apagado el eco de los disparos del Moncada. Ni se han extinguido los fulgores del amanecer glorioso del 1ro. de enero de 1959. Y así transitará siempre: del combate a la victoria.

sábado, 29 de diciembre de 2018

Los conocemos, Martí, los conocemos



.Orlando Guevara Núñez

Una vez escuché del destacado intelectual     Carlos Alberto Libânio Christo, conocido como Frei  Betto, que hoy se pueden tomar  palabras del Héroe Nacional cubano, José Martí, decirlas en una conferencia sin citar la fuente, y el auditorio puede cree, por la actualidad  que son del conferencista.
Leyendo Nuestra América, de Martí, encontré unas palabras que ratifican la aseveración del brasileño amigo de la Revolución cubana y ferviente  martiano.
Fue en abril de 1884, en New York, en ocasión de un homenaje al prócer independentista José de San Martín.
Buenos y malos americanos tituló Martí  ese escrito. Disfrútelo el lector.

“De un lado se están poniendo en América los que, sin fuerzas para cumplir con los deberes que les imponen, prefieren renegar de las glorias americanas, como si con esto se librasen del mote de menguados y egoístas; y de otro lado, los que, sin rencillas imbéciles por una parte, pero sin excesos lamentables de lo que demanda el espíritu de raza por la otra, se estrechan, ponen en alto la bandera nueva y van rehaciendo la cuja en que se yerguen, que aquellos otros muerden a escondidas, gateando al favor de su sombra.
De un lado los que cantan la forma de nuestras glorias, pero abjuran y maldicen de su esencia, y de otro los que tienen tamaño de fundadores de pueblos, y, por sobre el miedo de los timoratos y las preocupaciones de la gente vana, no quieren hacer de la América alfombra para naciones que les son inferiores en grandeza y espíritu, sino el pueblo original y victorioso anticipado por sus héroes, impuesto por su naturaleza y hoy sobradamente mantenido en estima por sus hijos; no por los que con el mismo plectro –porque esos usan plectro– endiosan a Bolívar y a sus tenientes, y al espíritu ¡oh vergüenza! contra el que aquellos hombres magnánimos combatieron; sino por aquellos otros americanos que cuidan más de cumplir dolorosamente su deber de hijos de América en tiempos difíciles, que de pavonear serventesios y liras humildes, en cambio de interesados aplausos, a los ojos de regocijadas tierras extranjeras. Los conocemos, los conocemos. Y los más sinceros son en política como esos raquíticos naturalistas de ojos cortos, que de puro mirar a los detalles pierden la capacidad de entender, a pesar de sus grietas y de sus cataclismos, la armonía de la Naturaleza; son siervos naturales, que no pueden levantar la frente de la tierra; son como flacas hembras que no saben resistir una caricia. Un título los compra. Con lisonjas y celebracioncillas se les tiene. Decimos que los conocemos”.
Hoy, en nuestra América, están presentes  personas como las caracterizadas por el Apóstol de la independencia cubana. Y a  más de 130 años de aquella descripción, podemos repetir con él:  ¡Los conocemos, Martí, los conocemos!