viernes, 28 de diciembre de 2018

La obra más grande y hermosa de la Revolución cubana



.Orlando Guevara Núñez

¿Cuál en estos casi 60  años de la Revolución cubana es su obra más grandiosa?
Con frecuencia se habla de la obra educacional que borró en un año la ignominia de un millón de analfabetos y otro millón de semianalfabetos,  que convirtió el saber en patrimonio gratuito de todos los cubanos,  que ha desarrollado un potencial científico importante, ha logrado el país de mayor cantidad de docentes por alumnos y maestros por habitantes en el mundo. Y ha contribuido a erradicar la ignorancia en varios países.
Se menciona la salud, entre las mayores realizaciones. La asistencia médica gratuita  y al alcance de todos, sin excepción de ningún tipo. La erradicación de enfermedades que cada año causaban cientos y miles de muertes, sobe todo de niños. Que los enfermos hayan dejado de ser clientes y la medicina una mercancía. Que no haya otro país que supere a Cuba en médicos por habitantes. Que de más de 60 niños muertos por cada mil nacidos vivos, hasta 1958, ahora no lleguen a cinco.
La seguridad en el empleo para todos es una gran obra social y humana. Aún bajo las condiciones más difíciles, la población cubana no ha sufrido el desempleo, ni la bochornosa situación encontrada en 1959, de más de 600 000 desempleados y 500 000 obreros que solo laboraban tres o cuatro meses al año. Más de 500 000 cubanos trabajan ahora por cuenta propia, con derecho a la seguridad social y gozando de todas las gratuidades educacionales y de salud.
Esa seguridad y la asistencia social es otra de las grandes conquistas. Nadie en Cuba queda abandonado a su suerte.
Garantizar un país sin hambrientos es una realización que  muchos países no han logrado, incluyendo naciones ricas en recursos. La UNICEF declaró a Cuba como único país de América Latina con Cero desnutrición infantil.
Un país donde los flagelos de la droga, de la prostitución, de la corrupción y la violencia no sean significativos, como puede proclamarlo Cuba, es un logro para muchos sólo  una aspiración quimérica.
Tener un país donde el pueblo es el ejército y el ejército es el pueblo, es un logro de trascendencia indiscutible.
Un país donde se respetan los derechos humanos, donde no han existido en casi 60  años ni torturados, ni asesinados ni desaparecidos, ni nadie juzgado al margen de los derechos otorgados por la Ley, es conquista de la cual carecen muchas naciones autoproclamadas con derechos humanos respetados.
Haber erradicado institucionalmente la discriminación racial, por sexo, por tipo de religión o en cualesquiera de sus manifestaciones, es una de las obras más bellas.
Serían innumerables los ejemplos; no cabrían en ningún artículo periodístico.
Pero hay una creación de la Revolución desconocida por unos y omitida intencionalmente por otros. Una creación que, a mi juicio, es la obra más hermosa y grande de la Revolución: el pueblo cubano.
Ese pueblo capaz de resistir casi seis décadas sin doblegarse ante la potencia más agresora y criminal que ha conocido la historia de la humanidad. Que no solo ha resistido, sino que también ha vencido.
Ese pueblo capaz del sacrificio y dispuesto a perderlo todo, menos su dignidad y su decoro.
Ese pueblo capaz no solo de defenderse a sí mismo, sino de ofrendar su sangre y su vida por la libertad, la independencia y la felicidad de otros, en cualquier parte del mundo.
Ese pueblo capaz de ir a los lugares más pobres de cualquier país a salvar vidas, curar males y borrar la ignorancia.
Ese pueblo capaz de compartir con otros no lo que le sobra, sino lo poco que tenga.
Ese pueblo capaz de sacrificios presentes para garantizar el bienestar del futuro.
Ese pueblo capaz en los momentos de peligro de dar su vida por la de cualquier otro cubano.
Ese pueblo altruista, culto, patriótico, internacionalista, depositario del ideal martiano de que Patria es humanidad.
Ese  pueblo que no teme a las amenazas ni a los sacrificios para continuar siendo lo que somos y no volver a ser lo que fuimos.
Ese pueblo que convierte los reveses en victoria y las victorias en punto de partida para otras nuevas.
Ese pueblo  próximo a cumplir 60 años de Revolución y está dispuesto a  completar el siglo y continuar hacia delante.
Ese pueblo capaz de empinarse sobre las dificultades y los escollos.
Ese pueblo, capaz de hacer realidad sus sueños y continuar soñando y construyendo.
Ese pueblo heredero de Carlos Manuel de Céspedes, de Ignacio Agramonte, de Mariana Grajales, de José Martí, de Antonio Maceo, de Máximo Gómez, de Calixto García, de Julio Antonio Mella, de Pablo de la Torriente Brau, Rubén Martínez Villena, de Antonio Guiteras,  de Frank País y otros muchos patriotas que desde Hatuey hasta Fidel han forjado nuestra historia.
Ese pueblo del Che, de Camilo, de Almeida, de Raúl y de Fidel.
Ese pueblo, el cubano, es, sin dudas, la obra más grandiosa, humana, hermosa, útil y perdurable de la Revolución cubana.

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