sábado, 30 de noviembre de 2019

Los expedicionarios del Granma, después de Alegría de Pío




 El 5 de diciembre de 1956 - tres días después del desembarco- los expedicionarios del Granma, encabezados por Fidel Castro, tuvieron su bautizo de fuego en el lugar conocido como Alegría de Pío, una colonia cañera de la entonces compañía New Niquero, otrora provincia de Oriente.
Los revolucionarios, después de un azaroso desembarco, estaban agotados y caminaban con el objetivo de internarse en la Sierra Maestra. Hasta ese momento, las tropas del ejército batistiano no los habían localizado, pese a la numerosa cantidad de hombres y medios, incluyendo la aviación que reconocía y bombardeaba la zona de operaciones.
En realidad, pudieron contactar con la fuerza rebelde gracias a la delación de un individuo del lugar que horas antes había servido de práctico a los expedicionarios y conocía su ubicación y rumbo trazado.
Ese hecho fue señalado posteriormente por el Che como un costoso error, al dejar en libertad a un práctico, al cual no se conocía, estando aún en el área de peligro. El traidor, nombrado Laureano Noa Yang, pagó su falta, al ser ajusticiado por el Ejército Rebelde en el año 1957.
Así, a las 4:45 de la tarde de ese día, el fuego enemigo sorprendió a los rebeldes y descargó sobre ellos un intenso ataque. La sorpresa se convirtió en derrota, pues los revolucionarios no tuvieron otra alternativa que la dispersión en pequeños grupos, en un lugar totalmente desconocido, ferozmente perseguidos y, en la mayoría, en unas condiciones físicas muy adversas.
Sin embargo, en Alegría de Pío  cayeron  solo tres combatientes rebeldes. Ellos fueron Israel Cabrera Rodríguez, Humberto Lamothe Coronado y Oscar Rodríguez Delgado. Otros, incluyendo al Che, fueron heridos, pero lograron evadir el cerco, la persecución y salvar la vida.
Los días posteriores a la odisea de Alegría de Pío fueron dramáticos para los revolucionarios. Durante esos aciagos momentos, 18 expedicionarios murieron asesinados; otros 18  lograrían reagruparse para continuar la lucha en la Sierra Maestra; 21 evadieron el cerco y escaparon a la persecución y la muerte, mientras que 22, presos luego de que cesaran las matanzas, fueron enviados a prisión.
El día 7 de diciembre, fueron asesinados en el lugar conocido como Pozo Empala´o, luego de ser tomados prisioneros, los expedicionarios René Bedia Morales y Eduardo Reyes Canto, mientras que ese mismo día, en Boca del Toro, corrieron igual suerte Miguel Cabañas Perojo, Noelio Capote Figueroa, Cándido González Morales, Antonio López Fernández, René O. Reiné García, Tomás David Royo Valdés, José R. Smith Comas y Raúl Suárez Martínez. De los crímenes de ese día fue víctima también Miguel Saavedra Pérez, en el  propio Alegría de Pío.
Al día siguiente, 8 de diciembre, engrosarían la lista de expedicionarios hechos prisioneros y asesinados, en la localidad de Macagual: José R. Martínez Álvarez y Armando Mestre Martínez. En igual fecha, serían víctimas del crimen Félix Elmuza Agaisse, Santiago Liberato Hirzel González, Andrés Luján Vázquez y Luis Arcos Bergnes.
El último expedicionario asesinado en los días posteriores al desembarco fue Juan Manuel Márquez Rodríguez, segundo al mando del Granma, quien había quedado solo, siendo apresado y masacrado en el lugar conocido como La Norma, en las cercanías del poblado de San Ramón.
La tiranía batistiana había aplicado contra los revolucionarios los mismos métodos asesinos que cuando los hechos del 26 de julio de 1953, a raíz del asalto a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo. En aquella ocasión, de los 61caídos, 55 fueron asesinados después de hechos prisioneros; ahora, 18 de los 21 muertos eran víctimas de ese cobarde proceder.
Los métodos de persecución fueron brutales, incluyendo la oferta de pago a quienes se prestaran a la traición. Una nota volante de esos días, conservada, así lo demuestra:
“A todo el que pueda interesar Por este medio se hace saber que toda persona que facilite una información que conduzca al éxito de una operación contra cualquier núcleo rebelde comandado por Fidel Castro, Raúl Castro, Crescencio Pérez, Guillermo González o cualquier otro cabecilla será gratificado de acuerdo con la importancia de la información, bien entendido que nunca será menor de $5, 000”. Esta gratificación oscilará de $5,000 hasta $100,000 correspondiendo esta última cantidad o sea $100,000 por la Cabeza de Fidel Castro”.  Prometían no divulgar el nombre de los traidores.
Pretendieron comprar con dinero lo que no fueron capaces de conseguir en el campo de combate. Esa nota, prueba la naturaleza cobarde y asesina del régimen batistiano. Es evidente que cuando menciona a Guillermo González, se está refiriendo a Guillermo García Frías, primer campesino que se unió a los rebeldes, alcanzó durante la guerra los grados de Comandante y es hoy el prestigioso Comandante de la Revolución que continúa la lucha junto a nuestro pueblo.
La solidaridad, en esos momentos adversos, pudo más que la fuerza del crimen. Los grupos organizados por el Movimiento Revolucionario 26 de Julio, con Frank País García y Celia Sánchez Manduley como figuras cimeras en la clandestinidad,  y Crecencio Pérez y Guillermo García en la zona de operaciones, lograron rescatar, salvar y unir al grupo de revolucionarios que proseguiría luego la lucha. Ahí estarían Fidel, Raúl, Almeida, el Che, Camilo, Ramiro y otros valiosos combatientes.
Así, cuando el 18 de diciembre de 1956, en Cinco Palmas, Purial de Vicana, volvieron a reunirse Fidel y Raúl, contando entonces con ocho hombres y siete armas, el jefe de la Revolución pronunció las proféticas palabras de que ¡Ahora sí ganamos la guerra!, comenzarían a cimentarse los futuros triunfos que uno tras otro concluirían con la victoria revolucionaria del 1ro. de enero de 1959.

2 de diciembre de 1956: Desembarco del Granma y Día de las Fuerzas Armadas Revolucionarias cubanas





 "Puedo informarles con toda responsabilidad que en el año 1956 seremos libres o seremos mártires. Esta lucha comenzó para nosotros el 10 de marzo, dura ya casi cuatro años y terminará con el último día de la dictadura o el último día nuestro".
Esas palabras pronunciadas por el joven revolucionario Fidel Castro el 20 de octubre de 1955, en la ciudad de New York, ante unos 800 cubanos que allí vivían, obligados a salir de su país por la precaria situación económica y la persecución política de la tiranía batistiana, eran el preludio de la expedición del yate Granma, que llegaría a Cuba el 2 de diciembre de 1956, para reiniciar la lucha armada. Fidel se encontraba en México, hacia donde había partido el 7 de julio de 1955, luego de haber sido amnistiado el 15 de mayo de igual año, cuando cumplía condena de 15 años de prisión por los hechos del asalto a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, el 26 de julio de 1953.
Su presencia en los Estados Unidos tuvo como objetivo la recaudación de fondos y la propaganda revolucionaria, a la vez que una labor unitaria en torno al Movimiento Revolucionario 26 de Julio. Sobre ese aspecto escribiría en noviembre de 1955 Juan Manuel Márquez, quien sería después el segundo al mando de la expedición: "En New York el recibimiento que le hicieron a Fidel fue emocionante por lo multitudinario y lo sincero. Y el acto del Palm Garden colmó más allá de lo que nosotros pensábamos nuestras esperanzas. Por lo pronto se logró en torno al 26 de Julio, la unidad de grupos que habían sido irreconciliables (...).
Así, con fondos recogidos entre personas humildes y de los propios integrantes de la naciente organización revolucionaria, se recogieron centavo a centavo los fondos para preparar la expedición del Granma, incluyendo la compra de armas y del propio yate.
Durante el exilio en México hubo que enfrentar encarcelamientos, privaciones y organizar y adiestrar a los futuros combatientes en medio de las más difíciles condiciones.
Pero el 25 de noviembre de 1956, el Yate Granma saldría hacia Cuba, con 82 expedicionarios a bordo, encabezados por Fidel Castro. El Estado Mayor estaba integrado por Fidel como Comandante en Jefe y dos Jefes de Estado Mayor: los capitanes Juan Manuel Márquez -segundo al mando- y Faustino Pérez. El Che, con grados de teniente, vendría en la expedición como Jefe de Sanidad, mientras que los tres pelotones formados estaban bajo el mando de los capitanes José Smith Comas (Vanguardia), Juan Almeida Bosque (Centro) y Raúl Castro Ruz (Retaguardia).
El desembarco se produjo en las primeras horas de la mañana del 2 de diciembre, en un lugar conocido como Los Cayuelos, cercano a Playa Las Coloradas, en Niquero, otrora provincia de Oriente.
Los expedicionarios desembarcaron en condiciones muy difíciles, entre mangles, ciénaga y yerba de cortadera, por donde tuvieron que transitar con sus mochilas y armas hasta llegar a tierra firme.
Así comenzaron a avanzar buscando internarse en las montañas de la Sierra Maestra. Pero tres días después, el 5 de diciembre, fueron sorprendidos en el lugar conocido como Alegría de Pío. Por tierra, el fuego de los fusiles enemigos; por el aire, los bombardeos y ametrallamientos de la aviación. Es el día en que surge un grito de guerra que, a 54 años de haberse producido, es enarbolado hoy por todo el pueblo: ¡Aquí no se rinde nadie, cojones! La exclamación salió de la garganta de Juan Almeida Bosque, como respuesta a la conminación enemiga de rendirse. Los expedicionarios del Granma tendrían ese día su bautizo de fuego.
Durante ese aciago día, tres expedicionarios cayeron en combate.
Vendría entonces la dispersión en varios grupos, la tenaz persecución y los asesinatos. Hasta el día 16 de ese mes, 21 combatientes revolucionarios habían perdido la vida, 18 de ellos asesinados luego de ser hechos prisioneros.
Pero el Movimiento Revolucionario 26 de Julio había preparado condiciones en esa costa sur oriental para auxiliar a los expedicionarios. Las figuras de Frank País y Celia Sánchez Manduley fueron clave en la labor de búsqueda, localización, rescate y salvamento de los combatientes dispersos.
Entre los campesinos, formaban parte de los grupos de apoyo los campesinos Crecencio Pérez Montano y Guillermo García Frías. El primero, ya fallecido, ganó el grado de Comandante del Ejército Rebelde; el segundo obtuvo también ese grado durante la guerra y es hoy Comandante de la Revolución.
El 18 de diciembre de 1956, a 16 días del desembarco, con la ayuda de estos grupos, se produce en un lugar llamado Cinco Palmas, el reencuentro entre Fidel Castro y Raúl Castro. Es la ocasión en que el jefe de la Revolución, al comprobar que están juntos ocho hombres con siete armas, exclama: ¡Ahora sí ganamos la guerra! A partir de entonces, con una veintena de expedicionarios que se reincorporaron, más la temprana incorporación de campesinos y obreros a la guerrilla, el naciente Ejército Rebelde pone proa hacia la Sierra Maestra y comienza una lucha que haría realidad la predicción de Fidel de no cesar hasta derrocar al tirano.
Como homenaje a ese día glorioso del 2 de diciembre de 1956, la fecha señala el Día de las Fuerzas Armadas Revolucionarias cubanas, bastión hoy en la defensa de la Patria. Día en que todo nuestro pueblo les rinde homenaje a todos los combatientes que siguen vistiendo el uniforme verde olivo estrenado en Santiago de Cuba el 30 de noviembre de ese mismo año por los combatientes clandestinos bajo el mando de Frank País para secundar el desembarco.
En Cuba es una realidad que el ejército es el pueblo y el pueblo es el ejército. Por eso el 2 diciembre es conmemoración popular.

viernes, 29 de noviembre de 2019

Estados Unidos, entre frustraciones y ridículos




.Orlando Guevara Núñez
El gobierno genocida de Donald Trump, no haya cómo remediar  su frustración al no poder eliminar a la Revolución cubana. No han podido las agresiones, las amenazas, el bloqueo, las mentiras, el intento de aislamiento. Y por eso el ensayo ridículo de querer convertir en “líder”  a un delincuente, mercenario, al cual paga en Cuba con el dinero de los contribuyentes de ese país.
Como siempre en esa pretensión de fabricar “héroes”  ha seleccionado la peor de las materias primas. Ese es José Daniel Ferrer, cuya “heroicidad” ha sido la violencia contra sus propios secuaces, incluyendo a su esposa sin importarle su estado de gestación. Un mentiroso sin escrúpulos, que alardea de ser “un tipo duro” solo ante un cuerpo policial que sabe no utilizará contra él la violencia.
Pero en este nuevo intento, caen Trump y su pandilla en un grave error. Porque no es lo mismo adoptar medidas desde el exterior que pretender  fomentarlas dentro del país. Así, violando todas las normas internacionales y de la Convención de Viena.
El  desequilibrado Pompeo, tan frustrado como su presidente,  encomendó  a la  encargada de negocios de esa misión diplomática, Mara Tekach, ocuparse de promover la violencia, perturbar el orden en nuestro país, junto a otras acciones contra la legalidad.  Y ella, desde luego, se ha sumado al peligroso juego.
Que se ocupen de hacer lo que han hecho siempre, proteger a los individuos de baja calaña, mercenarios, mentirosos y huérfanos de moral- molde perfecto para su fábrica de “Cuadros”- les habrá dado buenos dividendos en otros lugares, pero en la Cuba revolucionaria no pasará de otra frustración.
Cuba, como lo han expresado nuestro Presidente y nuestro  Canciller, no permitirá violaciones en nuestro suelo. Nuestro pueblo está preparado para defenderse y sabe cómo hacerlo en cualquier   campo que sus enemigos  escojan. El imperio yanqui – y sus súbditos en otras partes del mundo- tan frustrados como ellos en su odio hacia la Revolución, seguirán revolcándose  en su propio estiércol. Los cubanos seguiremos invictos. Trabajando, avanzando, combatiendo y venciendo. Y ellos, como siempre, seguirán entre frustraciones y ridículos.

30 de Noviembre de 1956 Más allá de una fecha




.Orlando Guevara Núñez
El Alzamiento Armado de la ciudad de Santiago de Cuba, el 30 de noviembre de 1956, se inscribe entre los hechos más trascendentes de la historia cubana y especialmente durante la lucha contra la tiranía batistiana, que culminó con el triunfo revolucionario del 1ro.de Enero de 1959.
La valerosa acción de ese amanecer glorioso, no fue un acontecimiento  aislado y hay que ubicarla como parte de un proceso de lucha iniciado años antes por el pueblo cubano, que tuvo su punto cimero en el asalto a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, el 26 de Julio de 1953.
Su significado histórico, además, no puede medirse por el resultado del hecho en sí mismo, sino por su influencia en el ulterior desarrollo de la gesta libertadora cubana.
El levantamiento insurreccional  de ese día, dirigido por el héroe de la lucha clandestina, Frank País García, fue el primer combate rebelde armado después de la gesta moncadista. Constituyó  la viril respuesta de la juventud santiaguera y del Oriente  Indómito, organizada en el Movimiento Revolucionario 26 de Julio, al llamado del Moncada, expresado por Fidel en su alegato de autodefensa La Historia me absolverá.
 El 30 de noviembre de 1956 formó parte de la estrategia trazada por el máximo jefe de la Revolución para emprender la guerra revolucionaria de liberación, derrocar al gobierno ilegal de Fulgencio Batista y cambiar el sistema político del país. Así, la fecha se une a la del 2 de diciembre de igual  año- desembarco del yate Granma- como parte de un mismo plan e  iguales objetivos.
Puede afirmarse que la epopeya protagonizada por los combatientes y el pueblo santiaguero esa mañana, tuvo una repercusión inmediata.
Quedó demostrado que los revolucionarios estaban en condiciones de organizarse y de combatir con efectividad frente a las fuerzas del ejército opresor. Y que contaban con el respaldo popular.
La acción fortaleció la personalidad de Frank País como líder indiscutible de la lucha clandestina y de ella surgieron como símbolos los héroes Pepito Tey, Tony Alomà y Otto Parellada, el uniforme verde olivo y los brazaletes rojinegros del 26 de Julio.
La rebeldía santiaguera ganó dimensiones de pueblo.
El Movimiento Revolucionario 26 de Julio contó desde entonces con combatientes más fogueados, audaces y capaces, al tiempo que sus dirigentes clandestinos escalaban un nuevo peldaño en su desarrollo y aptitudes para una lucha que iría más allá del derrocamiento de un gobierno tiránico, para insertarse en los proyectos de las transformaciones sociales, políticas y económicas que reclamaba la nación cubana.
De forma inmediata, el alzamiento se propuso distraer fuerzas enemigas que no pudieran lanzarse contra los expedicionarios del Granma; pero al llegar el yate dos días después, ese factor fue adverso, pues muchos efectivos de la tiranía, procedentes de la capital del país, se encontraban ya en Santiago de Cuba, con un acceso más rápido al escenario del desembarco. Pero en los días que siguieron al arribo de Fidel a la costa oriental, muchos revolucionarios, en un plan organizado por Frank, le prestaron apoyo, salvaron muchas vidas y propiciaron la incorporación del jefe de la Revolución y varios de sus combatientes a la Sierra Maestra, donde proseguirían la guerra revolucionaria.
Desde los primeros momentos, los expedicionarios dirigidos por Fidel tuvieron un apoyo valioso de la jefatura clandestina en Santiago de Cuba, entre ellas el envío de medio centenar de combatientes, armas y otros pertrechos de mucha utilidad para la guerrilla en su etapa de supervivencia, adaptación y en el combate de El Uvero, el 28 de mayo de 1957.
A partir del 30 de noviembre, Fran País se consagró a la tarea de llevar a planos superiores la organización del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, estructurándolo en secciones de organización, obrera, sabotaje, tesorería y propaganda. Organizó, de igual forma, el trabajo de las milicias, del sector obrero y la lucha cívica en torno a la ayuda decidida a los combatientes de la Sierra Maestra.
El propio Frank País, al referirse al Alzamiento, lo consideró un éxito, no por sus resultados militares en el momento, sino por lo que significó para el posterior desarrollo de la lucha. Ahora, el significado del Levantamiento Armado de Santiago de Cuba se agiganta en el tiempo. Se cuenta entre los hechos que trascienden su fecha.

Manuel Fajardo Rivero (Piti): Médico, guerrillero, héroe de la Patria





.Orlando Guevara Núñez


El 29 de noviembre de 1960, cayó combatiendo a las bandas mercenarias y terroristas organizadas, entrenadas y financiadas por la Agencia Central de Inteligencia y el gobierno de los Estados Unidos, en El Escambray, el Comandante Manuel Fajardo Rivero (Piti).
De  cuna natal en Manzanillo, se había graduado de médico en 1955 y allí trabajó junto a otro médico inscripto en la historia revolucionaria cubana, el doctor René Vallejo, quien también alcanzara los grados de Comandante del Ejército Rebelde.
Uno de sus compañeros de lucha, el Comandante Eduardo Sardiñas Labrada (Lalo) lo recordó, en entrevista concedida al periódico Trabajadores, de la forma siguiente: “Lo conocí a finales de marzo de 1958, cuando él y René Vallejo abandonaron todo: negocio, familia, fama, posición económica y pasaron a la Sierra Maestra. Fidel los mantuvo junto a él, en el caso de Piti hasta el 23 de agosto, cuando al ascenderme a Comandante y confiarme la jefatura de la Columna 12 Simón Bolívar, lo nombró como mi segundo”.
Rememoró, además, que el joven combatiente, alternó también otras importantes responsabilidades, como las de la jefatura de Sanidad, Auditoría y Comunicaciones, a las que se sumó la recaudación de impuestos en la zona de operaciones de la Columna.
Participó en varios combates, como los de El Salto, Santo Domingo, San Ramón, El Jigüe, Cerro Pelado y Las Mercedes. Figuró entre los rebeldes que entraron victoriosos a Las Tunas, el 1ro. de enero de 1959. Allí se unió a la Caravana de la Libertad, que, con el Comandante en Jefe Fidel Castro iba rumbo a la capital cubana, donde llegó el día 8 de enero.
Asumió de nuevo su profesión, como director del hospital civil de Manzanillo y más tarde del Hospital Militar de Santiago de Cuba, cumpliendo luego misiones en la aplicación de la Ley de Reforma Agraria, del 17 de mayo de 1959, y, por orden de Fidel, recibe la misión de dirigir la construcción de la Ciudad Escolar Camilo Cienfuegos, en El Caney de las Mercedes, junto a otras responsabilidades militares.
En 1960, Piti Fajardo es designado Jefe de Operaciones de la Lucha Contra Bandidos en El Escambray, lugar donde cayó enfrentando  a las bandas mercenarias.
“Combatiente con el bisturí en una mano y el fusil en la otra”, lo calificó el Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque.
Al caer, este extraordinario combatiente recién había cumplido los 30 años de edad.