.Orlando Guevara Núñez
Nuestro Fidel tuvo – y tiene- la virtud
de ser el hombre más querido por su pueblo y millones de personas en el mundo.
Y el más odiado por los enemigos de la Revolución y de la libertad de los
pueblos. Pocos casos podrían citarse de dirigentes que tantas veces estuvieron
tan cerca de la muerte. Antes y después del triunfo de la Revolución, Fidel fue
una excepción.
Durante los hechos gloriosos del 26 de julio de
1953, la muerte estuvo a su acecho. Primero cuando solo, de
pie, disparando contra una ametralladora, protegía a sus compañeros atacantes;
Y cuando, a la retirada, se desmontó del auto en que iba para ceder su lugar a
un herido, y quedó solo, a merced de la jauría, salvándose de una forma
increíble. O cuando fue hecho prisionero después del asalto, y solo la
orden del Teniente Sarría de bajar los fusiles porque “las ideas no se matan”,
le salvó la vida.
Escapó de la muerte cuando el propio Sarría se negó
a entregarlo al oficial que lo reclamaba para llevarlo al Moncada, donde con
seguridad habría sido asesinado. Y en el presidio de Boniato, la muerte fue
burlada cuando fracasó el intento de eliminarlo por envenenamiento. Otras
derrotas de la muerte ante Fidel tuvieron como escenario el exilio en
México, donde agentes de la dictadura batistiana trataron de matarlo.
Luego del
desembarco del Granma, en Alegría de Pío, estuvo muy cerca de perder la vida.
Junto al también expedicionario Faustino Pérez, estuvo más de
tres días acostado en el suelo, cubierto con paja de caña, protegiéndose contra
la presencia de los soldados enemigos, los bombardeos aéreos y la metralla. Y
permanecía con el cañón de su fusil apoyado en la barbilla, dispuesto a morir
antes que rendirse. Otra vez la muerte con sus deseos insatisfechos.
Ya en la Sierra Maestra, en una ocasión durmió,
tapado con una misma manta, junto a un traidor portador de una pistola lista
para asesinarlo. El valor no le alcanzó al desertor para cumplir su misión
pactada con los esbirros batistianos. Una vez llegó a la Sierra Maestra un ex
policía batistiano, quien había estado en México con la tarea de eliminar a
Fidel. Ahora llegó hasta donde estaba el jefe revolucionario, con idéntica
misión; pero la perspicacia del jefe guerrillero lo descubrió. Y la muerte tuvo
que conformarse entonces con apagar la vida de los traidores y asesinos.
El imperialismo y sus cómplices mintieron infinidad
de veces, publicando la falsa noticia sobre la muerte de Fidel. Engañoso y
brutal consuelo, ante lo que no pudieron convertir en verdad. El
domingo 2 de diciembre de 1956, en ocasión de estarse celebrando en Cuba la
reunión anual de Estaciones CIA en América Latina, el jefe CIA para esta área
se dirigió a los presentes: “Nuestro amigo, el presidente Batista, me acaba de
llamar para informarme que una lancha en la que iba un grupo de hombres ha sido
hundida en aguas de la provincia de Oriente cuando trataban de desembarcar. Los
pocos supervivientes están siendo localizados por el ejército y la fuerza
aérea” “Batista me ha dicho que el jefe del grupo expedicionario es un antiguo
agitador estudiantil de la Universidad de La Habana, llamado Fidel Castro, que
se encuentra entre los muertos” El texto Lucharemos hasta el final, de
Rolando Dávila, recoge ese testimonio.
Pocos días después, tratando de “matar a un muerto”,
la propia tiranía, en sueltos tirados por vía aérea en la zona de operaciones,
ofrecía 100 000 pesos por la cabeza de Fidel. Pero el premio quedó desierto
porque la solidaridad y apoyo pudieron más que la traición y el crimen. Durante
la guerra dirigió personalmente muchos combates, con riesgos para su vida. La
muerte otra vez derrotada en sus intentos desde la etapa estudiantil del
perseguido.
Después del triunfo de la Revolución las amenazas de
la muerte contra Fidel se multiplicaron, dentro y fuera de Cuba. Durante
sus visitas a Chile, Venezuela y Panamá, por solo citar tres ejemplos, fueron
frustrados intentos de asesinato contra el líder revolucionario cubano.
En el primero de estos casos, una pistola oculta en una cámara de televisión,
no fue accionada por la mano del encargado de ejecutar el crimen. El miedo se
impuso. En Panamá, los cazadores fueron cazados.
Datos publicados, pero no por todos conocidos,
testifican que el maridaje gobiernos de Estados Unidos, Agencia Central de
Inteligencia (CIA) y mafia contrarrevolucionaria, principalmente la radicada en
Miami, organizaron, que se conozca, la tenebrosa cifra de 638 intentos de
asesinato contra Fidel.
El gobierno de Ronald Reagan, con 197 intentos, está
señalado ante la historia como el presidente de Estados Unidos que más veces ha
apañado el intento de matar a otro jefe de Estado, en este caso al nuestro. La
“medalla de Plata”, en esta siniestra carrera, le pertenece a Richard Nixon,
con 184. Bush (Padre) marca el último peldaño con 21 tentativas de asesinar a
Fidel. La desvergüenza, de todas formas, está bastante repartida.
Fidel expuso su vida durante su incursión por las
bravías aguas de los ríos crecidos durante el ciclón Flora. Y estuvo a punto
de perderla. Lo hizo durante la invasión mercenaria de Playa Girón,
dirigiendo personalmente las operaciones, compartiendo con su pueblo la
presencia en los lugares de mayor peligro. Y junto a su pueblo, estuvo
dispuesto a morir durante la Crisis de Octubre de 1962 cuando una amenaza de
exterminio nuclear no pudo ponernos de rodillas.
Fidel cumplirá este 25 de noviembre, tres años de
fallecido. El es un símbolo de derrota de la muerte. Nadie mejor que
nuestro Héroe Nacional, José Martí, para definir ese hecho: La muerte no es
verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida; truécase en polvo el
cráneo pensador, pero viven perpetuamente, y fructifican, las ideas que en él se
elaboraron”.
Hoy los cubanos compartimos la afirmación de esa
canción-himno de Raúl Torres, cuando afirma a Fidel que “ni la muerte cree que
se apoderó de ti”. No puede creerlo, pues después de mucho buscarlo, el día que
lo encontró fue en vano. Porque Fidel era ya inmortal.
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