jueves, 12 de diciembre de 2013

La obra más grandiosa de la Revolución cubana



.Orlando Guevara Núñez

¿Cuál en estos 55 años de la Revolución cubana es su obra más grandiosa?
Con frecuencia se habla de la obra educacional que borró en un año la ignominia de un millón de analfabetos y otro millón de semianalfabetos,  que convirtió el saber en patrimonio gratuito de todos los cubanos,  que ha desarrollado un potencial científico importante, ha logrado el país de mayor cantidad de docentes por alumnos y maestros por habitantes en el mundo. Y ha contribuido a erradicar la ignorancia en varios países.
Se menciona la salud, entre las mayores realizaciones. La asistencia médica gratuita  y al alcance de todos, sin excepción de ningún tipo. La erradicación de enfermedades que cada año causaban cientos y miles de muertes, sobe todo de niños. Que los enfermos hayan dejado de ser clientes y la medicina una mercancía. Que no haya otro país que supere a Cuba en médicos por habitantes. Que de más de 60 niños muertos por cada mil nacidos vivos, hasta 1958, ahora no lleguen a cinco.
La seguridad en el empleo para todos es una gran obra social y humana. Aún bajo las condiciones más difíciles, la población cubana no ha sufrido el desempleo, ni la bochornosa situación encontrada en 1959, de más de 600 000 desempleados y 500 000 obreros que solo laboraban tres o cuatro meses al año. Más de 400 000 cubanos trabajan ahora por cuenta propia, con derecho a la seguridad social y gozando de todas las gratuidades educacionales y de salud.
Esa guridad y la asistencia social es otra de las grandes conquistas. Nadie en Cuba queda abandonado a su suerte.
Garantizar un país sin hambrientos es una realización que  muchos países no han logrado, incluyendo naciones ricas en recursos.
Un país donde los flagelos de la droga, de la prostitución, de la corrupción y la violencia no sean significativos, como puede proclamarlo Cuba, es un logro para muchos sólo  una aspiración quimérica.
Tener un país donde el pueblo es el ejército y el ejército es el pueblo, es un logro de trascendencia indiscutible.
Un país donde se respetan los derechos humanos, donde no han existido en 55 años ni torturados, ni asesinados ni desaparecidos, ni nadie juzgado al margen de los derechos otorgados por la Ley, es conquista de la cual carecen muchas naciones autoproclamadas con derechos humanos respetados.
Haber erradicado institucionalmente la discriminación racial, por sexo, por tipo de religión o en cualesquiera de sus manifestaciones, es una de las obras más bellas.
Serían innumerables los ejemplos; no cabrían en ningún artículo periodístico.
Pero hay una creación de la Revolución desconocida por unos y omitida intencionalmente por otros. Una creación que, a mi juicio, es la obra más hermosa y grande de la Revolución: el pueblo cubano.
Ese pueblo capaz de resistir 55  años sin doblegarse ante la potencia más agresora y criminal que ha conocido la historia de la humanidad. Que no solo ha resistido, sino que también ha vencido.
Ese pueblo capaz del sacrificio y dispuesto a perderlo todo, menos su dignidad y su decoro.
Ese pueblo capaz no solo de defenderse a sí mismo, sino de ofrendar su sangre y su vida por la libertad, la independencia y la felicidad de otros, en cualquier parte del mundo.
Ese pueblo capaz de ir a los lugares más pobres de cualquier país a salvar vidas, curar males y borrar la ignorancia.
Ese pueblo capaz de compartir con otros no lo que le sobra, sino lo poco que tenga.
Ese pueblo capaz de sacrificios presentes para garantizar el bienestar del futuro.
Ese pueblo capaz en los momentos de peligro de dar su vida por la de cualquier otro cubano.
Ese pueblo altruista, culto, patriótico, internacionalista, depositario del ideal martiano de que Patria es humanidad.
Ese pueblo fuente inagotable de hijos como Gerardo, Ramón, Antonio y Fernando, presos ilegalmente en los Estados Unidos por combatir el terrorismo. Y René, el otro de los Cinco, quien cumplió su injusta condena.
Ese  pueblo que no teme a las amenazas ni a los sacrificios para continuar siendo lo que somos.
Ese pueblo que convierte los reveses en victoria y las victorias en punto de partida para otras nuevas.
Ese pueblo que ha cumplido 55 años de Revolución y está dispuesto a  completar el siglo y continuar hacia delante.
Ese pueblo capaz de empinarse sobre las dificultades y los escollos.
Ese pueblo, capaz de hacer realidad sus sueños y continuar soñando y construyendo.
Ese pueblo heredero de Carlos Manuel de Céspedes, de Ignacio Agramonte, de Mariana Grajales, de Antonio Maceo, de Máximo Gómez, de Calixto García, de Julio Antonio Mella, de Pablo de la Torriente Brau, Rubén Martínez Villena, de Frank País y otros muchos patriotas que desde Hatuey hasta Fidel han forjado nuestra historia.
Ese pueblo del Che, de Camilo, de Almeida, de Raúl y de Fidel.
Ese pueblo, el cubano, es, sin dudas, la obra más grandiosa, humana, hermosa, útil y perdurable de la Revolución cubana.

martes, 10 de diciembre de 2013

Mandela, un ejemplo eterno de lucha y de combate

El emotivo discurso del presidente de Cuba, Raúl Castro Ruz, durante las honras fúnebres del destacado lider revolucionario Nelson Mandela, es representativo de los sentimientos del pueblo cubano. A mandela aprendimos a admirarlo y a quererlo por su lucha por la libertad y la dignidad de su pueblo y más allá. Bajo su prédica y su acción, fue sepultado definitivamente el apartheid, régimen de oprobio al servicio de los intereses de los explotadores. Los cubanos nos sentimos orgullosos de haber prestado una modesta contribución para ver cumplidos los sueños de Mandela y de su pueblo. Hoy nos unimos al dolor por su pérdida física, pero conscientes de que los hombres, los héroes como él, no mueren nunca porque el pueblo los entierra en lo más profundo de su corazón y los convierte en bandera para continuar la lucha.


El último diciembre de la tiranía



.Orlando Guevara Núñez

Diciembre era siempre un mes de jolgorios para todos los personeros de la tiranía batistiana. Y junto a ellos, los poderosos, celebrando las navidades. Mientras, la mayoría de los cubanos, sumidos en la miseria, esperaban el nuevo año con la esperanza de que “año nuevo es vida nueva”, aunque para ellos los que terminaban y los que venían deparaban siempre el mismo destino.
Pero el diciembre de 1958 fue distinto. La guerra revolucionaria era ya indetenible. El 30 de noviembre de ese mismo año, la victoria en la Batalla de Guisa, a unos 12 kilómetros de la ciudad de Bayamo, era el preludio del fin de la tiranía. El propio Comandante en Jefe Fidel Castro condujo esa acción, con la participación también de combatientes del Tercer Frente Oriental Dr. Mario Muñoz Monroy, bajo el mando del entonces Comandante Juan Almeida Bosque.
Fue una victoria rebelde aplastante, con repercusión en el terreno militar y también en el aspecto moral. Esa victoria abrió el paso hacia el objetivo estratégico de avanzar sobre la capital provincial de Oriente, Santiago de Cuba y desarrollar allí el postrer combate contra la tiranía en esta provincia indómita.
Simultáneamente, las tropas del Segundo Frente Oriental Frank País, con el Comandante Raúl Castro a la cabeza, batían al enemigo en sus propias posiciones. Las Columnas Invasoras de Camilo y el Che avanzaban hacia el centro y occidente, mientras que el IV Frente Simón Bolívar, en la parte norte oriental, incrementaba sus acciones y cerraba el paso al enemigo.
El 7 de diciembre, había sido liberada La Maya, triunfo que eliminaba el único bastión de la tiranía entre las ciudades de Santiago de Cuba y Guantánamo, sobre las cuales se apretaba el cerco rebelde.
Un día después, también tras largos días de asedio y de combate, las tropas batistianas eran desalojadas de San Luis, posición estratégica por su nudo ferroviario. El día 9 era liberado el poblado de Baire. Y el l0 de diciembre comenzaba una batalla decisiva: la de Maffo, fortaleza rendida 20 días más tarde, quedando libre de posiciones de la tiranía toda la zona entre las ciudades de Santiago de Cuba y Bayamo.
El 17 de diciembre, El Cobre pasaba a territorio libre de Cuba. El 19 de diciembre, era tomado Jiguaní, tras uno de los más cruentos combates del Ejército Rebelde contra las fuerzas batistianas.
El 27 de diciembre Palma Soriano, pese a la obstinada resistencia del enemigo, fue tomada por asalto y pasaba de madriguera de las tropas de la tiranía a bastión del Ejército Rebelde.
En esa acción, por primera vez durante la guerra, combatieron juntos el Primer, Segundo y Tercer Frentes, comandados, respectivamente, por Fidel, Raúl y Almeida.
La tiranía tenía sus días contados. Sabiéndose ya derrotada, trató de imponer una maniobra que impidiera el triunfo definitivo del Ejército Rebelde y su ascenso al poder.
Así, cuando el 28 de diciembre Fidel se entrevista, en el antiguo ingenio Oriente, en las cercanías de Palma Soriano, con el general Eulogio Cantillo en representación de la dictadura, éste reconoce la derrota y se compromete con el Comandante en Jefe a no dejar escapar a Batista, a no promover un golpe de estado, ni hacer contacto con la embajada norteamericana, que desde entonces buscaba los medios de impedir el ascenso de la Revolución al poder. A su regreso a la capital cubana, sin embargo, Cantillo hace todo lo contrario a lo acordado.
Así, en la mañana del 1ro. de enero de 1958, la noticia de que Batista huyó del país y se ha producido un golpe de estado en La Habana, con la designación incluso de un presidente, Fidel responde a la traición y convoca a todos los mandos rebeldes a continuar el avance y los combates, concediendo parlamento sólo a las fuerzas que se rindieran incondicionalmente al Ejército Rebelde. En la misma alocución, llama al pueblo a prepararse para la Huelga General Revolucionaria si fuese necesario.
La decisión del Comandante en Jefe fue avanzar de inmediato sobre Santiago de Cuba y dar un plazo a la guarnición del Moncada para su rendición ese mismo día o iniciar el asalto a esa fortaleza, donde se encontraban unos cinco mil soldados de la dictadura.
Otra alocución, también desde Palma Soriano, dirigió el máximo jefe rebelde a la ciudad de Santiago de Cuba.
Ese mismo 1ro. de enero de 1959, en El Escandel, paraje serrano en las cercanías de El Caney, próximo a Santiago de Cuba, el coronel Rego Rubido, jefe de la plaza militar del Cuartel Moncada, rendía sus fuerzas ante el Comandante en Jefe. De allí, acompañado por solo dos combatientes, partió el Comandante Raúl Castro y ocupó la fortaleza en la cual cinco años, cinco meses y cinco días antes, el 26 de Julio de 1953, había combatido la Generación del Centenario y había ofrecido su sangre y su vida para que José Martí siguiera viviendo en el alma de la Patria.
Esa misma noche del 1ro. de enero –y la madrugada del 2- en el céntrico Parque Céspedes, de Santiago de Cuba, Fidel proclamaba el triunfo definitivo de la Revolución Cubana y aseguraba que esta sí sería una verdadera Revolución y que ahora sí, los mambises habían entrado a Santiago.
Terminaban con este triunfo el vasallaje de cuatro siglos de colonialismo español y seis décadas de pseudo república y neocolonismo yanqui sobre el sufrido pueblo cubano que vio, al fin, la materialización del viejo refrán de que “año nuevo es vida nueva”. El último diciembre de la tiranía, fue escenario de los combates decisivos que aseguraron la felicidad del pueblo cubano para todos los diciembres por venir.

Aniversario 20 de la ACRC Centinelas insomnes de la Patria

. Orlando Guevara Núñez
La defensa incondicional de la Revolución y de las conquistas del socialismo, en cualquier momento y  circunstancias, es el principio que inspira la acción de los revolucionarios agrupados en la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC), organización que este 7 de diciembre celebra su aniversario 20 de fundada.
Distintas generaciones de combatientes nutren las filas de la ACRC. Hombres y mujeres protagonistas de la lucha revolucionaria antes de la tiranía batistiana, durante ésta y después del triunfo de la Revolución, están agrupados en organizaciones de base donde, de forma cohesionada,  cumplen su misión de engrandecer y defender la obra conquistada.
Partiendo de la voluntariedad, como lo establecen sus Estatutos, a la ACRC ingresan los cubanos reconocidos como combatientes del Ejército Rebelde, de la Lucha Clandestina, de Playa Girón, de la Lucha Contra Bandidos, de nuestras gloriosas misiones internacionalistas, e integrantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y del Ministerio del Interior  que hayan cumplido el servicio militar por diez años o más, en activo, jubilados o pensionados.  También los padres de los caídos en la defensa de la Revolución, los condecorados por el Consejo de Estado por actos de valor y heroísmo, los fundadores del Batallón de la Frontera con la Base Naval de Guantánamo, los 15 Responsables de Milicias del primer curso de tenientes de las MNR, reservistas de las FAR y el MININT que hayan cumplido 15  o más años de servicio en las estructuras de las unidades respectivas y que hayan solicitado su ingreso a la Asociación, previa certificación de sus jefes u órganos competentes.
En el caso de los  cooperantes  internacionalistas, se mantienen en la ACRC los ya ingresados, pero no se producirán nuevas altas por esa categoría.
Al llegar a las dos décadas de vida  de la ACRC, Santiago de Cuba cuenta con  más de 33 000 asociados  en más de 1 000 organizaciones de base . Unas  2 500 mujeres son una digna representación de las santiagueras y cubanas que, como  herederas de Mariana Grajales, Haydée Santamaría, Melba Hernández, Gloria Cuadras y otra pléyade de heroínas, junto a los hombres comparten hogar, taller y trincheras.
Entre sus múltiples actividades, la Asociación de Combatientes promueve la atención a sus integrantes y desarrolla una activa labor de educación patriótico militar e internacionalista, sobre todo entre las nuevas generaciones, a través de conferencias, encuentros con estudiantes y niños,  conmemoración de efemérides históricas, talleres sobre valores donde se resalta el ejemplo de héroes y mártires de la Revolución, y concursos que convocan al estudio sobre hechos relevantes y personalidades relacionadas con la lucha, entre quienes ocupan un lugar destacado nuestro Héroe Nacional, José Martí y el Titán de Bronce, Antonio Maceo.
Actividades de confraternización entre los combatientes y sus familiares y el desarrollo de las jornadas ideológicas, con encuentros entre protagonistas de los hechos conmemorados y jóvenes y niños, forman parte también del trabajo de la ACRC.
En las asociaciones de base, disímiles han sido las actividades para saludar el advenimiento de este 20 aniversario, con un sentido recuerdo  para los combatientes desaparecidos físicamente, especialmente  para su jefe fundador, el Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque
Tarea de primer orden de la ACRC son los preparativos para el desarrollo de las asambleas de balance de la organización, que en la base tendrá lugar desde el 10 de enero hasta el 30 de abril del venidero 2014.  En los municipios  estas conferencias tendrán como fecha desde el 10 de mayo hasta el  29 de junio, mientras que en la  Provincial está señalada para agosto.
Hacia este proceso marcha la Asociación de Combatientes en Santiago de Cuba fortaleciendo su organización interna, el cumplimiento de sus tareas, la lucha contra las indisciplinas sociales,  elevando la ejemplaridad de los combatientes, su fidelidad a la Revolución ,  el homenaje a los héroes y mártires y respaldando con su palabra y su acción  los acuerdos del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba.
Así,  este 20 aniversario de su organización , es para  los combatientes santiagueros motivo de recuento y nuevas metas en el camino de continuar cumpliendo con honor su misión de centinelas insomnes de la Patria.


7 de diciembre Símbolo de combate en la historia cubana


.Orlando Guevara Núñez

La fecha del 7 de diciembre, se inserta con valor propio en la historia de la nación cubana. Ese día de 1896 cayó en combate contra el ejército colonial español el Lugarteniente General Antonio Maceo Grajales, el Titán de Bronce.
Antonio Maceo, nacido en Santiago de Cuba el 14 de junio de 1845, fue de los primeros en incorporarse como soldado  a  la primera Guerra de Independencia del pueblo cubano. Y de combate en combate ascendió   en grados militares hasta convertirse en uno de los más capaces, prestigiosos y respetados oficiales del Ejército Libertador Cubano.
A Maceo lo recordamos hoy no solo por sus hazañas militares, sino también por su pensamiento político, por su intransigencia y  su lealtad a la casus independentista cubana. Lo recordamos por su viril Protesta de Baraguá, por su victoriosa Invasión hacia Occidente, junto al Generalísimo Máximo Gómez. Y lo recordamos,  al decir de Fidel, como el hijo de Santiago de Cuba que nos enseñó a no concertar nunca pactos indignos con el enemigo.
Dedicamos hoy también nuestro pensamiento a Francisco Gómez Toro, (Panchito)  el  joven de apenas 20 años de edad, hijo de Máximo Gómez, quien  cayó junto a Maceo aquel triste día en Punta Brava.
Panchito había nacido en La Reforma,  Sancti Spíritus, el 11 de marzo de 1876, en plena Guerra de Independencia. Sobre él diría José Martí: “Es la criatura humana de menos imperfecciones que he conocido”.
Su ingreso al Ejército Libertador se produjo a raíz de la expedición que bajo el mando del general Juan Rius Rivera, desembarcó el 8 de septiembre de 1896, por una zona de Pinar del Río. Fue incorporado como Ayudante de Antonio Maceo, con el grado de Teniente.
Asistió a   varios  combates  ese mismo mes, pero su bautismo de fuego fue el siguiente 4 de octubre, en Ceja del Negro. Por su valentía y conducta como combatiente, fue ascendido a Capitán,  el 1ro. de diciembre de 1896, una semana antes de su muerte.
El  7 de diciembre, por estas razones,  es el día en que se rinde homenaje a todos los caídos por la libertad cubana durante las guerras de independencia del siglo XIX.
La historia tiene coincidencias que parecen más bien hechos de continuidad. Exactamente 38 años después de la caída de Maceo y Panchito, nació en Santiago de Cuba - como el Titán de Bronce -  Frank País García, el héroe de la lucha clandestina, cuya caída, el 30 de julio de 1957, marca el homenaje a todos los caídos por la libertad cubana durante la última etapa independentista, iniciada el 26 de julio de 1953.
Por ese simbolismo , fue escogido el  7 diciembre de 1989 como fecha para la Operación Tributo, durante la cual fueron traídos a la Patria los restos de los cubanos caídos en las gloriosas misiones internacionalistas protagonizadas por nuestro pueblo.
Ese  7 de diciembre , el pueblo cubano se movilizó en todo el país. Día de luto nacional. La bandera cubana ondeó a media asta, pero los sentimientos patrióticos se elevaron al sitial más alto. En hombros de sus hermanos de Revolución, de sus familiares y compañeros, los héroes internacionalistas cubanos  caídos en otras tierras del mundo fueron sembrados en la tierra que los vio nacer.
Una información del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba ofrecía detalles sobre quienes ofrendaron su vida en misiones militares y civiles en la República Popular de Angola, Etiopía y otros países.
Del total de  2 289  cubanos que con su sangre y su vida escribieron las más hermosas páginas de internacionalismo proletario y de solidaridad, 2 085 cumplían misiones militares y 204 estaban en tareas civiles.
Ellos formaron parte de los más de 400 000 cubanos que durante esos años marcharon a otros pueblos hermanos, como combatientes y colaboradores.
En esa ocasión,  recibimos  en Santiago de Cuba los restos queridos de 256 compañeros caídos como internacionalistas.
 Ellos y sus compañeros, firmaron con su sangre y su vida el legado del Che cuando dijo: “ Dondequiera que nos sorprenda la muerte, bienvenida sea, siempre que ése, nuestro grito de guerra, haya llegado hasta un oído receptivo, y otras manos se tiendan para empuñar nuestras armas y otros hombres se apresten a entonar los cantos luctuosos con tableteo de ametralladoras y nuevos gritos de guerra y de victoria”.
Ahora, cada 7 de diciembre, en todo el país, se resume en este día el homenaje perenne a los cubanos caídos en misiones internacionalistas.
Con aquel regreso a la Patria, se cumplía un altruista deseo expresado por nuestro Comandante en Jefe, Fidel Castro: el de regresar de esas misiones, con el único tesoro de los restos de nuestros héroes caídos para en hombros de su pueblo, descansar para siempre en la tierra que los recogiera como simientes para seguir multiplicándose en la presente y las futuras generaciones.
Por eso, vale hoy reafirmar que ellos permanecerán ¡Siempre entre nosotros!