martes, 30 de junio de 2020

José Martí y las glorias del mes de julio




.Orlando Guevara Núñez

Todo es gloria en julio. Así  lo dijo nuestro Héroe Nacional, José Martí, en un artículo publicado en el periódico  El Partido Liberal, de México, el 27 de septiembre de 1889. Y argumentó: “Julio es mes de heroicos aniversarios para la República en Europa y en América”.
Apunta, en primer lugar, la  declaración de  libres  de los trece Estados Unidos del Norte, ocurrida el 4 de julio de 1776 También el 9 de julio de 1816, “cuando intimaron su independencia de España las Provincias Unidas del Río de la Plata”. Y el 14 de julio de 1789 cuando en Francia fue echada abajo la puerta de La Bastilla.
El 18 de julio de 1830- agrega-  promulgó su Constitución de pueblo nuevo el Estado Oriental del Uruguay  En otro julio, día 20 de 1810, “se proclamó dueño de sí el Virreinato de Bogotá” Y el 28 de julio de 1821- apunta- fue celebrado el Primer Congreso Nacional de la tierra de los Incas.
En otra ocasión, al referirse a este mes, afirmó nuestro José Martí:
Julio tiene casco de llamas.

La historia tiene a veces puntos coincidentes que más parecen continuidad que casualidad. Lejos estaba nuestro José Martí de imaginar que 64 años después de aquella afirmación suya, otro julio glorioso le nacería  a su idolatrada América. Y mucho menos podría vislumbrar que de esa nueva epopeya, en su propio pueblo, sería él su autor intelectual.
Hoy, el mes de julio es todo gloria para el pueblo cubano. Y esa gloria trasciende fronteras para insertarse en la historia americana y más allá. El 26 de julio de 1953, marcó el inicio de la última etapa de lucha de nuestro pueblo por su libertad e independencia. Y el triunfo de esa causa, signó una nueva época, en la América preterida, por su segunda independencia.
Pero  julio tiene otras glorias en nuestras tierras americanas, también coincidentes en días. El 26 de julio de 1822, en Guayaquil, Ecuador, se reunieron el Libertador, Simón Bolívar y el legendario José de San Martín para definir la estrategia que condujera a la victoria final sobre el poder colonial español.
El 28 de julio de 1881, tuvo José Martí que salir de Venezuela, por voluntad del gobierno de ese país, inconforme con sus ideas políticas. Y el 28 de julio de 1954, exactamente 73 años después, nació en Venezuela el Comandante Hugo Chávez Frías, patriota bolivariano que hizo también suyas las ideas martianas. El mejor amigo de Cuba, al decir de Fidel. Pareció un desagravio a una ignominia.
También, el 19 de julio de 1979, fue el triunfo de la Revolución sandinista en Nicaragua, con trascendencia en  toda nuestra América.
Para el pueblo cubano, y especialmente para el santiaguero, el mes de julio es, además de gloria, símbolo de combate y de victoria. Fidel, biológicamente, no nació en este mes. Pero nació como líder, como conductor de ideas convertidas en convicciones, en acciones y en obras.
 En Cuba nació otra gloria imperecedera en julio: el día 30, fecha que, con Frank País como símbolo, el pueblo le rinde tributo de admiración y respeto a todos los mártires caídos en la lucha contra la tiranía batistiana.
 Así, en este nuevo julio, nos corresponde a todos, hacerlo tan glorioso como lo consideró nuestro Apóstol y lo sembró en la historia  nuestro eterno Comandante en Jefe.


Sin capas españolas ni botas yanquis


Orlando Guevara Núñez

Sí. José Martí también los mencionó por su mote despectivo: yanquis. En varios tomos de sus Obras Completas encontré ese calificativo. Pero hay una ocasión muy ilustrativa y fue el 16 de junio de 1890, en un discurso por la fiesta del Club de los Independientes, en Hardman Hall, publicado el 21 de ese mes en el periódico El Porvenir, de Nueva York.
(…) Todos, los de aquí y los de allá, sin capas españolas ni botas yanquis, trabajando a una, a compás y a golpe, por sobre la tierra y por debajo de la tierra, para lograr, con el respeto duradero de los hombres libres, la independencia absoluta y democrática de la patria (…).
Tras esa afirmación, un análisis realista: “Pero no todo es triunfo o causa de congratulaciones, porque la vida es como el pan, que agrada al sabor después
de  hecho, pero se hace con levadura agria”.
Se refiere a las distintas posiciones  nacidas de “la confianza injustificada, como solución actual de un problema actual, de la anexión de Cuba a los Estados Unidos”.
Afirma que en unos casos esa confianza obedece al honrado deseo de que Cuba sea libre sin sangre; en otros, por el odio legítimo a la tiranía española y “adoración rudimentaria por lo exterior y aparente de un progreso que nos echa de su carro y nos proclama indignos de entrar en él, aunque nosotros nos empeñemos en subir al carro de donde nos echan”.
Agrega que también hay quienes – de forma respetable y sincera, aunque
errónea-  piensan  que sin la anexión no podría Cuba vivir libre con seguridad.
Y una clasificación más, que dice son los menos: “ La costumbre del yugo, que no les deja vivir sin él, y necesitan ponerse uno cuando salen de otro o la soberbia de tener a los demás por incapaces, por sentirse incapaces ellos, o el miedo de aparecer ahora combatiendo una solución de que les pueda venir mañana autoridad y beneficio”.
Refiriéndose al esfuerzo cubano por su independencia, afirma que de algún cielo ha de venir la ayuda salvadora, porque no todos los cielos son injustos, pero el que no muestra que se sabe ayudar por sí, no tiene derecho para pedir
ayuda a los demás.
Ante la situación analizada, plantea que el que deja de hacer, en las cosas de la patria, todo lo que puede hacer, es traidor a la patria.

lunes, 29 de junio de 2020

Tres jóvenes santiagueros convertidos en símbolo de rebeldía




.Orlando Guevara Núñez




El 30 de junio de 1957, tres jóvenes santiagueros  ofrendaron su vida por la libertad de la patria. Habían salido a la calle para desenmascarar la patraña gubernamental de que Santiago de Cuba gozaba de paz y tranquilidad, cuando, en realidad, la represión de la tiranía era brutal, y el Movimiento Revolucionario 26 de Julio incrementaba sus acciones contra la tiranía.
He aquí una síntesis de la vida de esos tres jóvenes que desde ese día se convirtieron en símbolos, al morir combatiendo en plena ciudad de Santiago de Cuba.
Josué País García era el hermano menor de Frank. Nació en Santiago de Cuba, el 28 de diciembre de 1937. Al morir contaba con sólo 19 años de edad. De conocida procedencia humilde, sus inquietudes revolucionarias lo habían integrado a la lucha estudiantil en el Instituto santiaguero. Formó parte del Bloque Estudiantil Martiano. Sus aspiraciones de estudiar ingeniería en la Universidad, quedaron truncas ante los requerimientos de su actividad revolucionaria.
Junto a los jóvenes que se rebelaron contra el golpe militar que el 10 de marzo de 1952 llevó al sanguinario Batista al poder, estaba Josué. Se suma de lleno a la lucha revolucionaria junto a Frank, Pepito Tey y otros destacados revolucionarios. El asalto al Cuartel Moncada, incentiva en el joven su ideal libertario. Es perseguido y detenido varias veces por los esbirros lo que, lejos de amedrentarlo, lo enardece. Ingresa al Movimiento Revolucionario 26 de Julio y figura entre los combatientes del 30 de noviembre de 1956.
Su muerte conmovió en lo más profundo a su hermano Frank, quien refiriéndose al trágico acontecimiento le escribe a Fidel: “Aquí perdimos tres compañeros más, sorprendidos cuando iban a realizar un trabajo delicado y que prefirieron morir peleando antes de dejarse detener, entre ellos el más pequeño que me ha dejado un vacío en el pecho y un dolor muy mío en el alma”.
Floromiro Vistel  Somodevilla nació en Santiago de Cuba, el 18 de mayo de 1934. No había cumplido los 23 años de edad cuando ofrendó su vida a la libertad de la Patria.
No tuvo oportunidad de continuar estudiando después de alcanzar el sexto grado, pues la necesidad lo obligó a trabajar desde muy joven para contribuir al sustento de su humilde hogar. Laboró como chofer en una fábrica de galletas en su ciudad natal.
Se integró al Movimiento Revolucionario 26 de Julio y sus principales actividades las desarrolló  en un grupo de acción, junto a Josué País y Salvador Pascual.
Participó en el Levantamiento Armado del 30 de noviembre de 1956 en Santiago de Cuba y fue detenido el  2 de diciembre de ese año, permaneciendo en prisión hasta mayo de 1957, ocasión en que se reintegra a la lucha hasta su caída heroica pocos días después.
Salvador Pascual Salcedo tenía 23 años al caer en combate, el 30 de junio de 1957. Había nacido en Santiago de Cuba, el 8 de abril de 1934, en el seno de una humilde familia. Estudió Derecho Administrativo en la Universidad de La Habana, trabajando luego en las tiendas de ropas Luxor y La Francia, de la ciudad santiaguera.
Con sólo 18 años de edad, ya estaba vinculado a la lucha revolucionaria y bajo las órdenes de Pepito Tey cumplió diversas y riesgosas misiones clandestinas. Por estar cumpliendo una de ellas, en el antiguo central Río Cauto (hoy José Nemesio Figueredo, en la provincia de Granma) no participó en las acciones del 30 de noviembre de 1956, en Santiago de Cuba.
Al caer en combate su jefe, Pepito Tey, el joven revolucionario continúa cumpliendo misiones junto a Frank País, hasta su muerte heroica.

Solo la moralidad de los individuos conserva el esplendor de las naciones





.Orlando Guevara Núñez

Esta consideración  de  nuestro Héroe Nacional está  escrita en documentos suyos clasificados como Apuntes  y describe uno de sus viajes, al parecer a México, entre  1875 y 1878. Así se esclarece en sus Obras Completas
Después del mar, lo más admirable de la creación es un hombre. Esa afirmación la hace sobre  la travesía en la nave sueca  Celtic. Reflexiona sobre lo que dejó en su país. Apunta que dejó en La Habana las iras de los hombres y atravesó las majestuosas  iras de la mar.
Luego de dos años –según él mismo- plantea: ¡Oh!  La nación norteamericana morirá pronto, morirá como las avaricias, como las exuberancias, como las riquezas inmorales. Morirá espantosamente como ha vivido ciegamente. ¡Solo la moralidad de los individuos conserva el esplendor de las naciones!
Se está refiriendo, evidentemente, a los males morales de la sociedad de Estados Unidos. Y  emite el criterio de que los pueblos inmorales  tienen todavía una salvación; el arte, al cual define como la forma de lo divino, la revelación de lo extraordinario.
Expresa que “El ritmo de la poesía, el eco de la música, el éxtasis beatífico que produce en el ánimo la contemplación de un cuadro bello, la suave melancolía que se adueña del espíritu después de estos contactos sobrehumanos, son vestimentos místicos, y apacibles augurios de un tiempo que será todo claridad”.

Se lamenta  de que esta luz de siglos le ha sido negada al pueblo de América del Norte. Apunta que el tamaño es la única grandeza de esa tierra, de la cual dice que nunca mayor nube de ambiciones cayó sobre mayor extensión de tierra virgen.
Sobre  Estados Unidos reconoce que ha asombrado con el ejemplo en la actividad  aplicada a la tierra, la que debe salvar y equipararla al cielo, “cuando anime con igual empuje las naves veleras de las aguas, y las salvadoras realidades del espíritu”.
Emite el criterio de que América del Norte desconoce ese placer de artista que es una especie de aristocracia celestial,  afirmando a continuación: “Sólo las almas elevadas gustan toda la íntima belleza de ese mundo extramundano”.
Y la carencia de esas almas elevadas  fue la que constató Martí en la sociedad de Estados Unidos de esa época.