miércoles, 31 de mayo de 2017

El tabaquismo,¿crimen o suicidio?



El tabaquismo mata a cinco millones de personas cada año en el mundo. Ninguna ley, sin embargo, lo condena. Pero tampoco es impuesto y   su
consumo es voluntario. Vale entonces una interrogante: el holocausto
     humano provocado por esta droga ¿es crimen o suicidio?




. Orlando Guevara Núñez


Esa clasificación la dejo para los expertos … y para los prisioneros de ese vicio. También para todo el que desee reflexionar y opinar sobre este tema.  Me limitaré a la argumentación por la cual el tabaquismo –en el mundo- puede ser considerado un asesino. En las fuentes consultadas, algunos datos varían, pero no pierden su esencia letal. Y cada año crecen.
La cifra de muertes al año –así lo afirman fuentes de la Organización Mundial de la Salud- que ahora es de cinco millones, será de diez millones para el 2020. Para esa fecha, en  cinco años, el tabaquismo habrá matado a igual cantidad de personas  que las sucumbidas durante la Segunda Guerra Mundial. Y su letalidad superará la cifra de muertes por el VIH-Sida, accidentes de tránsito, homicidios y suicidios,  alcoholismo y drogas ilícitas, todos juntos. En el año 2009, el tabaquismo mató a más seres humanos que el VIH-Sida, la tuberculosis y el paludismo.
La tenebrosa cifra de 650 millones de personas –la mitad de los fumadores actuales- morirá por causa de esta dañina adicción.
Cada año mueren en el mundo 600 000 personas fumadoras pasivas, es decir, que no consumen tabaco directamente, pero son afectadas por el humo de los fumadores.
Cada cigarrillo consumido acorta siete minutos de vida del fumador. Pese a esto, se estima que cada día, en el mundo, unos 100 mil jóvenes y niños se convierten en fumadores.
El tabaquismo, cada año, es responsable del 12% de la mortalidad de adultos; del 26% de las cardiopatías isquémicas; del 33% de las muertes por cáncer; del 76% de las bronquitis crónicas y el enfisema. Y de entre el 80% y el 90% del cáncer del pulmón. Súmese a costa del tabaquismo, el 70%  de responsabilidad en el cáncer de laringe, 50% en el de boca y el de esófago y el 30% en los de vejiga y de páncreas.
La primera causa de muertes evitables a escala mundial,  es el tabaquismo.
El 60% de los fumadores mueren entre los 30 y 69 años de edad.
De las más de 4 000 sustancias tóxicas contenidas en la nicotina, unas 43 son causantes de cáncer.
Por esta y otras muchas razones, el tabaquismo podría ser conceptuado como un crimen. Hablar sobre este mal en el  mundo, de forma global, es bueno como  alerta sobre el peligro y las consecuencias del tabaquismo. Pero para los cubanos ese no es un peligro abstracto, ni lejano porque –crimen o suicidio-
también en Cuba el tabaquismo enferma y mata
En Cuba,  los servicios de  salud son gratis para todos. La asistencia social no deja desamparado a ningún cubano. Pero cabría preguntarse, ¿Cuánto pierde la economía por culpa del tabaquismo cada año? Porque una persona adicta a esta nociva práctica, cuando se enferma, es atendida con costosos procedimientos diagnósticos y terapéuticos, sin reparo alguno en los gastos necesarios. Y lo más doloroso es cuando la vida no puede salvarse.



El sistema de salud cubano, que tiene como base la atención primaria, con acceso al total de la población está prestando atención a la deshabituación al tabaquismo, pues, como adicción, en muchos casos los fumadores necesitan ayuda profesional, porque al prescindir de la nicotina sufren irritabilidad, ansiedad, inquietud, dificultades para concentrarse, depresión, insomnio y otras molestias.
Después de estas reflexiones, volvemos a la interrogante inicial sobre el tabaquismo: ¿Crimen o suicidio?  Mi opinión está avalada por los datos y ejemplos: Es crimen y es suicidio.








lunes, 29 de mayo de 2017

Dictamen de una niña sobre las consultas médicas del Che




.Orlando Guevara Núñez
“Mamá, este doctor a todas les dice lo mismo”. Así evaluó una niña los resultados de varias consultas médicas del Che, observadas con atención por ella.
Escenario: Montañas de la Sierra Maestra, en Cuba. Fecha: primera quincena de mayo de 1957, época en que el Che compartió su profesión de médico con la ocupación de guerrillero.
El Che reconocería luego la razón de la niña:  “Y era otra gran verdad; mis conocimientos no daban para mucho más, pero, además, todas tenían el mismo cuadro clínico y contaban la misma historia desgarradora sin saberlo”.
Eran los tiempos en que la miseria reinaba en los campos cubanos y más en las zonas montañosas donde  muchos campesinos se habían refugiado al ser desalojados de sus tierras por los latifundistas. Totalmente marginados, no conocían la asistencia médica y los niños nacían y a veces morían sin ni siquiera  ser anotados en el registro civil.
Aquel cuadro patético lo sintetizó con pocas palabras el Che, refiriéndose a su consulta: “ ¿Qué hubiera pasado si el médico, en ese momento, hubiera interpretado que el cansancio extraño que sufría la joven madre de varios hijos, cuando subía una lata de agua del arroyo hasta la casa, se debía, simplemente, a que era mucho trabajo para tan poca y tan baja calidad de comida?” Ese agotamiento es algo inexplicable- argumenta- porque toda su vida ha llevado las mismas latas de agua hasta el mismo destino y solo ahora se siente cansada.
Venía entonces un diagnóstico del Che, incomprensible para la niña y aún para sus pacientes:  “Es que las gentes de la Sierra brotan silvestres y sin cuidado y se desgastan rápidamente, en un trajín sin recompensa”. Por eso, él mismo diría sobre su consulta: Era monótona pues no tenía muchos medicamentos que ofrecer  y no presentaban una gran diferencia los casos clínicos de la Sierra; mujeres prematuramente avejentadas, sin dientes, niños de vientres enormes, parasitismo, raquitismo, avitaminosis en general, eran los signos de la Sierra Maestra”
Lo cierto es que aquellas consultas médicas del Che en la serranía cubana –según su propia confesión,  contribuyeron en mucho a su formación como revolucionario, a la unidad de la guerrilla con los campesinos. El lo dijo de esta manera:  “Allí en aquellos trabajos empezaba a hacerse carne en nosotros la conciencia de la necesidad  de un cambio definitivo en la vida del pueblo. La idea de la reforma agraria se hizo nítida y la comunión con el pueblo dejó de ser teoría para convertirse en parte definitiva de nuestro ser”.
Hoy, en las montañas de Cuba, como en todo el país, hay una cobertura total del médico y la enfermera de la familia. Y la pobreza y miseria de la etapa pre revolucionaria han desaparecido. Eso explica el por qué de un campesinado cubano que defiende con su propia vida la Revolución, para que el pasado de oprobio no tenga aquí de  nuevo presente, y mucho menos futuro.  Es el mejor homenaje al médico guerrillero que dio el mejor diagnóstico para curar los males de nuestros campos, y forjó su medicina.

viernes, 26 de mayo de 2017

El Che, entre la medicina y la guerra




.Orlando Guevara Núñez
Es conocido que el Che era médico. Y que vino en la expedición del Granma, con el grado de teniente, como Jefe de Sanidad. Pero pronto el rigor de la lucha le puso ante sí  una disyuntiva entre la medicina y la guerra.
A los tres días del desembarco, el  5 de diciembre de 1956, la tropa expedicionaria – integrada por  82 hombres- tuvo su primer encuentro con el ejército de la dictadura batistiana. Fue sorprendida, y su bautismo de fuego constituyó un revés que le costó tres muertos, algunos heridos, entre ellos el Che, y la dispersión en varios pequeños grupos.
En esas circunstancias, tuvo el combatiente argentino-cubano su primera necesidad de elegir entre la profesión y la guerra. En un relato suyo, así  plasmó para la historia aquel momento:
(…) La sorpresa había sido demasiado grande, las balas demasiado nutridas. Almeida volvió a hacerse cargo de su grupo, en ese momento un compañero dejó una caja de balas casi a mis pies, se lo indiqué y el hombre me contestó con cara que recuerdo perfectamente, por la angustia que reflejaba, algo así como “no es hora para cajas de balas” e inmediatamente siguió el camino del cañaveral (después murió asesinado por uno de los esbirros de Batista. Quizás esa fue la primera vez que tuve planteado prácticamente ante mí  el dilema de mi dedicación a la medicina o a mi deber de soldado revolucionario. Tenía a mi lado una mochila llena de medicamentos y una caja de balas, las dos eran mucho peso para transportarlas juntas; tomé la caja de balas, dejando la mochila para cruzar el claro que me separaba de las cañas”.
Ya en el desarrollo de la guerra, el Che despuntaba, por su valor e inteligencia, como jefe guerrillero. Pero el combate de El Uvero, el 28 de mayo de 1957, tuvo ante sí otra disyuntiva. Esta vez- así lo afirmó: “tuve que cambiar una vez más el fusil por mi uniforme de médico (…).
En esa ocasión, cuenta el Che que, al entregarle heridos al médico de la tropa de la tiranía, éste le dijo: “Mira, chico, hazte cargo de todo esto porque yo me acabo de recibir y tengo muy poca experiencia”.
Así fue el Che, medico y soldado. En Alegría de Pío, ante el peligro para su propia vida y la de sus compañeros, eligió las balas. En El Uvero, ante la presencia de heridos- compañeros y enemigos- eligió la medicina... sin dejar de ser soldado.

El Uvero: Atrevido y desafiante ataque guerrillero



          
.Orlando Guevara Núñez
Cuando el Comandante en Jefe Fidel Castro calificó al combate de El Uvero, desarrollado el 28 de mayo de 1957, como un atrevido y desafiante ataque, estaba definiendo, en toda su dimensión, el carácter de aquella acción rebelde donde, al decir del Che, la guerrilla revolucionaria alcanzó su mayoría de edad.
Luego de la primera victoria guerrillera en La Plata, el 17 de enero de 1957, seguida de otras acciones que reafirmaban la presencia de Fidel en la Sierra Maestra, vino una etapa de reorganización y adaptación de los combatientes a las duras condiciones de la guerra en las montañas.
A los expedicionarios del Granma y a los obreros y campesinos unidos a ellos, se había sumado –en el mes de marzo- el primer refuerzo de medio centenar de combatientes enviados a la Sierra Maestra por el héroe de la lucha clandestina, Frank País García. Se estudiaba los movimientos del ejército enemigo en el territorio, con el propósito de emboscarlo y causarle la mayor cantidad posible de bajas.
El ataque a El Uvero no formaba parte entonces de los objetivos rebeldes. Pero un acontecimiento determinó su inclusión en estos. El 24 de mayo desembarcó por la costa norte de Oriente un grupo de revolucionarios con el fin de llegar a la Sierra Cristal y desarrollar la lucha armada para derrocar al tirano Fulgencio Batista. La expedición, dirigida por Calixto Sánchez White, había salido de Miami, Estados Unidos.
Ese grupo no tenía relación alguna con el Movimiento Revolucionario 26 de Julio. Pero al conocer la noticia, Fidel planteó la necesidad de apoyarlo y fue ese gesto solidario, humano y altruista el que lo condujo a concebir el ataque al cuartel de El Uvero. El Comandante en Jefe sintió como suyos los angustiosos momentos que estarían atravesando los expedicionarios del Corynthia, como los habían sufrido meses atrás los del Granma.
El 27 de mayo, según testimonio del Che, Fidel reunió al Estado Mayor Rebelde y le anunció que en las próximas 48 horas tendrían combate. Las órdenes fueron muy concretas: tomar las postas y acribillar a balazos el cuartel.
En el amanecer del 28 de mayo, un disparo salido del fusil con mira telescópica del máximo jefe rebelde, inició el combate, en el cual lucharon con tesón las dos partes contendientes durante unas tres horas.
En su relato sobre este combate, en Pasajes de la guerra revolucionaria, el Che fija en 53 los defensores del cuartel de El Uvero y en unos 80 los de la guerrilla. Y un testimonio de la crudeza de la lucha, lo dan por sí solas las cifras de bajas de ambas partes. Los ocupantes del cuartel tuvieron 14 muertos, 19 heridos y 14 prisioneros. Sólo seis soldados lograron escapar.
Los atacantes tuvieron 15 bajas, entre ellos siete muertos. Más de la tercera parte de los contendientes quedaron fuera de combate.
Allí cayeron heroicamente el teniente Julio Díaz González, combatiente del Moncada y expedicionario del Granma, quien peleaba justo al lado de Fidel; el también teniente Emiliano Díaz Fontaine (Nano); y los combatientes Eligio Mendoza Díaz, Gustavo Moll Leyva, Francisco Soto Hernández, Anselmo Vega Verdecia y Emiliano R. Sillero Marrero.
Terminado el combate, se produjo un hecho que reveló la diferencia del sentido humanitario, ética militar y respeto a los vencidos por parte del ejército guerrillero y el opresor. El Che, único médico rebelde, atendió a los heridos de ambos bandos. Los prisioneros fueron respetados y se compartió con ellos los pocos alimentos disponibles. Mientras tanto, durante esa misma mañana, 16 expedicionarios del Corynthia hechos prisioneros eran brutalmente asesinados.
En El Uvero, dos combatientes revolucionarios heridos, por su gravedad, quedaron en poder del ejército batistiano, bajo palabra de honor del médico militar de que serian respetadas sus vidas. Ellos fueron Emiliano R. Sillero y Mario Leal. El primero murió poco después y el segundo sobrevivió y sufrió prisión hasta el triunfo revolucionario del primero de enero de 1959.
Heridos resultaron el entonces capitán y luego  Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, en el brazo y pierna izquierdos; los tenientes Félix Pena y Miguel Ángel Manals, además de los combatientes Mario Maceo, Manuel Acuña, Enrique Escalona, Hermes Leyva y el ya mencionado Mario Leal.
La trascendencia histórica y el valor derrochado por los combatientes revolucionarios aquel 28 de mayo de 1957, han sido definidos por sus principales protagonistas.
La importancia de esa acción, fue calificada por Fidel como “El primer combate de proporciones grandes librado contra aquellas fuerzas de la tiranía por los revolucionarios”. Nuestros hombres- precisó el máximo jefe del Ejército Rebelde- tomaron por asalto cada posición, avanzando sobre las balas y combatiendo largamente. Todo lo que se diga sobre la valentía con que lucharon, no acertaría a describir el heroísmo de nuestros combatientes. El capitán Almeida dirigió un avance casi suicida con su pelotón. Sin tanto derroche de valor, no habría sido posible la victoria”.
El entonces capitán y hoy General de Ejército Raúl Castro, afirmaría luego que “Almeida fue el alma del combate  y el Che comenzó a destacarse allí como guerrillero. El encuentro de El Uvero nos dio categoría de tropa experimentada”.
El propio Che dijo que “A partir de entonces se acrecentó la moral guerrillera, igual que la decisión  y esperanzas de triunfo”, añadiendo que los guerrilleros- luego de El Uvero- estaban en posesión del secreto de la victoria. Esa acción, aseveró, sellaba la suerte de los pequeños cuarteles situados lejos de las agrupaciones mayores del ejército de Batista.
En el combate fueron ocupadas varias armas, entre ellas 45 fusiles – 24 garand semiautomáticos y 20  marca springfield, además de un fusil ametralladora browning y unas 6 000 balas calibre 30.06, junto a otros pertrechos de guerra. Así lo atestigua el máximo jefe guerrillero, el compañero Fidel.
El Ejército Rebelde continuaba así desarrollando una tradición iniciada en La Plata y que sería una constante durante toda la guerra: su principal fuente de abastecimiento de armas sería el arrebato de estas al enemigo. Poco a poco, las viejas escopetas de cacería cedían su lugar, en las manos de los combatientes, a las armas mejor adecuadas para la lucha. “Cuando aprendimos a quitarles las armas al enemigo- diría Fidel- habíamos aprendido a hacer la Revolución, habíamos aprendido a hacer la guerra, habíamos aprendido a ser invencibles, habíamos aprendido a vencer”.
Seis décadas  nos separa ya de aquel atrevido y desafiante ataque rebelde. Los nombres de los revolucionarios  caídos en aquella acción, sin embargo, se agigantan en el tiempo, en la historia y en la memoria agradecida de sus compañeros de lucha y de las generaciones herederas de la obra cimentada con la vida que ellos ofrendaron.
En la localidad de El  Uvero, asentada en el actual municipio santiaguero de Guamà, abrazada por el Mar Caribe y las majestuosas montañas de la Sierra Maestra, afianzadas en el mismo escenario del combate del 28 de mayo de 1957, revivirá otra vez el eco de los disparos rebeldes que - más allá de sobre un cuartel enemigo y sus ocupantes- hicieron blanco en el corazón de un sistema social injusto, erradicado en Cuba y recordado sólo como parte de un pasado sin presente ni futuro en la patria de Martí y de Fidel.
En ocasión de cumplirse el aniversario 48 de la crucial victoria rebelde, los restos de cinco de los caídos en El Uvero fueron depositados definitivamente en el Mausoleo de los Mártires de la Revolución, en el cementerio Santa Ifigenia, cercano al recinto que atesora los de nuestro Héroe Nacional, José Martì.
Emiliano Díaz Fontaine, Gustavo Moll Leyva, Francisco Soto Hernández, Anselmo Vega Verdecia y Emiliano Rigoberto Sillero Marrero, descansan en este lugar, custodiados por su pueblo. En su natal Artemisa, están los restos de Julio Díaz González y allí recibirá él  también –al igual que aquí- el homenaje sentido de todos los cubanos. El cadáver del otro caído, Eligio Mendoza Díaz, no apareció nunca. Fue recogido por el ejército de Batista y trasladado junto a sus muertos hacia Santiago de Cuba, destino al cual no llegó, lo que hace presumir su lanzamiento al mar. Pero Eligio, el campesino que sirvió de práctico a la guerrilla y murió combatiendo en El Uvero, tiene también su tumba  en el corazón del pueblo.
Para todos ellos, en nuestro pueblo ganan fuerza de presencia las emotivas palabras de nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro, el 28 de mayo de 1965, cuando al rememorar aquellos momentos de dolor afirmó: “Nosotros desde aquel día los tenemos más en nuestro recuerdo y en nuestra memoria. Y viven en la obra de la Revolución, en cada escuela construida en la Sierra, en cada hospital, en cada camino, en cada obra revolucionaria”.
El arrojo, la moral, el sacrificio, la decisión, el triunfo y la sangre derramada hace 50 años en el combate de El Uvero, continúan guiando a nuestro pueblo en sus actuales retos y hacia sus presentes y futuras victorias.