jueves, 31 de octubre de 2013

La esencia criminal del bloqueo norteamericano contra Cuba



. Orlando Guevara Núñez

En su demencial odio hacia el pueblo de Cuba, los gobiernos de los Estados Unidos, desde 1959 hasta la fecha, han aplicado las más brutales medidas para pulverizar a la Revolución. Una de éstas es el bloqueo que dura ya más de medio siglo y –aunque el actual presidente estadounidense ha reconocido su fracaso- se mantiene e incrementa.
Este bloqueo no es, como sus ejecutores han querido presentarlo ante el mundo, una simple negación del gobierno de los Estados Unidos a negociar con Cuba. Ni es tampoco un embargo, pues Cuba no tiene deuda alguna por la que pueda ser embargada. Es en la práctica, un criminal acto de guerra.
El 17 de marzo de 1960, el Consejo Nacional de Seguridad norteamericano aprobó el Programa de Presiones Económicas contra el Régimen de Castro. En ese mismo momento quedó trazado el Programa de Acción Encubierta contra Castro. Las medidas militares, propagandísticas, el apoyo a la creación de una oposición interna, junto a las presiones económicas y los sabotajes, convergían en las criminales intenciones de destruir la Revolución a través de cualquier medio y a cualquier precio.
Un documento oficial norteamericano,  en abril del propio 1960, revela las sucias intenciones. “El único medio previsible para enajenar el apoyo interno es a través del desencanto y el desaliento basados en la insatisfacción y las dificultades económicas. Debe utilizarse prontamente cualquier medio concebible para debilitar la vida económica de Cuba. Una línea de acción que tuviera el mayor impacto es negarle dinero y suministros a Cuba para disminuir los salarios reales y monetarios a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.
Y no hubo medida pensada que quedara sin ejecutar. El 3 de julio de 1960 se redujo la cuota azucarera y en diciembre de igual año se eliminó totalmente para los tres primeros meses de 1961. La estrategia era clara, pues estaba ya concebida la invasión mercenaria de Playa Girón que, según sus cálculos, barrería a la Revolución. Después de eso, no haría falta bloqueo alguno. En su euforia, el 31 de marzo – 18 días antes de esa agresión- se hacía definitiva la supresión de la cuota azucarera.
El 29 de septiembre de 1960 el gobierno norteamericano suspendió las operaciones de la planta de níquel de Nicaro; el 30 de ese mismo mes “recomendó” a los ciudadanos norteamericanos abstenerse de viajar a Cuba, “recomendación” que llega hasta nuestros días. Comenzaron desde entonces las presiones para la eliminación de los créditos bancarios.
El 19 de octubre de 1960  se decretó la prohibición de venta, transferencia o contratación de cualquier barco norteamericano al gobierno de Cuba o a ciudadanos cubanos y se presionó al gobierno de Canadá para que se sumara al bloqueo anticubano.
Esa y otras medidas, acordadas una semana antes en reunión de los subsecretarios de Estado y de Comercio con el presidente, no escondieron sus intenciones más allá de aparentes operaciones comerciales. Las proyecciones del plan fueron interpretadas por ellos mismos: “Contribuirán al creciente descontento y malestar en la Isla, apoyarán a los grupos de oposición que ahora están activos en Cuba y otros lugares”. Esos “otros lugares” podrían haberse definido con solo una letra más: Estados Unidos.
El 2 de mayo de 1961, en reunión del Grupo de Trabajo del Buró de Inteligencia e Investigaciones del Departamento de Estado y la Oficina Nacional de Estimados de la CIA, analizó hechos estimados y proyecciones sobre la política anticubana.
Todo giró alrededor de cómo privar a Cuba del intercambio con el exterior, piezas de repuesto, materias primas y hasta de técnicos y personal de dirección, así como hacer disminuir los ingresos per cápita y los artículos de consumo, provocando el auge del mercado negro.
Se discutió, además, sobre una campaña de sabotajes “limitados” contra la industria y los servicios.
En el libro Bloqueo el asedio económico más prolongado de la historia, su autor, Andrés Zaldívar Diéguez, cita algunas de las medidas recomendadas por la CIA, en la  reunión del 2 de mayo de 1961, para dañar la economía cubana. “La CIA puntualizaba que en dichas acciones podían participar los agentes encubiertos de que disponían en las seis provincias cubanas entonces existentes, además de algunos que pueden ser infiltrados” y que podrían realizar actos de sabotajes.
“Actos individuales de sabotaje son posibles con relativamente pocos hombres y poca cantidad de medios”, planteaba la CIA, asegurando también que existía una capacidad para acciones marítimas que podía desembarcar y enterrar armas y realizar sabotajes sub acuáticos de embarcaciones y otras operaciones. La CIA –se agrega en el texto citado- disponía de una rama aérea (bombarderos B-26 y aeroplanos de transporte C-46 y C-54) que podía utilizarse en golpes contra “objetivos escogidos”, citando entre éstos refinerías, plantas eléctricas y plantas de neumáticos que si resultaban exitosos, podían hacer el efecto de “sabotajes extensivos”.
Fracasada la invasión mercenaria de Playa Girón, hecha trizas en menos de 72 horas por el mismo pueblo al que subestimaban y despreciaban, crecerían las agresiones económicas y en otros campos.
Sólo entre diciembre de 1961 y enero de 1963, como consecuencia del llamado Proyecto Cuba, aprobado por el gobierno de los Estados Unidos en el primer año mencionado, Cuba sufrió 5 780 acciones terroristas, entre éstas 716 sabotajes de envergadura en instalaciones industriales.
Incendio de cañaverales, bombardeo a centrales azucareros, ametrallamiento a industrias importantes, asesinato de obreros y población civil, se sucedían a diario.
El bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos contra Cuba, ha sido acompañado siempre por criminales actos de terrorismo que han costado al país no solo pérdidas materiales, sino también de vidas.
El pueblo cubano, no obstante, ha resistido. La esperada “desilusión” del pueblo, ha sido solo desilusión de sus enemigos. No ha existido actividad, en todas las esferas de la sociedad cubana, que ese bloqueo no se haya hecho sentir con fuerza. Haber resistido y triunfado frente al embate de once administraciones norteamericanas es una proeza del pueblo cubano. A esa proeza –para seguir creciendo-  no le han faltado ni faltarán nunca el heroísmo, la entrega ni la fidelidad de este pueblo heredero del pensamiento martiano de que los grandes derechos no se compran con lágrimas, sino con sangre, y  de la enseñanza  fidelista de  que nacimos en un país libre que nos legaron nuestros padres y primero se hundirá la Isla en el mar antes que consintamos en ser esclavos de nadie.
El actual gobierno de los Estados Unidos acaba de recibir otra aplastante derrota en la ONU, cuando solo su concubino Israel lo acompañó la votación para mantener el bloqueo contra Cuba. Pero lo que más le duele, eso lo sabemos bien, es la gallardía del pueblo cubano, dispuesto a seguir resistiendo y a seguir venciendo esas medida criminal, violatoria de nuestros derechos humanos y del derecho que asiste a todos los pueblos de escoger el destino que les convenga.

lunes, 21 de octubre de 2013

21 de octubre de 1960 Integración del Movimiento Juvenil cubano





. Orlando Guevara Núñez

La fecha del 21 de octubre marca un hecho trascendente en la historia de la juventud cubana. Ese día de 1960 se produjo la integración del movimiento juvenil de nuestro país en una sola organización: la Asociación de Jóvenes Rebeldes (AJR).
Se alcanzaba, con esa decisión unitaria, un objetivo de muchos años, fraguado en una lucha que no cesó nunca, pero que solo el triunfo de la Revolución hizo posible.
La AJR había sido anunciada  ya públicamente el 28 de enero de 1960. Surgió como una organización semi militar, adscripta al Departamento de Instrucción de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, cuyo jefe era el comandante Ernesto Che Guevara.
En su nacimiento, la AJR agrupó a jóvenes desmovilizados del Ejército Rebelde y a desempleados cuyas edades oscilaban entre los 13 y 18 años. Pronto se amplió, dando cabida a jóvenes sin distinción de sexo, posición social- e incluso ideología- con la único condicionante  de estar dispuestos a defender a la Revolución.
Así fueron creadas a todo lo largo del país las Brigadas Juveniles de Trabajo Revolucionario, primer nombre que tuvieron las organizaciones de base de la AJR. Esa decisión fue adoptada  respondiendo al llamado del Comandante en Jefe Fidel Castro.
Su principal contenido de trabajo era movilizar a los jóvenes para tareas revolucionarias. De aquí surgieron los legendarios Cinco Picos, llamados así porque subían cinco veces el Pico Turquino, en la Sierra Maestra, quienes desarrollaron, además, importantes tareas económicas. Desde sus inicios, las jóvenes se incorporaron a la organización y se destacaron en diversas y duras misiones.
La labor por la unidad fue un proceso continuo, en el cual desempeñó un papel importante la Juventud Socialista, la que, desde abril de 1960, había expresado su disposición de disolverse para contribuir  a la creación de una sola organización juvenil. También la Federación Estudiantil Universitaria hizo esta proposición de unidad.
Inspirados en el espíritu unitario de Fidel, se fue forjando esa integración juvenil. Hasta que la 1ra. Plenaria Nacional de la AJR, celebrada del 21 al 24 de octubre de 1960, se logró reunir en una sola organización nacional a las secciones juveniles del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, del Partido Socialista Popular y del Directorio Revolucionario 13 de Marzo, además de diversas organizaciones juveniles que apoyaban a la Revolución, entre éstas muchas estudiantiles. En el caso de la FEU, aunque fue parte de la integración, se decidió, por su carácter y funciones, que se mantuviera como organización independiente.
La AJR, entonces, dejó de ser una organización semi militar y se convirtió en masiva, es decir, en la organización política donde estaba representada toda la juventud cubana. Agrupaba a los jóvenes de entre 14 y 25 años. Como expresión de sus ideas y sus objetivos, surgió la consigna de Estudio, Trabajo y Fusil.
De esa 1ra. Plenaria, nació la decisión de apoyar a las Milicias Nacionales Revolucionarias, la Campaña de Alfabetización, las tareas del Gobierno Revolucionario y movilizar a los estudiantes frente a las actividades contrarrevolucionarias internas y externas. Otra decisión fue la de crear una organización infantil, mediante la creación de las Patrullas Juveniles, que en abril de 1961 dieron paso a la Unión de Pioneros Rebeldes y luego Unión de Pioneros de Cuba, nombre adoptado en el 1er. Congreso Nacional de la AJR, en abril de 1962.
Este Congreso fue histórico pues, como expresión de su desarrollo organizativo,  político ideológico y de sus proyecciones, la AJR adoptó el nombre de Unión de Jóvenes Comunistas. El Comandante en Jefe, en ese histórico encuentro, definiría el contenido de ese nombre y su principal misión:
¿Es acaso un extremismo bautizar la organización juvenil con el nombre de Unión de Jóvenes Comunistas? ¡No!  ¡No!  Porque precisamente la función de esa organización es formar jóvenes que tengan una actitud comunista ante la sociedad y ante la vida; de formar jóvenes que han de vivir en una sociedad nueva, en una sociedad distinta, en una sociedad diferente de la sociedad en que hemos vivido. La misión de esa organización es formar jóvenes capaces de construir esa sociedad y de vivir en esa sociedad”.
A partir de entonces, la organización de la juventud dejó de ser de masas  para convertirse en selectiva, sin perder su esencia de representar a toda la juventud cubana.
Hoy, el aniversario de fundación de la UJC y de los Pioneros lo celebramos cada 4 de abril. Pero cada 21 de octubre, debemos recordar la fecha de la integración juvenil cubana, un paso trascendente que fue decisivo y materializó la aspiración  unitaria de muchas generaciones. Sin esa unidad, lo demás habría sido más difícil

lunes, 7 de octubre de 2013

A 37 años de un horrendo crimen La injusticia sigue temblando



.Orlando Guevara Núñez
Aún permanece en mí el recuerdo de aquella noche del mes de octubre de 1976. Estaba en mi Unidad Militar de la Misión Internacionalista cubana en la República Popular de Angola. Nos convocaron para escuchar  una grabación de un discurso del Comandante en Jefe Fidel Castro. No sabíamos cuál era el tema.
A medida que Fidel hablaba, nos íbamos llenando de dolor y de ira. Hablaba sobre el sabotaje del 6 de octubre, que había hecho explotar, en pleno vuelo,  a una nave de Cubana de aviación, y que había costado la vida de 57 cubanos, 11 guyaneses y seis coreanos.
La denuncia de Fidel fue contundente. La Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA) estaba implicada directamente en el crimen repugnante. Contrarrevolucionarios cubanos y mercenarios de otros países se abrazaban en el abominable sabotaje.
Siete de las víctima cubanas eran menores de 20 años. Carlos M. Leyva González,19 años, atleta del Equipo Nacional de Esgrima; Virgen M. Felizola García, 17 años, atleta del Equipo Nacional de Florete; Alberto Dole Crespo, 18 años, atleta del Equipo Nacional de Sable; Cándido Muñoz Hernández, 20 años, atleta del Equipo Nacional de Esgrima; Enrique Figueredo del Valle, 19 años, atleta del Equipo Nacional de Esgrima;  Juan Duany González, 18 años, atleta del Equipo Nacional de Sable y José A. Fernández Garzón, 19 años, atleta del Equipo Nacional de Esgrima.
De las 11 víctimas de Guyana, seis tenían menos de 20 años y venían a Cuba a prepararse en la noble profesión de la medicina.

Un total de 21 de las víctimas  cubanas, no pasaba de los 30 años de edad. Moraima González Prieto, 21 años, aeromosa; Marlene González Arias, 23 años, aeromoza; Silvia Marta Pereira Jorge, 28 años, aeromoza; Miriam Remedios de la Peña, 24 años, aeromoza; Roberto G. Palacios Torres, 27 años, navegante, Cubana de Aviación; Eusebio Sánchez Domínguez, 25 años, sobrecargo internacional;  María Elena Rodríguez del Rey Bocalandro, 28 años,  aeromoza; Ricardo Cabreras Fuentes, 23 años, atleta Equipo Nacional de Sable; Leonardo Mackenzie Grant, 22 años, atleta Equipo Nacional de Florete.
Súmese a ellos a Ignacio Martínez Gandia, 25 años,  entrenador Equipo Nacional de Sable; Inés Luaces Sánchez, 21 años, atleta del Equipo Nacional de Florete; Milagros Peláez González, 21 años, atleta del Equipo Nacional de Esgrima; Nancy Uranga Romagosa, 22 años, atleta, Equipo Nacional de Esgrima. José A. Arencibia  Arredondo, 23 años, atleta, Equipo Nacional de Esgrima.                                                                                                                                                                                                                          Otros: Ramón Infante García, 27 años, atleta, Equipo Nacional de Espada; Julio Herrera Aldama, 25 años, atleta del Equipo Nacional de Esgrima; Santiago E. Hayes Pérez, 30 años,  entrenador Equipo Nacional de Florete; Nelson Fernández Machado, 22 años, atleta Equipo Nacional de Esgrima; Jesús Méndez Silva, 30 años, atleta del Equipo Nacional de Florete; Domingo Chacón Coello, 21 años,  combatiente del Ministerio del Interior; y Martí Suárez Sánchez, 30  años, supervisor de tráfico aéreo internacional.
Aquella triste noche, en Luanda, compartimos, a la distancia, el dolor y la indignación de nuestro pueblo. Muchas lágrimas surcaron el rostro de nuestros combatientes, lágrimas que no rodarían nunca frente al enemigo, e imaginariamente surcarían las aguas marinas, navegando para unirse a las de todo el pueblo cubano.
Los otros 29 hermanos, cuyas edades superaban los 30 años, víctimas de aquel acto terrorista,  nacido del odio imperial hacia el pueblo cubano, fueron:
Wilfredo Pérez Pérez, piloto; Ángel Tomás Rodríguez, Jefe de Preparación Técnica de Cubana de Aviación; Miguel Espinosa Cabrera, copiloto del DC-8 saboteado; Ernesto Machín Guzmán, mecánico de aviación; Ramón J. Fernández Lefebre, sobrecaro mayor de Cubana de Aviación; Magaly Grave de Peralta Ferrer,  aeromoza; Valentín Ladrón de Guevara, técnico de Cubana de Aviación; Armando Ramos Pagán, piloto;  Armando E. Armengol Alonso, piloto; Carlos T. Coquero Perdomo, Inspector de seguridad aeronáutica; José Pestana González, jefe de Departamento de Cubana de Aviación; Guillermo Valencia Valdés, sobrecargo internacional;  Lázaro Serrano Mérida, sobrecargo internacional; Lázaro Otero Madruga, inspector de ruta, Cubana de Aviación; Emilio Castillo Castillo, inspector de vuelo; Carlos Cremata Trujillo,  despachador de vuelos;  Tomás J. González Quintana, supervisor de control general; Jorge de la Nuez Suárez, secretario del Partido de la Flora Camaronera del Caribe; Luis A. Morales Viego, técnico Equipo Nacional de Esgrima.
También Jesús Gil Pérez, técnico Equipo Nacional de Esgrima; Orlando López Fuentes, entrenador Equipo Nacional de Espada; Demetrio Alfonso González, comisionado nacional de Tiro; Manuel Permuy Hernández, dirigente del Parido en el INDER; Manuel A. Rodríguez Font, funcionario de Cubana de Aviación; Julia Rosa Torres Alvarez , esposa del jefe de la Oficina  de Cubana de Aviación en Barbados; Jesús Rojo Quintana, funcionario de Cubana de Aviación; Argelio Reyes Aguilar, director de la Flota Camaronera del Caribe; Sonia Coto Rodríguez, trabajadora de la Flota Camaronera del Caribe y Alberto Mario Abreu Gil, jefe de abastecimiento de la Flota Camaronera del Caribe.
 Cuando el Comandante en Jefe  concluyó su discurso, nos retiramos hacia nuestros dormitorios. Los hicimos esta vez callados, sin los  acostumbrados bullicios y conversaciones  que solo terminaban cuando la disciplina del silencio los frenaba.
Pero en ese silencio profundo, se acrecentaba una decisión: ser más firmes en el cumplimiento de aquella gloriosa misión internacionalista. Continuar derrotando a los racistas, a los mercenarios, a los representantes del apartheid, a los peones del imperialismo norteamericana en esa parte del Africa austral. Esa era la menor respuesta al llamado de Fidel en esa memorable intervención:
 “Nuestros atletas sacrificados en la flor de su vida y de sus facultades serán campeones eternos en nuestros corazones; sus medallas de oro no yacerán en el fondo del océano, se levantan ya como soles sin manchas y como símbolos en el firmamento de Cuba; no alcanzarán el honor de la olimpiada, pero han ascendido para siempre al hermoso olimpo de los mártires de la patria!
¡Nuestros tripulantes, nuestros heroicos trabajadores del aire y todos nuestros abnegados compatriotas sacrificados cobardemente ese día, vivirán eternamente en el recuerdo, en el cariño y la admiración del pueblo! ¡Una patria cada vez más revolucionaria, más digna, más socialista y más internacionalista  será el grandioso monumento que nuestro pueblo erija a su memoria y a la de todos los que han caído o hayan de caer por la Revolución!
Hacia nuestros hermanos guyaneses y coreanos inmolados ese día, va también nuestro recuerdo más ferviente en estos instantes. Ellos nos recuerdan que los crímenes del imperialismo no tienen fronteras, que todos pertenecemos a la misma familia humana y que nuestra lucha es universal (Aplausos).
No podemos decir que el dolor se comparte. El dolor se multiplica. Millones de cubanos lloramos hoy junto a los seres queridos de las víctimas del abominable crimen. ¡Y cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla!
Pasados 37 años de aquel crimen, los terroristas implicados en su ejecución han vivido y viven con la bochornosa impunidad y el apoyo del gobierno de los Estados Unidos, totalmente libres en el país que se auto titula como campeón de la lucha contra el terrorismo y defensor de los derechos humanos. Mientras, por actuar contra ellos, permanecen prisioneros allí Gerardo, Ramón, Antonio y Fernando.
La injusticia, sin embargo, sigue temblando.

jueves, 3 de octubre de 2013

3 de octubre de 1965 El nombre de Comunista y el primer Comité Central



.Orlando Guevara Núñez

El 3 de octubre de 1965, marca un hito en la historia de la Revolución cubana y de su máximo organismo de dirección política. Ese día, fue presentado el primer Comité Central, al tiempo que el Partido adoptó su nuevo y actual nombre: Partido Comunista de Cuba.
Ese hecho fue la culminación de un proceso de unidad revolucionaria de nuestro pueblo y de las principales organizaciones que habían combatido y derrocado a la tiranía hasta alcanzar la victoria del 1ro. de enero de 1959. Estas eran el Movimiento Revolucionario 26 de Julio, el Directorio Revolucionario 13 de Marzo y el Partido Socialista Popular.
Luego de proclamarse el carácter socialista de la Revolución el 16 de abril de 1961, y producirse la victoria de Playa Girón el 19 de ese propio mes, se dio un paso importante hacia esa unidad, al acordar estas  organizaciones su disolución –en el mes de junio- para fundirse en una sola: las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI).
En marzo de 1962 fue informada al pueblo la composición de la Dirección Nacional de las ORI, encabezada por Fidel y Raúl. El día 26 de ese propio mes, en una intervención pública, al analizar el funcionamiento de esa organización, Fidel criticó los métodos sectarios por ésta utilizados. Comenzó entonces la construcción del Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba (PURSC)  bajo el principio de que fueran las masas quienes seleccionaran la cantera para los futuros militantes. El PURSC existió hasta la señalada fecha de octubre de 1965.
El primer Comité Central electo tuvo a Fidel como Primer Secretario y a Raúl como Segundo Segundo Secretario. De ese primer órgano, integrado por 100 miembros, diría su máximo dirigente:
“No hay episodio heroico en la historia de nuestra patria en los últimos años que no esté ahí representado; no hay sacrificio, no hay combate, no hay proeza —lo mismo militar que civil— heroica o creadora que no esté representada”.
En esa ocasión tuvo lugar otro hecho trascendente, cuando Fidel dio lectura a la carta de despedida del Che para marchar hacia otras tierras del mundo que reclamaban el concurso de sus modestos esfuerzos.
También se acordó la fusión de los periódicos Hoy y Revolución en uno solo: Granma, hoy Órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.