miércoles, 31 de marzo de 2021

El sacrificio oportuno es preferible a la aniquilación definitiva

 


Orlando Guevara Núñez

 


Cuando José Martí expresó este pensamiento estaba tratando un tema para él esencial: las intenciones de los Estados Unidos de anexarse a Cuba. Fue en una carta a su amigo y patriota Gonzalo de Quesada, firmada el 29 de octubre de 1889, en Nueva York.

Con visión de presente y de futuro, está alertando Martí a Quesada, quien había sido nombrado Secretario del delegado de Argentina a la Conferencia Internacional Americana, en Washington, iniciada  el 2 de octubre de ese mismo año, sobre los peligros que se vislumbraban.

Le habla sobre “el peligro en que está usted, de que, con el pretexto de amistad, se le acerquen personas interesadas que quieran valerse de la posición de confianza de que goza, cerca de una delegación importante a la que con la astucia se quisiera deslumbrar, o confundir, o convertir, o traer a la estimación de personas que llevan el veneno donde no se les ve. Lo han de querer usar, descaradamente unos, y otros sin que usted lo sienta”.

Lo alerta sobre la habilidad de los hombres decididos a intrigar y necesitados de servir, y le dice que es necesario ser hábil y honrado, contra los que son hábiles, y no honrados.

Le comenta que “hay marea alta en todas estas cosas de anexión”, y sobre una presunta visita a La Habana del Secretario de Estado del gobierno de Estados Unidos, a favor de la anexión, respecto a la que él mismo ha recibido comunicación. En ese contexto, Martí considera peligroso, o por lo menos inútil, el  mencionado Congreso Internacional.

Fue posición de Martí la inconveniencia de que el tema Cuba fuera llevado a ese evento, en el que la parte principal la tendrían los Estados Unidos. Sin embargo, dice que comprendió inevitable incluir allí esa agenda, buscando siempre el modo más útil, puntualizando que “para mí no lo es ninguno que no le garantice a cuba su absoluta independencia”.

Afirma que para que la Isla sea norteamericana no necesitamos hacer ningún esfuerzo, porque si no aprovechamos el poco tiempo que nos queda para impedir que lo sea, por su propia descomposición vendrá a serlo. Dijo que eso espera este país  y a eso debemos oponernos nosotros. Plantea su oposición a que Estados Unidos pretenda la libertad cubana de España, siendo una nación que por razones geográficas, de estrategia, hacienda y política nos necesita.

Se refiere a los propósitos confesos o tácitos de los Estados Unidos sobre Cuba y expone  tres  interrogantes: La indemnización, ¿quién la había de garantizar, sino la única nación americana que puede hacerla efectiva?  Una vez en Cuba los Estados Unidos, ¿quién los saca de ella?  Y ¿por qué ha de quedar Cuba en América, como según este precedente quedaría, a manera no del pueblo que es, propio y capaz, sino como una nacionalidad artificial, creada por razones estratégicas?

Las respuestas, el propio Martí las ofrece en su carta a Gonzalo: “Base más segura quiero para mi pueblo. Ese plan, en sus resultados, sería un modo directo de anexión. Y su simple presentación lo es. Es cuando afirma que el sacrificio oportuno es preferible a la aniquilación definitiva. Y argumenta que es posible la paz de Cuba independiente con los Estados Unidos, y la existencia de Cuba independiente, sin la pérdida, o una transformación que es como la pérdida de nuestra nacionalidad,

Nada piden los cubanos al mundo sino el conocimiento y respeto de sus sacrificios, y dan al universo su sangre

 

Orlando Guevara Núñez

 


Cuando José Martí escribió esta afirmación, estaba ya en la manigua cubana. Fue el 2 de mayo de 1895, en carta dirigida al director del periódico The New York Herald. La misiva aparece también con la firma del Generalísimo Máximo Gómez Báez.. Este órgano de prensa había ofrecido su espacio a la Revolución  para  la publicidad, lo cual calificó Martí como un gesto noble.

Y aprovecha la ocasión  para “ expresar de modo sumario al pueblo de los Estados Unidos y al mundo las razones, composiciones y fines de la Revolución que Cuba empezó desde principio de siglo, que se mantuvo en armas con reconocido heroísmo de 1868 a 1878, y se reanuda hoy por el esfuerzo ordenado de los hijos del país dentro y fuera de la Isla, para fundar, con el valor experto y carácter maduro del cubano, un pueblo independiente, digno y capaz del gobierno que abre la riqueza estancada de la Isla de Cuba, en la paz que solo puede asegurar el decoro satisfecho del hombre, al trabajo libre de sus habitantes y al paso franco del Universo”.

En el referido documento se  expone  la política cubana sobre la contienda iniciada el 24 de febrero en Baire, y las proyecciones de la República. Se mencionan las contradicciones  entre la España colonial y la Cuba colonizada.

Se dice que  “es lícito desear que Cuba emplee en su desarrollo, con ventaja patente de los pueblos que la rodean, los caudales que paga para mantener sobre sí el gobierno que la corrompe, y acoger en su tierra propia, con exclusión forzosa de sus hijos, al español necesitado que huye a barcadas de su pueblo miserable para desalojar al cubano en Cuba de su mesa de artesano y de la propiedad de su suelo”.

Se explica que la Revolución se había venido preparando de forma ordenada, con el Partido Revolucionario Cubano al frente, con bases republicanas, para llegado el momento de la insurrección. Y se afirma que las armas no serán envainadas hasta el triunfo de la República.

En relación con los cubanos, dice la carta: “Plenamente conocedor de sus obligaciones con América y con el mundo, el pueblo de Cuba sangra hoy a la bala española, por la empresa de abrir a los tres continentes en una tierra de hombres, la república independiente que ha de ofrecer casa amiga y comercio libre al género humano” La política, posición ante el mundo, en la firma de Martí y Gómez, queda plasmada  en una magistral síntesis:

“A los pueblos de la América española no pedimos aquí ayuda, porque firmará su deshonra  aquel que nos la niegue. Al pueblo de los Estados Unidos mostramos en silencio, para que haga lo que deba, estas legiones de hombres que pelean por lo que pelearon ellos ayer, y marchan sin ayuda a la conquista de la libertad que ha de abrir a los Estados Unidos la Isla que hoy le cierra el interés español. Y al mundo peguntamos, seguros de la respuesta, si el sacrificio de un pueblo generoso, que se inmola por abrirse a él, hallará indiferente o impía a la humanidad por quién se hace”. Es curioso que en su última carta a Manuel Mercado, el 18 de mayo de 1895, Martí haga  referencia a un encuentro, en la manigua, con un corresponsal, del Herald, nombrado Eugenio Bryson.

martes, 30 de marzo de 2021

Los cubanos hemos peleado como gigantes

 


. Orlando Guevara Núñez

 

“Los cubanos hemos peleado como hombres y algunas veces como gigantes para ser libres”. Esa afirmación, hecha por nuestro Héroe Nacional, José Martí, en l889, ha sido confirmada en todas las etapas de lucha del pueblo cubano por su libertad e independencia.

En esa ocasión, José Martí respondía a una ofensiva publicación de un periódico estadounidense sobre Cuba, donde se decía que  “La única esperanza que pudiéramos tener de habilitar a Cuba para la dignidad de Estado, sería americanizarla por completo, cubriéndola con gente de nuestra propia raza”.

Los gobiernos de los Estados Unidos, desde fechas bien lejanas al triunfo revolucionario del 1ro. de enero de 1959, han ideado los métodos más engañosos y  brutales para materializar el sueño de apoderarse de Cuba. Primero, tratando de arrebatársela a España como posesión colonial y anexarla a su territorio; después, para derrocar a la Revolución y regresar el sistema capitalista a Cuba, subordinándola de nuevo a sus dictámenes.

Como se conoce, en abril de 1898 fue aprobada en Estados Unidos la nombrada Resolución Conjunta, que declaraba la guerra a España, no para ayudar a los rebeldes cubanos, sino para apropiarse de Cuba.

Si alguien dudara de las entrañas criminales de los gobernantes norteamericanos en ese entonces, bastaría  leer el contenido de las instrucciones dadas a las tropas por el Secretario de Guerra, J.C. Breckenridge en tal ocasión:

“Habrá que destruir todo cuanto alcancen nuestros cañones, con el hierro y con el fuego; habrá que extremar el bloqueo para que el hambre y la peste, su constante compañera, diezmen su población pacífica, y mermen su ejército; y el ejército aliado habrá de emplearse constantemente en exploraciones y vanguardias, para que sufran indeclinablemente el peso de la guerra entre dos fuegos, y a ella se encomendarían precisamente todas las empresas más peligrosas y desesperadas (…) Resumiendo, nuestra política se concreta en apoyar siempre al más débil contra el más fuerte, hasta la completa exterminación de ambos, para lograr anexarnos la Perla de las Antillas”.

Aquella brutal intervención frustró los ideales independentistas de los cubanos que durante 30 años habían luchado como gigantes y habían quebrantado el poder colonial español, luchando en las más difíciles condiciones y ofrendando  la sangre y la vida de miles de sus hijos.

Al terminar aquella contienda, vinieron el desarme de la población y desarme y desactivación del Ejército Libertador Cubano, la disolución del Partido Revolucionario Cubano y de la Asamblea de Representantes, y la imposición de la Enmienda Platt, mediante la cual Cuba quedaba atada a los designios de los Estados Unidos.

Hubo que esperar exactamente 60 años para eliminar ese oprobio. Porque si el 1ro. de enero de 1899 Cuba quedó a merced de un gobierno interventor norteamericano, el 1ro. de enero de 1959, con el triunfo de la Revolución cubana, se ganó para siempre la independencia y la libertad por las cuales no habían dejado de luchar nunca los cubanos, desde Céspedes hasta Fidel.

Había transcurrido otra etapa gloriosa de lucha: El Moncada, el Granma, la Sierra Maestra, la lucha clandestina, con un saldo de más de 20 mil muertos, donde los cubanos habían combatido otra vez como gigantes.

Y cuando llegó el momento de la victoria, de nuevo los gobiernos de los Estados Unidos utilizaron contra Cuba los métodos más brutales para destruir a la Revolución.

Un documento ya desclasificado desde 1991 por el gobierno norteamericano, reflejó la naturaleza criminal de la administración yanqui en relación con el pueblo cubano: “El único medio previsible para enajenar el apoyo interno es a través del desencanto y el desaliento, basados en la insatisfacción y las dificultades económicas (…)  Debe utilizarse prontamente cualquier medio concebible para debilitar la vida económica de Cuba (…) Una línea de acción que tuviera el mayor impacto es negarle dinero y suministro a Cuba, para disminuir los salarios reales y monetarios a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.

Y si dura y heroica había sido la lucha por la libertad, duro y heroico sería el camino recorrido por el pueblo para mantenerla.

Creación de bandas contrarrevolucionarias, sabotajes y asesinatos; infiltraciones de grupos por nuestras costas; la invasión mercenaria de Playa Girón, la Crisis de Octubre, cuando los cubanos estuvimos al borde de un holocausto nuclear y conservamos la vida porque fuimos capaces de arriesgarla en defensa de nuestra soberanía.

Nuestro pueblo enfrentó y aún enfrenta, el bloqueo más largo que guarda en sus anales la historia de la humanidad. Cuba, en aquel momento, quedó sin tener a quien comprarle ni a quien venderle, hecho que se repitió 30 años después al desaparecer el Campo Socialista y la Unión Soviética. Sólo un gobierno del pueblo y un pueblo de gigantes podrían resistir ese acoso y vencerlo, a costa de grandes sacrificios.

El enfrentamiento a la potencia más fuerte, agresiva y criminal del mundo, ha sido una de las victorias más trascendentes del pueblo cubano. Proclamamos el socialismo y hemos sido capaces de mantenerlo y fortalecerlo, pese a todos los esfuerzos imperiales por eliminar nuestra obra.

 

La larga lista de monstruosidades de los gobiernos norteamericanos contra el pueblo de Cuba, incluye proyectos asesinos, como los de volar un avión en pleno vuelo, con estudiantes u otros grupos – desde Estados Unidos hacia un país latinoamericano- con el objetivo de  atribuir a Cuba el sabotaje. Volar un barco, con igual propósito. Destruir embarcaciones con emigrantes cubanos hacia ese país, para hacer creer a la opinión pública que había sido un acto vandálico del gobierno cubano. Incluso, demostrando su desprecio a los propios emigrantes, se propusieron  hacer atentados, en su territorio, a esas personas para lanzar campañas difamatorias contra el gobierno revolucionario.

No menos criminal ha sido la introducción de enfermedades como el dengue hemorrágico y  de plagas contra cultivos  de importancia como el café, el tabaco, la caña, cultivos de viandas y vegetales, así como también la fiebre porcina.

Cuba, sin embargo, ha resistido todos los embates de esa sucia guerra. Y continúa  resistiendo las agresiones, las amenazas y las campañas difamatorias de un gobierno que no ha renunciado a destruirnos por cualquier vía, por criminal que sea.

En esta lucha los cubanos, tal como lo afirmara José Martí sobre los mambises, hemos luchado como hombres y algunas veces como gigantes. Y hemos hecho, como lo señalara el General de Ejército Raúl Castro, la gran proeza de haber mantenido la Revolución por más de medio siglo.

Ese ha sido y sigue siendo el precio de no dejar de ser lo que somos y queremos ser: un pueblo patriota, revolucionario, socialista, internacionalista, fidelista y antiimperialista.

 

Alzar la frente es mucho más hermoso que bajarla


 

.Orlando Guevara Núñez

 


A continuación de esta idea, escribió otra nuestro Apóstol: “golpear la vida es más hermoso que abatirse y tenderse en tierra por sus golpes”. Está hablando sobre una persona nombrada Manuel Acuña, poeta mexicano, de quien dice: ¡Lo hubiera querido yo tanto, si hubiese él vivido! Y continúa: “Yo le habría explicado qué diferencia hay entre las miserias imbéciles y las tristezas grandiosas; entre el desafío y el acobardamiento; entre la energía celeste y la decrepitud juvenil”.     El escrito está fechado en diciembre  6 de 1876 y publicado en periódico azteca El Federalista.

En tono de reproche, escribe sobre el poeta: “Los que se han hecho para asombrar al mundo, no deben equivocarse para juzgarlo; los grandes tienen el

deber  de adivinar la grandeza”. Y agrega: ¡Paz y perdón a aquel grande que faltó tan temprano a su deber!

Alega que el peso se ha hecho para llevarlo, el sacrificio para merecerlo y el derecho de verter luz no se adquiere sino consumiéndose en el fuego. Dice que el referido poeta estaba descontento de su obra y despechado contra sí.

Asevera Martí que Manuel Acuña estaba enfermo de dos tristes cosas: de pensamiento  y de vida, Lo calificó como un temperamento ambicioso e inactivo, deseador y perezoso, grande y débil. “Era un alma aristocrática, que se mecía apoyada en una atmósfera vulgar”

Por la descripción martiana, se deduce que este hombre murió por voluntad propia, pues apunta: “Disgustado de cuanto veía, no vio que se podían tender las miradas más allá”. Y se refiere a su" resolución solemne y criminal, olvidando que una cobardía no es un derecho". En otra parte señala “una forzada sepultura, equivocando la vía de la muerte, porque por la tierra no se va al cielo” (…)