sábado, 31 de julio de 2021

José Martí, contra el anexionismo yanqui

 

. Orlando Guevara Núñez

 


 

En esta nueva carta a su amigo Gonzalo de Quesada,  firmada el 14 de diciembre de 1889, vuelve José Martí sobre el tema de la Conferencia Internacional Americana. Se refiere  a los resultados para algunos de los países latinoamericanos. Y emite criterios.

Y reafirma su alerta sobre las aspiraciones anexionistas de Estados contra Cuba.

“Sobre nuestra tierra, Gonzalo,  hay otro plan más tenebroso que lo que hasta ahora conocemos y es el inicuo de forzar a la Isla, de precipitarla, a la guerra, para tener pretexto de intervenir en ella, y con el crédito de mediador y de garantizador, quedarse con ella. Cosa más cobarde no hay en los anales de los pueblos libres. Ni maldad más fría”.

Y continúa esa reflexión: ¿Morir para dar pie en qué levantarse a estas gentes que nos empujan a la muerte por su beneficio? Valen más nuestras v idas, y es necesario que la Isla sepa a tiempo esto. ¡Y hay cubanos, cubanos, que sirven, con alardes disimulados de patriotismo, estos intereses!”.

Expresa  que vigilar es lo que nos toca, e ir averiguando quien está dispuesto a tener piedad de nosotros. Se está refiriendo, en este caso, a los pueblos de nuestra América, liberados ya del colonialismo español, pero bajo la mira de los Estados  Unidos.

Consciente de los peligros, advierte a Gonzalo sobre la necesidad de actuar de forma inteligente. Así, en otra misiva, en abril de 1890, le expresa: “Es la hora de empezar a obrar, y en Washington, sin que se sienta, ni se vea, ni se ponga en riesgo el trabajo por el anuncio incauto o el entusiasmo indiscreto, está ahora el campo de batalla”.

La historia corroboró los peligros alertados por el Héroe Nacional cubano.

 

Los partidos no se conservan en el gobierno si no tienen las manos limpias de interés, y la raíz en la verdad


.Orlando Guevara Núñez

 


Corría el último mes de 1886 cuando José Martí escribió un artículo, publicado por el diario argentino La Nación,  el 26 de enero del año  siguiente, en el cual analizaba la política de los dos partidos que en Estados Unidos se turnaban el poder: el Demócrata y el Republicano. En ese momento, los primeros tenían el gobierno. 

Y desentraña la esencia de ambos partidos, cuando afirma: “Hoy, sobre todo, no podría ninguno de los dos partidos rivales definir su política en un programa fijo: porque la verdad es que cada uno de ellos está fraccionado en bandos enemigos, juntos solo por la necesidad de apoyarse mutuamente para mantener  o asaltar el poder”

Y sobre cada uno, señala Martí sus ambiciones, su deshonestidad, su indiferencia ante los problemas de la nación. Sobre el Demócrata, en ese momento en el poder, explica cómo ha incumplido todo cuanto prometió para escalar el mando. Y define a ambos en un solo concepto: “Destruir sí pueden; pero no construir”.  Y comenta el desencanto de la opinión pública,  la semejanza de espíritu y hábito entre los políticos de oficio, sean republicanos o demócratas.

Afirma Martí que la política en Estados Unidos está distribuida entre dos partidos gastados, descompuestos en bandos sostenidos por celos personales y diferencia de ideas. Menciona a un partido naciente: Partido del Trabajo Unido, con el respaldo de los gremios de trabajadores, practicante de la democracia y de la paz.

Demócratas y republicanos se disputan el poder, lo alcanzan, incumplen lo prometido, se  turnan el gobierno. Es por eso la afirmación inicial de Martí: Los partidos no se conservan en el gobierno si no tienen las manos limpias de interés, y la raíz en la verdad

 

Al patriotismo abandonado, le sale moho. Y en tiempos de pelear, no vale el moho

 


 Orlando Guevara Núñez

 


Los Clubs, tituló Martí el artículo, publicado en Patria el 16 de junio de 1892,

donde expresa este criterio.   Es interesante una apreciación martiana al hablar sobre la labor del Club al que se refiere. Habla sobre las Conferencias Políticas y las Conversaciones Políticas. Y define que las primeras son monólogos, y “estamos en tiempos de diálogo”.

 Habla sobre  un diálogo amplio para debate de las ideas esenciales, esclarecer dudas, entender a una institución política y conocer el alcance de un programa social, con el propósito  de “encender el patriotismo en la razón y de salvar la tierra de los errores del entusiasmo ciego, del interés frío, de las sectas egoístas, de los peligros de la ignorancia”.

Atribuye  una importancia al hombre, y por eso afirma que “si se desgrana un pueblo, cada grano ha de ser un hombre”.  Puntualiza que  “La patria tiene hoy una gran necesidad, y es desertor el que no acuda hoy mismo a ella”.

Los dolores ignorados, suelen ser siempre los más terribles dolores


..Orlando Guevara Núñez


 

Quienes hayan leído  El presidio político en Cuba, de José Martí, conocerán, sin dudas, lo que en este caso se denuncia. Con el solo título de Castillo, fue publicado un artículo en el periódico de Cádiz, La Soberanía Nacional, el 24 de marzo de 1871. Aunque se omite el nombre del autor, se conoce la autoría martiana, quien en enero de ese año había salido, desterrado, para la metrópolis colonial. 

Nicolás Castillo era un anciano, compañero de prisión con Martí en las Canteras de San Lázaro. Y en él se ensañaron los más bárbaros atropellos de que fue capaz el gobierno español contra el pueblo cubano en esos tiempos.

Nuestro Apóstol lo define así:”Los hombres de corazón escriben en la primera línea de la historia del sufrimiento humano, ¡Jesús!  Los hijos de Cuba deben escribir  en la primera página de su historia de dolores, ¡Castillo! Todas las grandes historias tienen su Nazareno, y Nicolás del Castillo es nuestro Nazareno infortunado” Y sobre ese dolor escribió, para que no fuera ignorado.

Martí no concebía que en el género humano pudiese existir esa barbarie, pero la presenció allí, también bajo el dolor del grillete. Y cuando quiso saber la razón por la cual aquel hombre de 75 años de edad recibía aquel brutal castigo, sus compañeros de prisión le hicieron la dantesca descripción:

“Estábamos una tarde en la cantera a donde irá usted mañana. El anciano Castillo picaba piedras: uno de los vigilantes habló con el brigada, éste hizo levantar al anciano, mandándolo cargar cajones: desde el punto donde estaba la piedra al  en que debía amontonarse, se hallaban dos cabos de vara y el brigada. Cada vez que el viejo Nicolás pasaba por delante de cada uno de ellos, recibía un palo: al retorno, se verificaba lo mismo. A la hora, el cajón rodó de la cabeza; los brazos se abrieron; el anciano cayó desmayado entre el polvo de las piedras”

Y cuando la visita médica vio a Nicolás, adolorido, con llagas putrefactas en las espaldas, sin poder sostenerse en pie, el deshumanismo y la bestialidad  tuvieron otro castigo: ventosas en lugar de otras curas necesarias. Y un dictamen: que eso se curaba con “baños de cantera”.

Busque el lector este artículo de Martí cuando aún le faltaban días para cumplir 18 años de edad. Y busque y lea El presidio político en Cuba. En  ambos casos, se tendrá una explicación sobre cómo se forjó su espíritu de rebeldía y de independencia.

Él mismo lo diría, con otras palabras, en el citado artículo:”En cada una de las flores de mi alma, dejó una negra lágrima el dolor; pero estoy tranquilo, estoy contento, estoy hasta ufano con mis dolores. Si sufrir es morir para la alegría, en cambio es nacer para la vida del bien... Gracias para los que me han hecho sufrir tanto. Gracias para los que arrancaron de mi frente la corona de la inocencia, colgando de mis hombros la túnica del firme, del enérgico, del fuerte varón”

 

Hay dos clases de triunfo: el uno aparente, brillante y temporal; el otro, esencial, invisible y perdurable


 .Orlando Guevara Núñez

 


En un extenso análisis sobre la victoria del Partido Demócrata contra el Republicano, en  1885, escribió Martí este aforismo. El trabajo, publicado el 9 de mayo de ese año en el diario argentino La Nación, desentraña la esencia de las elecciones en ese país. 

“Es recia, y nauseabunda, una campaña presidencial en los Estados Unidos. Desde mayo, antes de que cada partido elija sus candidatos, la contienda empieza. Los políticos de oficio, puestos a echar los sucesos por donde más les aprovechen, no buscan para candidatos a la Presidencia aquel hombre ilustre cuya virtud sea de premiar, o de cuyos talentos pueda haber bien el país, sino el que por maña o fortuna o condiciones especiales pueda, aunque esté maculado, asegurar más votos al partido, y más influjo en la administración a los que contribuyen a nombrarlo y  sacarle victorioso”

Otro párrafo del escrito martiano expone la descomposición moral del sistema electoral en los Estados Unidos.

“Una vez nombrados en las Convenciones los candidatos, el cieno sube hasta los arzones de las sillas. Las barbas blancas de los diarios olvidan el pudor de la vejez. Se vuelcan cubas de lodo  sobre las cabezas. Se miente y exagera a sabiendas. Se dan tajos en el vientre y por la espalda. Se creen legítimas todas las infamias. Todo golpe es bueno, con tal que aturda al enemigo. El que inventa una villanía eficaz, se pavonea orgulloso. Se juzgan emancipados, aún los hombres eminentes, de los deberes más triviales del honor. (…) Es un hábito brutal que curará el tiempo. En vano se leen con ansias en esos meses los periódicos de opiniones más opuestas. Un observador de buena fe no sabe cómo analizar una batalla en que todos creen lícito campear de mala fe. De plano niega un diario lo que de plano afirma  el otro. De propósito cercena cada uno cuanto honre al candidato adversario. Desconocen, en esos días, el placer de honrar.

Por eso se refiere Martí a los distintos tipos de triunfo, porque no es solo ganar el gobierno, sino lo que viene después y el destino del país y de los humildes.

Situándose en la realidad de los Estados Unidos, plantea que “Para el poder, sobre todo, es mal camino la virtud”, pues los hombres no siguen sino a quien los sirve, ni dan ayuda, a no ser constreñidos, sino en cambio de la que reciben. Afirma que todo hombre es la semilla de un déspota, pues cuando le cae un átomo de poder en la mano, le parece que tiene al lado el águila de Júpiter.

En el mismo espacio, encontramos otro  pensamiento de Martí, digno de conocerse: “Los hombres, que apedrean la virtud, saben que necesitan de ella para salvarse” y otro más: Y los pueblos, así como los hijos, aman más a sus padres después de muertos”

Como colofón dice Martí que así cayó el Partido Republicano del poder y así sube y queda en él, el elemento joven del partido demócrata. Y concluye: ¡No tiene la virtud más enconados enemigos que los que la ven de cerca!