sábado, 29 de junio de 2019

Los tres héroes del 30 de junio de 1957




.Orlando Guevara Núñez
Josué, Floro y Salvador. Tres jóvenes santiagueros. Tres revolucionarios. Tres combatientes. Tres mártires de la Revolución, caídos el 30 de junio de 1957 en Santiago de Cuba, luchando contra la tiranía batistiana. Su corta edad bastó para escalar la condición de héroes de la patria.
¿Quiénes eran? ¿De dónde procedían?
Josué País García era el hermano menor de Frank. Nació en Santiago de Cuba, el 28 de diciembre de 1937. Al morir contaba con sólo 19 años de edad. De conocida procedencia humilde, sus inquietudes revolucionarias lo habían integrado a la lucha estudiantil en el Instituto santiaguero. Formó parte del Bloque Estudiantil Martiano. Sus aspiraciones de estudiar ingeniería en la Universidad, quedaron truncas ante los requerimientos de su actividad revolucionaria.
Junto a los jóvenes que se rebelaron contra el golpe militar que el 10 de marzo de 1952 llevó al sanguinario Batista al poder, estaba Josué. Se suma de lleno a la lucha revolucionaria junto a Frank, Pepito Tey y otros destacados revolucionarios. El asalto al Cuartel Moncada, incentiva en el joven su ideal libertario. Es perseguido y detenido varias veces por los esbirros lo que, lejos de amedrentarlo, lo enardece. Ingresa al Movimiento Revolucionario 26 de Julio y figura entre los combatientes del 30 de noviembre de 1956.
Su muerte conmovió en lo más profundo a su hermano Frank, quien refiriéndose al trágico acontecimiento le escribe a Fidel: “Aquí perdimos tres compañeros más, sorprendidos cuando iban a realizar un trabajo delicado y que prefirieron morir peleando antes de dejarse detener, entre ellos el más pequeño que me ha dejado un vacío en el pecho y un dolor muy mío en el alma”.
Floromiro Bistel  Somodevilla nació en Santiago de Cuba, el 18 de mayo de 1934. No había cumplido los 23 años de edad cuando ofrendó su vida a la libertad de la Patria.
No tuvo oportunidad de continuar estudiando después de alcanzar el sexto grado, pues la necesidad lo obligó a trabajar desde muy joven para contribuir al sustento de su humilde hogar. Laboró como chofer en una fábrica de galletas en su ciudad natal.
Se integró al Movimiento Revolucionario 26 de Julio y sus principales actividades las desarrolló  en un grupo de acción, junto a Josué País y Salvador Pascual.
Participó en el Levantamiento Armado del 30 de noviembre de 1956 en Santiago de Cuba y fue detenido el  2 de diciembre de ese año, permaneciendo en prisión hasta mayo de 1957, ocasión en que se reintegra a la lucha hasta su caída heroica pocos días después.
Salvador Pascual Salcedo tenía 23 años al caer en combate, el 30 de junio de 1957. Había nacido en Santiago de Cuba, el 8 de abril de 1934, en el seno de una humilde familia. Estudió Derecho Administrativo en la Universidad de La Habana, trabajando luego en las tiendas de ropas Luxor y La Francia, de la ciudad santiaguera.
Con sólo 18 años de edad, ya estaba vinculado a la lucha revolucionaria y bajo las órdenes de Pepito Tey cumplió diversas y riesgosas misiones clandestinas. Por estar cumpliendo una de ellas, en el antiguo central Río Cauto (hoy José Nemesio Figueredo, en la provincia de Granma) no participó en las acciones del 30 de noviembre de 1956, en Santiago de Cuba.
Al caer en combate su jefe, Pepito Tey, el joven revolucionario continúa cumpliendo misiones junto a Frank País, hasta su muerte heroica.
La muerte de los tres revolucionarios santiagueros, causó una profunda impresión entre  el pueblo de Santiago de Cuba y de los combatientes guerrilleros de la Sierra Maestra. Así, el 21 de julio de 1957, el Ejército Rebelde escribe a Frank País una carta de condolencia, la cual no llegó a las manos del jefe clandestino, por su también heroica muerte el día 30 de ese mismo mes.
En esa emotiva carta, un párrafo lo leemos hoy con impresionante fuerza de presencia.  “Si el destino nos lo permite, juntos iremos un día a su tumba para decirle a él y a toda esa legión de Niños Héroes, que hemos cumplido con la primera parte de esta lucha y que con la misma entereza y espíritu de sacrificio nos disponemos a culminar la obra de nuestra generación, teniéndolos a ellos como fiscales supremos de nuestros actos futuros”
Y para ti, hermano querido, - expresa la propia misiva- nada tenemos que añadirte, porque también es nuestro el dolor del joven águila caído.
Hoy el compromiso de culminar la obra de Josué, de Floro y de Salvador, la asume un pueblo entero que los continuará considerando, eternamente, fiscales supremos de nuestros actos presentes y futuros. Y el  joven águila caído continúa elevando su vuelo para, junto a los Niños Héroes inmolados aquel 30 de junio y en otras fechas, continuar su ascenso hacia el sitial más alto de la Patria

martes, 25 de junio de 2019

Estados Unidos contra Cuba: la manía de fabricar “héroes”




. Orlando Guevara Núñez

En su lucha contra Cuba, los gobiernos de los Estados Unidos no han escatimado esfuerzos en tratar de formar “héroes” que, desde adentro, contribuyan a socavar la fortaleza de la Revolución y sirvan de base a sus aspiraciones de regresarnos al pasado capitalista. Los intentos  vienen desde antes del triunfo del  1ro. de enero de 1959.
En los días finales de la guerra contra la tiranía de Fulgencio Batista, a la cual habían apoyado con armas y asesores militares. El gobierno norteamericano hizo todo los posible con el fin de que Fidel Castro no llegara al poder. Y uno de los métodos fue, cuando ya sabían perdida su “causa”, aconsejar al tirano el abandono del país, pero dejando una junta que asumiera el poder y escamoteara el triunfo revolucionario.
De inmediato fueron seleccionados los” sucesores”  del gobierno vencido. Pero la utilización de la “materia prima” para fabricar los nuevos “cuadros” no pudo ser más pésima: militares, personajes corruptos, políticos que estaban dispuesto a hacerle el juego a los dictámenes imperiales. Así, fraguaron un golpe de estado en la capital cubana, con nuevo presidente y todo. Pero, al decir de una canción del afamado músico cubano, Carlos Puebla, “Llegó el Comandante y mandó a parar”.
Pero no cesaron en el empeño. Siempre, a sus actos agresivos, sumaron el interés de fabricar líderes  y oposición interna que no existían, albergando la aspiración de convertirlos en una punta de lanza que se autoproclamara como gobierno y pidiera la ayuda que les permitiera  una intervención militar en Cuba.
Nuevo fracaso de ese estúpido intento. De nuevo la “materia prima” fue de pésima calidad: ex militares, personas desplazadas del poder, lumpens, traidores a la Revolución. A ese tipo de gente, los proclamaron como héroes, los santificaron, los financiaron, los armaron y compartieron con ellos las aventuras que siempre los condujeron al fracaso. No lograron siquiera  la unidad programática y de acción de los cabecillas contrarrevolucionarios.
Con el paso de los años, los métodos fueron cambiando, hasta desembocar en los llamados disidentes. Pero tampoco su “materia prima”  podía darles un mejor  “resultado productivo”. Camajanes, vividores, vende patrias, personas incapaces de hacer el menor esfuerzo en aras del pueblo cubano, fueron reclutados para el mercenarismo. Pero los nombraron como “héroes”, como luchadores, como líderes, para los cuales no ha faltado el apoyo y, sobre todo, el  financiamiento. Aún sin creer en ellos, los han sostenido, aspirando a transformarlos en personas influyentes dentro de los cubanos.
Hace algún tiempo, la propia Oficina de Intereses de los Estados Unidos en Cuba, emitió criterios sobre la “calidad de su producción de cuadros en Cuba”. Estas fueron solo algunas de sus evaluaciones.

• Vemos poca evidencia de que las organizaciones disidentes principales tengan mucho impacto en los cubanos de a pie
• Tengan o no las organizaciones de oposición agendas capaces de atraer la atención de una amplia gama de intereses en la isla, es preciso que empiecen por lograr cierto grado de unidad de objetivos como oposición o al menos que dejen de gastar tanta energía en serrucharse el piso los unos a los otros
• Pese a sus afirmaciones de que representan a “miles de cubanos”, nosotros vemos muy pocas evidencias de ese apoyo, al menos desde nuestra óptica, limitada, en la Habana
• Si bien la búsqueda de recursos es su principal preocupación, la segunda más importante parece ser limitar o marginar las actividades de sus antiguos aliados de manera de reservarse el poder y el acceso a los escasos recursos
• Son muy pocos los disidentes, si es que hay alguno, con una visión política aplicable a un gobierno futuro
• Pese a que no lo admitirían, los disidentes son poco conocidos en Cuba fuera del círculo de los diplomáticos extranjeros y la prensa.
Los comentarios huelgan. Pero el gobierno norteamericano necesita de este tipo de gente en su enfermizo propósito de destruir a la Revolución. Lo que predican a través de su guerra mediática es verticalmente opuesto a la realidad.
En esa manía de fabricar héroes para injertarlos en el proceso revolucionario cubano e inocularle el veneno que destruya a la Revolución, aplicaron  el engendro del “Programa de verano para jóvenes cubanos”, bajo el ropaje de una falsa Organización No Gubernamental- la World Learning - cuya filiación subversiva de sobra se conoce.
Dentro de sus propósitos confesos apareció  “el desarrollo de habilidades en áreas que incluyan hablar en público, trabajar en equipo, negociar, fomentar consenso, resolución de conflictos, defender los derechos propios, y solución de problemas.”
El estudiantado cubano no necesita tal asesoramiento, menos del   gobierno de un país donde la aplicación de estos postulados es  una burla a los verdaderos derechos humanos, la democracia y la libertad.  Los cuadros que en un futuro dirigirán a la Revolución cubana, tienen una mejor academia para formarse:  la lucha diaria para mejorar, engrandecer y defender su socialismo. La lucha contra el bloqueo y demás leyes criminales que los pretendidos profesores aplican contra su país.

Pero la mala selección de materias primas para fabricar cuadros disidentes en Cuba sigue. Y el gobierno de los Estados Unidos, con Trump a la cabeza, acaba de asignar 32 millones de dólares para ese propósito. De nuevo el dinero de los contribuyentes de ese país, utilizado para sufragar el mercenarismo en Cuba. Claro que, como empresarios corruptos, parte de ese dinero irá a los bolsillos de los patrocinadores. Y la otra, a individuos sin escrúpulos, carentes de patriotismo, dispuestos a prestarse al juego que ellos saben condenado al fracaso.
Una vez más, se equivocan en la selección de la “materia prima”. Y se equivocan en los métodos para derrotar a la Revolución. Porque esta Revolución es, sencillamente, invencible. Y sus héroes, surgen del pueblo, de la lucha, no de tubos de ensayo, ni de experimentos plagados  de odio, ambición y el instinto de destruir la sagrada obra revolucionaria.

La ciudad rebelde en los albores del Moncada



                            



.Orlando Guevara Núñez
Los días precedentes al asalto del Cuartel Moncada, estuvieron muy lejos de transcurrir bajo la calma, la paz y la tranquilidad que pregonaban los representantes de la tiranía  batistiana impuesta a la nación  tras el artero golpe militar del 10 de marzo de 1952.
Los graves problemas denunciados posteriormente por Fidel en La historia me absolverá,  tenían su expresión concreta en el diario quehacer santiaguero y frente a ellos reaccionaba la población.
El  2 de julio de ese año, un periódico local  informaba que en esta ciudad morían, como promedio, dos niños cada día, víctimas de una epidemia de gastroenteritis. Se hablaba de causas como la pésima calidad del agua y adulteración de alimentos, mientras que las autoridades se limitaban a decir que esa enfermedad era endémica en Santiago de Cuba. Se pedía una ayuda con médicos y enfermeras, que nunca llegó.
Y junto a la tristeza y el desamparo, la burla politiquera. Marta Fernández Miranda de Batista, la esposa del tirano, viajó hasta Santiago de Cuba en un tren con “ayuda contra la epidemia”. De los  millones robados al pueblo, la “generosidad” de la Primera Dama devolvió  unas migajas: 24 camas, diez cajas de vacunas y cuatro de medicinas. Los niños siguieron muriendo.
El 6 de ese mismo mes, el jefe de los ayudantes de Batista, el tristemente célebre Tabernilla, declaraba con seguridad algo que sería poco después desmentido por los hechos. “No hay ni habrá revoluciones”.  Pero al día siguiente se informaba sobre una huelga de ferroviarios que alcanzaba a todo el país. Se hablaba de hambre, desempleo, tristeza y desilusión.
Una semana más tarde, cosa que era habitual, la prensa se hacía eco de las bachatas y derroches de la “alta sociedad”. Fiestas, bebidas, comidas, mientras los pobres se debatían entre la miseria  y el abandono. Los juegos prohibidos, los bares y prostíbulos pululaban en la ciudad.
El l7 de julio,  los maestros alzaban sus demandas para que fueran aumentadas 75 plazas en la Escuela Normal para Maestros de Oriente, a las que aspiraban  1 163 solicitantes. Dos días después los abnegados educadores santiagueros protestaban por la rebaja de salarios aplicada por el gobierno y pedían su anulación.
La situación era explosiva a tal punto que el 20 de julio, un editorial del Diario de Cuba, publicación santiaguera,  afirmaba: Si vamos a oír las declaraciones de los sectores oposicionistas, estamos al borde de una guerra civil que arrasará con el régimen de facto para poner nuevos hombres en la gobernación del país. Si prestamos oídos a los voceros gubernamentales, la nación cuenta hoy con un poderoso aparato bélico, capaz de sofocar cualquier intento revolucionario”.
El propio documento abogaba por  paz y trabajo, tranquilidad y garantías, al tiempo que recomendaba no hablar más de revolución ni de medidas represivas y confiarlo todo a las urnas electorales.
Justamente dos días después, se daba la noticia de un joven bárbaramente apaleado en la prisión, hasta vomitar la sangre y quedar en un estado de alta gravedad.
Y el 25 de julio, víspera del asalto, la prensa se hacía eco del enjuiciamiento a 79 campesinos acusados de ocupar tierras y construir bohíos en propiedades de  una compañía terrateniente.
Para esa fecha, bajo la dirección de Frank País García, muchos jóvenes santiagueros se habían organizado para  oponerse a la dictadura batistiana.
La ciudad no estaba dormida, ni pasiva, ni reinaban la paz y la tranquilidad. Había rebeldía y comenzaban a foguearse los combatientes que luego del asalto al Moncada y fundado el Movimiento Revolucionario 26 de Julio, se incorporarían al combate que sólo terminaría con el triunfo de la Revolución.
Pero otra noticia estremeció hasta los cimientos de la ciudad: Asaltado el Cuartel Moncada. Después, hasta finales de 1958, las calles de Santiago de Cuba fueron testigos –como en todo el país- de una lucha cruenta. Las puertas y ventanas- como la  muralla de la poesía de Guillén- se abrían o cerraban según quien tocara a ellas. La Ciudad Bravía no tuvo un día de reposo, hasta que los titulares de la prensa tuvieron razón para hablar sobre la nueva historia del pueblo en el poder.
Ese era el Santiago de Cuba que no conoció en los primeros momentos lo que estaba pasando en la segunda fortaleza militar del país, pero  cuando supo el carácter de la acción, abrió las puertas a muchos combatientes que gracias a esa solidaridad salvaron su vida y se incorporaron de nuevo a la lucha

lunes, 24 de junio de 2019

El odio y desprecio yanqui es a todos los cubanos





.Orlando Guevara Núñez

Estados Unidos, como reza un antiguo refrán sobre Roma, paga a los traidores, pero los desprecia. Utiliza y paga a mercenarios para tratar de desacreditar a la Revolución y destruirla, pero ha estado dispuesto, en pos de  sus mezquinos intereses, a sacrificar hasta la vida de esas personas para justificar una agresión directa a Cuba.
El 7 de marzo de 1962, la Junta de Jefes de Estado Mayor de los Estados Unidos, se planteó  en un documento secreto: “La determinación de que una sublevación interna con posibilidades de éxitos es imposible dentro de los próximos 9 a 10 meses, exige una decisión por parte de los Estados Unidos en el sentido de fabricar una provocación que justifique una acción militar norteamericana positiva”.
Así, dos días después, la Oficina del Secretario de Defensa de ese país, sometió a la consideración de esa Junta el documento Pretextos para justificar la Intervención Militar de los Estados Unidos en Cuba. Como ha sido costumbre, el crimen y la mentira han marchado siempre juntos en la política de agresiones del imperio norteamericano contra nuestro país.
Un simple vistazo a las medidas contenidas en el referido documento, pone al descubierto la realidad de que los vende patrias cubanos son sólo una pieza desechable en la enfermiza guerra del imperio yanqui contra la Revolución cubana.
“Pudiéramos hundir una embarcación llena de cubanos en ruta hacia la Florida (real o simulada)”  “Pudiéramos promover intentos contra las vidas de los refugiados cubanos en los Estados Unidos, incluso hasta el punto de herir a algunos de ellos en casos que serían ampliamente divulgados”.
La demencia iba mucho más allá, con total desprecio a la vida humana. “Es posible crear un incidente que demuestre de manera convincente que un avión cubano atacó y derribó a un avión civil arrendado que volaba de los Estados Unidos a Jamaica, Guatemala, Panamá o Venezuela”. “Los pasajeros pudieran ser un grupo de estudiantes universitarios o cualquier otro grupo de personas con intereses comunes como para arrendar un vuelo”.
La infamia y la criminalidad sobrepasaban los límites y retrataban al imperio norteamericano en toda su dimensión terrorista. Por acabar con la Revolución cubana, los más atroces procedimientos tomaban categoría de política de Estado en el gobierno de los Estados Unidos.
“Pudiéramos desarrollar una campaña terrorista cubano-comunista en el área de Miami, en otras ciudades de la Florida y en Washington. La campaña de terror podría estar encaminada contra los refugiados cubanos que buscan asilo en los Estados Unidos”.
En el documento Demanda del pueblo de Cuba al gobierno de los Estados Unidos por daños humanos, fechado en La Habana, el 31 de mayo de 1999, aparecen de forma detalladas  éstas y otras medidas, con pruebas irrefutables que muy bien conoce el gobierno de ese país.
Del desprecio hacia los cubanos, no escapan ni siquiera quienes abandonan su país para ir a vivir a los Estados Unidos. Puede decirse que más que acogerlos con cariño, los soportan y han estado dispuestos a sacrificarlos en múltiples ocasiones.
Otra prueba  es  el contenido del cable firmado por el jefe de la Sección de Intereses de los Estados Unidos en Cuba, Jonathan Farrar, con fecha 15 de abril de 2009, documento revelado por Wikileaks. Selecciono algunos fragmentos que ilustran lo que piensan los amos sobre sus siervos.
 “Muchos grupos de oposición son dominados por individuos con encumbrados egos que no trabajan bien en equipo”.
 “Tengan o no las organizaciones de oposición agendas capaces de atraer la atención de una amplia gama de intereses en la isla, es preciso que empiecen por lograr cierto grado de unidad de objetivos como oposición o al menos que dejen de gastar tanta energía en serrucharse el piso los unos a los otros”.
 “Pese a sus afirmaciones de que representan a “miles de cubanos”, nosotros vemos muy pocas evidencias de ese apoyo, al menos desde nuestra óptica, limitada, en la Habana”.
 “Cuando cuestionamos a los líderes disidentes sobre sus programas, no vemos plataformas diseñadas para llegar a amplios sectores de la sociedad cubana, sino que más bien dirigen sus mayores esfuerzos a obtener recursos suficientes para solventar las necesidades del día a día de los principales organizadores y sus seguidores claves”.
 “Si bien la búsqueda de recursos es su principal preocupación, la segunda más importante parece ser limitar o marginar las actividades de sus antiguos aliados de manera de reservarse el poder y el acceso a los escasos recursos”
En Estados Unidos reciben y tratan a los cubanos de forma muy diferente a los millones de latinos y otras nacionalidades que viven allí como indocumentados, sin derecho a la ciudadanía de ese país, obligados a trabajar en condiciones desventajosas, sin derecho muchos a la salud, a la educación. Las actuales leyes contra los inmigrantes en algunos estados norteamericanos es prueba de ello, como lo es también los cientos de asesinatos contra los mexicanos que tratan de cruzar la frontera hacia ese país.
La emigración cubana es para los Estados Unidos una sucia maniobra política. No en vano, obstaculizan e incumplen reiteradamente los acuerdos migratorios establecidos con Cuba. Cierran las vías legales para promover las salidas ilegales, sin importarles las molestias, los gastos, los riegos y hasta la
, protagonizan un capítulo bochornoso que revive el viejo refrán, adaptado al presente: Estados Unidos paga a los traidores, pero los desprecia.
muerte de muchas  personas en ese intento. Mientras más muertes se produzcan, más pretenden lanzar sobre Cuba la responsabilidad que solo a ellos compete.


Cierto es que muchos cubanos que emigran hacia los Estados Unidos no lo hacen por un problema político. Muchos escogen ese camino por conveniencias económicas, por reunificación familiar u otras causas diversas. Pero cada salida es allá presentada por las autoridades norteamericanas como “prueba” de huida de Cuba por una supuesta represión, lo que forma parte de las mentiras fabricadas contra nuestro país.
Pero los traidores, los que son pagados por el gobierno y organizaciones contrarrevolucionarias simbolizan el viejo adagio con similitud al romano: Estados Unidos paga a los traidores, pero los desprecia”.