martes, 9 de junio de 2020

El único lenguaje que entiende el imperio yanqui




.Orlando Guevara Núñez

No existe ley en el mundo, surgida para proteger el derecho de los pueblos, su seguridad y la cooperación entre las naciones, que no sea violada y pisoteada por el gobierno de los Estados Unidos. Para el imperio norteamericano,  todo cuanto no se le subordine, debe ser eliminado. Así lo proclama con el mayor cinismo. Y así actúa, aún cuando para lograrlo cometa los más repudiables crímenes y genocidios.


Eso lo sabe muy bien el pueblo cubano.  Seis décadas hemos  resistido agresiones, amenazas, sabotajes, bloqueo, intentos de aislamiento, campañas difamatorias. Siempre, junto al crimen, la mentira. Solo que los cubanos hemos aplicado- y seguimos aplicando-  el principio expresado por nuestro Comandante en Jefe, Fidel Castro, el 26 de septiembre de 1960 en la Asamblea General de las Naciones Unidas:
(…)”Nuestro pueblo que ha aprendido en esta escuela de los últimos acontecimientos internacionales, sabe que a última hora, cuando su derecho ha sido negado, cuando sobre él se enciman las fuerzas agresivas, le queda el recurso supremo y el recurso heroico de resistir, cuando su derecho no sea garantizado ni en la OEA ni en la ONU”. Es el único escudo efectivo. El único lenguaje que entienden los yanquis, aunque lo desprecien.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU), está definida como “una asociación de gobiernos global que facilita la cooperación en asuntos como el derecho internacional, la paz  y seguridad internacional, el desarrollo económico y social, los asuntos humanitarios y los derechos humanos ”.  Figuran entre sus postulados:


Reducir las tensiones internacionales. Prevenir conflictos. Poner fin a las hostilidades que ya se hayan producido. Legislar sobre el medio ambiente, el espacio ultraterrestre y los fondos marinos. Erradicar enfermedades. Incrementar la producción de alimentos. Atender y proteger a los refugiados. Luchar contra el analfabetismo. Reaccionar rápidamente en situaciones de desastres naturales. Establecer normas mundiales en materia de derechos humanos. Proteger y promover los derechos de todas las personas.

No existe uno solo de estos preceptos respetado por el imperio yanqui. Y para colmo, Estados Unidos, en el Consejo de Seguridad de la ONU, tiene derecho al veto, el cual ejerce siempre para entorpecer la justicia y  santificar el despojo y  el atropello.

La OEA es un caso parecido. Con razón  Fidel la calificó como Ministerio de Colonias Yanquis.  Surgió  en 1948 con el objetivo de “lograr en sus Estados miembros, como lo estipula el Artículo 1 de la Carta, un orden de paz y de justicia, fomentar su solidaridad, robustecer su colaboración y defender su soberanía, su integridad territorial y su independencia”.

Estados Unidos ha convertido a la OEA en uno de sus instrumentos más eficaces contra los pueblos de nuestra América.  Antro de Caínes.  Cuba, por suerte, dejó hace mucho rato de pertenecer a ese bochornoso  “Ministerio”, cuya función es el lacayismo y la traición.

 Se habla de una Comunidad Internacional, con instituciones encargadas de promover la justicia y el derecho de las naciones.  Tal es el caso de la Corte Penal Internacional,  cuya misión es” juzgar a las personas acusadas de cometer crímenes de genocidio, de guerra, de agresión y de lesa humanidad” Pero el gobierno de los Estados Unidos, claro culpable de violar todos los días esos preceptos, no ha sido juzgado. Si ese mecanismo funcionara Estados Unidos fuera el país más sancionado del mundo. Y aún así, no pagaría todos sus crímenes contra la humanidad.

Otro caso es el de la Organización Mundial del Comercio (OMC), con el encargo de ocuparse  “de las normas que rigen el comercio entre los países”. Los pilares sobre los que descansa son los Acuerdos de la OMC, que han sido “negociados y firmados por la gran mayoría de los países que participan en el comercio mundial y ratificados por sus respectivos parlamentos”. No hay  una sola de estas instituciones que sea respetada por el imperio norteamericano. Y casos existen  en los que éstas han hecho llamados a la conciliación entre “las partes en conflicto”  pero sin dejar clara la condena a los agresores y el apoyo a los agredidos.

Ese imperio desafía todas las normas. Agrede, amenaza, roba, sin otro contén que el de la decisión de los gobiernos y pueblos dispuestos a sacrificarlo todo en pos de su soberanía e independencia. Cuba y Venezuela constituyen dos grandes ejemplos

En cuanto a Cuba, los intentos yanquis de destruir la Revolución, se estrellarán siempre ante un legado martiano: ¡Antes que cejar en el empeño de hacer libre  y próspera a la patria, se unirá el mar del Sur al mar del Norte, y nacerá una serpiente de un huevo de águila! Otro de Fidel: “Nacimos en un país libre que nos legaron nuestros padres y primero se hundirá la Isla en el mar antes que consintamos en ser esclavos de nadie”. Y otro principio expresado por Raúl de que frente a nuestros enemigos no existirá nunca ni conciliación, ni rendición, ni derrota.

Los tiempos, sin embargo, han cambiado. El poder militar, económico y político norteamericano  ha dejado de ser hegemónico. El mundo está tomando otro derrotero. Pero el imperio no atiende a estos cambios, que seguirán su curso inexorable y los pueblos,  ante los caminos que se les cierran, están abriendo - amplias y  esplendorosas-  aunque cimentadas, con sacrificio, dolor y sangre, las nuevas alamedas.

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