.Orlando Guevara Núñez
En carta a su amigo
dominicano Federico Hernández y
Carvajal, firmada el 25 de marzo de 1895,
en
Montecristi, puede leerse la oración completa, que
continúa: y sienten con entrañas de nación, o de humanidad.
Martí está contestando una misiva del catedrático amigo. Le habla sobre la responsabilidad de la lucha en Cuba. “Yo evoqué la guerra: mi responsabilidad comienza con ella, en vez de acabar. Para mí la patria no será nunca triunfo, sino agonía y deber. Ya arde la sangre. Ahora hay que dar respeto y sentido humano al sacrificio (…)
Martí está contestando una misiva del catedrático amigo. Le habla sobre la responsabilidad de la lucha en Cuba. “Yo evoqué la guerra: mi responsabilidad comienza con ella, en vez de acabar. Para mí la patria no será nunca triunfo, sino agonía y deber. Ya arde la sangre. Ahora hay que dar respeto y sentido humano al sacrificio (…)
“Quien
piensa en sí no ama a la patria, afirma. Y en otra parte de la misiva escribe: “Yo
alzaré al mundo. Pero mi único deseo sería pegarme allí, al último tronco, al
último peleador: morir callado”.
Pero Martí no está pensando
solamente en Cuba. Por eso afirma a su amigo: Para mí, ya es hora. Pero aún puedo servir a este único corazón de
nuestras repúblicas. Las Antillas libres salvarán la independencia de nuestra
América, y el honor ya dudoso y lastimado de la América inglesa, y
acaso acelerarán y fijarán el equilibrio del mundo”
La despedida es
emotiva: “Me arranco de Vd., y le dejo, con mi abrazo entrañable, el
ruego de que en mi nombre, que solo vale por ser hoy el de mi patria,
agradezca, por hoy y para mañana, cuanta justicia y caridad reciba Cuba. A
quien me la ama, le digo en un gran grito: hermano. Y no tengo más hermanos que
los que me la aman”
“Adiós y a mis nobles e
indulgentes amigos. Debo a Vd. Un goce de altura y de limpieza, en lo áspero y
feo de este universo humano. Levante bien la voz: que si caigo será también por
la independencia de su patria”.
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