lunes, 11 de noviembre de 2019

Bolivia: más allá de las elecciones






.Orlando Guevara Núñez

El conflicto surgido a raíz de los resultados de las elecciones del 20 de octubre en Bolivia, donde fue ganador inobjetable Evo Morales como presidente, fue solo parte de un tenebroso guión, elaborado mucho tiempo antes por las fuerzas reaccionarias, con el objetivo de adueñarse del poder en este hermano país.
Esas fuerzas, internas y externas, sabían bien que no tenían posibilidades de triunfo mediante el voto popular. Y  prepararon el golpe paso por paso. Como ha sido práctica en casos similares, lo primero fueron las mentiras, las calumnias contra  Evo, acusándolo de dictador, de corrupto,  con intentos de impedir su postulación para la presidencia. El mismo guión utilizado  en Honduras, en Paraguay, en Brasil – con éxito- y con un rotundo fracaso en Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Esto deja bien claro que el imperio norteamericano y las fuerzas reaccionarias, no se resignarán nunca a perder sus privilegios, y no desecharán ningún método, por ilegal y criminal que sea, para recuperarlos donde los han perdido, o para preservarlos donde los consideren amenazados.
Hoy gana mayor vigencia la afirmación martiana de que a pensamiento es la guerra que se nos hace y a pensamiento debemos ganarla. Y  es una indispensable condición para poder ganar esa guerra, saber combatir en cualquier campo que el enemigo la imponga.
Un escenario decisivo en estos momentos, son los medios de comunicación y las redes sociales, donde el imperio y sus camarillas traidoras a sus propios pueblos destinan cifras millonarias para pretender convertir la verdad en mentira y la mentira en verdad. Ante ese reto, corresponde aplicar consecuentemente la prédica martiana de que
“No estriba el amor patrio en afianzar  la libertad: estriba en labrar un pueblo en que la libertad se afiance”.
Siguiendo  estrictamente el guión elaborado contra Evo y su gobierno, se objetaron los resultados de las elecciones antes de darse a conocer. Seguidamente, las protestas, los hechos vandálicos, las agresiones a personas, el asalto y saqueo a personas e instituciones estatales. Y luego, con la complicidad de la OEA, el dictamen de anular las elecciones y renovar totalmente el Consejo Electoral. El presidente electo, acató  la decisión de la también golpista OEA y cumplió sus palabras previas de respetarlas.
Pero el guión dictaba otra cosa: la exigencia de elecciones sin Evo. Los mismos que hablaban de democracia, no vacilaban ahora en violarla. La Constitución pisoteada, el fascismo surgiendo a escena, el racismo escalando posiciones. Y también las instituciones armadas, encargadas de preservar la integridad de la nación, mostrando su incapacidad para hacerlo con la dignidad requerida.
Ahora, está en peligro de muerte no solo el proceso de justicia social en Bolivia, sino también la vida de Evo Morales y muchos de sus colaboradores. Prevalece  la violencia. El neoliberalismo se apresta a devorar las conquistas del pueblo. Mientras tanto, el gobierno norteamericano ha felicitado a la OEA por su papel en el golpe de Estado, y la ONU se ha pronunciado por una solución pacífica, pero sin respaldo a las víctimas ni condena a los victimarios.
Es un imperativo seguir en detalles los acontecimientos en Bolivia. Continuar respaldando a Evo y a su pueblo. Seguir condenando y denunciando a los agresores y traidores. Con la seguridad de que ese valeroso pueblo, sabrá erguirse sobre el revés, hasta poder entonar de nuevo los himnos de redención y de victoria.

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