martes, 26 de noviembre de 2019

Cuando se muere en brazos De la patria agradecida, La muerte acaba, la prisión se rompe; ¡Empieza al fin con el morir, la vida!



 .Orlando Guevara Núñez


Este legado martiano, forma parte de su poema A mis hermanos muertos el 27 de noviembre, escrito en 1872 en España a donde había sido deportado el año anterior, como castigo a su osadía de desafiar al colonialismo  y  defender las ideas independentistas.
Martí tenía entonces solo 19 años de edad. Y expresó en su canto el dolor inmenso por los ocho estudiantes que, siendo inocentes, pasaron a formar parte del martirologio cubano.
Lloré, lloré de espanto y amargura:
Cuando el amor o el entusiasmo llora,
Se siente a Dios, y se idolatra y se ora,
¡Cuando se llora como yo, se jura!
 El poema, luego de transformar el dolor en compromiso con los caídos, cierra
con un reto de Martí a los asesinos:
¡Déspota, mira  aquí como tu ciego
Anhelo ansioso contra ti conspira:
Mira tu afán y tu impotencia, y luego
Ese cadáver que venciste mira,
Que murió con un himno en la garganta,
Que entre tus brazos, mutilado expira
Y en brazos de la gloria se levanta!
No te pare el que gime y el que llora:
¡Mata, déspota, mata!
¡Para el que muere a tu furor impío,
El cielo se abre, el mundo se dilata!
Durante el juicio por los hechos del 26 de julio de 1953, el joven revolucionario Fidel Castro afirmó que José Martí era el verdadero autor intelectual del asalto. Y una confirmación de la presencia allí de nuestro Héroe Nacional, es que en su alegato de auto defensa La historia me absolverá, entre las varias citas martianas, al referirse a sus hermanos caídos – seis en combate y 55 asesinados- Fidel  toma dos partes de ese poema.
Uno, el ya citado Cuando se muere en brazos de la patria agradecida… Otro, el inicial:
Cadáveres amados los que un día,
Ensueños fuisteis de la patria mía,
Arrojad, arrojad sobre mi frente
Polvo de vuestros huesos carcomidos!
¡Tocad mi corazón con vuestras manos!
¡Gemid a mis oídos!
¡Cada uno ha de ser de mis gemidos
Lágrimas de uno más de los tiranos!
¡Andad a mi redor; vagad en tanto
Que mi ser vuestro espíritu recibe,
Y dadme de las tumbas el espanto,
Que es poco ya para llorar el llanto
Cuando en infame esclavitud se vive!
El mismo sentimiento de Martí y de Fidel ante los hermanos caídos. En ambos, los mártires son  fuerza alimentadora de la lucha.
Al evocar Fidel a los caídos en el Moncada citó otro pensamiento martiano conocido por los cubanos:
(…) Hay un límite al llanto sobre las sepulturas de los muertos, y es el amor infinito a la patria y la gloria que se jura sobre sus cuerpos, y que no teme ni se abate, ni se debilita jamás; porque los cuerpos de los mártires son el altar más hermoso de la honra.
Esas palabras martianas fueron escritas por Martí en Madrid, España, el 27 de noviembre de 1872 y  reproducidas  en hojas sueltas, pegadas en lugares cercanos a la Corte española y comentadas favorablemente por varios periódicos, según testimonio de Fermín Valdés Domínguez, amigo del Apóstol de la independencia cubana.

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