.Orlando Guevara Núñez
Es bien conocida esta
afirmación de José Martí relacionada con ese hecho que mantuvo viva la llama de
la Revolución –el 15 de marzo de 1878 - luego del vergonzoso Pacto del Zanjón.
Está insertada en una carta por él dirigida
precisamente al protagonista principal de aquella hombrada: el Titán de
Bronce, Mayor General Antonio Maceo
Grajales.
La misiva fue fechada en
Nueva York, el 25 de mayo de 1893.
Están precedidas esas
palabras por otras de afecto y de confianza hacia Maceo: “Ya sé que Vd. me
conoce el alma bien, y que solo espera de ella lealtad y cariño. Con igual
tesón vigilo por nuestra Patria, donde
no hay problema que no se pueda resolver con honor y justicia y por la gloria
de los que la han creado con sus servicios”. Y termina el párrafo: “Vd. sabrá
algún día para lo que vive este amigo de Vd.”
En la breve comunicación,
hace espacio para mencionar a dos mujeres importantes en la vida del héroe:
María Cabrales, la esposa, y Mariana Grajales, la madre.
A María la califica como” la
más prudente y celosa guardiana que pudo dar a Vd. su buena fortuna”. Y sobre
Mariana: “Ahora volveré a ver a una de las mujeres que más han movido mi
corazón: la madre de Vd.”.
Está Martí rumbo a una visita a Maceo. Le pide que lo
espere con los brazos abiertos. Y le
dice saber que lo único que pudiera faltarle –a Maceo- era la ocasión renovada de mostrarse grande.
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