domingo, 2 de diciembre de 2018

La epopeya del Granma Avance en condiciones difíciles




Orlando Guevara Núñez


Tras conocerse por la dictadura batistiana el desembarco del Granma, se comenzaron a concentrar tropas en Niquero. De inmediato, el tirano Fulgencio Batista suspendió las garantías constitucionales en las provincias de Oriente, Camagüey, Las Villas y Pinar del Río. Numerosos Regimientos fueron puestos en operaciones y otros en estado de alerta. Las exploraciones terrestres y aéreas se multiplicaron. Una nave guardacostas y aviones de la fuerza aérea ametrallaban la zona cercana al desembarco, aunque sin precisar la ubicación de los expedicionarios. Un batallón de artillería fue enviado también a reforzar la zona.
Desde los primeros momentos, se supo que Fidel Castro había desembarcado en el Granma. Uno de los primeros campesinos que vieron a los expedicionarios,  Pedro Luis Sánchez, afirmaría luego a un equipo de investigación de las FAR, texto consultado en este trabajo: “Yo hablé con varios de los expedicionarios, pero no conocía ninguno. Pregunté que a quién se debía el desembarco y me contestaron que a Fidel Castro. Pregunté que cuál de ellos era Fidel y mirando de un lado hacia otro me decían: el va aquí, pero ahora no lo veo. Y así me fueron diciendo y me dieron de canto y nadie lo señaló, pero yo sospechaba que era uno grandazo que iba delante con la camisa medio abierta, llevaba un abrigo en el brazo, una mochila y un arma larga al hombro. La pistola, en vez de llevarla en la cartuchera, la tenía metida por la parte delantera del pantalón. Yo sospeché que ese era Fidel, porque fue el único de los expedicionarios que no tomó agua; todos tomaron agua menos él. Se paró a mi lado, me hizo unas preguntas y no tomó agua”.
También desde los primeros momentos, la tiranía utilizó los más burdos métodos para tratar de asesinar a Fidel. Lo que en tan ventajosa situación no eran capaces de lograr mediante el combate, pretendían hacerlo mediante el crimen. Así, en esos días de angustias para los guerrilleros, circuló un volante toda la zona que por sí solo se explica:  A todo el que pueda interesar:  Por este medio se hace saber que toda persona que facilite una información que conduzca al éxito de una operación contra cualquier núcleo rebelde comandado por Fidel Castro, Raúl Castro, Crescencio Pérez, Guillermo González o cualquier otro cabecilla, será gratificado de acuerdo con la importancia de la información, bien entendido que nunca será menor de $5, 000. Esta gratificación oscilará de $5,000 hasta $100,000 correspondiendo esta última cantidad, o sea $100,000 por la cabeza de Fidel Castro. Nota: el nombre del informante no será nunca invocado.
Hubo personas que, traicionando a su propia clase y sirviendo a quienes los explotaban y oprimían, sirvieron de informantes. Pero fueron mayoría quienes ayudaron a los expedicionarios y desde el inicio fundieron su destino al del naciente Ejército Rebelde
Los días 3 y 4 de diciembre, fueron de difícil marcha para los expedicionarios, quienes, sin conocer la zona, sin contacto con las personas que habían organizado la ayuda, sabiéndose perseguidos, carentes de alimentación, trataban de reorganizar la tropa.
Las fuerzas de la tiranía, pese a su concentración, no habían localizado aún a los rebeldes, quienes, en la mañana del día 4, habían logrado reunirse en su totalidad y continuar la marcha, con el objetivo de llegar a la Sierra Maestra.
La noche del 4 de diciembre, los expedicionarios, luego de varias horas de marcha, atravesando y bordeando cañaverales, descansaron, reanudando temprano en la mañana del día siguiente el camino, hasta llegar a un punto ya muy conocido en la historia cubana: Alegría de Pío. Allí tendrían su primer bautismo de fuego, aquel mismo 5 de diciembre de 1956.

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