Orlando Guevara Núñez
Durante los aciagos días del Flora, prácticamente la dirección revolucionaria completa del país se trasladó hacia Bayamo y todos los recursos humanos y materiales posibles se pusieron en función de salvar vidas y atender a los evacuados y damnificados.
En medio de aquella tragedia, supimos que nuestro Comandante en Jefe se encontraba en la zona del Cauto. La primera reacción fue de alegría; la segunda, de preocupación. Siempre la presencia de Fidel infunde ánimos, nos inyecta confianza y nos hace sentir más capaces de realizar cosas mayores. Pero no era posible abstraerse de la realidad sobre el peligro que él corría. “A Fidel no puede pasarle nada”, pensábamos, quizás como un mecanismo de autodefensa ante la preocupación; pero la posibilidad de que sí le pasara, martillaba cada momento.
Poco después, supimos del accidente del carro anfibio en el cual viajaba nuestro máximo jefe, y cómo él tuvo que abandonarlo en medio de un río crecido, el Rioja, afluente del Cauto.
El domingo 13 de octubre de 1963, conocimos un comunicado del máximo jefe de la Revolución, a través del cual planteaba al pueblo una tarea convertida en bandera de combate para todos los revolucionarios: Reconstruir todo lo perdido y hacer mucho más.
He aquí el histórico comunicado que levantó la moral del pueblo y se tradujo en acción.
El ciclón que azotó al país, ha causado a nuestro pueblo sensibles pérdidas de vidas humanas y enormes destrucciones.
Durante 7 días consecutivos, el pueblo de las provincias orientales libró una lucha tenaz y valerosa contra la furia del huracán y las inundaciones sin precedentes que acompañaron y siguieron al mismo. Aún cuando no han concluido las operaciones de auxilio y salvamento, ni han podido obtenerse y recopilarse todos los datos, es posible, sin embargo, apreciar ya la magnitud del golpe que ha sufrido la nación. Durante los días 4, 5, 6, 7 y 8, los vientos y las lluvias azotaron implacablemente el Este de la Isla.
La presencia de un frente anticiclónico de altas presiones en el Norte y Occidente de Cuba, determinaron el paso lento y el curso irregular del huracán, que después de azotar fuertemente la provincia de Oriente, terció hacia el suroeste y se estacionó casi dos días entre el Golfo de Guacanayabo y el sur de Camagüey. Estas circunstancias produjeron dos consecuencias: 1ro.- Que las lluvias torrenciales del ciclón se descargaran casi por entero en una misma área y 2da.-Que las aguas recogidas por las vertientes montañosas bajaran con fuerza y rapidez extraordinarias inundando los valles de los ríos, dando lugar a desbordamientos sin precedentes que en la Cuenca del Contramaestre y el Cauto, fueron agravados por el estacionamiento del ciclón en la desembocadura misma de dicha vertiente, lo que además de aumentar el volumen de las lluvias, obstruccionó el desagüe de los ríos. Como resultado, la zona central de la provincia de Oriente, que comprende los valles del Cauto, de Contramaestre, del Cautillo, Camazán, Salado, Bayamo, Yara y otros ríos, se inundó totalmente en una superficie que variaba de 40 a 80 kilómetros de ancho. El agua alcanzó niveles jamás imaginados por los habitantes de la región y la gran crecida llegó, además, de forma súbita. Caseríos enteros quedaron bajo el agua, totalmente cubiertos.
De esta forma fueron las aguas, más que los vientos, lasque causaron devastación y muerte.
Muchas familias habían permanecido en sitios donde, por no haber llegado jamás el agua, consideraban seguros, y esta vez quedaron convertidos en un mar.
Escenas de indescriptible sufrimiento tuvieron lugar; familias enteras buscaron refugio en los árboles, otras en los techos de las casas cuando éstas no fueron cubiertas totalmente; otras perecieron. Miles de casas fueron destruidas. Decenas de miles de familias de campesinos y obreros agrícolas perdieron absolutamente todas sus pertenencias: muebles, ropas, utensilios, animales domésticos y de trabajo, sembrados y cosechas. El ganado, los cultivos y las cosechas fueron arrasados en toda la región. Las carreteras, vías férreas y caminos quedaron destrozados.
El esfuerzo extraordinario de los Comités del Partido, que coordinaron la acción de las organizaciones de masas y estatales, evitó que perecieran decenas de miles de ciudadanos. Desde días antes del paso del ciclón y aún durante el transcurso del mismo, fueron evacuadas de las zonas de peligro, sólo en la provincia de Oriente, 150,000 personas, aproximadamente.
Especial reconocimiento merece el personal de las Unidades de Helicópteros de las Fuerzas Aéreas Revolucionarias, que rescataron millares de niños y mujeres de los techos de las casas donde muchos habrían perecido inexorablemente.
A pesar de este gigantesco esfuerzo, más de 1,000 niños, mujeres y hombres perdieron la vida. El país sufrió daños por cientos de millones de pesos.
Esta es la dramática realidad.
Los enemigos de nuestra Patria y de la gloriosa Revolución de los trabajadores, no ocultan su júbilo ante este duro y doloroso golpe recibido por el país.
Los que perecieron ahogados y perdieron todos sus bienes, no eran terratenientes ni burgueses explotadores; eran obreros y pequeños agricultores, trabajadores humildes de nuestros campos, sus mujeres y sus hijos. El dolor de los humildes causa alegría a los malvados enemigos del pueblo, a los parásitos y privilegiados de ayer.
Pero el país se levantará de este revés con más fuerza y pujanza aún. Porque ante la adversidad se crece siempre nuestro pueblo heroico y revolucionario. Ayudaremos con todo nuestro corazón y nuestras fuerzas a nuestros hermanos en el dolor; más poderoso que los huracanes, es el sentimiento de solidaridad del hombre.
El dolor de uno es el dolor de todos. Las pérdidas de uno, es pérdida de todos.
Ninguna familia quedará sin la ayuda de la Revolución, para que vuelva a poseer lo que ha perdido; ningún niño quedará huérfano; ningún hogar quedará sin auxilio.
Reconstruiremos todo lo destruido y haremos mucho más.
El país, trabajando, se resarcirá con creces de los daños sufridos. Hoy no trabajamos sino para nosotros mismos. El trabajo humano es el creador de todas las riquezas. El trabajo puede más que la Naturaleza. Con nuestro trabajo saldremos victoriosos de esta prueba.
¡Patria o Muerte! ¡Venceremos!
Fidel Castro Ruz
Primer Ministro del Gobierno
Revolucionario
La Habana, 12 de octubre de 1963
“Año de la Organización”
Por su parte, el Comité Provincial del Partido en Oriente concretó en diez puntos sus orientaciones para las labores de reconstrucción.
Ellos fueron:
l.- Restablecer las vías férreas
2.- Restablecer las carreteras y caminos
3.- Impulsar con el trabajo popular, las casas destruidas
o dañadas y repartir la ayuda a los damnificados
4.- Garantizar las siembras de emergencia, de viandas
5.- Reconstruir las edificaciones e instalaciones de Granjas,
cercas, tiendas, centrales, fábricas, etc.
6.- Situar los administradores en las fincas nacionalizadas
e incrementar la producción en ellas.
7.- Adquirir 30 mil reses en Pinar del Río para las Granjas
y fincas que tengan potreros.
8.- Terminar la zafra del café y del arroz
9.- Preparar las condiciones para la IV Zafra, y la
mecanización del alza de caña, así como constituir las
1 134 brigadas.
10.- Terminar la construcción del Partido y proseguir en
noviembre la de la ANAP, el Sindicato Agrícola y el
Sindicato de la Construcción y la Unión de Jóvenes
Comunistas.
Con las orientaciones de Fidel, del Comité Provincial del Partido y de la Dirección Regional, comenzamos a trabajar. La magnitud y el contenido de trabajo, se habían multiplicado en algo más de una semana, dejando bien atrás las proyecciones iniciales acordadas en las asambleas de constitución de los organismos de dirección del PURSC en la Región.
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