domingo, 22 de julio de 2018

Y la historia volvió a absolver a Fidel




.Orlando Guevara Núñez

Es conocido  que en el juicio por los hechos del  26 de julio de 1953, Fidel Castro concluyó su alegato de autodefensa con esta afirmación: ¡Condenadme, no importa, la historia me absolverá!  En aquel momento, el tribunal  lo condenó a 15 años de prisión. Vinieron el encierro en la entonces Isla de Pinos, el exilio en México, el desembarco del Granma, la lucha en la Sierra Maestra y la victoria de la Revolución.
El programa nacido de los disparos del Moncada, fue sobre cumplido desde los primeros años de la Revolución. Y la historia no solo absolvió a Fidel, sino que lo elevó al sitial más alto del patriotismo, de la dignidad y el decoro de su pueblo.
Pero a partir de enero de 1959, comenzaría para el máximo líder de la Revolución cubana otra guerra de superiores dimensiones, contra enemigos más poderosos. Solo que ahora, la batalla revolucionaria estaría sostenida por todo un pueblo. Y el propio Fidel, el 26 de julio de 1959, afirmaría:
“Esta no es obra de un hombre sino la obra de un pueblo, no es el mérito de un hombre sino el mérito de un pueblo, no es la gloria de un hombre sino la gloria de un pueblo y, sobre todo, la gloria de los hombres que han caído por hacer posible estos instantes de felicidad que Cuba vive”
“A los que en nombre o invocando hipócritamente la palabra democracia nos calumnian, podemos decirles:  ¡Democracia es esto!  Democracia es el cumplimiento de la voluntad de los pueblos.  Democracia es, como dijera Lincoln, el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Gobierno que no sea del pueblo, no es democracia.  Gobierno que no sea por el pueblo, no es democracia.  Gobierno que no sea para el pueblo, no es democracia”.
“Y para los que no entiendan o no quieran entender, ese es el secreto de la fuerza tremenda de la Revolución Cubana, que no está en haber derrocado a la tiranía sangrienta que nos oprimía, porque pudo haberse derrocado a la tiranía y mantenerse en el país las condiciones que hicieron posible esa tiranía; pudo haberse derrocado a la tiranía y ocurrir un simple cambio de hombres en el gobierno; pudo haber sido derrocada la tiranía y perpetuarse en la vida pública de nuestro país los mismos vicios que estábamos padeciendo desde el inicio de la república; pudo haberse derrocado a la tiranía para seguir en la politiquería.  Mas no fue así.  Se derrocó a la tiranía para hacer una revolución; se derrocó a la tiranía no solo para librar al pueblo del crimen y el asesinato y la tortura y la opresión, sino también para librar al pueblo de la miseria, tan criminal y tan cruel como la tiranía derrocada”
“Ese es, a los ojos de nuestros detractores y a los ojos de nuestros enemigos, el crimen que hemos cometido:  volver los ojos hacia los olvidados de siempre, volver los ojos hacia quienes necesitaban de nosotros, volver los ojos a los que realmente aquí necesitaban de una revolución que los librase de tantos males y de tantos sufrimientos”“Con el pueblo derrocamos a la tiranía, con el pueblo estamos gobernando y para el pueblo estamos gobernando, por eso el pueblo está y estará junto a nosotros”
Ese histórico 26 de julio, ante las mentiras, las calumnias y amenazas del Norte revuelto y brutal que nos desprecia, al decir de José Martí, en completo maridaje con la contrarrevolución, los explotadores, los vende patrias y esbirros desalojados del poder, afirmaría nuestro  Comandante en Jefe:
En definitiva, puedo repetir otra vez con absoluta certeza a los detractores de nuestra Revolución: “¡Condenadme, no importa, la historia me absolverá!”
Ahora, a las puertas del aniversario 65 del Moncada y el 60 del triunfo de la Revolución, está demostrado que  la historia ha vuelto a absolver a Fidel. Las mentiras y calumnias fueron derrotadas, los intentos de aislamiento, las agresiones, sucumbieron ante las victorias del pueblo. Y Fidel sigue siendo el eterno Comandante en Jefe de la Revolución cubana. Y su estatura ha crecido más allá de nuestras fronteras. Y el prestigio de Cuba está multiplicado.

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