miércoles, 18 de julio de 2018

Cambiar de dueño no es ser libre





.Orlando Guevara Núñez

A su amigo querido, Gonzalo de Quesada, se está dirigiendo Martí, y expresándole este criterio. La carta está fechada en Nueva York, en noviembre 12 de 1889.  Se está hablando de la independencia de Cuba y del peligro de otras fórmulas que pretenden mediatizarla, lo cual provoca la reflexión martiana sobre el tema.
Por eso afirma a Gonzalo: “Yo quiero de veras la independencia de mi patria, pero no creo que esos planes de garantía, con Morenos por raíz, ayudan a la independencia, a no ser como medio para beneficiar con ella a los que no tienen interés  en verla lograda, sino en impedirla.
Justifica su opinión  afirmando que no es que él tenga receta que todo lo curen, ni quiera hacer las cosas por sí mismo, sino “porque vivo por mi patria y por su libertad real, aunque sé que la vida no me ha de alcanzar para gozar el fruto de mis labores, y que este servicio se ha de hacer con la seguridad y el ánimo, de no esperar por él recompensa.
Plantea defender lo que cree, con el pretexto de acelerarla, pone en riesgo, tal vez mortal, la libertad de su país.
En otra parte de la misiva, expone Martí a su amigo; Tampoco, Gonzalo, me sorprende lo de la pregunta sobre la Luisiana. ¿Pues no se ha  venido hablando en el paseo, entre los mismos delegados, de la posibilidad y conveniencia de anexar a Cuba a los Estados Unidos?  Y le comenta: Para todo hay ciegos, y cada empleo tiene en el mundo su hombre.
Le dice conocer el rumor precedente de Washington de que el Congreso de ese país intenta tratar, bajo el interés de los Estados Unidos, el asunto Cuba, tema sobre el cual a él mismo han ido a preguntar.
Y confiesa estar “con menos vida que la necesaria, y con odio mayor cada día a la pluma, que no vale para clavar la verdad en los corazones, y sirve para que los hombres defiendan lo contrario de lo que les manda la verdadera conveniencia, que está en el honor, y nunca fuera de él”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario