domingo, 3 de febrero de 2019

Venezuela sabrá escribir la historia de otra derrota del imperio yanqui en América




.Orlando Guevara Núñez
El  presidente de los Estados Unidos reafirmó su disposición de utilizar la opción de una invasión a Venezuela, para conseguir su aberrante obsesión  de  derrocar al presidente Nicolás Maduro. En su prepotencia, se piensa dueño de los destinos del mundo. Y  parece querer disputarle al propio  Dios el don de la omnipotencia.
¿Sus armas principales?  La mentira, la complicidad de los grandes medios de prensa y de gobiernos serviles, capaces de vender su dignidad, sin importarles el desprestigio  ni la bajeza moral de sus actos.  Su único objetivo es volver a Venezuela al pasado de oprobios,  cuando  los gobiernos de turno, traicionando al pueblo, entregaban sus riquezas a los monopolios, al tiempo que su soberanía estaba condicionada por la embajada yanqui en ese país.
Pocas veces se escuchan, en el ámbito de las relaciones internacionales, tantas ofensas, tantas amenazas y provocaciones, como las utilizadas por el presidente norteamericano. Y está demostrado que su bravuconería tiene un solo valladar efectivo: la respuesta digna de los ofendidos y agredidos.
Eso lo sabemos bien los cubanos. Un día como hoy, 3 de febrero de 1962, el entonces presidente Kennedy firmó el bloqueo contra Cuba. Su objetivo confeso fue derrocar a la Revolución, matar a nuestro pueblo de hambre y enfermedades, o rendirlo por cobardía.
Y aquí estamos. Porque hemos sido capaces de defendernos en todos los terrenos. Nos rebajaron la cuota azucarera, principal renglón económico del país, y  se les nacionalizaron 36 centrales azucareros: suspendieron totalmente la cuota, fueron nacionalizados todos los centrales.
Nos suspendieron la venta de petróleo, se  compró a la entonces Unión Soviética; se negaron a refinarlo, fueron nacionalizadas las refinerías. Crearon, armaron, financiaron y dirigieron casi 300 bandas mercenarias, el gobierno revolucionario armó al pueblo miliciano, el que fue capaz de exterminarlas.
Nos bloquearon todas las piezas de repuesto y materias primas, fueron nacionalizadas todas las industrias, y nuestro pueblo fue capaz de sobrevivir, inventando, innovando, demostrando que los capitalistas no pueden vivir sin los obreros, pero los obreros sí pueden vivir sin los capitalistas.
Organizaron la invasión mercenaria de Playa Girón, con el deliberado propósito de crear una cabeza de playa, formar un gobierno y pedir la ayuda norteamericana, y duraron menos de 72 horas. Nos amenazaron con el exterminio nuclear en octubre de 1962, y el pueblo entero, junto a Fidel, preservó su vida porque fue capaz de arriesgarla.
No somos un pueblo guerrerista, pero hemos asumido el pensamiento martiano de que los grandes derechos no se compran con lágrimas, sino con sangre, y el legado fidelista de que nacimos en un país libre que nos legaron nuestros padres, y primero se hundirá la Isla en el mar antes que consintamos en ser esclavos de nadie.
Los hechos demuestran  que Trump y su pandilla llevan su prepotencia hasta el punto en que saben que una agresión suya no tendría como respuesta la impunidad. Y que el precio de una aventura  descabellada sería para ellos impagable. Para nadie es un secreto que la  real amenaza para la seguridad de los Estados Unidos no proviene de Cuba, ni de Venezuela, ni de China, ni de Rusia, ni de Irán, por citar solo algunos ejemplos. El verdadero peligro está en la irresponsabilidad de su propio gobierno, a punto varias veces de provocar conflictos de los cuales no saldrían ilesos ni el agresor ni el agredido.
Hoy el principal punto de tensión es Venezuela. Centra el imperio su propaganda en eliminar de la presidencia a Nicolás Maduro. Valga para los imperialistas la sentencia martiana: de que ignoran los déspotas  que el pueblo es el verdadero jefe de las revoluciones.
Ese pueblo venezolano, chavista, con su verdadero presidente, Nicolás Maduro Moros, está escribiendo su hermosa historia y sabrá escribir, si el enemigo lo impone, la historia de una nueva derrota del imperio yanqui en América.

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