. Orlando Guevara Núñez
Otra vez la
soberbia, la ambición y el desprecio de
Estados Unidos a la dignidad y soberanía de los pueblos, pone a la humanidad al borde de un holocausto.
Las recientes amenazas a Venezuela, así lo confirman. El presidente Trump
tendrá facultad para iniciar una
agresión a este hermano país, pero lo que no podrá saber son las consecuencias de esa intromisión, ni
el precio que tendrá que pagar por su aventura. Debía saber que hay precios
impagables. Y este sería uno de ellos.
Sobre todo, porque su agresión no sería a un pueblo
desarmado, ni sumiso, ni cobarde. Y Venezuela ha dejado bien claro que no
permitirá que se mancille su honor, ni se pisotee su soberanía.
Lamentablemente, la política agresiva del imperio
norteamericano está poniendo en peligro la vida de miles de personas. Solo que
esta vez, las víctimas no serán parte solamente de los agredidos. Venezuela
quiere la paz y lucha por ella, pero llegado el momento, si los agresores lo
imponen, los herederos de Bolívar y de Chávez, los soldados de Maduro, estarán
listos para hacerle impagable la osadía.
Hoy, como en otras ocasiones, gobernantes traidores
a sus propios pueblos, entre los cuales se destaca Colombia, sirven de bastón
al imperio yanqui para la agresión a otros pueblos hermanos. La mentira, el
soborno, la intimidación y el chantaje, han borrado de la frente de esos
lacayos todo signo de dignidad, de solidaridad, de moral y de vergüenza.
La propia Colombia pone en riesgo la vida de sus
habitantes, y presta su territorio para fraguar y ejecutar la agresión. Otros
aullidos forman coro repitiendo lo que el amo les mande.
Las amenazas imperiales se ciernen también sobre
Cuba. Tal vez el presidente Trump ignore el sentido profundo de la consigna de ¡Patria
o Muerte! ¡Venceremos! de nuestro pueblo. Somos un pueblo pacífico, amante de
la paz, tenemos vocación de construir, no de deshacer, pero somos y seguiremos
siendo fieles al legado fidelista de que somos un país libre que nos legaron
nuestros padres, y primero se hundirá la Isla en el mar antes que consintamos
en ser esclavos de nadie.
Pobre pueblo el de los Estados Unidos, cuyo
presidente debía ser motivo para avergonzarse de él por autoerigirse rector de
un mundo al cual solo le inspira desprecio. Muchos analistas, en estos días, se
han preguntado si ese pueblo sólo reaccionará cuando le comiencen a llegar
cadáveres de sus hijos, como pago para satisfacer las ambiciones de quienes
fueron electos para representar sus intereses y hoy están convertidos en
enemigos de esa aspiración.
Los ojos de gran parte del mundo están hoy puestos
sobre los acontecimientos relacionados con la amenaza de agresión a Venezuela.
Y estamos convencidos de que la solidaridad con este pueblo seguirá creciendo.
Los cubanos seguiremos junto a este heroico pueblo, como un eterno abrazo entre
Bolívar y Martí, entre Chávez y Fidel, entre Maduro, Raúl y Díaz-Canel.
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