miércoles, 20 de febrero de 2019

Trump debía saber que hay precios impagables




. Orlando Guevara Núñez
Otra vez  la soberbia, la ambición y el desprecio  de Estados Unidos a la dignidad y soberanía de los pueblos,  pone a la humanidad al borde de un holocausto. Las recientes amenazas a Venezuela, así lo confirman. El presidente Trump tendrá facultad para  iniciar una agresión a este hermano país, pero lo que no podrá  saber  son las consecuencias de esa intromisión, ni el precio que tendrá que pagar por su aventura. Debía saber que hay precios impagables. Y este sería uno de ellos.
Sobre todo, porque su agresión no sería a un pueblo desarmado, ni sumiso, ni cobarde. Y Venezuela ha dejado bien claro que no permitirá que se mancille su honor, ni se pisotee su soberanía.
Lamentablemente, la política agresiva del imperio norteamericano está poniendo en peligro la vida de miles de personas. Solo que esta vez, las víctimas no serán parte solamente de los agredidos. Venezuela quiere la paz y lucha por ella, pero llegado el momento, si los agresores lo imponen, los herederos de Bolívar y de Chávez, los soldados de Maduro, estarán listos para hacerle  impagable la osadía.
Hoy, como en otras ocasiones, gobernantes traidores a sus propios pueblos, entre los cuales se destaca Colombia, sirven de bastón al imperio yanqui para la agresión a otros pueblos hermanos. La mentira, el soborno, la intimidación y el chantaje, han borrado de la frente de esos lacayos todo signo de dignidad, de solidaridad, de moral y de vergüenza.
La propia Colombia pone en riesgo la vida de sus habitantes, y presta su territorio para fraguar y ejecutar la agresión. Otros aullidos forman coro repitiendo lo que el amo les mande.
Las amenazas imperiales se ciernen también sobre Cuba. Tal vez el presidente Trump ignore el sentido profundo de la consigna de ¡Patria o Muerte! ¡Venceremos! de nuestro pueblo. Somos un pueblo pacífico, amante de la paz, tenemos vocación de construir, no de deshacer, pero somos y seguiremos siendo fieles al legado fidelista de que somos un país libre que nos legaron nuestros padres, y primero se hundirá la Isla en el mar antes que consintamos en ser esclavos de nadie.
Pobre pueblo el de los Estados Unidos, cuyo presidente debía ser motivo para avergonzarse de él por autoerigirse rector de un mundo al cual solo le inspira desprecio. Muchos analistas, en estos días, se han preguntado si ese pueblo sólo reaccionará cuando le comiencen a llegar cadáveres de sus hijos, como pago para satisfacer las ambiciones de quienes fueron electos para representar sus intereses y hoy están convertidos en enemigos de esa aspiración.
Los ojos de gran parte del mundo están hoy puestos sobre los acontecimientos relacionados con la amenaza de agresión a Venezuela. Y estamos convencidos de que la solidaridad con este pueblo seguirá creciendo. Los cubanos seguiremos junto a este heroico pueblo, como un eterno abrazo entre Bolívar y Martí, entre Chávez y Fidel, entre Maduro, Raúl y Díaz-Canel.


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