Orlando Guevara Núñez
Nuestro Héroe Nacional, José Martí, desde muy joven, advirtió el peligro que para nuestra independencia representaba el apetito norteamericano de anexarse a Cuba. Y en varios momentos de su vida denunció esos intentos y los males que acompañarían a esa decisión si llegara a fraguarse.
A algunos de esos momentos nos referiremos por separado, pues un solo trabajo no podría abarcar el batallar martiano sobre esa nefasta política yanqui que siempre pretendió cercenar la independencia de nuestro país para apropiarse de sus recursos naturales y sacar ventajas de su privilegiada posición geográfica. Un sencillo homenaje a nuestro Apóstol, al conmemorarse, el 19 de mayo de 2020, el aniversario 125 del holocausto de Dos Ríos.
Siendo casi un adolescente, sufriendo en España su primera deportación, se refirió a ese tema. Y apuntó algunas diferencias que no aconsejaban tal anexión.
“Los norteamericanos posponen a la utilidad el sentimiento. Nosotros posponemos al sentimiento la utilidad”. Y argumenta:
“Y si hay esta diferencia de organización, de vida, de ser, si ellos vendían mientras nosotros llorábamos, si nosotros reemplazamos su cabeza fría y calculadora por nuestra cabeza imaginativa, y su corazón de algodón y de buques por un corazón tan especial, tan sensible, tan nuevo que sólo puede llamarse corazón cubano, ¿cómo queréis que nosotros nos legislemos por las leyes con que ellos se legislan?”
El joven Martí invita a la reflexión sobre este tema: “Imitemos ¡No! Copiemos. ¡No!. Es bueno, nos dicen. Es americano, decimos. Creemos porque tenemos necesidad de creer. Nuestra vida no se asemeja a la suya, ni debe en muchos puntos asemejarse. La sensibilidad entre nosotros es muy vehemente. La inteligencia es menos positiva, las costumbres son más puras, ¿cómo con leyes iguales vamos a regir dos pueblos diferentes?”
Y una afirmación es elocuente: “Las leyes americanas han dado al Norte alto grado de prosperidad, y lo han elevado también al más alto grado de corrupción. Lo han metalificado para hacerlo próspero. ¡Maldita sea la prosperidad a tanta costa!” A éstas, agrega otras consideraciones: “Y si el estado general de ilustración en los Estados Unidos os seduce, a pesar de la corrupción, de su metalificación helada, ¿no podremos nosotros aspirar a ilustrar sin corromper?
Como se aprecia, Martí alerta sobre las diferencias que no aconsejarían la unión de Cuba a los Estados Unidos. Habla sobre idiosincrasia. Pero no ahonda en los motivos políticos. Téngase en cuenta su corta edad y pocas vivencias sobre el tema. Además, son solo apuntes. Sus ideas contra el anexionismo yanqui se radicalizarían en el fragor de la lucha cuando esta nefasta corriente se hiciera sentir más en el contexto de nuestro bregar independentista.
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