Orlando Guevara Núñez
Estamos ante otra ocasión en la que Martí aborda el tema de la desigualdad social en los Estados Unidos. La distancia entre los ricos y los pobres. Describe cosas agradables, pero plantea que deben conocerse también las tristes. Menciona los modos y atuendos de personas ricas y pobres. Y la diferencia es vergonzante. Pero existe.
“El hombre acaba por envilecerse- dice- y la mujer por afearse, cuando no templa de vez en cuando el amor exclusivo a su bienestar con el espectáculo de la desdicha ajena. Solo es feliz el bueno. El mundo no es palacio”. A continuación afirma el pensamiento sobre el mejor amigo de los hombres, y concluye: “El deber se ha de cumplir en alguna parte, aquí o luego”.
Ese fenómeno descrito por Martí, es un mal irreconciliable entre los ricos y los pobres: unos tienen más de lo que necesitan, mientras otros, la mayoría, tienen menos de lo imprescindible para vivir sin privaciones. Para que existan ricos, tienen que existir los pobres que, con su miseria, nutran las riquezas ajenas. Así, el deber de los ricos no incluye su solidaridad con los hombres que no lo sean.
Y, además de señalar la injusticia, la condena. Es un ardiente defensor del bienestar de todos, de la justicia repartida. El referido artículo fue publicado en el periódico La Nación, de Buenos Aires, el 19 de septiembre de 1888. Había sido escrito por Martí, en Nueva York, más de un mes antes, específicamente el 3 de agosto del mismo año.
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