.Orlando Guevara Núñez
Juan Almeida Bosque fue un ardiente admirador de Santiago de
Cuba. Más que admirarla, la amó. Con
breves y sentidas palabras, exteriorizó ese sentimiento en varias ocasiones.
Fue combatiente del Moncada,
expedicionario del Granma, Comandante del Ejército Rebelde y Jefe del Tercer
Frente Oriental Dr. Mario Muñoz Monroy. Comandante de la Revolución. Fallecido el
11 de septiembre de 2009.
Durante una entrevista con
este autor, en ocasión del aniversario
40 del Moncada, expresaría:
“Aunque no nací en Santiago,
es una tierra querida donde estuve dispuesto a dar la vida. Por los
santiagueros y los orientales siento, además de cariño, respeto y admiración; y
no es solo por las páginas que en la historia les corresponden desde 1953 hasta
los días de hoy, también porque Oriente ha sido cuna de héroes y escenario de
heroísmo y dignidad patria, como ahora lo es todo nuestro pueblo”.
En su libro ¡Atención! ¡Recuento! –página 13- recordando su paso, como prisionero después
del asalto al Moncada por el Paseo de Martí, Almeida apunta:” Por aquí, por
esta misma avenida, según nos contaron, fueron llevados al cementerio Santa
Ifigenia los restos de nuestros compañeros torturados y asesinados por los
soldados de la tiranía, manchando con la sangre de tanto crimen aquel amanecer
y los días que siguieron. Nos dijeron que sacaron la caravana mortuoria con varios cientos de
soldados armados y equipados fuertemente; y la policía motorizada ordenaba a la
gente despejar las calles y cerrar las puertas y ventanas de las casas”.
“No obstante, no pudieron evitar que muchos
vieran los dos camiones donde llevaban
apiladas las cajas de madera con los restos de nuestros compañeros. Eran
cajas rústicas, endebles, mal hechas, y el peso de las de arriba rompió muchas
de las de abajo, por lo que aquí asomaba una cabeza, allá una pierna, en otra
colgaba una mano. El espectáculo era terrible. Los bárbaros oficiales, clases,
soldados y policías, sepultaron los cadáveres en un sitio casi oculto del
cementerio”.
“Empezaba el temor, el
horror, y nacía el valor del pueblo contra la tiranía. Pronto aparecieron
flores sobre la tumba donde habían sido enterrados los jóvenes combatientes, y
en las paredes y muros letreros de “¡Asesinos! ¡Abajo la tiranía! ¡Que se vayan
los que nos quitaron la libertad!” Aquí en esta ciudad eso fue un desafío al
régimen ante tanta brutalidad, dolor y pena”.
“Esto crece- nos decían los
que nos visitaban”.
En otra de sus obras literarias La aurora de los héroes- página 32, refiriéndose a los hechos del
30 de noviembre de 1956 en Santiago de Cuba, señala Almeida:
“Fue admirable la posición
vertical y el valor heroico de aquellos jóvenes frente al ejército, para
desafiar a un mayor número de hombres, armas y medios, y lo
hacían vestidos de verde olivo, con brazalete rojo y negro, identificándose así
como el Ejército del Pueblo”.
“Los ojos curiosos de la
gente vieron los movimientos de los jóvenes enfrentados a los soldados de la
tiranía, tiros contra tiros. El pueblo, como lo hizo el 26 de Julio cuando los
ataques a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, protegió y
escondió a sus hijos, en peligro de muerte, poniéndolos a salvo”.
“No faltó la inspiración, el
valor y el entusiasmo de la mujer en estas acciones, entre ellas Yeyé, María
Antonia, Gloria Cuadras, Vilma, Asela y otras más que ponían su quehacer y amor
a la causa revolucionaria”.
“Cayeron abatidos por la
tiranía tres luchadores, valientes, cumplidores del deber, que desde los
primeros momentos abrazaron la causa sagrada de la patria y el sacrificio por
el pueblo. Se destacó Casto Amador, el
joven santiaguero que por estos hechos guardó prisión en el Reclusorio de Isla
de Pinos hasta el triunfo revolucionario”.
Entre sus múltiples canciones,
no faltó un lugar, ni una inspiración, para Santiago de Cuba:
A Santiago:
Mi Santiago,
tu Santiago,
nuestro Santiago,
un pedacito de Cuba es.
Las estrellas más brillantes en sus noches,
y de día más caliente sale el sol.
Sus mujeres son palmeras que se mueven
al conjuro de la brisa tropical.
Si te miran unos ojos, ten cuidado,
porque besan al mirar.
Si me dicen que estás triste,
no te creo.
Cuando quieras tu tristezas disipar,
ven conmigo a Santiago,
a mi Santiago,
nuestro Santiago,
en festival.
Un testimonio de José Camejo
Acosta, combatiente y dirigente del Partido en esta provincia, quien durante
muchos años trabajó muy ligado a
Almeida, refleja una afirmación del Comandante de la Revolución,
en la cual queda plasmada su devoción por Santiago de Cuba: “Yo
soy como los santiagueros, que dan vueltas y vueltas y regresan a su Santiago”.
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