.Orlando Guevara Núñez
La
acción del 30 de noviembre de 1956 en Santiago de Cuba, reveló las cualidades
de Frank País como combatiente y también su capacidad organizativa, aún en
medio de las limitaciones impuestas por el rigor de la clandestinidad.
Después
de su visita a México en agosto de 1956, donde sostuvo una entrevista con Fidel
Castro, quien entonces preparaba la expedición para reiniciar la lucha armada
en Cuba, el máximo jefe revolucionario,
en carta dirigida a María Antonia Figueroa, responsable de finanzas del
Movimiento Revolucionario 26 de Julio en Oriente, se refirió así al joven
santiaguero: “He podido comprobar todo
cuanto me habías dicho sobre las magníficas condiciones de organizador, el
valor y la capacidad de Frank País”.
De
su segunda visita al país azteca, en octubre de ese mismo año, regresa con el
cargo de Jefe Nacional de Acción del M-26-7, y a partir de ese momento multiplica su labor organizativa en Santiago de Cuba y
otros muchos lugares de la
Isla. Aglutina y disciplina a hombres y mujeres, reúne armas y traza meticulosamente el plan
para secundar a los futuros expedicionarios del Granma.
El
telegrama recibido por Arturo Duque de Estrada, Secretario de Actas y
Correspondencia del M-26-7, en el que se indicaba la fecha de arribo de la
expedición a la costa sur de Oriente, llegó a Santiago de Cuba el 27 de
noviembre de 1956. Se contaba con solo tres días para los preparativos finales
y el desarrollo de la acción. El escaso tiempo, sin embargo, no restó
organización a un vasto plan que iba más allá de los principales objetivos en
la capital oriental, es decir, las Estaciones de la Policía Nacional,
de la Policía
Marítima y el Cuartel Moncada.
El
asalto a una ferretería para obtener armas, la destrucción de la pista e
instalaciones del Aeropuerto y la fuga de los presos políticos de la cárcel de
Boniato, formaban parte del plan en Santiago, concebido en tres direcciones: el
alzamiento de la ciudad, los francotiradores que hostigarían a las fuerzas batistianas,
y una cadena de sabotajes a servicios públicos, de comunicaciones, transporte y
otros para inmovilizar a las fuerzas de la tiranía.
La
noche del 29 de noviembre, Frank convoca a su Estado Mayor, y al frente de él
se dirige a una casa radicada en Punta Gorda, cercana a la bahía santiaguera,
desde donde al amanecer parte hacia la ciudad y se instala en una casa de la
calle Santa Lucía, a poca distancia de la Estación de la Policía Nacional,
donde cayeron en combate Pepito Tey, Tony Alomá y Otto Parellada en los
primeros momentos del combate del 30 de noviembre.
Junto
a Frank País, ese Estado Mayor lo integraban Armando Hart Dávalos, el dirigente
obrero Ramón Álvarez y el abogado defensor de los moncadistas, Baudilio
Castellanos. También, poniendo en alto el heroísmo de la mujer cubana, lo
formaron las santiagueras Vilma Espín Guillois, Gloria Cuadras de la Cruz y María Antonia
Figueroa, junto a la heroína del Moncada Haydée Santamaría Cuadrado.
Ya
en su Cuartel General, la actividad organizativa de Frank es intensa.
Recepciona la información de los distintos jefes e imparte las órdenes para el
combate. Así lo describió la ya fallecida combatiente Gloria Cuadras: “En ese momento me fijé en el rostro de Frank.
Estaba radiante y su rostro estaba como iluminado. Se había puesto el traje
verde olivo, primera vez que lo veía así y se podía palpar que estaba orgulloso
de tenerlo puesto”.
Ante la certeza del fracaso del bloqueo al Cuartel
Moncada, Frank ordena la retirada escalonada de los combatientes, no sin antes
explorar la posibilidad de escalar las montañas para desde allí continuar la
lucha, propósito no logrado por la presencia de las fuerzas de la tiranía ya
movilizadas.
Al
referirse a las acciones del 30 de noviembre en Santiago de Cuba, Frank las calificó
como un éxito. Y fue ese un punto de partida para intensificar las actividades
organizativas. Traza indicaciones para los responsables clandestinos, define
ideas y misiones para incrementar la lucha, estructura el Movimiento en
secciones de organización obrera, sabotajes, tesorería y de propaganda. Cada
cargo debería tener su sustituto.
Se
consagra a organizar la resistencia cívica, las milicias clandestinas y el
sector obrero para apoyar la lucha del Ejército Rebelde en las montañas de la Sierra Maestra.
Dedica sus esfuerzos a la creación de un segundo frente de combate en la zona
de Miranda, el cual fracasa y constituye para él un fuerte golpe del que se
repone; logra recuperar muchas armas y enviarlas al Mando Rebelde guerrillero.
Luego organiza el primer refuerzo de medio centenar de combatientes que en
marzo de 1957 se suman a la guerrilla dirigida por Fidel, lo cual fue un factor
importante para la consolidación de esa fuerza.
El
17 de mayo de 1957, en una circular a los dirigentes del Movimiento
Revolucionario 26 de Julio, expone su idea de crear nuevos frentes de combate,
para lo cual orienta el estudio de los posibles territorios. En el propio
documento plasma con claridad su pensamiento político, al afirmar la aspiración
de “Encausar a Cuba dentro de las
nuevas corrientes políticas, económicas y sociales de nuestro siglo (...) a
remover, derribar, destruir el sistema colonialista que aún impera, barrer con
la burocracia, eliminar los mecanismos superfluos, extraer los verdaderos
valores e implantar, de acuerdo con
las particularidades de nuestra idiosincrasia, las modernas corrientes
filosóficas que imperan actualmente en el mundo (...) Tenemos que lograr una
verdadera unidad ideológica, la plena identificación de principios y propósitos
para que sea sencillo el aunar las acciones de tantos militantes, coordinar sus
esfuerzos y dirigirlos a puntos concretos”.
Así,
cuando cae asesinado el 30 de julio de 1957 en Santiago de Cuba, sin haber
cumplido aún los 23 años de edad, Frank País García legaba a la Revolución su audacia
combativa y su capacidad de organización, convertidas en fuerza imprescindible
para la lucha futura y la victoria final.
Al
referirse a las cualidades de Frank, el compañero Armando Hart, luchador junto
a él, afirmaría en un artículo publicado
de forma clandestina poco después de la caída del héroe: “Sumergido
en la clandestinidad fue centro directriz del poderoso movimiento subversivo
que tiene a la tiranía al borde del colapso. Anónimamente, conocido sólo en su
provincia y en los círculos revolucionarios,
fue capaz, con una hábil estrategia de combate, de ser factor
determinante de la lucha contra la tiranía. Frank País, desde su escondite en
Santiago, mandaba en Cuba (...)”
“No
sé – afirmó Hart en el mencionado artículo- si era un político con vocación
militar o un militar con vocación política. Sí sé que para él las palabras
disciplina, organización, civismo, libertad, tenían un valor sagrado,
conjugándose en su mente y en su acción, guardando un magnífico equilibrio”.
Así
era Frank País García, nuestro héroe glorioso de la lucha clandestina.
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