.Orlando Guevara Núñez
Cuando el 1ro. de enero de 1984, a propuesta suya y por acuerdo del Consejo de Estado, el Comandante en Jefe Fidel Castro entregó a Santiago de Cuba el Título Honorífico de Héroe de la República de Cuba y la Orden Antonio Maceo, fue un reconocimiento a la historia forjada por el pueblo santiaguero.
La ciudad es heroica porque heroico han sido sus hijos en las distintas etapas de lucha. Las casas, las calles, los parques, las instalaciones públicas que hoy identifican y simbolizan a esta ciudad, ganaron ese sitial por el patriotismo de sus habitantes, por sus valores culturales, por ser escenarios de lucha de sus hombres y mujeres.
La ciudad con más de 1 700
edificaciones surgidas durante la etapa colonial, su mezcla con el
eclecticismo, el modernismo y el racionalismo en las construcciones, es
poseedora de un valor urbanístico, arquitectónico, ambiental y monumental que
hizo acreedor a su centro histórico, desde l978, de la distinción como
Monumento Nacional.
Primera capital cubana creada por el
colonialismo español.
Escenario de ataques piratas, de corsarios y filibusteros que desde su
mismo nacimiento le fueron imponiendo a su población el deber de defenderse.
Sangre nativa, africana, europea y asiática en mágica
mezcla con la nativa. Gente que anhelaba tierra propia para sembrar y cultivar
sus esperanzas de libertad y soberanía, sin imposiciones de amos venidos de
otras partes. El crisol de su nacionalidad, agredido por la brutalidad de la
esclavitud y el vasallaje, germinó abonado por sudor y sangre de incontables
generaciones.
Hombres y mujeres que fueron
inoculando en sus venas y en su carácter el odio hacia los crímenes y el
despotismo español. Rebeldía forjada ante salvajes matanzas, como las de marzo
y agosto de 1869, febrero de 1870 y el fusilamiento en agosto de ese mismo año
del patriota y autor del Himno Nacional cubano, Perucho Figueredo.
Terreno ya abonado para
recibir la simiente del 10 de octubre de 1868. Antonio Maceo, José Maceo, Pío
Rosado, Guillermón Moncada, Flor Crombet, Quintín Bandera y centenares de
jóvenes santiagueros que ya conspiraban contra España, acuden al llamado
independentista. Santiago de Cuba, los hijos de esta ciudad, comenzaban así una
lucha que sería coronada casi un siglo después.
En 1879 muchos patriotas de
esta ciudad respondieron al brote de la llamada Guerra Chiquita sumándose a una contienda que no
fructificaría, pero mantendría latente el espíritu de lucha.
El 24 de febrero de 1895,
habían echado raíces más fuertes el
patriotismo y la decisión de lucha. Los clarines de Baire movilizaron a quienes habían luchado en las campañas
anteriores y a otros muchos santiagueros, símbolos de la continuidad histórica.
Así, Santiago de Cuba se
reafirmaba como un firme pilar de la lucha por la independencia cubana. Todas
esas contiendas fueron cimentando la rebeldía de los santiagueros.
Y hasta la propia
Naturaleza parece haberse convertido en
cómplice para la forja de ese carácter, imponiendo a los habitantes de esta
ciudad los rigores del sol abrasador, del perenne y sofocador calor, de los
temblores de tierra, de las calles estrechas y con pendientes, de las
escalinatas, de un anillo montañoso que detiene los vientos, interrumpido sólo por la larga y estrecha bahía que no
renuncia a besar perennemente los pies de la ciudad.
Se dice Trocha y se ha dicho
Carnaval. Se habla de puertas abiertas a las guitarras y a los combatientes y
se está hablando de Santiago de Cuba. Se dice solidaridad y el primer sinónimo
es: santiaguero, brindando su mano, su ayuda, su casa y su mesa al amigo o
simplemente a un conocido que venga en son de paz y amistad.
Hasta parece como si la historia, en gesto
agradecido, hubiese reservado para esta ciudad el escenario de hechos
trascendentes para toda la nación cubana y más allá de sus fronteras.
Aquí recibió el golpe mortal
el colonialismo español, en 1898. Y aquí sufrió su derrota final la sangrienta
tiranía batistiana, en enero de 1959. Aquí se produjo la afrenta contra el
Mayor General Calixto García, al no permitírsele por el ejército interventor
norteamericano entrar a la ciudad, luego del triunfo al cual había contribuido
decisivamente. Y aquí, con el Comandante en Jefe Fidel Castro al frente, los
mambises del siglo XX entraron por fin, para hacer una verdadera Revolución.
Aquí se produjo el heroico
asalto al Cuartel Moncada, el 26 de Julio de 1953. En esta ciudad se vistió por
primera vez el uniforme verde olivo cuando el 30 de noviembre de 1956 los
jóvenes revolucionarios se alzaron en armas, secundados por el pueblo, para
respaldar el desembarco del yate Granma, comandado por Fidel.
En Santiago de Cuba nacieron
Antonio Maceo y Frank País, cuyas muertes simbolizan la caída de todos los
mártires de la Revolución en las distintas etapas independentistas. Como
símbolo de continuidad de una misma lucha, el héroe de la lucha clandestina
nació un siete de diciembre, exactamente
38 años después de la muerte del Titán de Bronce.
El propio cementerio de
Santa Ifigenia surgió sólo seis meses antes de iniciada la guerra de 1868, como
si hubiese nacido con la misión de atesorar los restos venerados de muchos
héroes de la Patria. Aquí reposan los restos de Carlos Manuel de Céspedes
y de José Martí, máximos jefes de las
gestas de Yara y de Baire; de Mariana
Grajales, de José Maceo, de Guillermón Moncada, Perucho Figueredo, de más de
una veintena de generales de nuestras guerras de independencia.
Aquí están sepultados 42
combatientes del Moncada, encabezados por Fidel y Abel Santamaría.. Los hermanos Frank y
Josué; Pepito, Tony, Otto… decenas de combatientes del Ejército Rebelde y de la
lucha clandestina. Ciento cuatro combatientes internacionalistas caídos en
distintas latitudes, reposan también aquí, como testimonio del valor solidario
de este pueblo.
Aquí recibió el General
Antonio su herida número 27 y última, cuando el 15 de abril de 196l el pecho de
su busto en el aeropuerto que lleva su nombre, fue atravesado por la metralla
mercenaria. Pero el Titán continuó erguido, desafiando la infamia y llamando a
los santiagueros al combate.
Así es Santiago de Cuba,
donde la historia y el presente estrechan sus manos para forjar el presente y defender el futuro. Donde el desarrollo
económico y social sigue su curso, pese a las adversidades de un bloqueo
obstinado y criminal que afecta al país hace ya
más de seis décadas. Ciudad
eternamente rebelde, hospitalaria y heroica. Así es y seguirá siendo Santiago de Cuba.
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