.Orlando Guevara Núñez
-¿Ha
llegado la Hora Cero?
-
Sí, doctor, es la Hora Cero.
-Te
felicito, ¡qué fecha escogiste! Hoy cumplo 41 años y los pongo en tus manos,
que tienes 25.
Este
diálogo tuvo lugar en las primeras horas del 26 de julio de 1953, en la Plaza
de Marte, de Santiago de Cuba. La interrogante pertenece al doctor Mario Muñoz
Monroy; la respuesta, al jefe de la acción de ese día, Fidel Castro Ruz.
Poco
después, en el mismo auto, partirían
hacia la Granjita Siboney; de ahí – en
autos distintos- para el asalto al Cuartel Moncada. Fidel entraría por la Posta
Tres; Mario Muñoz ocuparía su puesto, junto a Abel Santamaría, en el Hospital
Civil.
Luego
de concluir el combate y ser hecho prisionero, el doctor Muñoz sería asesinado por
los esbirros de la tiranía. Así, murió el mismo día de su cumpleaños.
Por eso este 26 de julio de 2012, al cumplirse 59 años de su caída, se cumple
también el centenario de su natalicio.
Mario
Muñoz Monroy había nacido en Colón, Matanzas, donde cursó sus primeros
estudios. En 1942, se graduó de médico en la Universidad de La Habana. En la
época de turbulencia política que le correspondió estudiar su carrera, se sumó
a las luchas estudiantiles y al combate contra el tirano Gerardo Machado.
Ingresó
al Directorio Estudiantil
Universitario. Participó en las demandas del estudiantado, como
fueron la autonomía universitaria,
libertad de los presos políticos y solución técnica de los problemas de la
segunda enseñanza y en el movimiento por el aumento de matrículas gratuitas.
En
1938 participó en dos huelgas universitarias,
la de enero, por la realización de exámenes parciales y la
eliminación de los finales, y la de octubre-noviembre, que exigía el
cumplimiento de 29 puntos, entre ellos la no rebaja del presupuesto
universitario, la creación de una imprenta en el alto centro docente, la cesión
de un local para la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), la apertura
de la biblioteca general en horario nocturno y la reforma universitaria.
Ya graduado, en su natal Colón, trabajó en una Casa de Socorros y como radiólogo en un hospital, pero renunció en ambos casos, negándose a los rejuegos politiqueros que utilizaban los servicios de salud para los fines electorales.
Ya graduado, en su natal Colón, trabajó en una Casa de Socorros y como radiólogo en un hospital, pero renunció en ambos casos, negándose a los rejuegos politiqueros que utilizaban los servicios de salud para los fines electorales.
Buscando
los caminos de la revolución que soñaba, ingresó al Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo)
liderado por Eduardo Chibás. Pero, como otros jóvenes luchadores,
comprendió que desde ese partido no se
podía aspirar a la verdadera liberación cubana. Por eso, luego del golpe de
estado del 10 de marzo de 1952, decidido a combatir contra el dictador
Fulgencio Batista, identificó en Fidel al hombre capaz de conducir la lucha y llevar a la victoria a una
verdadera revolución.
El
médico de tempranas inquietudes revolucionarias, encontró el tiempo, además,
para su realización como piloto y radioaficionado.
Su hogar se convirtió en un centro de encuentro de los
revolucionarios, entre ellos Fidel y Abel, primero y segundo jefes del asalto
moncadista. Así se convertiría el joven médico en uno de los asaltantes del 26 de julio de
1953. En la Granjita, se vistió con el
uniforme de los asaltantes, pero, por decisión de Fidel, tuvo que cambiarlo por
el de médico. Sobre la salida para el combate, recordaría la heroína Melba
Hernández:
“Salimos
en el carro manejado por Mario Muñoz. En el asiento de alante, Muñoz con Julio
Reyes Cairo, un muchacho de Colón; en el de atrás, Raúl Gómez García, Yeyé y
yo. Y allí llevábamos las banderas, los himnos, el llamado al pueblo que se
haría desde allí, porque habríamos tomado una estación de radio para informar
al pueblo y hacerle un llamado.
“Pero
yo necesito decir algo sobre el doctor Mario Muñoz. El fue hecho prisionero,
como todos los que estábamos allí en el hospital. A él lo sacaron a pie, como a
nosotros, poco antes que a nosotras dos, con un grupo de detenidos. Y cuando
íbamos por una de las calles interiores del Cuartel Moncada, Mario discutía con
dos militares que lo llevaban preso y vimos cómo uno de ellos… lo empujaban, casi lo tumbaban, le decían de
todas las cosas que ustedes saben que se dicen… a uno de ellos no le fue
suficiente aquello y le tiró por la espalda. Y lo vimos caer de un solo tiro
allí en la acera de aquella callecita interior.
“Esto
queremos decirlo porque Mario fue un compañero muy entusiasta, de mucho
optimismo, muy útil no sólo como médico, sino también como radioaficionado. Fue
muy útil en todas las cosas”.
Reiniciada
la lucha armada, luego del desembarco del Granma y la lucha guerrillera en la
Sierra Maestra, el nombre de Mario Muñoz Monroy se multiplicó en el combate,
al llevarlo el Tercer Frente Oriental, bajo el mando del Comandante
Juan Almeida Bosque, cuyo papel sería de
marcada importancia para el triunfo del 1ro. de enero de 1959.
El
26 de julio, de esta forma, está ligado en
la figura de Mario Muñoz Monroy en tres momentos cumbres: su nacimiento,
su muerte y su entrada definitiva a la
historia de la Revolución cubana, como uno de sus héroes gloriosos.
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