. Orlando Guevara Núñez
.Entrevista concedida a este autor por el
general de brigada ® Demetrio Montseny Villa, con motivo del aniversario 40 de
la caída de Frank País. Fue jefe de la Columna 20 Gustavo Fraga, del Segundo Frente Oriental Frank País. Falleció el 27 de junio de 2011.
Sobre
los últimos momentos de vida del héroe de la lucha clandestina, Frank País
García, muchos han escrito o testimoniado, incluso el propio Montseny Villa.
Pero en este 40 aniversario del
holocausto del Callejón del Muro, me propuse que él rememorara algunos pasajes
de aquel día, cuando Santiago de Cuba se estremeció con la noticia del vil
asesinato y convirtió el dolor en fuerza de pueblo frente a la tiranía
batistiana.
El
cuestionario es breve y Villa accede a contestarlo.
¿Cuál fue su primer contacto con Frank País y cómo
quedó ligado a la lucha junto a él?
Tenía
referencia de Frank por Pepito Tey, ambos militábamos en el MNR (Movimiento
Nacional Revolucionario) al que Frank también perteneció, pero lo conozco a
finales de 1955, cuando va a Guantánamo y participa en una reunión que él
preside y se crea la dirección del M-26-7 de la que posteriormente se me
designa jefe de Acción y Sabotaje; esta responsabilidad me liga mucho a él,
pues este frente Frank lo dirigía personalmente.
¿Cuál misión lo condujo
el 30 de julio del 57 al encuentro con Frank?
En
Guantánamo habíamos logrado organizar con los obreros y funcionarios cubanos
que trabajaban dentro de la Base Naval norteamericana el M-26-7 con mucha
efectividad para adquirir armas, parque y otras cuestiones de importancia,
sobornando con dinero a norteamericanos y oficiales de la Marina, gestión en la
que ya habíamos tenido éxito varias veces. Por entonces me llega la información
de una operación para adquirir 20 000 tiros calibre 3006 y la posibilidad de
adquirir algunos fusiles, pero las finanzas que teníamos no alcanzaban para
hacerle frente y decido ver a Frank para pedirle apoyo en dinero. Esa es la
razón de nuestro encuentro el 30 de julio de 1957.
Usted fue el último
revolucionario que compartió con Frank el rigor de la lucha clandestina y el
último que lo vio con vida. ¿Cuáles son sus recuerdos e impresiones sobre
aquellos momentos?
Después
de conversar sobre el tema que me llevó a verlo, del que se mostró muy alegre
expresando ¡Yo sabía que ustedes no me iban a fallar, siempre llegan en el momento
oportuno!, me pidió que no solo hiciera esfuerzos en adquirir parque, sino
también urgentemente fusiles, me mostró una carta de Alejandro (Fidel) sobre la
situación de los proyectiles en que se encontraban los fusiles de la Sierra; en
ese momento le dio instrucciones al compañero de la dirección del Movimiento
que me acompañaba sobre la situación del dinero, hablamos de otros temas, pero
el central fue su seguridad y por qué
había escogido la casa de Pujol, que conocíamos estaba super quemada; me argumentó que ya había muchos
compañeros refugiados en distintas casas de la ciudad y no había muchas
opciones para refugiarse; pasamos en la
conversación al problema de la Sierra y que había que redoblar los esfuerzos para
ayudar con todo lo que se pudiera a la Sierra.
Producto
del murmullo en la calle, Armonía –cuñada de Pujol- se asoma a una ventana y
comunica que se trata de un registro en el barrio. Frank no se inmuta, su
actitud influye en nosotros, solo comenta: “Parece que el fatal soy yo, estábamos junto con Navarrete, nos separamos
y ya tengo a la policía aquí”. Sus palabras son serenas y parecen indiferentes;
aprovecho para proponerle ¿Por qué no te vas conmigo en la máquina? No quiso y
me argumenta que en otras ocasiones se ha ido sin dificultad. En ese momento
llega Raúl Pujol, ya consciente de lo que está pasando.
Frank,
con absoluta tranquilidad, llama por teléfono, según lo que escucho habla con
Vilma, oigo algo de lo que hablan pero sin comprenderlo, pues no conozco el
tema; cuelga y lo ataco de nuevo, con la participación de Raúl, para que se
vaya conmigo, pero se niega rotundamente; ordena a Pujol volver a la
ferretería, a lo que éste se niega y pronuncia una frase que nunca se me ha
olvidado:” El Movimiento me ha responsabilizado con tenerte aquí y si algo
ocurre muero contigo”. Y Pujol cumplió aquel compromiso con la Revolución.
Frank
le da instrucciones a Pujol de despedirnos en la salida como si fueran
familiares y que el próximo domingo iríamos a la finca a comernos un
lechoncito.
Vuelvo
a insistir, ya estábamos tensos por su negativa y responde, ya contagiado por
la tensión también: “No, es más fácil que me vaya a pie, hagan lo que les digo,
váyanse – concluye Frank- aquí me quedo yo, cumplan la orden que les estoy
dando”. Es tan terminante que marcho hacia la puerta junto a Pujol, al salir y
ver la proximidad del operativo, insisto con Pujol para que Frank me acompañe,
a lo que me responde: “Vete tranquilo que mi vida responde por la de él” y con
dominio de sí va hasta la esquina a solicitar a un guardia rural el permiso de
salida para sus amigos. ¡Qué se vayan!, exclama el guardia con el fusil en la
mano; con el carro vamos a girar a la izquierda, pero un policía ordena hacerlo
a la derecha, en sentido contrario al tránsito. Increíblemente logramos
escapar; veinte minutos más tarde, en la casa de la doctora que usábamos como
contacto, escucho por la radio que en un tiroteo con la policía había caído
Frank.
¿Qué sintió y pensó al
conocer la muerte de Frank?
Lo
que sentí fueron deseos de vengar su caída igual que muchos compañeros en
Santiago, que se movilizaron de inmediato con ese fin.
Hubiera
sido una carnicería si las células del M-26-7 salen a la calle; el régimen
estaba esperando eso precisamente, pero la inteligencia pudo más que la
venganza, ya lo he dicho otras veces. Vilma llamó por teléfono y orientó no
salir a realizar acciones a la calle, enterrar a Frank vestido de verde olivo y
hacer de su entierro una poderosa manifestación de repudio al régimen.
Reflexioné
y pensé que Frank no quiso irse con nosotros para que su presencia no hiciera
más sospechosa nuestra salida y que pudiera frustrarse el cumplimiento de la
tarea que me había encomendado; para Frank las tareas de ayuda a Fidel en la Sierra eran de prioridad
absoluta.
Hace unos días escuché
de usted la afirmación de que era necesario estudiar más la personalidad de
Frank como organizador y hombre de acción. ¿Cómo aprecia en él esos rasgos?
Este
tema sobre Frank es muy rico y reflejar en pocas líneas su pensamiento, su
acción y el trabajo que realizó en tan corto tiempo no es fácil, pero puedo
decirte que él fue como el nacido para cumplir la misión que Fidel tenía que
darle a alguien y lo encontró en Frank. Cuando estudiamos sus circulares para
la dirección del Movimiento y sus informes a Fidel, se puede apreciar sin
equívoco que para él la autoridad de Fidel nunca estuvo en discusión. Después
de su viaje a México, cuando se conocen, la impresión fue recíproca porque si
en Frank existió siempre un marcado respeto, una fidelidad intachable y una
admiración declarada por Fidel, Fidel depositó una confianza absoluta en aquel
joven serio, maduro y decidido a quien conoció pocas semanas antes de la salida
del Granma.
¿Cómo mediría la
dimensión del héroe, su fuerza de presencia?
Es
cierto, Frank es un héroe. Fíjate que cuando hablo de él expreso su caída, porque los héroes en nuestro
proceso histórico no mueren y la fuerza de su ejemplo está en nuestra juventud
vigorosa que defiende nuestra Revolución, y también en el pueblo de Santiago,
que lo verás el 30 de este mes presente
en la manifestación de victoria más grande de todos los años en el 40
aniversario de su presencia en el corazón de todos los cubanos.
¿Ha pensado alguna vez
en escribir su testimonio sobre la lucha clandestina y particularmente sobre
Frank?
Ahora,
después de muchos años, estoy haciendo apuntes de las vivencias que he tenido
en el proceso revolucionario, nunca es tarde, Raúl nos ha fustigado seriamente
al señalar que fuimos capaces de hacer la historia y no hemos sido capaces de
escribirla. Tenemos ese compromiso que cumplir.
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