viernes, 7 de agosto de 2020

Estados Unidos paga a los traidores, pero los desprecia


 

.Orlando Guevara Núñez

 

Estados Unidos, como reza un antiguo refrán sobre Roma, paga a los traidores, pero los desprecia. Utiliza y paga a mercenarios para tratar de desacreditar a la Revolución y destruirla, pero ha estado dispuesto, en pos de  sus mezquinos intereses, a sacrificar hasta la vida de esas personas para justificar una agresión directa a Cuba.

El 7 de marzo de 1962, la Junta de Jefes de Estado Mayor de los Estados Unidos, se planteó  en un documento secreto: “La determinación de que una sublevación interna con posibilidades de éxitos es imposible dentro de los próximos 9 a 10 meses, exige una decisión por parte de los Estados Unidos en el sentido de fabricar una provocación que justifique una acción militar norteamericana positiva”.

Así, dos días después, la Oficina del Secretario de Defensa de ese país, sometió a la consideración de esa Junta el documento Pretextos para justificar la Intervención Militar de los Estados Unidos en Cuba. Como ha sido costumbre, el crimen y la mentira han marchado siempre juntos en la política de agresiones del imperio norteamericano contra nuestro país.

Un simple vistazo a las medidas contenidas en el referido documento, pone al descubierto la realidad de que los vende patrias cubanos son sólo una pieza desechable en la enfermiza guerra del imperio yanqui contra la Revolución cubana.

“Pudiéramos hundir una embarcación llena de cubanos en ruta hacia la Florida (real o simulada)”  “Pudiéramos promover intentos contra las vidas de los refugiados cubanos en los Estados Unidos, incluso hasta el punto de herir a algunos de ellos en casos que serían ampliamente divulgados”.

La demencia iba mucho más allá, con total desprecio a la vida humana. “Es posible crear un incidente que demuestre de manera convincente que un avión cubano atacó y derribó a un avión civil arrendado que volaba de los Estados Unidos a Jamaica, Guatemala, Panamá o Venezuela”. “Los pasajeros pudieran ser un grupo de estudiantes universitarios o cualquier otro grupo de personas con intereses comunes como para arrendar un vuelo”.

La infamia y la criminalidad sobrepasaban los límites y retrataban al imperio norteamericano en toda su dimensión terrorista. Por acabar con la Revolución cubana, los más atroces procedimientos tomaban categoría de política de Estado en el gobierno de los Estados Unidos.

“Pudiéramos desarrollar una campaña terrorista cubano-comunista en el área de Miami, en otras ciudades de la Florida y en Washington. La campaña de terror podría estar encaminada contra los refugiados cubanos que buscan asilo en los Estados Unidos”.

En el documento Demanda del pueblo de Cuba al gobierno de los Estados Unidos por daños humanos, fechado en La Habana, el 31 de mayo de 1999, aparecen de forma detalladas  éstas y otras medidas, con pruebas irrefutables que muy bien conoce el gobierno de ese país.

Del desprecio hacia los cubanos, no escapan ni siquiera quienes abandonan su país para ir a vivir a los Estados Unidos. Puede decirse que más que acogerlos con cariño, los soportan y han estado dispuestos a sacrificarlos en múltiples ocasiones.

Otra prueba  es  el contenido del cable firmado por el jefe de la Sección de Intereses de los Estados Unidos en Cuba, Jonathan Farrar, con fecha 15 de abril de 2009, documento revelado por Wikileaks. Selecciono algunos fragmentos que ilustran lo que piensan los amos sobre sus siervos.

 “Muchos grupos de oposición son dominados por individuos con encumbrados egos que no trabajan bien en equipo”.
 “Tengan o no las organizaciones de oposición agendas capaces de atraer la atención de una amplia gama de intereses en la isla, es preciso que empiecen por lograr cierto grado de unidad de objetivos como oposición o al menos que dejen de gastar tanta energía en serrucharse el piso los unos a los otros”.

 “Pese a sus afirmaciones de que representan a “miles de cubanos”, nosotros vemos muy pocas evidencias de ese apoyo, al menos desde nuestra óptica, limitada, en la Habana”.
 “Cuando cuestionamos a los líderes disidentes sobre sus programas, no vemos plataformas diseñadas para llegar a amplios sectores de la sociedad cubana, sino que más bien dirigen sus mayores esfuerzos a obtener recursos suficientes para solventar las necesidades del día a día de los principales organizadores y sus seguidores claves”.
 “Si bien la búsqueda de recursos es su principal preocupación, la segunda más importante parece ser limitar o marginar las actividades de sus antiguos aliados de manera de reservarse el poder y el acceso a los escasos recursos”
En Estados Unidos reciben y tratan a los cubanos de forma muy diferente a los millones de latinos y otras nacionalidades que viven allí como indocumentados, sin derecho a la residencia en  ese país, obligados a trabajar en condiciones desventajosas, sin derecho muchos a la salud, a la educación. Las actuales leyes contra los inmigrantes en algunos estados norteamericanos es prueba de ello, como lo es también los cientos de asesinatos contra los mexicanos que tratan de cruzar la frontera hacia ese país.

La emigración cubana ha sido  para los Estados Unidos una sucia maniobra política. No en vano, obstaculizan e incumplen reiteradamente los acuerdos migratorios establecidos con Cuba. Cierran  u obstaculizan las vías legales culpando a Cuba, incentivando las salidas ilegales, sin importarles las molestias, los gastos, los riesgos y hasta  la muerte de muchas personas en ese intento.  Mientras más molestias  se produzcan, más pretenden lanzar sobre Cuba la responsabilidad que solo a ellos compete.

 

 

Cierto es que muchos cubanos que emigran hacia los Estados Unidos no lo hacen por un problema político. Muchos escogen ese camino por conveniencias económicas, por reunificación familiar u otras causas diversas. Pero cada salida es allá presentada por las autoridades norteamericanas como “prueba” de huida de Cuba por una supuesta represión, lo que forma parte de las mentiras fabricadas contra nuestro país.

Pero los traidores, los que son pagados por el gobierno y organizaciones contrarrevolucionarias simbolizan el viejo adagio con similitud al romano: Estados Unidos paga a los traidores, pero los desprecia”.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario