jueves, 27 de agosto de 2020

Elecciones en Estados Unidos: más allá de las encuestas

 


.Orlando Guevara Núñez

Las encuestas electorales en Estados Unidos señalan una ventaja de Biden contra Trump. Recuerdo que una de éstas marcaba la diferencia de 52 a 43. Para los electores de ese país, esos guarismos son buenos o malos según sean de uno u otro partido aspirante a la presidencia.

Pero esas cifras pueden tener otra lectura. Estados Unidos se autoproclama – aunque pocos se lo reconocen- campeón de la democracia, de la libertad y de los derechos humanos. Y  trata de imponer su sistema al resto del mundo. Vale entonces la siguiente reflexión. Vamos al caso del aspirante a la reelección.

¿Cómo es posible que este individuo aparezca con un 43 por ciento de preferencia de los votantes? ¿Cómo se explica que un connotado mentiroso, racista, charlatán, carente de ética personal y pública, pueda contar aún con ese respaldo?

¿Cómo entender que una persona que promueve y apoya las más brutales medidas de  terrorismo y genocidio internacional para derrocar a gobiernos legítimamente electos por sus pueblos, cuente aún con tal apoyo en su país?

¿Cómo admitir que un individuo que hace todo lo posible- y lo declara públicamente- para asfixiar  a pueblos enteros, como es el caso de Cuba y Venezuela, violando las más  elementales normas y derechos internacionales, tenga ese nivel de aprobación?

¿Cómo encontrarle razón a que  43 de cada cien encuestados prefiera mantener en el poder a una persona cuya política  exterior está basada en las agresiones, las amenazas, el chantaje, las más burdas mentiras, la creación de falsos enemigos y el desprecio total al derecho de las naciones a escoger su propio sistema social, político y económico?

¿Cuáles factores pueden  respaldar ese apoyo a un gobernante que por  una mezcla de ignorancia, insensibilidad y desprecio  hacia su propio pueblo, es responsable de que la pandemia de la Covid-19   haya causado ya más de 180 000 muertes y casi  6 000 000 de infestados, sin que se vislumbre  aún el final de esta tragedia, de la cual es epicentro en nuestro continente?  Y encima de eso traslada la culpa a gobiernos extranjeros, al tiempo que prefiere incrementar sus arcas a costa del incremento del luto en los hogares norteamericanos.

¿Cómo evaluar ese nivel de apoyo, en medio de las justificadas protestas ante la represión y el crimen con ropaje de racismo, que sacuden hoy a ese país?

Pero no piense el lector de esta reflexión que al señalar  tales verdades, me estoy situando al lado de los oponentes de Trump. Vivo en un país bloqueado, agredido, amenazado, calumniado y perseguido- desde hace más de 60 años- por todos los gobiernos norteamericanos, desde Eisenhower hasta Trump. Tanto demócratas como republicanos, han sido tentáculos de un mismo pulpo, los mismos perros con los mismos collares. Unos han ladrado menos que otros, pero todos han mordido igual. Es más: han tenido divergencias sobre las vías para matarnos, pero no han dejado de pensar y actuar para hacer realidad ese crimen.

Ni tampoco es mi propósito criticar lo que piense o deje de pensar el elector norteamericano. Es su derecho el elegir a quien desee. Aunque tendrá  que escoger para que rija su destino, a millonarios que siempre trabajarán para ser más ricos  a costa de que en el pueblo existan más pobres.

En cuanto a los resultados de las elecciones de noviembre, lo único que se puede ver ahora es lo dicho por José Martí en 1887 sobre ese proceso en Estados Unidos: No se está peleando a lo púgil, sino a lo serpiente. Es la realidad, más allá de las encuestas.

 

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