viernes, 14 de agosto de 2020

Un pueblo libre y justo es el único homenaje propio de los que mueren por él

 

 

 

 

 

 

 

 

.Orlando Guevara Núñez

 

Hablaba José Martí, en esta ocasión, en un homenaje a su entrañable amigo Fermín Valdés Domínguez. Se encomiaba la viril actitud asumida por este cubano, a riesgo de su vida o de la prisión, al desenmascarar las patrañas españolas levantadas contra los ocho estudiantes de medicina, asesinados el 27 de noviembre de 1871. El discurso tuvo lugar en el Salón Jaeger´s, de Nueva York, el 24 de febrero de 1894.  

Apuntó Martí  que  Fermín (…) “Cara a cara de la tiranía, enseñó al mundo el crimen, demostró a sus conciudadanos la eficacia del valor, y obligó a los culpables a rendir la cabeza castigada ante las víctimas.

Se está refiriendo a cómo el valiente cubano estando solo frente a la turba española, ante la exhumación de los restos del español Gonzalo de Castañón, logró del  hijo de éste, públicamente, la confesión de que el cadáver no había sido profanado. Esto multiplicaba la condena al crimen brutal.” Ese hombre no ha vindicado solamente a los estudiantes de medicina, ese hombre ha vindicado a la sociedad  de Cuba”.

Expresó el orador que “las etapas de los pueblos no se cuentan por sus épocas de sometimiento infructuoso, sino por sus instantes de rebelión”. Y que “los hombres que ceden no son los que hacen a los pueblos, sino los que se rebelan”. Y ofrece una opinión aleccionadora: “El déspota cede a quien se le encara, con su única manera de ceder, que es desaparecer: no cede jamás  ante quien se humilla. A los que lo desafían, respeta: nunca a sus cómplices".

                                                                                      

El altruismo de su amigo hace brotar de Martí otro pensamiento cierto: El egoísmo es la mancha del mundo, y el desinterés su sol” Ofrece también una definición sobre raza inferior y raza superior. A la primera pertenecen “los que consultan, antes que todo, su propio interés, bien sea el de la vanidad, o el de su soberbia o el de su peculio”  Y a la segunda: “la de los que consultan, antes que todo, el interés humano”.

Cierra Martí su discurso con otras sentidas palabras sobre Fermín Valdés Domínguez: “Las coronas de la historia y el corazón de sus conciudadanos son, con justicia, para el hombre que supo, él solo, tener frente a los déspotas de su patria, el valor que había tenido antes todo un pueblo”.

 

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