.Orlando Guevara Núñez
El 30 de julio de 1959, en
el segundo aniversario de la caída de Frank País, Fidel habló en el Instituto de Segunda Enseñanza de Santiago de Cuba.
Extenso y sentido discurso donde se enfatizó la lealtad a nuestros mártires y
el deber de los verdaderos revolucionarios.
“Quiso
el Gobierno Revolucionario instituir el día de hoy como el Día de los Mártires de
la Revolución Cubana, es decir, en recuerdo de todos los caídos. Y escogió esta
fecha del 30 de julio, porque ha sido este mes y ha sido especialmente este día
como un día símbolo de los sacrificios que hizo nuestro pueblo por conquistar
su libertad”.
“Aquí, en estas calles de Santiago de Cuba, cayeron los
primeros combatientes revolucionarios. En estas calles de Santiago de Cuba se
perpetraron los primeros actos de salvaje represión contra los revolucionarios
y contra la población civil. En este cementerio de Santiago de Cuba y en los
alrededores de Santiago de Cuba, fueron sepultados los hombres que
constituyeron la primera legión de mártires combatiendo contra la tiranía “.
“Por eso es lógico que el 30 de julio se venga a
conmemorar a Santiago de Cuba y que los 30 de julio se conmemoren
principalmente en Santiago de Cuba, porque el Día de los Mártires es también el
día de la ciudad mártir de Cuba; de la ciudad que a lo largo de la historia,
desde la lucha por la independencia, ha demostrado la más extraordinaria dote
de patriotismo, la ciudad entusiasta, la ciudad que ha estado a la cabeza,
junto con las demás ciudades de la provincia. Porque es justo que hablemos
también de la provincia, porque esta provincia ha estado a la cabeza del
patriotismo, esta provincia ha estado a la cabeza del civismo y esta provincia
ha estado siempre a la cabeza del sacrificio”.
“Ahí, en ese cementerio glorioso de Santiago de Cuba,
yacen los restos de nuestro apóstol
Martí, con los restos de los revolucionarios de todas las generaciones
que en número tan elevado se han sacrificado por la patria “[…)
“Por eso —repito— es día de meditación, porque aquí
tenemos que venir todos los años a recordar a los muertos de la Revolución;
pero tiene que ser como un examen de la conciencia y de la conducta de cada uno
de nosotros, tiene que ser como un recuento de lo que se ha hecho, porque la
antorcha moral, la llama de pureza que encendió nuestra Revolución, hay que
mantenerla viva, hay que mantenerla limpia, hay que mantenerla encendida,
puesto que no podemos permitir que se vuelva a apagar jamás la llama de las
virtudes morales de nuestro pueblo”.
“Hay
que venir aquí todos los años a avivar y a atizar esa llama moral. Hay que
venir todos los años a hablar claro. Hay que venir todos los años a reprochar
cualquier desviación revolucionaria. Hay que venir todos los años a reprochar
cualquier adormecimiento del espíritu revolucionario no solo en el pueblo sino
de todos los hombres que estén al frente de la Revolución. Porque si algo no
queremos —y bueno es decirlo aquí, en este aniversario de la muerte de Frank
País y de Daniel, símbolo de toda la generación que se sacrificó—, bueno es
decir aquí que lo que no queremos es que nadie pueda decir el día de mañana que
nuestro pueblo se ha olvidado de sus muertos”.
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