lunes, 30 de junio de 2014

En el caso de los Cinco: No se pide perdón, se exige justicia



.Orlando Guevara Núñez
En el mundo, incluyendo a los Estados Unidos, se incrementan cada día las voces que reclaman la libertad para Gerardo, Ramón y Antonio, los tres antiterroristas cubanos que guardan aún prisión en ese país, víctimas de las arbitrariedades del sistema judicial norteamericano.
No es perdón lo que se pide, porque el perdón se concede a quienes han cometido un delito por el cual pagan una condena. Lo que se exige es justicia, porque ninguno de ellos cometió las violaciones por las cuales han sido condenados.
Desde su detención en septiembre de 1998, hasta su posterior condena, todo el proceso ha sido una farsa colmada de ilegalidades violatorias de las leyes y hasta de la propia Constitución de los Estados Unidos. Ninguno de los cargos graves, como fueron los de conspiración para cometer asesinato en primer grado, atribuido a Gerardo; conspiración para cometer espionaje, contra Gerardo, Ramón y Antonio; y conspiración para cometer delito contra los Estados Unidos, endilgado a los cinco, pudieron ser probados. Ninguno obtuvo ni trató de obtener información secreta sobre los Estados Unidos, ni representó una amenaza para ese país.
En realidad, la esencia de ese ilegal proceso, forma parte de la política del gobierno de los Estados Unidos de proteger a los verdaderos terroristas que desde ese país – con impunidad y apoyo- han actuado y actúan contra el pueblo de Cuba, con el objetivo de destruir a la Revolución.
No vaciló el gobierno norteamericano en violar sus propias normas jurídicas, sobornar a jueces, pagar a medios de prensa y a periodistas para engañar a la opiníón pública y justificar sus ilegalidades. En la persona de los CINCO fue condenada la dignidad de ellos y la entereza del pueblo cubano.
Desde el punto de vista judicial, el proceso ha sido cerrado. Queda ahora que el presidente de los Estados Unidos esté dispuesto a lavar la afrenta que pesa sobre su sistema judicial, liberando a Gerardo, Ramón y Antonio. Esa es la exigencia de millones de personas en el mundo, quienes se suman a la denuncia y piden el regreso a Cuba de los tres héroes antiterroristas.

domingo, 29 de junio de 2014

Josué, Floro y Salvador: Nuestros fiscales supremos



                   

 .Orlando Guevara Núñez
En junio de 1957, la rebeldía del pueblo santiaguero y de todo el territorio oriental se había multiplicado. Luego de los días azarosos y funestos del desembarco del Granma, se había producido el primer combate victorioso del naciente Ejército Rebelde en La Plata, el 17 de enero, y un mes después la entrevista concedida por Fidel en la Sierra Maestra al periodista norteamericano Herbert Matthews. Ambos acontecimientos desmentían la patraña gubernamental de que los rebeldes estaban aniquilados y de que la paz reinaba en esta combativa provincia.
El 28 de mayo de 1957, el combate de El Uvero había reafirmado la verdad que el régimen batistiano y los medios de prensa querían silenciar. Ese mismo día, los esbirros de la tiranía asesinaron a 16 expedicionarios del Corynthia, que habían desembarcado por la costa norte de Oriente para combatir contra Batista. El heroico asalto al Palacio Presidencial, el 13 de marzo de ese año, reafirmaba la rebeldía de los cubanos en todo el país.
En Santiago de Cuba el pueblo se enfrentaba valerosamente a las fuerzas militares opresoras y muchos de sus hijos eran perseguidos, torturados y asesinados en las calles. En ese propio junio,  Herbert Matthews,  escribía en el diario The New York  Time sus impresiones  sobre la capital oriental.
Esta es una ciudad en revolución contra el presidente Fulgencio Batista. Ninguna otra descripción podría señalar el hecho de que virtualmente todo hombre, mujer y niño en Santiago de Cuba, excepto la policía y las autoridades militares, están luchando al costo de lo que ellos pueden para derribar a la dictadura militar en La Habana. Lo que se aplica a Santiago puede aplicarse a toda la provincia de Oriente, al extremo oriental de la Isla, la más densamente poblada y la más fértil región de Cuba y que tradicionalmente ha sido la cuna de la lucha por la libertad”.
Era ésa la realidad que pretendían ocultar el dictador y sus cómplices, quienes se empeñaban en  hacer creer a la opinión pública que en Santiago de Cuba y Oriente había estabilidad política y tranquilidad ciudadana. Con ese engañoso objetivo, personeros batistianos, entre ellos el asesino Rolando Masferrer, organizaron ese 30 de junio un llamado “mitin de la paz” que tendría lugar en el Parque Céspedes, ubicado en el mismo corazón de la ciudad.
Pero los jóvenes del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, comandados por el héroe de la lucha clandestina, Frank País García, se aprestaron a demostrar lo contrario, con un audaz plan de acción. Una bomba de tiempo, colocada debajo de la tribuna, no llegó a explotar, fallando así el aviso para que tres pequeños grupos de revolucionarios salieran a la calle demostrando su presencia y  dispuestos al enfrentamiento con el enemigo. Faltó la señal, pero los jóvenes combatientes cumplieron la parte que les correspondía.
Entre los intrépidos muchachos estaban Josué País García, Floromiro Vistel Somodevilla y Salvador Pascual Salcedo. Impacientes por la ausencia de la explosión, Josué trató de comunicarse con Agustín Navarrete, responsabilizado con la acción, lo que no fue posible. Las palabras ofensivas y demagógicas de los personeros batistianos durante el mitin, enardecieron más a los jóvenes. “Estamos en esta tarde-dijo uno de los sicarios- librando en Santiago de Cuba la batalla por el futuro, por la tranquilidad, por la paz y el progreso de la nación. A la bomba, al petardo, oponemos el alma de nuestras mujeres, el pecho de nuestros hombres y la voluntad del pueblo, que quiere elecciones, que quiere paz, que quiere trabajo”.
Ante esa y otras ofensas, los tres jóvenes decidieron iniciar la operación. Salieron a la calle, ocuparon un auto de alquiler y caminaron hasta ser interceptados en la calzada de Martì y Crombet por un vehículo militar que ya los perseguía, pues el dueño del auto ocupado había hecho la denuncia a las fuerzas represivas. Refuerzos de los asesinos acudieron de inmediato. Cercados y  atacados por los esbirros, los tres jóvenes prefirieron morir en desigual combate, antes que rendirse al enemigo.
Floro y Salvador, luego de responder al fuego contrario, murieron al instante, mientras que Josué, herido de gravedad, fue hecho prisionero, montado en un carro militar y – según testimonio de muchos – asesinado como respuesta a sus exclamaciones de ¡Viva la Revolución!
En un artículo del investigador histórico, combatiente y biógrafo de Josué País, Francis Velázquez Fuentes, donde se analizan los hechos de ese día, se expresa que otro de los grupos revolucionarios decidió también salir, pero al tratar de ocupar un auto fueron descubiertos y se enfrentaron a los sicarios, causándoles dos muertos y un herido, logrando ellos escapar ilesos.
El fracaso del mitin fue evidente. En carta fechada el 5 de julio de 1957, el propio Frank País le comunicaría al máximo jefe de la Revolución, Comandante Fidel Castro, la siguiente valoración:
“Tuvieron que dar el mitin apoyados en tanques de guerra, con 3 000 soldados sobre las armas y más de 200 apapipios de Masferrer (…) El pueblo se portó muy bien, nadie fue; había solamente unas 5 000 personas y eso que las trajeron de toda la República. Tal fue el fracaso que el gobierno ha trazado planes para Oriente (…)”
A este fracaso de los politiqueros hay que unir otro. El Movimiento Revolucionario 26 de Julio, como parte del plan, se había propuesto interferir la transmisión del mitin. Uno de sus militantes, Carlos Amat, empleado de la Cuban Telephone Company, era el encargado de las líneas telefónicas a través de las cuales la transmisión llegaría a varias emisoras nacionales. Y precisamente en el momento que le correspondía hablar al asesino Masferrer, lo que salieron al aire fueron las consignas revolucionarias de ¡Viva Fidel!, ¡Viva la Revolución!, ¡Abajo Batista!
Ese mismo 30 de junio, además de la caída de Josué, Floro y Salvador, el Movimiento sufrió otro duro golpe: el fracaso del intento de apertura de un segundo frente de combate, en la zona de Miranda,  actual municipio de Mella, en la provincia santiaguera. Como la “semana terrible”, bautizaría Frank País estos hechos al informar a Fidel sobre los acontecimientos.
Pero los combatientes clandestinos no se amilanaron. Fortalecieron su organización, golpearon con más fuerza a los esbirros de la tiranía y se convirtieron en un firme bastión de apoyo a los guerrilleros que en las montañas orientales también incrementaban sus acciones, en una lucha sin tregua cuyo colofón fue la victoria revolucionaria del 1ro. de enero de 1959.                                   
                                                     
                                                   Los tres héroes

Josué País García era el hermano menor de Frank. Nació en Santiago de Cuba, el 28 de diciembre de 1937. Al morir contaba con sólo 19 años de edad. De conocida procedencia humilde, sus inquietudes revolucionarias lo habían integrado a la lucha estudiantil en el Instituto santiaguero. Formó parte del Bloque Estudiantil Martiano. Sus aspiraciones de estudiar ingeniería en la Universidad, quedaron truncas ante los requerimientos de su actividad revolucionaria.
Junto a los jóvenes que se rebelaron contra el golpe militar que el 10 de marzo de 1952 llevó al sanguinario Batista al poder, estaba Josué. Se suma de lleno a la lucha revolucionaria junto a Frank, Pepito Tey y otros destacados revolucionarios. El asalto al Cuartel Moncada, incentiva en el joven su ideal libertario. Es perseguido y detenido varias veces por los esbirros lo que, lejos de amedrentarlo, lo enardece. Ingresa al Movimiento Revolucionario 26 de Julio y figura entre los combatientes del 30 de noviembre de 1956.
Su muerte conmovió en lo más profundo a su hermano Frank, quien refiriéndose al trágico acontecimiento le escribe a Fidel: “Aquí perdimos tres compañeros más, sorprendidos cuando iban a realizar un trabajo delicado y que prefirieron morir peleando antes de dejarse detener, entre ellos el más pequeño que me ha dejado un vacío en el pecho y un dolor muy mío en el alma”.
Floromiro Vistel  Somodevilla nació en Santiago de Cuba, el 18 de mayo de 1934. No había cumplido los 23 años de edad cuando ofrendó su vida a la libertad de la Patria.
No tuvo oportunidad de continuar estudiando después de alcanzar el sexto grado, pues la necesidad lo obligó a trabajar desde muy joven para contribuir al sustento de su humilde hogar. Laboró como chofer en una fábrica de galletas en su ciudad natal.
Se integró al Movimiento Revolucionario 26 de Julio y sus principales actividades las desarrolló  en un grupo de acción, junto a Josué País y Salvador Pascual.
Participó en el Levantamiento Armado del 30 de noviembre de 1956 en Santiago de Cuba y fue detenido el  2 de diciembre de ese año, permaneciendo en prisión hasta mayo de 1957, ocasión en que se reintegra a la lucha hasta su caída heroica pocos días después.
Salvador Pascual Salcedo tenía 23 años al caer en combate, el 30 de junio de 1957. Había nacido en Santiago de Cuba, el 8 de abril de 1934, en el seno de una humilde familia. Estudió Derecho Administrativo en la Universidad de La Habana, trabajando luego en las tiendas de ropas Luxor y La Francia, de la ciudad santiaguera.
Con sólo 18 años de edad, ya estaba vinculado a la lucha revolucionaria y bajo las órdenes de Pepito Tey cumplió diversas y riesgosas misiones clandestinas. Por estar cumpliendo una de ellas, en el antiguo central Río Cauto (hoy José Nemesio Figueredo, en la provincia de Granma) no participó en las acciones del 30 de noviembre de 1956, en Santiago de Cuba.
Al caer en combate su jefe, Pepito Tey, el joven revolucionario continúa cumpliendo misiones junto a Frank País, hasta su muerte heroica.
                                                   
                                              Presencia de los caídos
La muerte de los tres revolucionarios santiagueros, causó una profunda impresión entre  el pueblo de Santiago de Cuba y de los combatientes guerrilleros de la Sierra Maestra. Así, el 21 de julio de 1957, el Ejército Rebelde escribe a Frank País una carta de condolencia, la cual no llegó a las manos del jefe clandestino, por su también heroica muerte el día 30 de ese mismo mes.
En esa emotiva carta, un párrafo lo leemos hoy con impresionante fuerza de presencia.  “Si el destino nos lo permite, juntos iremos un día a su tumba para decirle a él y a toda esa legión de Niños Héroes, que hemos cumplido con la primera parte de esta lucha y que con la misma entereza y espíritu de sacrificio nos disponemos a culminar la obra de nuestra generación, teniéndolos a ellos como fiscales supremos de nuestros actos futuros”
Y para ti, hermano querido, - expresa la propia misiva- nada tenemos que añadirte, porque también es nuestro el dolor del joven águila caído.
Hoy el compromiso de culminar la obra de Josué, de Floro y de Salvador, la asume un pueblo entero que los continuará considerando, eternamente, fiscales supremos de nuestros actos presentes y futuros. Y el joven águila caído continúa elevando su vuelo para, junto a los Niños Héroes inmolados aquel 30 de junio y en otras fechas, continuar su ascenso hacia el sitial más alto de la Patria

sábado, 21 de junio de 2014

DECLARACIÓN DE LA DIRECTORA GENERAL DE ESTADOS UNIDOS DEL MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES DE CUBA, JOSEFINA VIDAL FERREIRO


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El 20 de junio, el Departamento de Estado decidió, una vez más, incluir a Cuba en la peor de las categorías de su informe anual sobre los países que “no cumplen completamente con los estándares mínimos para la eliminación de la trata de personas y no hacen esfuerzos significativos con ese fin”, haciendo caso omiso al reconocimiento y prestigio alcanzado por nuestro país por su desempeño destacado en la protección a la niñez, la juventud y la mujer.
Cuba no ha solicitado la evaluación de Estados Unidos ni necesita las recomendaciones del gobierno de uno de los países con mayores problemas de trata de niños, niñas y mujeres en el mundo. Estados Unidos no tiene moral para calificar a Cuba, ni para sugerirnos “planes” de ninguna índole, cuando se estima que el número de ciudadanos norteamericanos con los que se trafica dentro de ese país es cercano a los 200 mil, donde la explotación laboral es la forma de trata de personas más extendida, en el cual el 85% de los procesos legales que se entablan en este tema corresponden a casos de explotación sexual, y donde más de 300 mil niños, del millón que abandonan sus hogares, están sujetos a alguna forma de explotación.
El Gobierno de Cuba rechaza rotundamente, por infundado, este ejercicio unilateral que ofende a nuestro pueblo. La inclusión en esta lista, por motivaciones totalmente políticas, como lo es también la designación de Cuba como Estado patrocinador del terrorismo internacional, está dirigida a justificar la política de bloqueo, en tanto conlleva la aplicación de sanciones financieras, que el Gobierno de los Estados Unidos arrecia cada vez más, provocando afectaciones severas a nuestra niñez, juventud, mujeres y a todo nuestro pueblo.
La Habana, 20 de junio de 2014     (Tomado de Cubadebate)

miércoles, 18 de junio de 2014

¡Vilma en su Santiago!

                        

.Orlando Guevara Núñez

Cuando de combatir por la libertad de la Patria se trataba, la dulce voz de Vilma se transformaba en enérgico himno de combate. Así lo hizo un día, como estudiante de la Universidad de Oriente, para denunciar a la tiranía batistiana, en este caso evocando unos versos del poeta cubano José María Heredia:  Que si un  pueblo su dura cadena/ no se atreve a romper con sus manos/ bien le es fácil mudar de tiranos/ pero nunca ser libre podrá.
Nació en la heroica Santiago de Cuba, el 7 de abril de 1930. El 18 de junio de 2007, Vilma Espín Guillois dejó de estar físicamente entre nosotros. Pero sigue presente en Cuba y muy especialmente en su Santiago, donde se forjaron sus hazañas clandestinas y guerrilleras, además de su presencia como constructora y defensora de la obra revolucionaria.
Su compañera de lucha, Asela de los Santos, recuerda a la Vilma de sus primeros años juveniles: “Era una alumna brillante que gustaba del deporte, figuraba como Capitana del equipo de voleibol, era solista de la coral universitaria ya que tenía una bella voz de soprano; soñaba con bailar ballet, estudiaba en Pro Arte de Santiago de Cuba y, como auténtica cubana, gustaba de la música tradicional y del carnaval santiaguero”.
Pero su principal vocación fue la de revolucionaria. Desde el propio golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, perpetrado por el sanguinario Fulgencio Batista, Vilma se consagra a la lucha por la libertad. En ese fragor conoce a Frank País García, de quien llegó a ser la más cercana colaboradora. Su reacción ante el zarpazo trazaría pautas a su vida. Cuando el asalto al Cuartel Moncada, el 26 de julio de 1953, Vilma está entre quienes acuden al lugar de la masacre de los revolucionarios, hecho que marcaría su conciencia.
Desde 1955 se integra al Movimiento Revolucionario 26 de Julio, con un importante papel organizativo en las propias entrañas del enemigo. Viaja a México, se entrevista con el máximo jefe revolucionario, Fidel Castro, y regresa con instrucciones y mensajes para la acción que tuvo lugar en Santiago de Cuba, el 30 de noviembre de 1956, para apoyar el desembarco de los expedicionarios del Granma, con el objetivo de reiniciar la lucha armada por esta región oriental. En esa epopeya protagonizada por los jóvenes del  26 de Julio, figura Vilma como integrante del Estado Mayor de Frank País.
En la clandestinidad expone cada minuto su vida. Ella misma relataría durante una entrevista a la prensa, en 1963: “Mi papá era Cónsul de Francia y esto, al principio, cohibía un poco a los esbirros. Pero, después, nada los detuvo. En la casa nos reuníamos aún después de que comenzaran a vigilarnos. Nos hicieron un registro en enero, sin que lograran nada. El segundo lo hicieron el 6 de abril y ya no pudimos volver más allá. Tuve que sumergirme entonces en la vida clandestina completa. Y a mediados de 1958, me quedé en el Segundo Frente”.
Las calles de Santiago de Cuba conocieron de esa intensa labor clandestina. Desde aquí, Vilma, en compañía de Frank País, visitó a las guerrillas de la Sierra Maestra, a las cuales apoyó de forma efectiva. Sobre esa visita, diría en su panegírico el Comandante José Ramón Machado Ventura: (…) Allí participó en hechos trascendentes; tuve la oportunidad de encontrarme con y conversar con ella en la Sierra; la recuerdo siempre diligente, comunicativa y acreedora de la confianza de la máxima dirección de la Revolución”.
Durante la clandestinidad y la lucha guerrillera, los nombres de Alicia, Mónica, Déborah y Mariela, encubrieron el nombre real que ganó un merecido espacio en la historia cubana: Vilma. Su audacia se impuso a los peligros en Santiago, este pequeño y rebelde pedazo de tierra que ella misma calificara como la Ciudad sin Cerrojos, porque sus puertas permanecían abiertas para proteger a los revolucionarios, aún en los momentos más difíciles de la lucha.
“En una ocasión- relata Asela de los Santos- la casa donde estaba escondida Vilma fue asaltada y registrada por los esbirros. Solo alcanzaba el tiempo para que saltara el tejado de la casa contigua. El techo era de dos aguas y como su figura iba emergiendo lentamente ante la visión de una señora que estaba en el otro patio, al verla emerger creyó que tenía la visión de una virgen y se arrodilló diciendo: ¡Milagro! ¡Milagro!. En medio de esa confusión Vilma escapó”. Vilma se fue convirtiendo –afirmó Asela- en una figura de leyenda a quien todos querían conocer y a quien protegía todo el pueblo santiaguero.
Su capacidad y cualidades de dirigente, condujeron a que el propio Frank País la nombrara Coordinadora provincial del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, al asumir él otras tareas en la clandestinidad. Y desde ese cargo incrementa sus acciones, hasta su incorporación al Ejército Rebelde, en el Segundo Frente Oriental Frank País, donde permaneció hasta la victoria revolucionaria del 1ro. de enero de 1959. Allí dejó su huella en la organización de las fuerzas rebeldes y de la actividad civil, económica y social de los territorios liberados.
Luego vendría la tarea de edificar la obra por la cual se había luchado. En esa tarea, la figura de Vilma ganó nuevas dimensiones humanas y revolucionarias.
Directora de la emisora Radio Rebelde; Presidenta, desde su fundación, en 1960, de la Federación de Mujeres Cubanas; su incansable y fructífera labor a favor de los derechos de la mujer cubana y su plena incorporación a la sociedad; el alcance más allá de nuestras fronteras en esa noble misión, que la llevaron a Vicepresidenta de la Federación Democrática Internacional de Mujeres.
Miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba desde su fundación en 1965, y de su Buró Político desde 1980 hasta 1991; Diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular desde su  fundación en 1976; Integrante del Consejo de Estado de la República de Cuba; Presidenta de la Comisión de Prevención y Atención  Social; creadora y orientadora del Centro Nacional de Educación Sexual; febril actividad en otras instituciones, tales como  su presidencia del Instituto de la Infancia, y Directora de Desarrollo del Ministerio de la Industria Alimenticia.
Esa es la Vilma que recordamos hoy, más que por su muerte, por su fructífera vida. La mujer dulce, sencilla, de extraordinaria sensibilidad humana; la heroína del Llano y de La Sierra, de la clandestinidad y la guerrilla.
La Ingeniera Química Industrial que subordinó su profesión al oficio de forjar la libertad y el bienestar de su pueblo.
La Vilma condecorada por el Consejo de Estado, con el Título de Heroína de la República de Cuba y la Orden Playa Girón. La Vilma de Santiago, la de Cuba. ¡Vilma vive!, afirmó Fidel, al hablar sobre el deceso de la combatiente revolucionaria.
Y es cierto que vive, no como recuerdo de un pasado heroico, sino, sobre todo, como fuerza de un presente de lucha. Así rendimos los cubanos, a nuestros héroes, el mejor homenaje, el homenaje de todos los días. ¡Vilma sigue entre nosotros!





jueves, 12 de junio de 2014

La imposición a Cuba de la imperial Enmienda Platt


.Orlando Guevara Núñez

El 12 de junio de 1901, el  gobierno de los Estados Unidos aprobó la Enmienda Platt, la cual sería impuesta a la Constitución de Cuba, cercenando la indepedencia por la cual había luchado el pueblo cubano durante más de 30 años. Cuba, con esa y otras ingerencias norteamericanas, pasaba, de colonia de España, a neocolonia del Norte revuelto y brutal que nos desprecia, al decir de José Martí.

Con ese apéndice, la naciente potencia imperialista aseguraba su dominio sobre Cuba, sin necesidad de una anexión, como la habían soñado desde siglos atrás, y que ahora no consideraban prudente, teniendo en cuenta el heroísmo, la rebeldía y la capacidad de combate y resistencia de los cubanos.

El Artículo VII de esa afrenta a la soberanía cubana,la justificaba “para poner en condiciones a los EE.UU. de mantener la independencia de Cuba y proteger al pueblo de la misma, así como para su propia defensa, el Gobierno de Cuba venderá o arrendará a los EE.UU. las tierras necesarias para carboneras o estaciones navales en ciertos puntos determinados que se convendrán con el Presidente de los EE.UU.

Así surgió la Base Naval de Guantánamo, contra la voluntad del pueblo, y que hoy se mantiene por la fuerza, convertida en centro de prisión y tortura contra presuntos terroristas, cautivos en nombre del antiterrorismo, violando las leyes internacionales y las de los propios Estados Unidos sobre esta materia

El Artículo III del propio documento, fijaba con claridad las verdaderas intenciones imperiales, al fijar que: “El Gobierno de Cuba consiente que los Estados Unidos pueden ejercitar el derecho de intervenir para la conservación de la independencia cubana, el mantenimiento de un Gobierno adecuado para la protección de vidas, propiedad y libertad individual y para cumplir las obligaciones que, con respecto a Cuba, han sido impuestas a los EE.UU. por el Tratado de París y que deben ahora ser asumidas y cumplidas por el Gobierno de Cuba.

Ese “derecho” lo ejercieron  en 1906, cuando Tomás Estrada Palma, presidente de la República de Cuba, intentó su reelección. Estrada Palma había abandonado los principios martianos y se había subordinado a los intereses de los Estados Unidos, claudicación que no habían cometido muchos verdaderos patriotas.

Ante de esos enunciados, convertidos en leyes, el Artículo I de la Enmienda Platt, con la prepotencia característica de una potencia con poderes auto atribuidos, proclamaba que “el Gobierno de Cuba nunca celebrará con ningún Poder o Poderes extranjeros ningún Tratado u otro convenio que pueda menoscabar o tienda a menoscabar la independencia de Cuba ni en manera alguna autorice o permite a ningún Poder o Poderes extranjeros, obtener por colonización o para propósitos militares o navales, o de otra manera, asiento en o control sobre ninguna porción de dicha Isla.
No fue hasta 1925 que Estados Unidos reconoció la soberanía de Cuba sobre la entonces Isla de Pinos, pendiente en los dictámenes de la Enmienda Platt.
Así, con esa brutal fuerza, ha actuado siempre el gobierno de los Estados Unidos en relación con Cuba. Hasta el 1ro. de enero de 1959, cuando la Revolución cubana barrió para siempre esa ignominia y comenzó a ser verdaderamente libre y soberana.
Por eso las agresiones constantes contra Cuba. Porque desde entonces, ni enmiendas ni dictámenes imperiales, ni órdenes de embajadas, ni amenazas, ni agresiones, ni campañas difamatorias, pueden socavar la soberanía y la libre determinación de los cubanos de ser los únicos dueños de su destino.
Así, a 113 años de la imposición de la Enmienda Platt, los cubanos seguimos erguidos frente a las agresiones imperiales, y continuamos suscribiendo las palabras del Comandante en Jefe Fidel Castro cuando expresó que “Nacimos en un país libre que nos legaron nuestros padres y primero su hundirá la Isla en el mar antes que consintamos en ser esclavos de nadie”.