miércoles, 29 de enero de 2014

Los aisladores, aislados




        Orlando Guevara Núñez
       El 31 de enero de 1962, se produjo uno de los hechos más vergonzosos de la política agresiva del gobierno imperialista de los Estados Unidos y los gobiernos títeres de América Latina contra Cuba: la expulsión de este país del seno de la Organización de Estados Americanos (OEA).
 Pretendiendo asfixiar, aislar y destruir a la Revolución cubana, ese acuerdo fue adoptado  en la Octava Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores de la OEA, celebrada en Punta del Este, Uruguay, cumpliendo el mandato imperial norteamericano.
Se tomó como pretexto que Cuba había adoptado la ideología marxista-leninista, lo que la hacía incompatible con el sistema Interamericano. El acuerdo de expulsión fue adoptado con el voto de 14 países a favor, uno en contra (Cuba) y seis abstenciones: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador y México. Se allanaba así el camino para oficializar el bloqueo económico, comercial y financiero a nuestro país, firmado por el presidente  Kennedy, el 3 de febrero de ese mismo año.
Las presiones norteamericanas lograron que, a partir de esa medida, los países miembros de la OEA rompieran sus relaciones con Cuba. Sólo el gobierno de México no se plegó a ese desprestigio y mantuvo con dignidad su posición.

Hoy, a 52 años de aquel episodio, Cuba se mantiene más erguida y más fuerte, al tiempo que sus enemigos están más hundidos en el descrédito y la frustración. La realidad es que nuestro país quedó aislado  de los gobiernos tiránicos e incondicionales a los Estados Unidos, pero nunca estuvo aislada de los pueblos de este sufrido continente.  La fuerza moral cubana se multiplicó.

Recordamos aquellos dramáticos momentos. Los cubanos  alzamos nuestras voces y nuestros puños. Convertimos en conciencia la consigna de que ¡Con OEA o sin OEA ganaremos la pelea! Y  la ganamos.
Una respuesta contundente fue la II Declaración de La Habana,  documento aprobado en Asamblea General del pueblo de Cuba el 4 de febrero de 1962, la que no solo fijó la posición cubana ante las agresiones del imperialismo norteamericano, sino que constituyó un análisis histórico sobre la realidad de nuestro continente, con plena vigencia para la lucha actual contra la explotación y por las esperanzas de un mundo mejor.
Aquel  4 de febrero,  más de un millón de personas se reunieron en la capital cubana, y en nombre de todo nuestro pueblo, con Fidel al frente, proclamaron el histórico documento. Vale recordar algunos fragmentos del discurso del Comandante en Jefe cubano ese memorable día, hace ahora 52 años.
"En Punta del Este se libró una gran batalla ideológica entre la Revolución Cubana y el imperialismo yanqui. ¿Qué representaban allí, por quién habló cada uno de ellos? Cuba representó los pueblos; los Estados Unidos representó los monopolios. Cuba habló por las masas explotadas de América; Estados Unidos, por los intereses oligárquicos explotadores e imperialistas. Cuba, por la soberanía; Estados Unidos, por la intervención. Cuba, por la nacionalización de las empresas extranjeras; Estados Unidos, por nuevas inversiones de capital foráneo. Cuba, por la cultura; Estados Unidos, por la ignorancia. Cuba, por la reforma agraria; Estados Unidos, por el latifundio. Cuba, por la industrialización de América; Estados Unidos, por el subdesarrollo. Cuba, por el trabajo creador; Estados Unidos, por el sabotaje y el terror contrarrevolucionario que practican sus agentes, la destrucción de cañaverales y fábricas, los bombardeos de sus aviones piratas contra el trabajo de un pueblo pacífico. Cuba, por los alfabetizadores asesinados; Estados Unidos, por los asesinos. Cuba, por el pan; Estados Unidos, por el hambre. Cuba, por la igualdad; Estados Unidos, por el privilegio y la discriminación. Cuba, por la verdad; Estados Unidos, por la mentira. Cuba, por la liberación; Estados Unidos, por la opresión. Cuba, por el porvenir luminoso de la humanidad; Estados Unidos, por el pasado sin esperanza. Cuba, por los héroes que cayeron en Girón para salvar la Patria del dominio extranjero; Estados Unidos, por los mercenarios y traidores que sirven al extranjero contra su Patria. Cuba, por la paz entre los pueblos; Estados Unidos, por la agresión y la guerra. Cuba, por el socialismo; Estados Unidos, por el capitalismo.
"Con lo grande que fue la epopeya de la independencia de América Latina –continuaría el jefe de la Revolución su histórico discurso- con lo heroica que fue aquella lucha, a la generación de latinoamericanos de hoy le ha tocado una epopeya mayor y más decisiva todavía para la humanidad. Porque aquella lucha fue para librarse del poder colonial español, de una España decadente, invadida por los ejércitos de Napoleón. Hoy le toca la lucha de liberación frente a la metrópoli imperial más poderosa del mundo, frente a la fuerza más importante del sistema imperialista mundial y para prestarle a la humanidad un servicio todavía más grande del que le prestaron nuestros antepasados.
"Esta epopeya que tenemos delante la van a escribir las masas hambrientas de indios, de campesinos sin tierra, de obreros explotados, la van a escribir las masas progresistas; los intelectuales honestos y brillantes que tanto abundan en nuestras sufridas tierras de América Latina; lucha de masas y de ideas; epopeya que llevarán adelante nuestros pueblos maltratados y despreciados por el imperialismo, nuestros pueblos desconocidos hasta hoy, que ya empiezan a quitarle el sueño".
Han pasado 52 años y la historia ha confirmado los planteamientos de la II Declaración de La Habana. El imperialismo no ha podido destruir la Revolución cubana. Ya Cuba no está aislada, nunca lo estuvo de los pueblos, sino de los gobiernos traidores a ellos. En otras naciones de nuestra América, se alzan procesos revolucionarios a los cuales el imperio no ha podido sobornar ni eliminar, aunque los ha convertido en víctimas de infamias, de amenazas y agresiones.
Los  aisladores están hoy aislados. El  mayor  aval para esta afirmación es la celebración en Cuba de la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) en Cuba. Los pueblos de esta area geográfica, hermanados con el nuestro, sin la presencia del Norte revuelto y brutal que nos desprecia, al decir de Martí.
La realidad es que en la América de Bolívar y Martí, se está haciendo ya en muchos lugares lo que ellos dejaron sin hacer por los holocaustos de Santa Marta y de Dos Ríos, porque esta humanidad sigue diciendo ¡basta! y no ha detenido ni detendrá su marcha.



jueves, 16 de enero de 2014

Sobre las cenizas de La Plata



. Orlando Guevara Núñez

La Plata, primer combate victorioso del naciente  Ejército Rebelde, el 17 de enero de 1957, marcó  un  hito importante en el ulterior desarrollo de la guerra revolucionaria hasta el triunfo final contra la sangrienta tiranía que durante siete años hundió al país en el oprobio y el crimen.
Era la época en que todavía se contaba con más hombres que armas, pues éstas sumaban sólo 24, mientras que los hombres eran 29.
Para el ataque, fueron formados  cuatro pequeños grupos, integrados de la forma siguiente: Fidel Castro, el máximo jefe guerrillero, con  Ernesto Guevara (Che), Calixto García, Manuel Fajardo Sotomayor, Luis Crespo y Universo Sánchez. Otro grupo estuvo encabezado por Raúl Castro y lo integraron Ciro Redondo, Efigenio Aimejeiras, Armando Rodríguez y José Morán (luego traidor).
Juan Almeida Bosque, tuvo a su mando a Guillermo García, Crecencio Pérez, Manuel Acuña, Ignacio Pérez, Sergio Acuña y Sergio Pérez. Y otro grupo fue dirigido por Julito Díaz e integrado por Camilo Cienfuegos, Calixto Morales y Reynaldo Benítez.
Cuatro combatientes recibieron la misión de custodiar al chivato Chicho Osorio y a otros detenidos civiles. Ellos fueron: Daniel Motolà, Julio Zenón, Yayo Castillo y Nango Rey.
 Una ráfaga disparada por Fidel, inició el combate alrededor de las 2:00 de la madrugada, extendiéndose durante unos 40 minutos. El pequeño cuartel, ubicado en la zona costera, estaba ocupado por cinco soldados y cinco marineros, bajo el mando de un sargento.
El saldo final fue de dos muertos y cinco heridos por parte del enemigo. De los heridos, tres fallecieron después. Nueve fusiles y una ametralladora pasaron a manos de los rebeldes, quienes, por primera vez, contaban con más armas que hombres. La guerrilla no tuvo ni muertos ni heridos. La victoria había sido total.
La victoria de La Plata, demostró que la guerrilla existía, que no había sido aniquilada como lo  informaba la dictadura batistiana.. Fue, además, un factor importante para el crecimiento del apoyo campesino y de los luchadores clandestinos a la guerra revolucionaria recién iniciada.
Se iniciaba con esa acción, el método de lucha guerrillera, obligando a las fuerzas de la tiranía a combatir de una forma en la cual no estaban preparadas, ni podrían tener éxito durante toda la guerra.
Dos aspectos que caracterizaron al Ejército Rebelde hasta el mismo triunfo revolucionario, estuvieron presentes en La Plata. El primero, arrebatarles las armas al enemigo. Segundo, la ética, el respeto a los vencidos.
En los apuntes de su diario, el hoy General de Ejército Raúl Castro señaló sobre el combate de La Plata. “Le prendí fuego al cuartel, la única casa que quedaba sin arder y después de colocar los heridos distantes del fuego, nos marchamos. El herido que me regaló el cuchillo, creyendo que nos íbamos, empezó a gritar lastimosamente: ´No me dejen solo que me muero´. El ignoraba que momentos después volverían tres de sus compañeros con medicinas nuestras para curarlos”.
En otra parte de sus notas, Raúl plasma con nitidez los principios del naciente Ejército Rebelde: “Tomamos rumbo hacia el campamento. Me puse al lado de un prisionero y echándole un brazo por arriba de los hombros, así fui hablando con él de la ideología de nuestra lucha, del engaño de que eran víctimas ellos por parte del  gobierno y todo lo concerniente al tema que el tiempo y lo corto del camino nos permitió. El me pidió que anotara su nombre y que en el futuro no me olvidara de él, ya que era pobre, que mantenía a su mamá, y él no sabía lo que iba a pasar. Nos despedimos de los prisioneros con un abrazo, soltamos a los civiles presos. Unos de ellos nos serviría de guía” (…)
Al conmemorar otro aniversario de la histórica victoria de La Plata,  primer triunfo que abrió el camino hacia el 1ro. de enero de 1959, se cumple con creces el vaticinio hecho por Raúl cuando los guerrilleros regresaban a las montañas luego de terminado el combate: “Desde lo lejos, se veían arder sobre los cuarteles de la opresión, las llamas de la libertad. Algún día no lejano, sobre esas cenizas levantaremos escuelas”.
Hoy, la Patria toda es una gigantesca escuela. Y las llamas de La Plata, continúan iluminando el camino de la Revolución.

miércoles, 15 de enero de 2014

Rubèn Martínez Villena Su ideal presente en nuestra obra



.Orlando Guevara Núñez

La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida. Truècase en polvo el cráneo pensador, pero viven perpetuamente y fructifican las ideas que en él se elaboraron. Con este pensamiento martiano evocamos este 16 de enero la vida y obra del luchador revolucionario cubano Rubèn Martínez Villena, fallecido en esa fecha de 1934.
Había nacido en Alquìzar, La Habana, el 20 de diciembre de 1899, apenas un  año después de una de las frustraciones políticas más traumatizantes para el pueblo cubano: la intervención norteamericana en Cuba, mediante la cual nuestro país pasó, de colonia de España, a neocolonia de los Estados Unidos.
De sus padres y maestros se nutrió su  educación patriótica  desde niño. Pero sus profundas convicciones de revolucionario, de comunista, latinoamericanista, internacionalista y antiimperialista, tuvieron su crisol en la lucha.
Rubèn Martínez Villena  estudió con profundidad el pensamiento martiano y comenzó sus luchas tratando de que Cuba fuera como la había concebido y quería para ella nuestro Héroe Nacional. El ideario martiano tuvo en él no sólo a un admirador, sino a un luchador para materializarlo.
Al estudiar el pasado histórico cubano, el joven Villena comprendió con celeridad los grandes males que aquejaban a la nación. Y en su afán de erradicarlos, evolucionó no sólo en las vías para lograrlo, sino también en los grandes objetivos políticos, económicos y sociales que irían a la raíz de los problemas.
A los valores del pensamiento martiano, se unen en Villena las enseñanzas de Carlos Baliño y las de Julio Antonio Mella, a quien había conocido en 1923. Cada  paso político radicaliza su formación como dirigente, como pensador y como luchador activo.
La Protesta de los Trece, está reconocida como su primera acción política de envergadura, que marcó la aparición en la historia cubana de una nueva generación de intelectuales con ideas revolucionarias. Su protagonismo en organizaciones como Falange de Acción Cubana, el Grupo Minorista y el Movimiento de Veteranos y Patriotas, formaron parte de su desarrollo.
Pero es su encuentro con Julio Antonio Mella, fundador del Partido Comunista de Cuba, un factor decisivo que convierte a Villena en un dirigente de talla superior. Hasta ese momento, sus luchas se circunscribían a objetivos limitados, que adquieren mayor dimensión cuando Mella le enseña que los problemas del país requerían de una revolución económica, política y social, antiimperialista y de los trabajadores.
Un reflejo de esa evolución es cuando en 1924 escribe en la revista Venezuela Libre, órgano de la Liga Antiimperialista, dirigida por Mella,  que la publicación no solo tiene el fin de luchar desde la tierra de Martì por devolver a la civilización y la democracia a la tierra de Bolívar, sino librar de obstáculos el camino a una gran confederación indo latina que proteja a estos pueblos contra el poder absorbente del imperialismo yanqui.
Se lamenta de la desunión y el servilismo en América Latina y cifra en la unidad y la lucha las esperanzas de redención.
A través de Mella, estudia textos de contenido marxista-leninista, entre ellos El imperialismo, fase superior del capitalismo; El Estado y la Revolución y el Manifiesto Comunista. En ese quehacer Villena se pertrecha de concepciones más profundas acerca de la lucha y concluye que es inevitable la necesidad de romper la dependencia neocolonial cubana respecto a los Estados Unidos y dirigir la lucha hacia el derrocamiento del capitalismo y la construcción del socialismo.
En septiembre de 1927 Rubèn Martínez Villena ingresa al Partido Comunista de Cuba. En 1930, redacta un Manifiesto del Comité Central de esa organización, donde se expone con claridad una línea de acción: Despertar a las masas obreras y campesinas e ir al frente de ellas a la Revolución obrera y campesina, contra la dictadura machadista y contra su amo, el imperialismo yanqui.
Como objetivo se traza el  derribamiento del régimen capitalista y la instauración de la dictadura del proletariado para expropiar a los expropiadores y para edificar la sociedad socialista en que no existan ni explotados ni explotadores, sino solo productores, organizados en fraternal cooperación con los productores de otros países.
En 1930, la salud del joven revolucionario se había quebrantado de una forma irreversible, como consecuencia de una tuberculosis. Así, luego de la gran huelga de marzo de ese año y la organización de las disímiles tareas bajo su dirección, marchó hacia la entonces Unión Soviética, donde fue recluido en un sanatorio. Aún en esas condiciones, no dejó de trabajar. De una larga estancia en ese país, partió hacia los Estados Unidos, donde estableció rápido contacto con los emigrados revolucionarios cubanos y el Partido Comunista estadounidense, a la vez que escribió numerosos artículos a favor de la lucha cubana.
De regreso a Cuba, desde su lecho de enfermo continuó dirigiendo la huelga general que en 1933 derrocó al tirano proimperialista Gerardo Machado. Y aún moribundo, continuaba hablando de la lucha.
En la madrugada del 16 de enero de 1934, en La Habana, dejó de latir el corazón de Rubèn Martínez Villena, el dirigente comunista, abogado, poeta, periodista y combatiente, en plena juventud.
Hoy puede decirse que las ideas de este ejemplar revolucionario y luchador comunista, están materializadas en la obra de la Revolución cubana.
En su Mensaje lírico civil, poema dedicado a su amigo, el poeta peruano José Torres Vidaurre (en 1923) Villena expresa con indignación y pesar que  Hace falta una carga para matar bribones/ para acabar la obra de las revoluciones/ para vengar los muertos que padecen ultraje/ para limpiar la costra tenaz del coloniaje. Para que la República se mantenga de si/ para cumplir el sueño de mármol de Martì (…)
Evocando esas aspiraciones de Rubèn y demostrando la continuidad de la lucha del pueblo cubano por su independencia, el Comandante en Jefe Fidel Castro expresó en Santiago de Cuba, en un discurso conmemorativo por un aniversario del asalto al Cuartel Moncada: Desde aquí te decimos, Rubèn: ¡el 26 de Julio fue la carga que tú pedías! Y esa carga sigue en marcha.

sábado, 11 de enero de 2014

Celia Sánchez Manduley Insertado en nuestra historia siempre el nombre de Norma



.Orlando Guevara Núñez

“Celia era y será siempre para todos sus compañeros, la fibra más íntima y querida de la Revolución Cubana; la más entrañable de nuestras hermanas. La más autóctona flor de la Revolución”. Así la definió Armando Hart Dávalos, uno de sus más cercanos compañeros de lucha.
El historial revolucionario de Celia, resume el patriotismo, la entrega y la fidelidad de la mujer cubana, cuyo carácter forjado con una mezcla de flor y de fusil, ha escrito gloriosas y conmovedoras páginas, primero en la lucha por nuestra libertad e independencia, y después en la construcción y defensa de la obra revolucionaria.
Celia fue revolucionaria antes de iniciarse la lucha redentora de la Sierra Maestra bajo el mando de Fidel. Ese espíritu rebelde, lo heredó de su padre, un médico prestigioso que llegó a comprender la verdad de que los males de la Patria necesitaban una medicina más radical, y esa medicina se llamaba Revolución.
En 1953, fue Celia una de las que escaló el Pico Turquino para depositar en su cima un busto de José Martí, como homenaje al apóstol de nuestra independencia en el año de su centenario. Cuando conoció la noticia del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, el 26 de julio de ese mismo año 1953, comenzó a sentir como suya esa lucha, transformando sus sentimientos en acciones de solidaridad con los revolucionarios presos.
Luego, trató de encausar sus ideales de lucha participando en una conspiración liderada por un polítiquero de la época, Millo Ochoa, quien a al final demostró su falta de patriotismo para emprender un combate armado contra la dictadura de Fulgencio Batista. Para el inicio de esa lucha, frustrada antes de comenzar, Celia había desarrollado un amplio trabajo clandestino en las zonas de Niquero, Pilón, Media Luna, Campechuela y Manzanillo, aglutinando a hombres y mujeres dispuestos para enfrentar a la tiranía, teniendo como escenario ese pedazo de la heroica tierra oriental.
La claudicación del falso revolucionario, sin embargo, no mermó en Celia su convicción sobre la necesidad y la posibilidad de emprender una gesta libertaria que sacudiera y exterminara el oprobio de una Patria encadenada.
Esa convicción se fertiliza con la lectura de La historia me absolverá cifrando sus esperanzas de una lucha verdaderamente patriótica en los revolucionarios que, con Fidel al frente, cumplen prisión en la entonces Isla de Pinos. Pero mientras tanto, emprende sus propios caminos.
Ya en 1954 e inicios de 1955, reagrupa sus contactos clandestinos y crea una organización para actuar en su propio territorio, a la que nombró Movimiento Revolucionario Masó, como  homenaje a Bartolomé Masó Márquez, el prestigioso manzanillero general del Ejército Libertador Cubano que tanta gloria legó a las siguientes generaciones de cubanos.
Al partir Fidel hacia el exilio en México, el 7 de julio de 1955, tras una amnistía lograda para él y sus compañeros por la presión popular, comienzan los preparativos para la expedición del Granma, gesta de la cual no es ajena Celia Sánchez.
La joven nacida en Media Luna el 9 de mayo de 1920, se va insertando poco a poco en el panorama de rebeldía del pueblo cubano. Y su figura va emergiendo entre el Movimiento Revolucionario 26 de Julio –en el cual se integró en fecha temprana- hasta convertirse en un puntal para los planes de reinicio de la lucha armada por la liberación definitiva de la Patria.
Estando Fidel en los preparativos de la expedición en México,  Celia  había expresado su deseo de integrar el grupo que regresaría a Cuba a reiniciar la lucha. Sobre ese hecho, escribiría luego el compañero Armando Hart:
Recuerdo también la primera vez que la vi. en La Habana, cuando vino a interesarse con varios de nosotros a fin de que le diéramos vía y autorización para viajar a México, con la intención de regresar en lo que después fue el desembarco del yate Granma”. “Sin embargo - afirmó Hart - Frank quería que Celia permaneciera en Manzanillo organizando el apoyo al desembarco. Puede decirse que no vino en el Granma por una decisión de la Dirección del Movimiento en Cuba”.
Luego de los contactos con Pepito Tey, María Antonia Figueroa y otros dirigentes del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, conoce al héroe de la lucha clandestina, Frank País, y comienza su febril actividad de organización y preparación de combatientes que apoyarían el desembarco del Granma en la zona prevista. El propio Armando la calificaría como uno de los cuadros principales del Movimiento 26 de Julio en Oriente.
El chequeo sobre los puestos y fuerzas del enemigo, la creación de una red de transporte que garantizara la movilidad de los expedicionarios al producirse el desembarco, recolección de armas y creación de  pequeños destacamentos que pudieran combatir desde el inicio si fuese orientado, formaron parte de la labor organizativa de Celia y de otro valioso grupo de compañeros.
Campesinos de la talla de Guillermo García Frías, primer campesino que se unió al Ejército Rebelde, y de Crescencio Pérez Montano, que alcanzaría también el grado de Comandante durante la guerra revolucionaria, fueron captados por Celia y desempeñaron un papel decisivo en el rescate y apoyo a los expedicionarios en los días posteriores al revés de Alegría de Pío.
Su labor clandestina se incrementa, es perseguida, siendo en una ocasión capturada, escapando ante los mismos ojos del enemigo. Arriesga a cada momento su vida, pero dirige con eficiencia las tareas de una segura retaguardia de los combatientes de la Sierra Maestra, entre éstas la organización del Movimiento Revolucionario 26 de Julio en toda la zona de manzanillo y la preparación y envío a la Sierra Maestra de los primeros refuerzos de combatientes rebeldes.
Después se cumpliría su más cara aspiración, unirse al Ejército Rebelde, la primera mujer que lo hizo, pasando a protagonizar otra de las etapas más fructíferas y valiosas de su vida como revolucionaria. En medio de la lucha guerrillera se destacó por su labor organizativa al lado de Fidel, impulsando y ejecutando los planes y decisiones del máximo jefe de la Revolución.
Ella fue, en esa etapa, no solo un paradigma de luchadora rebelde, sino también ejemplo en la atención a los combatientes y a los campesinos, demostrando en toda su grandeza  la sencillez, la firmeza y la total fidelidad a Fidel y a la Revolución que la acompañarían durante el resto de su vida.
Después del triunfo, Celia multiplicó su actividad, de forma austera y modesta, entregada de lleno a la obra revolucionaria. Siempre quiso hacerlo sin publicidad personal. Pero desde los días de la guerra, su nombre había entrado en la historia cubana con luz propia. Fidel lo afirmaría al decir que cuando triunfara la Revolución y se escribiera su historia, no podrían faltar los nombres de Norma y de David, refiriéndose precisamente a Celia Sánchez y a Frank País.
Una de las obras más inmensas de Celia fue su intensa actividad en el rescate y preservación de la documentación histórica de la Revolución. A ella se deben muchos de los documentos, objetos y preservación de lugares históricos que hoy transmiten a nuestro pueblo el conocimiento y los valores sobre hechos y personalidades que fueron pilares de la lucha revolucionaria y de la victoria definitiva.
Este  11 de enero nuestro pueblo, en el aniversario 34  de la desaparición física de Celia,  la recuerda, más que por su muerte dolorosa, por su vida heroica, por su obra relevante y por el ejemplo de firmeza, de lealtad y de consagración que legó a todos los cubanos.
Ella seguirá siendo siempre la flor más autóctona de la Revolución. Y en nuestra historia, brillará eternamente el nombre de Norma.