domingo, 30 de julio de 2017

Imponente tributo a la memoria de Frank País, en Santiago de Cuba




.Orlando Guevara Núñez


Jamás traicionaremos la Patria de Fidel y de Raúl. Con esta patriótica afirmación concluyó Suselis Morfa González, integrante del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y primera secretaria del Comité Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas,  sus palabras centrales conmemorativas del aniversario 60 del asesinato de  Frank País García, y su compañero Raúl Pujol Arencibia.
Miles de santiagueros y santiagueras, de todas las edades, llegaron hasta el cementerio Santa Ifigenia, de Santiago de Cuba, partiendo desde el Parque Céspedes, en el corazón de la ciudad, rememorando la manifestación de pueblo que acompañó los cadáveres  de ambos luchadores, asesinados por esbirros de la tiranía batistiana, el 30 de julio de 1957.
La dirigente juvenil recordó aquella dolorosa noticia que conmovió a Santiago de Cuba ¡Mataron a Frank País!. Y  cómo el pueblo respondió de inmediato, provocando el miedo de los asesinos, lanzándose a una huelga espontánea y haciendo gala de su condición de rebelde.
Cuba- afirmó- se sabe dueña de su historia Denunció la política del actual presidente de los Estados Unidos en la fabricación de “héroes cubanos” que respalden a los enemigos de la Revolución.
Palabras de aliento y solidaridad expresó Suselis hacia la  Revolución Bolivariana y su proceso para elegir a la Asamblea Constituyente, porque “Salvar a Venezuela es salvar la soberanía e integridad de los pueblos latinoamericanos”.
No tenemos derecho a fallar, afirmó, enfatizando que los cubanos sabremos defender la Patria independiente, libre y soberana.
El homenaje a Frank País, Raúl Pujol y a todos los mártires de la Revolución fue presidido por José Ramón Machado Ventura, segundo secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y vicepresidente del Consejo de Estado; José Ramón Balaguer Cabrera, integrante del Secretariado y Jefe del Departamento de Relaciones Internacionales del Comité Central; Lázaro Expósito Canto, máximo dirigente del Partido en Santiago de Cuba, junto a otros dirigentes políticos, del gobierno, las organizaciones de masas, las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Ministerio del Interior.

Sentido tributo a Frank, Raúl Pujol y al Comandante Daniel



.Orlando Guevara Núñez


Flores como tributo y compromiso como homenaje. Así fue esta mañana 30 de julio ante las tumbas de Frank País, Raúl Pujol y René Ramos Latour (Comandante Daniel) en el cementerio de Santa Ifigenia.
Combatientes de la  Revolución protagonizaron la ofrenda. Muchos de ellos compartieron la lucha con los caídos. En sus pechos, múltiples medallas, muestras de la lucha durante la guerra, y otras como constancia de su intenso batallar en la construcción y defensa de la Revolución, o en misiones internacionalistas.
Allí, cercana al Mausoleo Martiano y de la tumba que atesora las cenizas del Comandante en Jefe Fidel Castro, está el lecho con los restos de Frank, junto a su hermano Josué y sus progenitores, el Reverendo Agustín País y Doña Rosario García. También el recinto donde descansa Raúl Pujol Arencibia, compañero de Frank en la vida y en la muerte.
La tumba de Daniel está ubicada en un lugar que, parado a su lado, se divisan, a la derecha y al fondo, las montañas que rodean a Santiago de Cuba. Allí yace el jefe clandestino. Una foto lo recuerda como guerrillero.
Frank y Raúl cayeron hace hoy 60 años, asesinados por la jauría batistiana. Daniel, que había sustituido a Frank, cayó  exactamente un año después, en el combate de El Jobal, Sierra Maestra, donde combatía al frente de una columna, con el grado de Comandante del Ejército Rebelde.
Esta tarde, a las 4:00, el pueblo santiaguero, partiendo desde el céntrico Parque Céspedes, peregrinará hasta el cementerio y, como todos los años en igual fecha, colmará balcones y ventanas, hará llover pétalos rojos y blancos al paso de la multitud, y ofrendará a los héroes el único homenaje  válido, el de la fidelidad y el compromiso con la Revolución por la que ellos dieron la vida.

sábado, 29 de julio de 2017

30 de julio de 1957, presagio de alborada

.Orlando Guevara Núñez

No era posible imaginar  que un joven  santiaguero, entonces con apenas 18 años de edad, ajeno a los hechos del 26 de julio de 1953, se convertiría luego en la figura cimera de la lucha clandestina en toda Cuba, del Movimiento  inspirador de aquella acción. Y mucho menos  vislumbrar que la muerte de aquel joven, antes de cumplir los 23 años de existencia,  marcaría el  día de homenaje a todos los mártires cubanos, caídos a partir de los combates de la Mañana de la Santa Ana.
Frank País  hizo suyo el dolor por los crímenes contra los asaltantes del Moncada y el Carlos Manuel de Céspedes; su artículo denuncia ¡Criminales! fue mezcla de indignación, patriotismo, valentía y compromiso. En la lucha estudiantil se  forjó carácter de líder. Sus cualidades de rebelde y de organizador tuvieron efectiva convergencia. Igual que su fe religiosa y su patriotismo.
 Sus proyecciones revolucionarias y políticas, lo condujeron a materializar una acariciada aspiración: crear una organización propia. Su ascenso fue vertiginoso. Decisión GuiterasAcción Revolucionaria Oriental (ARO), Acción Nacional Revolucionaria (ANR). 
Hasta llegar  un momento  que retrata, en toda su dimensión, la talla revolucionaria de Frank País, su ingreso al Movimiento Revolucionario 26 de Julio, poniendo a disposición de Fidel Castro su organización, sus hombres, sus escasas armas  y su propia persona. Un despegue hacia el combate soñado, hacia la gloria y la historia.
En 1955 se crea en Santiago de Cuba la Dirección Provincial del Movimiento Revolucionario 26 de Julio. Frank País García quedaba como Jefe de Acción y Sabotaje.
Luego vendrían, en agosto y octubre, las visitas  a México para sus históricos encuentros con Fidel.  donde  quedaron decididas  las acciones en Santiago de Cuba para el apoyo a la futura expedición del Granma.
La estructuración del Movimiento 26 de Julio en  la provincia y en la base, centró la actividad de Frank en esos días cruciales de la lucha. Prioridad al movimiento obrero, a la resistencia cívica, a la propaganda. Fundó el Boletín Informativo como órgano del 26 de Julio, que luego pasó a Ultimas Noticias, hasta constituirse en el periódico Sierra Maestra clandestino.
La acción de Santiago de Cuba fue el primer combate armado de la juventud cubana después del 26 de julio de 1953. Ese día la nacieron a la Patria  dos símbolos imperecederos, el uniforme verde olivo y el brazalete rojinegro del 26 de Julio. Y otro que crece con el decurso del tiempo: el de Pepito Tey, Tony Alomá y Otto Parellada.
Santiago de Cuba tuvo, en este épico día, la oportunidad de apoyar la acción y de proteger luego a los combatientes. Los crímenes del Moncada no pudieron repetirse. Fue una jornada de combate y de solidaridad.
Después del combate heroico, los días de la reorganización del Movimiento, el apoyo a la lucha con hombres, armas y abastecimientos a los guerrilleros en la Sierra Maestra. Fidel en las montañas y Frank en Santiago de Cuba, convertían a la indómita provincia oriental en el bastión principal contra la tiranía batistiana.
La talla de Frank se agiganta en el rigor de la clandestinidad. “Surge en el Movimiento 26 de Julio un nuevo concepto, una nueva idea, que recoge las frustraciones cubanas desde 1902 hasta la fecha y trata de aprovechar las experiencias históricas para unirlas a las necesidades económicas, políticas y sociales de nuestra patria y darles las verdaderas soluciones”.
El revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Tal definición fue hecha por el Che, quien agregó que es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esa cualidad. Y fue esa otra de las extraordinarias cualidades de Frank País.
El amor profundo hacia la  madre y sus hermanos, a sus compañeros de lucha, a la Patria. La muerte de su hermano Josué, exactamente un mes antes que él, lacera en lo más profundo sus sentimientos. Dolor convertido en lacerante  poema.
Su agonía se multiplica ante la pérdida de cada compañero.  “Y se les ve caer uno a uno.  Y se siente morir en cada caída y aprende a quererse más al que queda.  Y se le ve caer también.  Y  al otro y al otro…”  “A veces pienso si sería mejor morir y ser eternamente joven y cesar el sufrir y no vivir sintiendo la muerte de cada hermano que cae (…)”
Así era Frank País.
El Callejón del Muro  vio morir a  un hombre, pero  también nacer  un símbolo con fuerza de pueblo. Allí  las arterias de Santiago de Cuba vertieron un torrente de sangre bravía. Sangre acribillada, presagio de alborada, heraldo de  libertad.
Ese día, Santiago de Cuba vibró de indignación, cubrió decenas de cuadras hasta el cementerio de Santa Ifigenia, acompañando el féretro de Frank. Colmó ventanas y balcones desde donde llovían pétalos de flores rojas y blancas: enarboló banderas del 26 de Julio, cantó el Himno Nacional. Las mujeres no tenían espacio para el llanto, porque sus gargantas estaban desbordadas con los gritos de ¡Abajo la tiranía!, ¡Viva Fidel!. ¡Viva la Revolución!. Los comercios cerraron, una huelga  espontánea se extendió como llama. El dolor se transformó en fuerza capaz de hacer que los esbirros de la tiranía, amedrentados, se refugiaran en sus guaridas.
Otro  30 de julio.  Tributo también sentido y grande. Los nombres de Frank y de  Raúl Pujol,  continúan  creciendo como símbolos de valentía, rebeldía y fidelidad. Símbolos de la Revolución cubana.

viernes, 28 de julio de 2017

Homenaje a Haydée y Melba en el Santa Ifigenia





. Orlando Guevara Núñez







Haydée Santamaría Cuadrado
Melba Hernández Rodríguez del Rey
Una representación del pueblo santiaguero rindió homenaje, ante las urnas que guardan sus restos en el cementerio de Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba, a las heroínas del Moncada Haydée Santamaría Cuadrado y Melba Hernández Rodríguez del Rey.
El 28 de julio  marca el natalicio, en  1921, de Melba y el fallecimiento en 1980, de Haydée. La historia unió a las dos en una larga lucha, primero por la libertad y después por la construcción y defensa de la obra revolucionaria.
Ambas participaron en los preparativos y luego en la acción del Cuartel Moncada, el 26 de julio de 1953. Fueron condenadas a siete meses de prisión en un juicio donde con honor y valentía denunciaron los crímenes de la tiranía batistiana.
Al salir de la prisión, comenzaron de nuevo la lucha e hicieron posible la edición primera del texto La historia me absolverá, alegato de Fidel Castro en el juicio, la cual salió de forma clandestina. Posteriormente, laboraron en la clandestinidad y se unieron al Ejército Rebelde.
Los restos de Melba y Haydée están depositados en el Panteón a los Mártires del 26 de Julio, junto a otros 39 moncadistas,  37 de ellos asesinados terminado el combate del Moncada. Allí, al lado, los restos de Fidel. Y muy cerca, los de Mariana Grajales Coello, Madre de la Patria, de quien Haydée y Melba fueron dignas continuadoras.
Combatientes de la Revolución Cubana e integrantes de las organizaciones políticas, estuvieron presentes en el homenaje.

miércoles, 26 de julio de 2017

Vigencia de un himno de combate








 .Orlando Guevara Núñez



Agustín Díaz Cartaya
La  Marcha del 26 de Julio, ese himno que los cubanos cantamos como símbolo de combate,  surgió apenas una semana antes de la mañana gloriosa de la Santa Ana, cuando los jóvenes de la Generación del Centenario vinieron a Santiago de Cuba a ofrendar su sangre y su vida para que Martí siguiera viviendo en el alma de la Patria.
Agustín Díaz Cartaya, su autor - en entrevista concedida al diario Granma, el 26 de julio de 2003 - afirma que escribir ese himno ha sido la petición más importante recibida en su vida: crear un himno de combate que identificara el patriótico movimiento. Se la hizo el entonces joven revolucionario y jefe de la acción del Moncada y del Carlos Manuel de Céspedes, Fidel Castro. Y en sólo tres días la misión fue cumplida.
Cartaya escribió la letra y la melodía, las que a su propio decir: “me vinieron a la mente juntas, salieron de mi alma”.
Afirma el autor que  durante la noche del 23 de julio de 1953, en La Habana, en ocasión de Fidel preguntarle si había cumplido con la encomienda,  entonó la creación, que fue aprobada. En ese momento, su título fue Marcha de la Libertad. Era ese el ideal que llamaba a los jóvenes revolucionarios al combate abierto contra la tiranía batistiana. Pocas horas después, marcharon hacia Santiago de Cuba.
Entre los asaltantes al cuartel Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, estaría Agustín Díaz Cartaya, quien, luego de la acción, lograría escapar y regresar a La Habana. Hecho prisionero más tarde,  y torturado, fue juzgado en la causa 37, seguida contra los participantes en los hechos del 26 de julio y condenado a   10 años de prisión. El triunfo de la Revolución lo encontró como guerrillero en el Frente de Occidente.
En su versión original la Marcha de la Libertad expresaba:

Marchando, vamos hacia un ideal
sabiendo que hemos de triunfar
en aras de paz y prosperidad
lucharemos todos por la libertad.
Adelante, cubanos,
que Cuba  premiará nuestro heroísmo,
pues somos soldados
que vamos a la Patria a liberar,
limpiando con fuego
que arrase con esa plaga infernal
de gobernantes indeseables
y de tiranos insaciables
que a Cuba
han hundido en el mal.
La sangre que en Oriente se derramó
nosotros no debemos de olvidar
por eso unidos hemos de estar
recordando a aquellos
que muertos están.
La muerte es victoria y gloria que al fin
la historia por siempre recordará
la antorcha que airosa alumbrando va
nuestros ideales por la libertad.
El pueblo de Cuba
sumido en su dolor se siente herido
y se ha decidido
a hallar sin tregua una solución
que sirva de ejemplo
a esos que no tienen compasión
y arriesgaremos decididos
por esta causa hasta la vida
¡Qué viva la Revolución!
Recluidos en la prisión de Boniato, en Santiago de Cuba, los combatientes del 26 de julio de 1953 cantaron y  aprendieron este himno, cuya letra y melodía fortalecían sus convicciones de lucha y su voluntad de hacer revolución.
En esos días, Cartaya recibió un mensaje de Fidel, en el cual  le sugería una modificación que reflejara la sangre derramada y el sacrificio de la acción del 26 de Julio.
Fue entonces que la Marcha de la Libertad, cambió su nombre por el de Marcha del 26 de Julio.  En lugar de La sangre que en Oriente se derramó,  se escribió  La sangre que en Cuba se derramó.  Y fue suprimida la estrofa  La muerte es victoria y gloria que al fin/ la historia por siempre recordará/ la antorcha que airosa alumbrando va/ nuestros ideales por la libertad.
Y quedó así, para hoy y para todos los tiempos, la letra de la Marcha del 26 de Julio. Cuenta el autor que en la prisión de Boniato ese himno, además de los asaltantes,  hasta los presos comunes lo cantaban y que  “Cuando los soldados venían como fieras a vernos, nos poníamos de pie y lo entonábamos con más fuerza”.
Poco tiempo después de estar  cumpliendo condena en la prisión de Isla de Pinos (hoy Isla de la Juventud)  los moncadistas  le dieron una sorpresa al tirano  Fulgencio Batista en persona: le cantaron la Marcha del 26 de Julio.
El sanguinario dictador había asistido al penal a inaugurar una planta eléctrica. Enterado de la visita,  Fidel ideó el plan. Y cuando Batista pasó cerca, de las patrióticas gargantas brotaron, vibrantes, la notas de la Marcha. Al inicio, acostumbrado a los halagos y adulaciones, el tirano pensó en una loa a su visita. Pero pronto se dio cuenta de la verdad. Y a la sorpresa se unieron entonces la ira y la impotencia. Y más cuando la palabra ¡asesino! – repetida-  se unió al canto.
Ese hecho tuvo lugar el 12 de febrero de 1954. De inicio, todo parecía normal, pero cuatro días después  apareció  la represión. En su libro ¡Atención! ¡Recuento!  el Comandante de la Revolución Juan Almeida relata los hechos:
“Al cuarto día llega el oficial de espejuelos oscuros con una lista, anuncia los nombres de los compañeros que tienen visita de sus familiares y dice que nos arreglemos que pasará en media hora a recogernos. Los compañeros se bañan, se afeitan, se cambian de ropa, salen al patio con rapidez y marchan  con el oficial. ¡Qué ajenos estaban a que se iba a materializar ahora el castigo por haber cantado el himno y haberle gritado ¡Asesino! al tirano!”
Agrega Almeida que fueron castigados los cinco nombrados en la lista, Fidel y los que estimaron más responsables. Al autor del himno, Díaz Cartaya, “Por  la madrugada lo condujeron a una celda solitaria y lo golpearon brutalmente hasta dejarlo inconsciente”. (…) A Fidel lo encerraron y los separaron de nosotros. Los demás, Ramirito, Tizol, Tápanes y Alcalde, fueron encerrados en celdas individuales y maltratados moral y físicamente”.
Iniciada la lucha guerrillera en las montañas de la Sierra Maestra – en fecha temprana como fue el 15 de febrero de 1957, se realiza una grabación de esta Marcha, difundida luego, para todo el pueblo,  a través de la emisora Radio Rebelde, desde la Comandancia de La Plata.
Ahora  la Marcha del 26 de Julio forma parte del patrimonio de todo el pueblo, que la siente y la canta, suscribiendo en su cotidiano quehacer la misma disposición de los moncadistas: Arriesgaremos  decididos por esta causa hasta la vida ¡Qué viva la Revolución!