miércoles, 30 de agosto de 2017

Sin OEA y frente a la OEA ganamos la pelea



.Orlando Guevara Núñez


El 30 de agosto de 1960, regresó a Cuba el entonces canciller Raúl Roa García, luego de que la VII Conferencia de la OEA, en Costa Rica,  acordara la expulsión de nuestro país de ese organismo. .Tuvo que adelantar el viaje, pues se conoció que la mafia tenía planeado sabotear el avión en el cual viajaría.
Al retirarse de ese bochornoso momento, diría Roa:    "Los gobiernos latinoamericanos han dejado a Cuba sola. Me voy con mi pueblo, y con mi pueblo se van también de aquí los pueblos de nuestra América". Fue precisamente nuestro canciller quien bautizó a la OEA como Ministerio de Colonias Yanquis.
Lo que no imaginaron el gobierno de los Estados Unidos y su Ministerio de Colonias, fue la inmediata y digna respuesta del pueblo cubano ante ese acto indigno. Más de un millón de cubanos, en representación de toda Cuba, se reunieron en la  Plaza Cívica – hoy Plaza de la Revolución, de  la capital del país, proclamando la Primera Declaración de La Habana. Fue solo tres cuatro días después de concluir la reunión de la OEA.
No se equivocó el Comandante en Jefe Fidel Castro cuando ese 2 de septiembre afirmó, refiriéndose a la reunión anticubana, que "se estaba afilando allí el puñal que en el corazón de la Patria cubana quiere clavar la mano criminal del imperialismo yanqui".
Esa Asamblea proclamó el derecho de los campesinos a la tierra; del obrero al fruto de su trabajo; de los niños a la educación; de los enfermos a la asistencia médica y hospitalaria; de los jóvenes al trabajo; de los estudiantes a la enseñanza libre, experimental y científica.
Para Cuba y más allá de sus fronteras, la Asamblea General proclamó también el derecho de los negros y del indio a la dignidad plena del hombre; de la mujer a la igualdad civil, social y política; del anciano a una vejez segura; de los intelectuales, artistas y científicos a luchar con sus obras por un mundo mejor.
Y sumó a sus postulados el derecho de los Estados a nacionalizar los monopolios imperialistas, rescatando así sus riquezas y recursos nacionales; de los países al comercio libre con todos los pueblos del mundo y de las naciones a su plena soberanía.
Otro derecho defendido por el pueblo cubano en aquella histórica jornada, fue el de los pueblos a convertir sus fortalezas militares en escuelas y armar a sus obreros, a sus campesinos, a sus estudiantes, a sus intelectuales, al negro, al indio, a la mujer, al joven, al anciano, a todos los oprimidos y explotados para que defendieran por sí mismos sus derechos y sus destinos.
Aquella gigantesca Asamblea del pueblo, postuló el deber de los obreros, de los campesinos, de los estudiantes, de los negros, de los indios, de los jóvenes, de la mujer y de los ancianos, de luchar por sus reivindicaciones económicas, políticas y sociales, así como también de las naciones oprimidas y explotadas a luchar por su liberación.
Proclamó, además, el deber de cada pueblo a la solidaridad con todos los pueblos oprimidos, colonizados, explotados o agredidos, sea cual fuere el lugar del mundo en que éstos se encuentren y las distancias geográficas que los separen.
Los cubanos, como respuesta a la declaración de San José de Costa Rica, que calificaba a Cuba no compatible con el sistema democrático de este continente y la conminaba a plegarse a los dictámenes del gobierno norteamericano, no sólo condenamos ese documento dictado por los Estados Unidos, sino también que denunciamos las intervenciones yanquis contra los pueblos de México, Nicaragua, Haití, Santo Domingo, Cuba y otros, escudándose en su superioridad militar, los Tratados desiguales y la sumisión de gobiernos traidores a sus pueblos. Así, frente al panamericanismo hipócrita en aras del dominio imperial, Cuba proclamó el latinoamericanismo liberador y solidario.
Uno de los más cínicos argumentos del gobierno de los Estados Unidos, compartidos por la OEA, para condenar a Cuba, era el peligro que representaban para este continente las relaciones de nuestro país con los gobiernos de la Unión Soviética y China. Cuba no sólo no cedió un ápice en sus principios, sino que fortaleció la amistad con ambos países y, en el caso de la República Popular China, reconoció a ese gobierno como único representante legal del pueblo chino, quedando de esa forma establecidas las relaciones que cada día son más fuertes.
Durante los días posteriores a la proclamación de la Declaración de La Habana, el pueblo, en sus respetivos territorios, en masivas concentraciones, apoyó su contenido y luego firmó el documento de forma individual. En la entonces provincia de Oriente - actuales provincias de Santiago de Cuba, Guantánamo, Holguín, Granma y Las Tunas- un millón de personas participaron en las concentraciones.
La Asamblea General del Pueblo de Cuba, del 2 de septiembre de 1960, fue una genuina demostración de democracia que rompió esquemas tradicionales. Sobre ese tema, plantearía el Comandante en Jefe Fidel Castro que la democracia no puede consistir solo en el ejercicio de un voto electoral, sino en el derecho de los ciudadanos a decidir su propio destino.
Las agresiones y amenazas contra Cuba, provenientes del Norte revuelto y brutal que nos desprecia, al decir de José Martí, siguen su loca carrera. Nuestro país, sin embargo, con su sacrificio, su sudor y su sangre, ha hecho valer los principios proclamados aquel día.
El aislamiento fracasó, el intento de doblegarnos por el temor, falló; el intento de vencernos por la fuerza, por hambre y enfermedades, fracasó. Cuba, en esa ocasión, prometió a los pueblos que no les fallaría, y no les ha fallado.
En ese mismo septiembre, ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el Comandante en Jefe Fidel Castro proclamó, en nombre de todos los cubanos, que nuestro país tenía un recurso: resistir cuando la ONU y la OEA no garantizaran nuestros derechos. Hemos resistido, hemos vencido y seguiremos venciendo.
Los principios de aquella épica jornada, proclamados por nuestro pueblo, mantienen no solo su validez histórica, sino también su plena vigencia para los tiempos presentes y los que están por venir.
En la garganta y el corazón del pueblo cubano, una consigna se convirtió en convicción, fuerza y acción: ¡Con OEA o sin OEA, ganaremos la pelea!  Y la ganamos sin la OEA. Y  más: frente a la OEA.
Hoy, ante la misma sumisión de ese desprestigiado organismo y la agresión a otro pueblo hermano, Venezuela, valdría que su actual lacayo, Almagro, recordara aquel bochornoso episodio. Y que, saliendo de su torpeza, comprendiera que los venezolanos, como los cubanos, con OEA o sin OEA, ganarán la pelea.

lunes, 28 de agosto de 2017

31 de agosto de 1967 Por el Río Grande corrió sangre guerrillera







.Orlando Guevara Núñez

La traición y la muerte se ensañaron con el grupo guerrillero, el 31 de agosto de 1967. Los integrantes de la Retaguardia del Comandante Ernesto Che Guevara, bajo el mando del Comandante Juan Vitalio Acuña Núñez (Vilo en Cuba y Joaquín en Bolivia) perdieron la vida en una emboscada en el vado de Puerto Mauricio, sobre el Río Grande, en tierra boliviana.
Desde el mes de abril, el pequeño destacamento se había separado del Che con el objetivo de proporcionar atención a combatientes en malas condiciones físicas, pero no había podido reintegrarse al principal núcleo guerrillero. De sus diez integrantes, nueve cayeron ese día.
El día antes, habían llegado a la casa de Honorato Rojas, un traidor que los delató ante el ejército boliviano, que tuvo el tiempo suficiente para preparar la emboscada en el lugar por donde la traición llevaría a los guerrilleros.
El grupo lo integraban, además de Joaquín, Tamara Bunke Bíder (Tania)  alemana-argentina-cubana; Gustavo Machín  Hoed de Bech (Alejandro) cubano; Israel Reyes Zayas (Braulio) cubano; Apolinar Aquino Quispe (Polo) boliviano; Walter Arencibia Ayala (Walter) boliviano;  Freddy Maimura Hurtado (Ernesto o Médico) boliviano; Moisés Guevara Rodríguez (Guevara o Moisés) boliviano; Restituto José Cabrera Flores (Negro o Médico) peruano; y el único sobreviviente: José Carrillo (Paco) boliviano.
El ejército boliviano había pactado con el delator el lugar exacto por donde debían pasar los guerrilleros, había tomado posiciones ventajosas y planificado el desarrollo de la emboscada.
En un trabajo publicado por el periódico Granma, el 31 de agosto de 1997, firmado por Elsa Blaquier Ascano, José Carrillo relata que ese día “Braulio caminó golpeando el agua con el machete hasta llegar a la mitad del río, desde donde ordenó avanzar”.  Así avanzaron los demás, cerrando Joaquín la fila.
“El primero había alcanzado la otra orilla cuando empezaron los disparos. En el turbión de las aguas no se distinguía quién caía herido. El río arrastraba todo.  Braulio reaccionó de inmediato y accionó su ametralladora ligera fulminando a un soldado, de inmediato el fuego se concentró sobre él hasta hacerlo caer”.
El propio trabajo periodístico afirma que “Testigos presenciales relataron que los militares escondidos en la maleza se convirtieron en máquinas de matar. Tiraban a todo lo que arrastraba el río. Hombres y mochilas fueron acribillados a lo largo de 600 metros, donde se unen los ríos Bravo y Masicuri. Todos vieron que había una mujer, pero dispararon sobre ella hasta escuchar su grito de dolor”.
La traición de Honorato Rojas impidió el reencuentro entre los guerrilleros, pues, a la mañana siguiente, el Che llegó hasta la casa del delator.
El traidor fue premiado por el entonces presidente de Bolivia, René Barrientos, con cinco hectáreas de tierra, en un lugar cercano a la ciudad de Santa Cruz. Allí creyó estar seguro, disfrutando lo medrado con su delación, hasta que la justicia revolucionaria le cobró el crimen, casi dos años después.
Sangre cubana, boliviana, alemana-argentina y peruana, tiñó ese 31 de agosto las aguas del Río Bravo. Los restos de los caídos descansan hoy junto a su jefe, el Che, en tierra cubana, no como recuerdo de un pasado inútil, sino como expresión de un presente donde fructifican sus ideas.

sábado, 26 de agosto de 2017

¿Dónde y cuándo lo dijo Martí





. Orlando Guevara Núñez

A  la raíz va el hombre verdadero. Así conocemos los cubanos ese pensamiento de José Martí. Está contenido en un trabajo publicado en el periódico Patria. El 26 de agosto de 1893, bajo el título de La raíz.
Las cuatro líneas que cierran el trabajo dicen textualmente:  "A la raíz va el hombre verdadero. Radical no es más que eso: el que va a las raíces. No se llame radical quien no vea las cosas en su fondo. Ni hombre quien no ayude a la seguridad y dicha de los demás hombres.
En el párrafo primero afirma que “Los pueblos, al igual que los hombres, no se curan del mal que los roe  el hueso con menjurjes  de última hora, ni con parches que le muden el color de la piel. A la sangre hay que ir, a la sangre hay que ir para que se cure la llaga. No hay que estar al remedio de un instante, que pasa con él, y deja viva y sedienta la enfermedad”
El mensaje es claro. Está atacando la superficialidad y ligereza frente a los problemas y situaciones. Por eso afirma que "hombre es quien estudia las raíces de las cosas (…) se busca el origen del mal: y se va derecho a él, con la fuerza del hombre capaz de morir por el hombre".
Martí está hablando de actuar, Analiza que de las penurias en los hogares y de los trastornos que causa a los cubanos, dentro y fuera del país, la crisis del Norte, se habla mucho. Pero dice que de lo que debe hablarse es de la necesidad de reemplazar, con la vida propia en la patria libre esta existencia. Afirmación consecuente  con la idea de que hay que ir a la raíz, a lo que cura.
Es un convite a curar los males de la emigración cubana de su época, con la medicina más eficaz. Tener una patria libre donde vivir y construir su propia felicidad. Y esa medicina era la guerra necesaria que preparaba.

viernes, 25 de agosto de 2017

Gloria Cuadras de la Cruz ¡Gloria de Santiago de Cuba, Gloria de la Patria cubana!



.Orlando Guevara Núñez


Este 25 de agosto señaló  el aniversario 30 del fallecimiento de una mujer santiaguera cuya vida dejó huellas indelebles en la historia de la Revolución cubana: Gloria Cuadras de la Cruz. Símbolo de patriotismo, de valentía, de fidelidad  a las ideas revolucionarias antes y después del triunfo del 1ro. de enero de 1959.
Ya en 1930 está en la fundación  del Directorio Estudiantil de Santiago de Cuba.  Participa en  manifestaciones. Es víctima de la represión policial. En 1933 integra el comité del plantel del Instituto santiaguero que toma el centro.  Forma parte de la comisión depuradora de los elementos entreguistas. Llama a la lucha por una patria libre. A finales de ese año se traslada a la capital cubana y es colaboradora del  revolucionario  Antonio Guiteras Holmes.
Luego se integraría a las filas del Partido del Pueblo Cubano, liderado por Eduardo Chibás, escenario en el que conoció al joven Fidel Castro, junto a quien figuraba como Delegada a la Asamblea Provincial de Oriente por esa organización opositora, cuyo lema era Vergüenza contra dinero.
El asalto a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, sirvió de cauce para el ímpetu revolucionario de Gloria. Desde poco antes, en mayo de 1953, había iniciado un espacio radial en la emisora CMKR, de la capital oriental. Desde  junio de 1955 hasta abril de 1956, fecha en que fue  definitivamente clausurado, mantuvo su espacio Cuba Libre. Verdades que laceraban a la tiranía.  Cara a cara, sin miedo a la censura ni a las represalias.
Ella misma declararía luego; (…)  Hablábamos de Fidel, de sus ideales, de aquellos muchachos del Moncada y lo hacíamos para toda la provincia, porque queríamos desmentir los horrores y las mentiras que decían Chaviano, Tabernilla y Batista''.
Fue Gloria una de las mujeres santiagueras que inmediatamente después del asalto del 26 de julio de 1953 se solidarizó con Fidel y sus compañeros. Protagonizó el rescate y preservación de los cadáveres de los moncadistas asesinados, evitando que la dictadura los desapareciera. Cuando uno de los sicarios le preguntó por qué lo hacía, su respuesta fue clara y precisa.” Lo hago en nombre de todas las madres cubanas”.
Sobre ese episodio diría la heroína del Moncada, Melba Hernández,  en entrevista concedida a este autor:
“Desde el primer instante en que empezaron a trasladar los cuerpos de nuestros compañeros muertos para el cementerio Santa Ifigenia, se ligaron a nosotros. Ellos cuidaron nuestros gloriosos cadáveres hasta dejarlos depositados en Santa Ifigenia y siempre nos mandaron mensajes de que estaban bien cuidados y de que se les ponía flores. Siempre muy cerca de nosotros el pueblo de Santiago de Cuba y muy especialmente el caso ejemplar de esa luchadora que se llamó Gloria Cuadras y de su esposo, Amaro Iglesias, un compañero muy querido, a quien cada vez que voy a Santiago lo visito''.
Cuando a fines de 1954 fue constituida en Santiago de Cuba la Dirección  Provincial del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, Gloria integró esa jefatura, como responsable de Propaganda. Y durante el Alzamiento Armado de Santiago de Cuba, el 30 de noviembre de 1956, allí estaba ella, formando parte del Estado Mayor de Frank País.
A partir de esa fecha, la responsabilidad de la propaganda pasó a manos de otra persona, Enzo Infante Urivazo. Era un trabajo totalmente clandestino. Gloria seguía en sus funciones públicas, compartidas con la clandestinidad.
Una carta dirigida en esa ocasión a ella por Frank País, testimonia la confianza y el respeto del héroe de la lucha clandestina hacia ella:
“En nuestros hombros, como en los tuyos, pesa la responsabilidad de haber compartido las esperanzas de nuestros mártires y haber sufrido tantas privaciones y tristezas por el ideal que siempre ha estado torturándonos el recuerdo, fijándonos el camino inexorable que hemos de seguir y con ellos tenemos que cumplir si el destino no se interpone y nos señala también el martirologio.
Siempre he tenido mucha fe en ti. Me has inspirado muchas veces y tu ejemplo de lucha y sacrificio ha tratado de ser mi guía. Y como una vez más, creo que la historia nos verá juntos, combatiendo por el mismo ideal “(…)
Durante la lucha contra el tirano  Batista,    Crea el Frente Cívico de mujeres cubanas para oponerse a la dictadura y luchar por la libertad y los derechos ciudadanos
Durante una de las manifestaciones, en 1954, en protesta por la intervención norteamericana en Guatemala que provocó el derrocamiento del presidente Jacobo Arbenz, en acta policial se plasmaba una acusación sobre Gloria Cuadras:
“Arengaba a la multitud y los conminaba  a luchar contra el gobierno de Batista y por el triunfo de la Revolución, exaltando los ánimos contra los miembros actuantes, siendo conducida a esta Jefatura después de una tenaz resistencia y haber llenado de improperio a los actuantes”
Otro momento en que el valor de Gloria se irguió frente a los esbirros batistianos, fue a raíz de la muerte de Frank País, el mismo día del entierro. Esa vez  Gloria, tras los atropellos a un grupo de mujeres que protestaban por el crimen, aprovechando la visita de un diplomático yanqui a la ciudad, quiso entregarle una nota de denuncia, siendo interceptada por el asesino Salas Cañizares, con el fin de impedirlo. El esbirro le aprisiona un brazo, pero ella lo esquiva, se quita un zapato y lo ataca. En su misma cara le grita: “Tú eres un asesino despreciable, me mataste a Frank, que era como un hijo para mí. Eres una bestia”. Cuando el militar se repone, la toma por los cabellos y es entonces cuando Gloria le pega una fuerte mordida en una mano. De nuevo el atropello y la prisión. Pero más alta la dignidad de la mujer santiaguera.
A finales de 1958, se incorpora al Ejército Rebelde, en el Segundo Frente Frank País, el nombre de su querido jefe en la clandestinidad. Allí permaneció hasta el triunfo de la Revolución a la que le dedicó su vida con la misma pasión y fidelidad con que ayudó a forjarla.
A Gloria  la recuerdo  aún en los debates del Comité provincial del Partido, en cuya sede dedicó sus últimos años de vida. Palabra firme, combinación de delicadeza  y firmeza. Fue delegada a los dos primeros Congresos del Partido. Un día presencié un diálogo de ella con el Comandante en Jefe Fidel Castro, a quien veneraba. Lo trataba de “tú” y él desbordaba su cariño y respeto hacia ella. Recuerdos juveniles. Bromas mutuas. Plena identidad de ideas. La victoria que ella no pudo disfrutar junto a Frank, la disfrutó junto a Fidel.
Cuando exhaló su último aliento tenía 75 años de edad. Imaginarla hoy es representarse a una mujer  fusil en una mano y en la otra una flor. Así fue Gloria Cuadras de la Cruz: Gloria de Santiago de Cuba, Gloria de la mujer cubana. Gloria de la Patria.