miércoles, 30 de enero de 2019

La historia no nos ha de declarar culpables



                
 .Orlando Guevara Núñez

Con estas palabras concluyó  José Martí un patriótico discurso, el 17 de febrero de 1892, en Hardman Hall, Nueva York, ante emigrados cubanos, luego de un recorrido por Tampa y Cayo Hueso. Por eso, esta pieza oratoria pasó a la historia como La oración de Tampa y Cayo Hueso. 
El Apóstol cubano regresó profundamente conmovido por los resultados de la visita, sus encuentros con los emigrados de ambos lugares, la disposición de ellos para la lucha, sin distinción de edades, color, antecedentes de lucha e incluso posición social.
Esa acogida le hizo expresar su convicción de que la patria cubana poseía todas las virtudes para la conquista y mantenimiento de su libertad. El amor de los emigrados por su tierra y, la dignidad entre ellos, alimentaron en mucho la decisión de lucha de Martí,  lo que reafirmó en él la esperanza de que pudiera en Cuba vivir feliz el hombre, no enfrentados unos a otros.
¡Y no sé si vale la pena de vivir, después de que el país donde se nació 
decida darse un amo!  Así lo proclamó en su discurso. En la misma ocasión dijo también que ¡Solo el cobarde se prefiere a su pueblo; y el que lo ama, se le somete!
Allí escucharon los presentes otras definitorias palabras de José Martí, como éstas:” ¡Para canijos, la enfermería! ¡Y si se ha de sacrificar el desamor honroso de la ostentación pública, se le sacrifica, que la vida vale más y se la sacrifica también! ¡Póngase el hombre de alfombra de su pueblo!
¡Yo amo con pasión la dignidad humana!  Y calificó de crimen cada día que se tardase en estar todos juntos en su tierra. Habló  sobre la unidad, sobre las escenas de patriotismo que vio en la gente de Tampa y Cayo Hueso. Afirmó que al volver los ojos cuando su partida, vio un pueblo sembrado de antorchas, detrás de la bandera única de la patria.
Confesó que durante su larga vida de labores difíciles, ningún encuentro, como aquellos, había movido tanto su alma a la reverencia y la ternura.
Planteó,  refiriéndose a la unidad, la satisfacción de ver a aquella juventud,  “vaciarse unos en otros, como los metales afines que van ligando la joya en el crisol”. ¡El trabajo, ése es el pie del libro! Exclamó al mencionar la presencia de la cultura en los encuentros.
Tan  grata impresión tuvo sobre el espíritu unitario, que exteriorizó la idea de que ¡Otros hablen de castas y de odios, que yo no oí en aquellos talleres sino la elocuencia que funda los pueblos, y enciende y mejora las almas, y escala las alturas y rellena los fosos, y adorna las academias y los parlamentos!
Otro pensamiento martiano conocido afloró en aquel discurso:”Los pueblos, como los volcanes, se labran en la sombra, donde solo ciertos ojos los ven”. Hasta que brotan-agregó- hechos, coronados de fuego y con los flancos jadeantes y arrastran a la cumbre a los disertos y apacibles de este mundo, que niegan todo lo que no desean, y no saben del volcán hasta que no lo tienen encima. ¡Lo mejor es estar en las entrañas y subir con él!
Reiteró la necesidad de prepararse para la guerra, ordenando los elementos para la victoria. Rememorando el recorrido por Tampa y Cayo Hueso, afirmó: “Otros amen la ira y la tiranía. El cubano es capaz del amor, que hace perdurable la libertad  Otro bello y útil pensamiento: “Quien crea, ama al que crea: y solo desdeña a los demás quien en el conocimiento de sí, haya razón para desdeñarse a sí propio”
Cerrando su encendido discurso, afirmó  que esas citas, ese arranque brioso de las virtudes más difíciles, que hacen apetecible y envidiable el nombre de cubano, dicen que hemos juntado a tiempo nuestras fuerzas, que en Tampa aletea el águila, y en Cayo Hueso brilla el sol, y en New York da luz la nieve. Y que la historia no nos ha de declarar culpables.

El bloqueo contra Cuba crece, pero más crece el heroísmo de nuestro pueblo



. Orlando Guevara Núñez

En su demencial odio hacia el pueblo de Cuba, los gobiernos de los Estados Unidos, desde 1959 hasta la fecha, han aplicado las más brutales medidas para pulverizar a la Revolución. Una de éstas es el bloqueo que dura ya más de seis décadas y aunque  reconocido su  fracaso, se mantiene e incrementa.
Este bloqueo no es, como sus ejecutores han querido presentarlo ante el mundo, una simple negación del gobierno de los Estados Unidos a negociar con Cuba. Ni es tampoco un embargo, pues Cuba no tiene deuda alguna por la que pueda ser embargada. Es en la práctica, un criminal acto de guerra.
El 17 de marzo de 1960, el Consejo Nacional de Seguridad norteamericano aprobó el Programa de Presiones Económicas contra el Régimen de Castro. En ese mismo momento quedó trazado el Programa de Acción Encubierta contra Castro. Las medidas militares, propagandísticas, el apoyo a la creación de una oposición interna, junto a las presiones económicas y los sabotajes, convergían en las criminales intenciones de destruir la Revolución a través de cualquier medio y a cualquier precio.
Un documento oficial norteamericano,  en abril del propio 1960, revela las sucias intenciones. “El único medio previsible para enajenar el apoyo interno es a través del desencanto y el desaliento basados en la insatisfacción y las dificultades económicas. Debe utilizarse prontamente cualquier medio concebible para debilitar la vida económica de Cuba. Una línea de acción que tuviera el mayor impacto es negarle dinero y suministros a Cuba para disminuir los salarios reales y monetarios a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.
Y no hubo medida pensada que quedara sin ejecutar. El 3 de julio de 1960 se redujo la cuota azucarera y en diciembre de igual año se eliminó totalmente para los tres primeros meses de 1961. La estrategia era clara, pues estaba ya concebida la invasión mercenaria de Playa Girón que, según sus cálculos, barrería a la Revolución. Después de eso, no haría falta bloqueo alguno. En su euforia, el 31 de marzo – 18 días antes de esa agresión- se hacía definitiva la supresión de la cuota azucarera.
El 29 de septiembre de 1960 el gobierno norteamericano suspendió las operaciones de la planta de níquel de Nicaro; el 30 de ese mismo mes “recomendó” a los ciudadanos norteamericanos abstenerse de viajar a Cuba, “recomendación” que llega hasta nuestros días. Comenzaron desde entonces las presiones para la eliminación de los créditos bancarios.
El 19 de octubre de 1960  se decretó la prohibición de venta, transferencia o contratación de cualquier barco norteamericano al gobierno de Cuba o a ciudadanos cubanos y se presionó al gobierno de Canadá para que se sumara al bloqueo anticubano.
Esa y otras medidas, acordadas una semana antes en reunión de los subsecretarios de Estado y de Comercio con el presidente, no escondieron sus intenciones más allá de aparentes operaciones comerciales. Las proyecciones del plan fueron interpretadas por ellos mismos: “Contribuirán al creciente descontento y malestar en la Isla, apoyarán a los grupos de oposición que ahora están activos en Cuba y otros lugares”. Esos “otros lugares” podrían haberse definido con solo un nombre  más: Estados Unidos.
El 2 de mayo de 1961, en reunión del Grupo de Trabajo del Buró de Inteligencia e Investigaciones del Departamento de Estado y la Oficina Nacional de Estimados de la CIA, analizó hechos estimados y proyecciones sobre la política anticubana.
Todo giró alrededor de cómo privar a Cuba del intercambio con el exterior, piezas de repuesto, materias primas y hasta de técnicos y personal de dirección, así como hacer disminuir los ingresos per cápita y los artículos de consumo, provocando el auge del mercado negro.
Se discutió, además, sobre una campaña de sabotajes “limitados” contra la industria y los servicios.
En el libro Bloqueo el asedio económico más prolongado de la historia, su autor, Andrés Zaldívar Diéguez, cita algunas de las medidas recomendadas por la CIA, en la  reunión del 2 de mayo de 1961, para dañar la economía cubana. “La CIA puntualizaba que en dichas acciones podían participar los agentes encubiertos de que disponían en las seis provincias cubanas entonces existentes, además de algunos que pueden ser infiltrados” y que podrían realizar actos de sabotajes.
“Actos individuales de sabotaje son posibles con relativamente pocos hombres y poca cantidad de medios”, planteaba la CIA, asegurando también que existía una capacidad para acciones marítimas que podía desembarcar y enterrar armas y realizar sabotajes sub acuáticos de embarcaciones y otras operaciones. La CIA –se agrega en el texto citado- disponía de una rama aérea (bombarderos B-26 y aeroplanos de transporte C-46 y C-54) que podía utilizarse en golpes contra “objetivos escogidos”, citando entre éstos refinerías, plantas eléctricas y plantas de neumáticos que si resultaban exitosos, podían hacer el efecto de “sabotajes extensivos”.
Fracasada la invasión mercenaria de Playa Girón, hecha trizas en menos de 72 horas por el mismo pueblo al que subestimaban y despreciaban, crecerían las agresiones económicas y en otros campos.
Sólo entre diciembre de 1961 y enero de 1963, como consecuencia del llamado Proyecto Cuba, aprobado por el gobierno de los Estados Unidos en el primer año mencionado, Cuba sufrió 5 780 acciones terroristas, entre éstas 716 sabotajes de envergadura en instalaciones industriales.
Incendio de cañaverales, bombardeo a centrales azucareros, ametrallamiento a industrias importantes, asesinato de obreros y población civil, se sucedían a diario.
El bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos contra Cuba, ha sido acompañado siempre por criminales actos de terrorismo que han costado al país no solo pérdidas materiales, sino también de vidas.
El pueblo cubano, no obstante, ha resistido. La esperada “desilusión” del pueblo, ha sido solo desilusión de sus enemigos. No ha existido actividad, en todas las esferas de la sociedad cubana, que ese bloqueo no se haya hecho sentir con fuerza. Haber resistido y triunfado frente al embate  norteamericano es una proeza del pueblo cubano. A esa proeza –para seguir creciendo-  no le han faltado ni faltarán nunca el heroísmo, la entrega ni la fidelidad de este pueblo heredero del pensamiento martiano de que los grandes derechos no se compran con lágrimas, sino con sangre, y  de la enseñanza  fidelista de  que nacimos en un país libre que nos legaron nuestros padres y primero se hundirá la Isla en el mar antes que consintamos en ser esclavos de nadie.
El actual gobierno de los Estados Unidos acaba de recibir otra aplastante derrota en la ONU, cuando solo su concubino Israel lo acompañó  en la votación para mantener el bloqueo contra Cuba. Pero lo que más le duele, eso lo sabemos bien, es la gallardía del pueblo cubano, dispuesto a seguir resistiendo y a seguir venciendo esas medidas criminales, violatorias de nuestros derechos humanos y del derecho que asiste a todos los pueblos de escoger el destino que les convenga.


lunes, 28 de enero de 2019

Estados Unidos no solo ha tratado de destruir a la Revolución cubana, trató de impedir que naciera




.Orlando Guevara Núñez
Cuando se hable de las intenciones de los gobiernos de los Estados Unidos para ejercer su dominio sobre Cuba,  no pueden soslayarse los intentos de frustrar el triunfo de la Revolución cuando comprendieron que ya la dictadura de Fulgencio Batista, a la cual apoyaban con asesoramiento militar y armas, estaba derrotada.
Pretendían reeditar la historia de 1898, cuando ya España no tenía la capacidad militar, económica, ni moral para mantener a Cuba como colonia. Se produjo entonces la intervención en una guerra ya ganada por los combatientes cubanos. Su intención no era ayudar a nuestro pueblo, sino impedir su victoria final.
El 1ro. de enero de 1899 quedó instaurado el gobierno interventor de Estados Unidos en Cuba, el cual cesó su ocupación solo cuando el país quedó atado de pies y manos al naciente imperialismo norteamericano. Luego de tres décadas de duro batallar contra una potencia que parecía invencible, Cuba pasó, de colonia de España, a neocolonia de los Estados Unidos.
En aquella ocasión, el gobierno del “Norte revuelto y brutal que nos desprecia” al decir de José Martí, prefirió no enfrentar militarmente, ni imponer el anexionismo  para apoderarse del país. Puso en vigor la llamada Enmienda Plat, garantía del dominio por otra vía,   teniendo en cuenta el heroísmo, la rebeldía y la capacidad de combate y resistencia de los cubanos.
Engendrada por esa Enmienda, surgió la Base Naval de Guantánamo, contra la voluntad del pueblo, y que hoy se mantiene por la fuerza, convertida en centro de prisión y tortura contra presuntos terroristas, cautivos en nombre del antiterrorismo, violando las leyes internacionales y las de los  propios Estados Unidos sobre esta materia El Artículo III del propio documento, fijaba con claridad las verdaderas intenciones imperiales, al fijar que: "El Gobierno de Cuba consiente que los Estados Unidos pueden ejercitar el derecho de intervenir para la conservación de la independencia cubana, el mantenimiento de un Gobierno adecuado para la protección de vidas, propiedad y libertad individual y para cumplir las obligaciones que, con respecto a Cuba, han sido impuestas a los EE.UU. por el Tratado de París y que deben ahora ser asumidas y cumplidas por el Gobierno de Cuba.
Pero a finales de 1958, la voracidad norteamericana tendría que enfrentar un escollo infranqueable para sus innobles propósitos de mantener a Cuba bajo sus designios. Ahora la lucha revolucionaria estaba dirigida por un líder indiscutible, Fidel Castro, apoyado por todo un  pueblo en el combate por la libertad.  En esta ocasión, sus maniobras de nada valieron.
Cuando el gobierno norteamericano aceptó  la inminente caída del tirano Batista, comenzó a idear fórmulas no para ayudar al pueblo cubano, sino para perpetuar en el poder, mediante otros métodos, a quienes lo habían explotado y oprimido durante años. Primero decidieron retirar la venta de armas al gobierno tiránico, en marzo de 1958, lo cual en realidad no cumplieron. Aviones con metralla de fabricación norteamericana siguieron asesinando a la población cubana, al tiempo que sus asesores siguieron nutriendo a los asesinos.
Pero ya en diciembre de ese mismo año, la situación de Batista era muy grave, sin perspectivas de salvación. La estrategia norteamericana no se hizo esperar, planteándose las variantes para impedir el triunfo revolucionario.
Así en el último mes de la guera, una revista norteamericana, Time, habla sobre la posibilidad de una intervención  del gobierno de ese país en el caso de Cuba, a través de la Organización de Estados Americanos (OEA). Ante esa situación, la sagacidad y determinación de Fidel, el 9 de diciembre de 1958, denuncian y advierten sobre las cosecuencias de esa intromisión:
“A buena hora se aparece esa gente, con esas intenciones de intervención o de llamar a la Organización de Estados Americanos (OEA). Cuando aquí la dictadura estaba tronchando cabezas por decenas y por centenares, no se preocuparon absolutamente nada por eso. No tienen derecho a venir a preocuparse ahora…de ninguna manera aceptamos ningún tipo de intervención en este conficto. No aceptaremos nada que no sea la rendición incondicional de Batista y Columbia. Todo el que permanezca al lado de la dictadura tendrá que rendirse. El que venga a intervenir tendrá que entrar peleando”.
Plantearon, en los días finales de la guerra, la componenda de que Batista abandonara el poder y fuera sustituido por una camarilla que desvirtuara el triunfo revolucionario.
El propio tirano se encargó de hablar sobre ese tema, al cual se refirió también  Earl Smith, entonces embajador de Estados Unidos en Cuba. Ambos han escrito sobre una reunión entre ellos realizada el 17 de diciembre de 1958. Según Batista: “Por las informaciones que el embajador Smith había recogido en fuentes militares y revolucionarias, de acuerdo con las interpretaciones que podría dárseles, suponía que los elementos básicos del Ejército no resistirían hasta el próximo 24 de febrero en que debía tomar posesión el presidente electo”.  Ese presidente, Andrés Rivero Agüero, batistiano, había sido electo en comicios fraudulentos en el noviembre anterior y no tuvo tiempo de estrenar su coronación. En esa caricatura de democracia, la abstención alcanzó  un 54 por ciento y el presidente fue electo por solo un 15 por ciento de los electores, con siete partidos incluidos en la farsa.
Hay constancia de que en esa ocasión, el embajador norteamericano comunicó al dictador la retirada del apoyo de su gobierno y la conveniencia de su renuncia y rápida salida del país. Desde luego, que sus gestiones se extendían a personeros del mismo régimen para que mediaran y asumieran el mando que según su opinión debía impedir el ascenso de Fidel al poder.
Las maniobras se pusieron en práctica, Batista huyó como suelen hacerlo las ratas, se produjo un golpe de estado que nombró una Junta y un presidente que a pocas horas desaparecieron bajo el empuje revolucionario.Una vez más, la capacidad militar y política de Fidel salvaba a la Revolución.
Así, el propio Comandante en Jefe, Fidel Castro, definiría esos momentos trascendentes, durante su memorable discurso en Santiago de Cuba, el 1ro. de enero de 1959: “Esta vez no se frustrará la Revolución. Esta vez, por fortuna para Cuba, la Revolución llegará de verdad a su término; no será como en el 95 que vinieron los americanos y se hicieron dueños de esto, intervinieron a última hora y después ni siquiera dejaron entrar a Calixto García, que había peleado durante 30 años, no lo dejaron entrar en Santiago de Cuba; no será como en el 33, que cuando el pueblo empezó a creer que la Revolución se estaba haciendo, vino el señor Batista, traicionó a la Revolución, se apoderó del poder e instauró una dictadura feroz aquí; no será como en el 44, año en el que las multitudes se enardecieron creyendo que al fin el pueblo había llegado al poder.!Y los que llegaron al poder fueron los ladrones! ¡Ni ladrones, ni traidores, ni intervencionistas, esta vez sí que es una Revolución!”
Es esa la Revolución que el imperio yanqui trató de que no naciera, hizo todo lo posible por asesinarla después, y hoy sigue buscando fórmulas para destruirla. La misma Revolución que, junto a Fidel y Raúl, nuestro pueblo sigue engrandeciendo y defendiendo.

Martí sigue viviendo en el alma de la Patria




.Orlando Guevara Núñez

Hace hoy 166 años del natalicio de José Martí. Solo vivió 42 años. Pero ese corto tiempo bastó para convertirse  en inmortal. Para los cubanos, es el Maestro, el Apóstol de nuestra independencia, el Autor Intelectual del asalto al Cuartel Moncada, nuestro Héroe Nacional. El más universal de los cubanos.
Cuando  apenas tenía 16 años de edad, nos enseñó, en su poema Abdala, que  El amor a la patria no es el amor ridículo a la tierra ni a la yerba que pisan nuestras plantas, que es odio invencible a quien la oprime, es el rencor eterno a quien la ataca.
De él aprendimos que los grandes derechos no se compran con lágrimas, sino con sangre, y que un principio justo, desde el fondo de una cueva, puede más que un ejército.
Antes del triunfo revolucionario de enero de 1959, los sueños martianos estaban encerrados en mármoles. Se nos hablaba del Martí poeta, periodista, soñador, pero no del Martí revolucionario, latinoamericanista, independentista. Se silenciaba al Martí, antiimperialista, fundador del Partido Revolucionario Cubano.
La inmensa mayoría de los cubanos, no aprendíamos la esencia de las verdaderas ideas martianas. Ni su propósito de hacer la guerra necesaria para construir después la república con todos y para el bien de todos.
Sí, Martí, existía solo encerrado en mármoles. Estaba a punto de morir en la memoria de su pueblo. Hasta aquella gloriosa mañana del 26 de julio de 1953, cuando los asaltantes  liderados por Fidel vinieron a Santiago de Cuba y a Bayamo, a ofrendar su vida y su sangre para que él no muriera, para que siguiera viviendo en el alma de la Patria.
Fue entonces que los mármoles se rompieron. Y las ideas martianas comenzaron a extenderse, a hacerse convicciones, a convertirse en acciones de pueblo. Y sufrieron prisión, marcharon al exilio, navegaron en el Granma, escalaron las montañas, recorrieron las calles, los llanos. Hasta convertirse en Revolución triunfante.
José Martí renació con la obra de la Revolución cubana. Su pensamiento nos alimenta cada día para defender las conquistas alcanzadas. El camino recorrido durante 60 años, ha estado guiado por sus ideas.
De seguimos el legado de que: ¡Antes que cejar en el empeño de hacer libre  y próspera a la patria, se unirá el mar del Sur al mar del Norte, y nacerá una serpiente de un huevo de águila!
Y de su mejor discípulo, Fidel Castro, aprendimos los cubanos que nacimos en un país libre que nos legaron nuestros padres, y primero se hundirá la Isla en el mar antes que consintamos en ser esclavos de nadie.
Hoy, en el cementerio de Santa Ifigenia, iremos los santiagueros, en nombre de todos los cubanos, a ofrendarle a nuestro Héroe Nacional el tributo agradecido a su memoria. E iremos con la satisfacción de haber cumplido un deseo por él expresado: el de tener ante su tumba, rotas las cadenas del colonialismo. Y rotas, además, las cadenas del imperialismo.