jueves, 10 de enero de 2019

Julio Antonio Mella fue también víctima del terrorismo




.Orlando Guevara Núñez


El joven revolucionario cubano Julio Antonio Mella, asesinado el 10 de enero de 1929 en México, fue acusado injustamente como terrorista por el gobierno tiránico de Gerardo Machado, el que ordenó su muerte, ejecutada por pistoleros, con la ayuda de un agente que desde 1907 aparecía en la lista de pagos de los confidentes del ejército de ocupación militar de Estados Unidos en Cuba.
¿Por qué fue Mella acusado de terrorista? Fue él quien en la república mediatizada retomó la esencia del pensamiento radical martiano y la unió con las ideas del marxismo- leninismo para elaborar un programa dirigido a la conquista de la libertad e independencia de Cuba.
De esa forma, supo Mella enlazar el pensamiento rebelde e independentista del siglo XIX cubano con el del siglo XX.
Esas ideas y esa acción, le ganaron de inmediato el odio de la tiranía de turno, siempre en complicidad con las autoridades de los Estados Unidos, que estaban dispuestos a defender sus intereses dominantes en Cuba a cualquier precio, incluyendo la persecución y el crimen.
Nacido el 25 de marzo de 1903, Julio Antonio Mella comienza su vida de lucha en la Universidad de La Habana, donde es estudiante de Derecho, cuando aún no había cumplido los 19 años de edad.
Su actividad revolucionaria lo lleva prontamente a una posición dirigente. El 20 de diciembre de 1922 crea la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) desde la cual establece una lucha por la autonomía de esa institución, la asignación de fondos para el desarrollo de la enseñanza, por la representación estudiantil en el Claustro y por la Reforma Universitaria.
Con una visión correcta sobre el carácter de la lucha, difunde entre el estudiantado las ideas revolucionarias, internacionalistas y antiimperialistas, y proyecta la unidad de los estudiantes y los obreros para transformar el sistema político cubano, sobre la base de la justicia social para todos.
En noviembre de 1921 había creado la Universidad Popular José Martí, propiciando el ingreso a ésta de unos 400 obreros.
Ya en 1924, como muestra de su madurez y proyección política, había ingresado a la Agrupación Comunista de La Habana, creada por Carlos Baliño, quien en 1892, en compañía de José Martí, fundara el Partido Revolucionario Cubano, con el objetivo de conquistar la independencia de Cuba y contribuir a la de Puerto Rico. El 16 de agosto de 1925, ambos dirigentes fundan el Partido Comunista de Cuba.
La febril actividad organizativa de Mella no tiene tregua. Crea la Confederación Obrera Nacional de Cuba y la Sección Cubana de la Liga Antiimperialista de las Américas. La dictadura de Machado, comprometida hasta la médula con el gobierno de los Estados Unidos, desata una feroz persecución contra el joven líder, lo encarcela, lo acusa de poner bombas y planea sin escrúpulo alguno su asesinato.
Mella parte entonces hacia el exilio en México, con el objetivo de continuar preparando la insurrección para la liberación de Cuba.
En el país azteca, ingresa al Partido Comunista Mexicano, llega a ser secretario general de la Liga Antiimperialista de las Américas y comienza a organizar la Asociación de Nuevos Emigrados Cubanos, con el fin de organizar la lucha insurreccional en su Patria.
Su vocación internacionalista la materializa al crear el Comité Manos Fuera de Nicaragua, en contra de la agresión norteamericana a ese hermano país. También, junto a revolucionarios venezolanos, planea el derrocamiento del régimen tiránico de esa nación, para unir luego fuerzas y conquistar la independencia cubana.
Esas son las actividades, la obra de Julio Antonio Mella, por lo cual lo acusan de terrorista y lo convierten en víctima mortal del terrorismo, cuando contaba con sólo 26 años de edad.
Los asesinos lo balearon en plena calle. Y para la historia cubana ha quedado la frase con la cual Mella selló el último aliento de su fructífera vida: ¡Muero por la Revolución!
Hoy,  a 90 años del crimen, se repite con cinismo la acusación a Cuba como país terrorista. Son los mismos acusadores y los mismos asesinos. Sólo que esta vez se acusa falsamente a todo un pueblo, pero también con la diferencia de que ahora, todo ese pueblo,  suscribe con patriotismo la última frase de Mella, la disposición de morir por la Revolución antes que perderla.

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