miércoles, 30 de junio de 2021

Ancho campo en el mundo hay para vivir con decoro


 Orlando Guevara Núñez

 


En una de las muchas cartas a su amigo Gonzalo de Quesada, escribe Martí este  modo de pensar’ Y en ella le dice, además, que “poco vale este amigo infeliz e impotente; pero sabe donde  está la virtud, y el modo de conciliarla con las obligaciones de la vida, sin faltar a éstas ni a ella” 

Le asegura que las almas nacidas para la honradez no tienen conveniencia, ni viven tranquilas, fuera de la honradez.  La misiva está fechada en Nueva York, el  16 de noviembre de 189l  

Afirma que son algunos los vendidos y muchos los venales, pero el honor puede echarlos atrás cuando salen de las filas al escuchar el látigo que los convoca o ver servido el plato de lentejas,

Hace alusión a la penuria económica que le ha impedido haber publicado el periódico para Cuba y América, una sola en su previsión y pensamiento. Dice que ya podría estar publicado  si  él hubiese decidido aceptar  ayuda de personas que no compartían su modo de pensar, pero  que ideas de esa dignidad   no deben aparecer con pobreza ante el público, porque es dañarlas más que defenderlas. El decoro de los hombres es una prédica constante en Martí. Para él es esa una condición indispensable, pues sin decoro no es posible  ni predicar ni hacer obra digna y en bien de la patria.

Al final, le escribe al fiel amigo: Hay que levantarse, sacudirse el polvo y seguir andando.

 

El cubano, antes que la libertad, se arranca la vida

 


 

 

 

 

 

 

 

.Orlando Guevara Núñez

 


Con el título  Persona y patria. El 1ro. de abril de 1893, publicó José Martí uartículo en el periódico  Patria  en el cual escribe este pensamiento.  Enfatiza, en esta ocasión, el papel rector del Partido Revolucionario Cubano como organización de los cubanos, y puntualiza que el Delegado electo no es “la cabeza imperante e inamovible, de cuyo capricho o alucinación depende el sacudimiento y llamada a muerte del país en que nació”.

Analiza que puede hoy ser uno y mañana otro el Delegado. Y rebate y alerta sobre una campaña en Cuba para desacreditar su persona. Afirma que “El Partido Revolucionario Cubano es la unión de pensamiento y voluntad de todas las organizaciones cubanas y puertorriqueñas del destierro”

Reafirma su convicción de que el poder está en todos, no en una persona. Y  dice que para zares no es nuestra sangre. Sobre nuestro pueblo, escribe: “El cubano, indómito a veces por lujo de rebeldía, es tan áspero al despotismo como cortés con la razón”. El cubano es independiente, moderado y altivo. Es su dueño y no quiere dueños. Quien pretenda ensillarlo, será sacudido.

Se refirió a que en América había pueblos que estaban al caer, porque la libertad quedó en manos  de gente que no la amaba, o la entendía solo para su casta superior. Es cuando afirma: “Pero en nosotros hay una masa pública, que conoce y adora la libertad, que la habla y escribe, que la razona y la acomoda a lo verdadero, que la defenderá con las uñas y con los dientes; ¡allí estaremos todos, defendiéndola! ¡No hay placer como el de defenderla!: el cubano, antes que la libertad, se arranca la vida”.

Conoce los  obstáculos contra los que debe lucharse, pues la sociedad no es  perfecta. Menciona a los indiferentes, egoístas,  viciosos, pero confía en que esa gente puede sumarse a la revolución. El Partido Revolucionario vive y triunfa, porque es la libertad, opina.

Volviendo sobre el tema de lo personal y la patria, puntualiza que “La persona hemos puesto de lado”; ¡bendita sea la patria! Hace una importante definición: la de que “La guerra que prevé y ayuda el Partido Revolucionario Cubano es la guerra de todos (…) y lo que no sea guerra de todos, y de seguro lleve la voz que ha de llevar, o no es verdad, o es la guerra de rincón”. Asevera que la idea de la persona redentora es de otro mundo y edades, no de un pueblo crítico y complejo que no se lanzará a un sacrificio estéril, sino por sus verdaderos intereses y su bienestar.

Poema de Frank País, a su hermano Josué

El héroe de la lucha clandestina Frank País García, al conocer la caída de su hermano Josué, en Santiago de Cuba, el 30 de junio de 1957, escribió un poema donde plasma su inmenso dolor. No sospechaba Frank, aunque desafiaba el peligro, que exactamente un mes después, también él caería asesinado por las bestias sangrientas de la tiranía batistiana. He aquí el poema.

 

 

 

A MI HERMANO.* POEMA DE FRANK PAÍS**

Frank y Josué.

Nervio de hombre en cuerpo joven
Coraje y valor en temple acerado
Ojos profundos y soñadores
Cariño pronto y apasionado.
Era su amistad, amistad sincera
su crítica sagaz y profunda
ideal que no claudica ni doblega
rebeldía que llevaría hasta la tumba.
Estaba entre los héroes su destino
vivió con el honor de su conciencia
fue su camino el del martirio
rebelde anduvo por su senda estrecha.
Y yo que le quise tanto
con el dolor de su ausencia
siento en mi alma el quebranto
siento mi vida deshecha.
Hermano, hermano mío
dolor de mis llagas
alegría de mis ensueños
cuánto quise para ti
cuánto anhelé siempre darte
fuiste el calor de mis triunfos
censor de mis faltas.
Se hundió mi alma en silencio
cuando te sentí perdido.
Era tu rostro tan dulce
que parecías dormido.
Que solo me dejas.
Viviendo esta vida amarga
no tendré ya el hermano
no tendré el compañero
solo tristezas me esperan
con esta vida a cuestas
hermano, hermano mío
que solo me dejas
viviendo esta vida triste
de penas y desengaños.
Nuestros momentos tan juntos
de anhelos y de peligros
de calmas y de desvelos.
Hermano, hermano mio
que solo me dejas
viviendo esta vida dura
de engaños y desencantos.
Cumpliste tu vida, tus sueños
moriste peleando y de frente,
a mí cuánto dolor me espera
de espalda traidor rastrero…
Cuanto te quise, como lloré
tus penas y tus tristezas
cuánto siento el no haber sido
tu compañero de siempre
no haberte brindado mi vida
cuánto sufro el no haber sido
el que cayera a tu lado
hermano, hermano mío
que solo me dejas
rumiando mis penas sordas
llorando tu eterna ausencia…

 

 

martes, 29 de junio de 2021

Josué, Floro y Salvador: en el altar más hermoso de la honra

.Orlando Guevara Núñez

Sobre Josué País García, Floromiro Bistel Somodevilla y Salvador Pascual Salcedo, bien puede repetirse  lo que pronunció José Martí y suscribió Fidel en el juicio por los hechos del 26 de julio de 1953: Los cuerpos de los héroes son el altar más hermoso de la honra.

El 30 de junio de 1957, las balas asesinas segaron su juventud y su vida; pero ese día, le nacieron a Santiago de Cuba y a la patria cubana tres nuevos símbolos de rebeldía, patriotismo y entrega. Ellos borraron con su sangre la farsa de la tiranía sobre una supuesta tranquilidad en la capital oriental.

El céntrico Parque Céspedes había sido escogido por los esbirros batistianos para simular una paz inexistente. Pretendían engañar a la opinión pública y desmoralizar y restarle apoyo a la insurrección armada. Y lo que no habían podido lograr con las armas, aspiraban a alcanzarlo con la mentira. Pero la realidad de Santiago de Cuba era otra muy distinta, sencillamente, inocultable.

En ese mismo mes, Herbert Matthews, periodista norteamericano que había visitado a Fidel en la Sierra Maestra en el anterior febrero y con su reportaje desmintió el engaño de la muerte del líder guerrillero, había escrito su percepción sobre Santiago de Cuba:

 “Esta es una ciudad en revolución contra el presidente Fulgencio Batista. Ninguna otra descripción podría señalar el hecho de que virtualmente todo hombre, mujer y niño en Santiago de Cuba, excepto la Policía y las autoridades militares están luchando al costo de todo lo que ellos pueden para derribar a la dictadura militar en La Habana”.

 “Es una de las atmósferas más extraordinarias que ha encontrado este corresponsal en mucho tiempo y durante muchos períodos de guerra y violencia. La tensión se palpa y es verdaderamente muy peligrosa para el régimen”.

Como reafirmación   de esa rebeldía santiaguera, salieron ese día a la calle los tres combatientes clandestinos. En ellos iban el espíritu y la decisión de centenares de hombres y mujeres del Movimiento Revolucionario 26 de Julio. Y al ser interceptados por los esbirros de la tiranía, pelearon hasta ofrendar la vida. No era esa, sin embargo, una acción aislada. Había sido colocada una bomba debajo de la tribuna del mitin, cuya explosión sería señal para la salida de grupos de acción a la calle. Pero el artefacto no detonó.

Al no escuchar el aviso, dos grupos salieron a la calle. Uno de ellos causó dos muertos y un herido a los esbirros. El otro, el de Josué, Floro y Salvador, fue interceptado, en la Calzada de Crombet,  por fuerzas de la tiranía. Las bestias asesinas se ensañaron con ellos, los acribillaron. Y  a Josué, herido, lo montaron en un carro, pero el salvajismo se impuso al humanismo, y fue rematado antes de llegar al hospital. Pero a ese costo, el llamado “mitin de la coalición” o “de la paz”, había fracasado.

Nueva sangre joven fertilizaba ese 30 de junio las calles de Santiago de Cuba. Sangre acribillada. Sangre de Revolución.

El más joven de ellos era Josué. Solo tenía 19 años de edad. De cuna humilde. Le había bastado ese tiempo para ser Teniente de las Milicias del 26 de Julio y combatiente del 30 de noviembre de 1956. Había participado en las luchas estudiantiles y formado parte del Bloque Estudiantil Martiano. Su rebeldía había encontrado cauce junto a su hermano Frank, Pepito Tey y otros destacados revolucionarios.  Perseguido y encarcelado varias veces por la tiranía.

Floromiro.  No había cumplido aún los 23 años de edad. También de procedencia humilde. No pudo seguir estudiando luego de alcanzar el grado sexto, por necesidad de trabajar para el  sustento familiar. Chofer en una fábrica de galletas. Integrante de un grupo de acción del Movimiento Revolucionario 26 de Julio. Combatiente del 30 de noviembre de 1956. Había estado  preso  desde  el 2 de diciembre de 1956 hasta mayo de 1957.

Salvador. Era el de más edad entre los tres. Un “veterano”  de solo 23 años cumplidos. Y es que el heroísmo no distingue edades. Como Floro y Josué, de cuna humilde. Estudió  Derecho Administrativo y laboró en las tiendas Luxor y La Francia, de Santiago de Cuba. A la edad de 18 años ya estaba en las filas de la Revolución, y bajo las órdenes de Pepito Tey  y de Frank País, cumplió diversas y riesgosas misiones. Una de esas tareas, fuera de Santiago de Cuba le impidió participar en el alzamiento del 30 de noviembre.

La caída  de estos tres jóvenes héroes conmovió a  la ciudad de Santiago de Cuba en lo más hondo de sus sentimientos. El propio Frank le escribiría a Fidel sobre el holocausto:

 “Aquí perdimos tres compañeros más, sorprendidos cuando iban a realizar un trabajo delicado y que prefirieron morir peleando antes de dejarse detener, entre ellos el más pequeño que me ha dejado un vacío en el pecho y un dolor muy mío en el alma”.

El dolor fue compartido por los guerrilleros de la Sierra Maestra, quienes escribieron a Frank una carta de duelo, que no llegó a su destinatario por haber caído también, el 30 de julio de ese año.

En esa emotiva carta, un párrafo lo leemos hoy con impresionante fuerza de presencia.  “Si el destino nos lo permite, juntos iremos un día a su tumba para decirle a él y a toda esa legión de Niños Héroes, que hemos cumplido con la primera parte de esta lucha y que con la misma entereza y espíritu de sacrificio nos disponemos a culminar la obra de nuestra generación, teniéndolos a ellos como fiscales supremos de nuestros actos futuros”.