martes, 15 de junio de 2021

Manuel Navarro Luna, una poesía con fuerza de himno


.Orlando Guevara Núñez

 

 


 Manuel Navarro Luna. Poeta revolucionario y comunista. Nacido en Jovellanos, Matanzas. Desde niño residió en Manzanillo. Falleció el 15 de junio de  1966. En homenaje suyo publicamos este poema que  escribió  en agosto de 1957, en ocasión de la muerte, en Santiago de Cuba, de Frank País García.

Santiago de Cuba

                                                     Deja que los muertos entierren a sus muertos

¡Es Santiago de Cuba!

¡No os asombréis de nada!

¡Por allí anda la madre de los héroes!

¡Por allí anda Mariana!

¡Estaréis ciegos

si no veis ni sentís su firme y profunda mirada…!

¡Estaréis sordos si no escucháis sus pasos;

si no oís su tremenda palabra!

“¡Fuera! ¡Fuera de aquí!

¡No aguanto lágrimas!

Así exclamó aquel día, junto al cuerpo de Antonio

—¡de Antonio, nada menos, que sangraba

herido mortalmente!— cuando todas

las mujeres allí gemían y lloraban…!

“¡Fuera! ¡Fuera de aquí!

¡No aguanto lágrimas!”

¡Es Santiago de Cuba!

¡No os asombréis de nada!

Allí las madres brillan

como estrellas heridas y enlutadas.

Recogieron el cuerpo de sus hijos

derribados por balas mercenarias,

y, después, en la llama del entierro,

iban cantando el himno de la Patria.

¡También lo iban cantando, junto a ellas,

el corazón, sin sueño, de Mariana…!

“¡Fuera! ¡Fuera de aquí!

¡No aguanto lágrimas!”

Hay muertos que, aunque muertos, no están en sus entierros;

¡hay muertos que no caben en las tumbas cerradas

y las rompen, y salen, con los cuchillos de sus huesos,

para seguir guerreando en la batalla…!

¡Únicamente entierran los muertos a sus muertos!

¡Pero jamás los entierra la Patria!

¡La Patria viva, eterna,

no entierra nunca a sus propias entrañas…!

¡Es Santiago de Cuba!

¡No os asombréis de nada!

¡Los ojos de las madres están secos

como ríos sin agua!

¡Están secos los ojos de todas las mujeres!

Son fuentes por la cólera agostadas

que están oyendo el grito

heroico de Mariana:

“¡Fuera! ¡Fuera de aquí!

¡No aguanto lágrimas!”

¡Venid! ¡Venid, clarines!

¡Venid! ¡Venid, campanas!

¡Venid, lirios del fuego,

a saludar las rosas de vuestras propias llamas!

 

 

 

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