domingo, 13 de agosto de 2017

La convicción reforzada de que Fidel está vivo




.Orlando Guevara Núñez


Hace  pocas horas, visité la tumba de Fidel. Dista, desde mi casa, a unos cinco minutoa  caminando. La presencia de personas era impresionante. Cubanos y extranjeros se unían en el homenaje. Cada uno, con una flor en la mano. Frente a la piedra que atesora las cenizas del siempre Comandante en Jefe cubano, no se percibía duelo por su muerte, sino alegría por su inextinguible vida.
Allí, dentro de aquella bóveda original, no imaginé cenizas. A mi mente acudieron las imágenes del Fidel combatiente, con su uniforme verde olivo, su charretera de Comandante en Jefe. Lo imaginé con sus pasos largos y firmes,  conversando con el pueblo. Sentí, desde una tribuna, su voz apasionada proclamando principio, emanando dignidad, esparciendo solidaridad, fustigando injusticias, convocando al trabajo.
Allí al lado del Héroe Nacional cubano, José Martí. Junto al Mausoleo que guarda los restos de otros 41 moncadistas; y del Panteón a los caídos por la defensa, escoltado también por los mártires del Ejército Rebelde y la Lucha Clandestina.
Allí como mensaje perenne, su concepto de Revolución, con vigencia para todos los tiempos.
Salí de allí con la convicción  reforzada de que Fidel está vivo.
De regreso a mi casa, la televisión trasmitía el documental de Estela Bravo: Fidel, la historia no contada. Mi convicción se siguió reforzando.

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