.Orlando Guevara Núñez

Allí, dentro de aquella bóveda original, no imaginé
cenizas. A mi mente acudieron las imágenes del Fidel combatiente, con su
uniforme verde olivo, su charretera de Comandante en Jefe. Lo imaginé con sus
pasos largos y firmes, conversando con
el pueblo. Sentí, desde una tribuna, su voz apasionada proclamando principio,
emanando dignidad, esparciendo solidaridad, fustigando injusticias, convocando
al trabajo.
Allí al lado del Héroe Nacional cubano, José Martí.
Junto al Mausoleo que guarda los restos de otros 41 moncadistas; y del Panteón
a los caídos por la defensa, escoltado también por los mártires del Ejército
Rebelde y la Lucha Clandestina.
Allí como mensaje perenne, su concepto de
Revolución, con vigencia para todos los tiempos.
Salí de allí con la convicción reforzada de que Fidel está vivo.
De regreso a mi casa, la televisión trasmitía el
documental de Estela Bravo: Fidel, la historia no contada. Mi convicción se
siguió reforzando.
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