lunes, 24 de julio de 2017

Razones para un Moncada: El problema de la educación




 .Orlando Guevara Núñez


El drama de la educación era uno de los más agudos que sufría el pueblo de Cuba en la etapa pre revolucionaria cubana. En su alegato La historia me absolverá, Fidel Castro resumió esa situación de la forma siguiente:
“Nuestro sistema de enseñanza se complementa perfectamente con todo lo anterior. ¿En un campo donde el campesino no es dueño de la tierra, para qué se quieren escuelas agrícolas? ¿En una ciudad  donde no hay industrias, para qué se quieren escuelas técnicas e industriales? Todo está dentro  de la misma lógica absurda: no hay ni una cosa ni otra. En cualquier pequeño país de Europa existen más de doscientas Escuelas Técnicas y de Artes Industriales; en Cuba no pasan de seis y los muchachos salen con sus títulos sin tener donde emplearse. A las escuelitas públicas del campo asisten descalzos, semidesnudos y desnutridos, menos de la mitad de los niños de edad escolar y muchas veces es el maestro quien tiene que adquirir con su propio sueldo el material necesario. ¿Es así como puede crearse una patria grande?”.
Esa situación, llevada a cifras, era realmente impresionante.
En 1953, fecha del asalto a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, el 23,6 por ciento  de la población mayor de 10 años era analfabeta, mientras que sólo el 55,6 por ciento de los niños entre  seis y 14 años estaban matriculados en las escuelas, aunque muchos se veían obligados a abandonarla para incorporarse al trabajo como medio de subsistencia.
Un millón y medio de habitantes mayores de seis años no tenían ningún grado escolar aprobado, al tiempo que la matrícula sólo registraba el 52  por ciento de los niños de siete años, el 43,7 por ciento  de los de  ocho y el 36,6  por ciento de los de nueve.
Entre los 15 y 19 años, en la flor de su juventud, sólo el 17 por ciento de los cubanos recibía algún tipo de educación, mientras que el grado cultural promedio de los mayores de 15 años no llegaba al tercero.
En el país existían sólo 53 464 graduados universitarios, entre ellos 37 292 en la capital del país, con una población analfabeta de seis a nueve años que llegaba a 44,5  por ciento en La Habana, al tiempo que en Oriente alcanzaba un 81,2 por ciento, llegando a un 89 por ciento en las zonas rurales.
La situación denunciada por Fidel durante el juicio, ante un Tribunal obligado a condenarlo y un grupo de soldados armados de bayonetas, continuó agravándose en los años siguientes.
Así, en 1958, los datos eran desgarradores. Un millón de analfabetos absolutos, más de un millón de semianalfabetos, 600 000 niños sin escuelas mientras que 10 000 maestros estaban sin trabajo.
El presupuesto de la nación para la educación era de apenas 79,4 millones de pesos, muchos de los cuales eran robados por políticos y funcionarios corruptos.
En su discurso de autodefensa, Fidel recordó el concepto martiano de que “El pueblo más feliz es el que tenga mejor educados a sus hijos en la instrucción del pensamiento y en la dirección de los sentimientos” y que “Un pueblo instruido será siempre fuerte y libre”.
Pero hubo que esperar el triunfo revolucionario del 1ro. de denero de 1959, para poder realizar ese sueño martiano y el ideal por el cual combatieron y murieron los jóvenes revolucionarios el 26 de Julio de 1953.
En septiembre de 1959, fueron creadas en Cuba 10 000 aulas. Y como hecho sin precedente en la historia cubana y más allá, 69 cuarteles fueron convertidos en escuelas para más de 40 000 alumnos.
El 26 de diciembre de 1959, fue proclamada la primera Reforma Integral de la Enseñanza. Luego, 3 000 maestros voluntarios marcharon hacia las montañas, a luchar contra la ignorancia heredada del brutal sistema capitalista. Y 150 000 muchachas campesinas pasaron por becas en la capital del país, en escuelas organizadas en las mansiones abandonadas por los esbirros y explotadores que habían salido de nuestro territorio.
En 1961, más de 100 000 cubanos, principalmente jóvenes, se integraron a la ardua tarea de la alfabetización, enseñando a leer y escribir,  en solo un año,  a 707 000 adultos. Ya, en junio de ese mismo año, había sido proclamada la Ley de Nacionalización de la Enseñanza y el carácter gratuito de la educación en todos sus niveles. El 22 de diciembre de 1961, Cuba fue declarada Territorio Libre de Analfabetos.
Hoy la Patria de José Martí posee el pueblo culto y libre que él soñara. No existen niños sin escuelas y maestros, ni maestros sin aulas. Es el país de mayor cantidad de docentes por alumnos. La educación continúa gratuita, en todos los niveles, para todos los ciudadanos del país, sin discriminación de ningún tipo. Los graduados universitarios sobrepasan ahora el millón.
Cuba es hoy un pilar de la enseñanza que ofrece su ayuda solidaria a otros pueblos donde más de 7 000 000 de personas han salido del analfabetismo mediante el método cubano Yo sí puedo,  al tiempo que perfecciona cada año su propio sistema. En nuestras escuelas, junto a los maestros, la Revolución ha llevado los más modernos medios de enseñanza: computadoras, vídeos, televisores y otros recursos que han borrado diferencias entre las escuelas rurales y urbanas.
En Cuba – si alguien conoce ejemplo igual valdría escucharlo –  mientras fue necesario, un centenar de escuelas tuvieron  la asombrosa cifra de ¡Un alumno! por encontrarse en zonas intrincadas. Y allí han llegado también los medios de enseñanza e incluso la electricidad derivada del aprovechamiento de la energía solar.
La obra de la Revolución en la educación, no cabe en el espacio de un artículo periodístico. Puede afirmarse, eso sí, que es una obra grandiosa que trasciende incluso los objetivos planteados en el Programa del Moncada.
La situación dolorosa y humillante que sirvió de razón a los combatientes moncadistas para su acción heroica, fue erradicada y sobre sus ruinas se levanta el baluarte que somos hoy y la seguridad de continuar siendo siempre un pueblo culto y libre.

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