.Orlando Guevara Núñez
El joven Raúl Castro Ruz fue el último de los
moncadistas llamados a declarar durante el juicio seguido a los protagonistas
de los hechos del 26 de julio de 1953
–ataque a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de
Céspedes, en Bayamo.
Para la Fiscalía y el Tribunal, era un caso más de
un juicio en que las condenas estaban prefabricadas. La mayoría de los
revolucionarios irían a la cárcel; los asesinos de la tiranía batistiana
quedarían libres. La justicia se inclinaba ante el poder de los opresores. Pero
Raúl le imprimió una tónica
especial a sus declaraciones.
El libro de la periodista Marta Rojas El
juicio del Moncada, recoge algunos
momentos de aquel episodio. Otros los obtuve de una conversación con
Baudilio Castellanos, abogado de defensor de varios de los asaltantes.
Después de la primera pregunta del Fiscal a Raúl,
que él mismo admitió como ya conocida, fue si había participado en el asalto.
La siguiente fue cuándo lo había embullado Fidel a participar en la Revolución.
La respuesta de Raúl fue concreta, con un
planteamiento que todavía hoy muchos desconocen: “Si hubiera sido porque mi
hermano Fidel me embullara, no habría venido porque nunca lo hizo; yo vine a
Santiago por resolución propia, tuve que andar muy ligero para que se me
permitiera tomar las armas para ver si cambiamos este sistema”
En realidad, como lo expresó Marta Rojas, Fidel no
quiso que Raúl viniera al Moncada por el hecho de ser su hermano, sino por convicción.
Y cuando lo admitió, exigió que fuera el más estoico y disciplinado del grupo y
que los jefes de célula no tuvieran con él favoritismo por ser de los más
jóvenes y mucho menos por ser su hermano.
Un hecho poco divulgado es que Raúl no formaba parte
de la dirección que organizó los hechos del 26 de julio de 1953. Y que vino al
Moncada como soldado de fila. Asumió la jefatura del grupo que atacó el Palacio
de Justicia en el mismo fragor del combate, por su decisión y valentía.
La contestación
de Raúl provocó otras dos interrogantes del
Fiscal: ¿A qué sistema se refiere usted? ¿No era el objetivo solamente derrotar
al gobierno constituido?
Y Raúl respondió como se había trazado hacerlo,
aunque no se lo preguntaran: “Había que destruir este gobierno, primero, para
después adecentar al país y hacerlo progresar como es debido; cuando declaré en
el vivac me refería a la Reforma Agraria, como uno de los postulados de esta
Revolución, pero no es como usted dice, dar tierra a los campesinos, es algo
más que eso, es darle la tierra y hacerla producir; el sistema este es malo
desde que empezó la República; Cuba está llena de analfabetos, se cometen
injusticias, se le roba el dinero al pueblo… había que derrocar el régimen para
iniciar la revolución, ya Fidel lo dijo en su primera comparecencia en el juicio, revolución es la que querían
Martí y Maceo, la de nuestros mambises (…)
En una conversación, publicada por este autor,
Baudilio Castellanos narró cómo, al negársele ver a Fidel en la prisión de
Boniato, pidió entrevistarse con Raúl y se lo permitieron. El objetivo era
trazar una estrategia para el juicio. Y
el encuentro se produjo, aunque
con la presencia de un sargento, lo que hacía difícil la conversación.
Así lo recordó Baudilio: “Yo pensaba, bueno y ahora
qué vamos hablar, porque si tenemos a éste aquí, así no vamos a preparar la defensa. Yo estaba un
poco desconcertado acerca de cómo íbamos a empezar y entonces le digo a Raúl:
´Bueno, el problema de mi visita es cómo vamos a organizar la defensa´ Y él me dijo: ´La defensa es fácil, Bilito.
Mira nosotros vamos a decir que vinimos aquí y, bueno, ahora estamos presos. Y
que si nos dan un chance, volveremos a
venir y la próxima vez sí vamos a ganar”.
Tal vez ante la posición de Raúl, explica Baudilio,
el sargento, en una forma muy discreta, se alejó del lugar, dejándolos solos.
A otra pregunta de rigor del Fiscal, ¿Disparó
usted? la respuesta de Raúl fue certera:
“ Sí, disparé, derribé a tiros la puerta de la azotea de este mismo Palacio de
Justicia, esta fue la posición que me asignaron, como decía derribé a tiros la puerta y, sin embargo, cuando me
hicieron la prueba de la parafina, dio negativa”.
En el transcurso del juicio, Raúl denunció los
crímenes contra los asaltantes y las mentiras de los chacales de la tiranía. Un
ejemplo de ello fue cuando el Fiscal preguntó sobre el uso de armas blancas por
los asaltantes. He aquí su viril denuncia contra el máximo representante del
dictador en Santiago de Cuba:
“Ese fue otro ardid del coronel Chaviano que cuando
vengan a declarar los médicos que examinaron a los heridos y los muertos de
ellos, podrán destruir, si dicen la verdad, porque tendrán que confesar que
ningún cadáver tenía heridas de armas blancas; Chaviano declaró esa mentira
para justificar el crimen, con ello demostró su debilidad e impotencia, lo que
él quería era echar a guerrear los
soldados contra el pueblo y ya verá los resultados de su incapacidad y de su
crimen.
El joven Raúl Castro Ruz fue condenado a 13 años de
prisión. Junto a los demás moncadistas, fue amnistiado, por la presión popular,
el 15 de mayo de 1955, pero poco después marcho al exilio en México, vino en el
Granma, combatió en la Sierra Maestra, fue ascendido a Comandante del Ejército
Rebelde y fundó el Segundo Frente Oriental Frank País, del cual fue su jefe
hasta la victoria del 1ro. de enero de
1959
La valentía de Raúl en el juicio fructificó en
nuevos jóvenes, los crímenes denunciados fueron castigados, y el futuro
preconizado es hoy una hermosa realidad, defendida por todo un pueblo.
Ese es el mismo Raúl
héroe de la guerra y la paz, que hoy sigue conduciendo al pueblo cubano,
al cual ha enseñado que frente al
enemigo no habrá nunca conciliación, ni rendición, ni derrota.
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