lunes, 15 de junio de 2020

Santiago de Cuba, 505 años. Manuel Navarro Luna: ¡No os asombréis de nada!




.Orlando Guevara Núñez

Manuel  Navarro Luna nació en Matanzas el 29 de agosto de 1894, pero desde niño residió en Manzanillo. Poeta revolucionario, sufrió persecución por parte de la tiranía batistiana. Falleció el 15 de junio de 1966.
Esta poesía fue escrita en agosto de 1957, en ocasión de la muerte, en Santiago de Cuba, de Frank País García.
Santiago de Cuba
                   Deja que los muertos entierren a sus muertos
¡Es Santiago de Cuba!
¡No os asombréis de nada!
¡Por allí anda la madre de los héroes!
¡Por allí anda Mariana!
¡Estaréis ciegos
si no veis ni sentís su firme y profunda mirada…!
¡Estaréis sordos si no escucháis sus pasos;
si no oís su tremenda palabra!
“¡Fuera! ¡Fuera de aquí!
¡No aguanto lágrimas!
Así exclamó aquel día, junto al cuerpo de Antonio
—¡de Antonio, nada menos, que sangraba
herido mortalmente!— cuando todas
las mujeres allí gemían y lloraban…!
“¡Fuera! ¡Fuera de aquí!
¡No aguanto lágrimas!”
¡Es Santiago de Cuba!
¡No os asombréis de nada!
Allí las madres brillan
como estrellas heridas y enlutadas.
Recogieron el cuerpo de sus hijos
derribados por balas mercenarias,
y, después, en la llama del entierro,
iban cantando el himno de la Patria.
¡También lo iban cantando, junto a ellas,
el corazón, sin sueño, de Mariana…!
“¡Fuera! ¡Fuera de aquí!
¡No aguanto lágrimas!”
Hay muertos que, aunque muertos, no están en sus entierros;
¡hay muertos que no caben en las tumbas cerradas
y las rompen, y salen, con los cuchillos de sus huesos,
para seguir guerreando en la batalla…!
¡Únicamente entierran los muertos a sus muertos!
¡Pero jamás los entierra la Patria!
¡La Patria viva, eterna,
no entierra nunca a sus propias entrañas…!
¡Es Santiago de Cuba!
¡No os asombréis de nada!
¡Los ojos de las madres están secos
como ríos sin agua!
¡Están secos los ojos de todas las mujeres!          
Son fuentes por la cólera agotadas
que están oyendo el grito
heroico de Mariana:
“¡Fuera! ¡Fuera de aquí!
¡No aguanto lágrimas!”
¡Venid! ¡Venid, clarines!
¡Venid! ¡Venid, campanas!
¡Venid, lirios del fuego,
a saludar las rosas de vuestras propias llamas!

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